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SESIONES PÚBLICAS DE BALANCE Y PERSPECTIVAS
SESIÓN ESPECIAL

Sesión 10 de junio de 2003

Iris Jave (conductora):
Buenos días, señores comisionados, periodistas, señores y señoras. Antes de dar inicio a las Sesiones Institucionales de Balance y Reflexión, vamos a observar un video que resume algunos de los testimonios recogidos por la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) durante las Audiencias Públicas, que realizamos en meses pasados.
Les pedimos guardar absoluto silencio y apagar sus celulares. Asimismo, como lo indica el reglamento que han recibido y que estará vigente durante todas las sesiones, les pedimos no mostrar ningún gesto de aplauso, afirmación o rechazo frente a lo que vamos a ver.

[Transmisión del video]

Salomón Lerner Febres (Presidente de la CVR):
Señoras y señores, la CVR inicia ahora un nuevo ciclo de actividades públicas en las que recoge y expone ante la ciudadanía la palabra de organizaciones e instituciones que tuvieron responsabilidad o participación en los hechos de violencia vividos en el país en las dos últimas décadas. Al hacerlo, actúa bajo las grandes líneas de trabajo trazadas desde el comienzo, que implican rescatar la verdad sobre el proceso mencionado prestando atención a las partes involucradas no para atacar sus versiones, sino para sopesarlas con imparcialidad y contrastarlas con los hechos que hemos investigado. Así, podremos ofrecer a la Nación una historia veraz e incuestionable de esos años.
Al mismo tiempo, nos parece fundamental llevar adelante estas actividades como una forma de propiciar la reflexión nacional sobre los hechos vividos. Ésta es una oportunidad para que los diversos protagonistas de la violencia mediten críticamente sobre el papel que cumplieron y den sus explicaciones al país. Ésta es, también, una oportunidad para que la sociedad en general al atender estas presentaciones haga una evaluación de lo vivido, asuma sus propias responsabilidades, y sobre todo, tome conciencia de aquello que es necesario cambiar en nuestro país para alcanzar la justicia y, en ultima instancia, la reconciliación.
Agradecemos la concurrencia a un nuevo ciclo de actividades de la CVR e invitamos a todo el país a acompañarnos con madurez y con sentido de responsabilidad en este ejercicio de reflexión colectiva.
La CVR ha dado a este nuevo ciclo de actividades el nombre de Sesiones Públicas de Balance y Perspectiva, pues deseamos que los representantes de organizaciones e instituciones que han accedido a participar en las mismas ofrezcan reflexión, autocrítica y propuestas a la ciudadanía.
Antes de iniciar, haremos una actividad previa y diferente, aunque con los mismos objetivos generales que tendrán las sesiones: presentaremos esta mañana al país una videograbación con las declaraciones públicas de cuatro personas que estuvieron y/o están vinculadas a organizaciones subversivas y que accedieron a dar su testimonio para que se difunda.
Al presentar este documento, la CVR señala que por razón de su mandato se encuentra obligada a recoger, sin exclusiones, los testimonios de los principales actores del proceso de violencia vivido entre 1980 y el 2000. Y en esta oportunidad, considera que es su deber divulgarlos al país como parte de un balance sobre acciones y responsabilidades. Se trata de declaraciones realizadas a titulo individual ofrecidas a la CVR con ese carácter, y no como una posición institucional de las organizaciones subversivas, posición que no ha sido ofrecida a la CVR.
La CVR es firme en el señalamiento de las responsabilidades directas de los grupos subversivos en el inicio y propagación de terribles actos de violencia que afectaron a miles de compatriotas y socavaron las más elementales normas de convivencia democrática y de respeto a los derechos humanos. El Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP-SL) inició el conflicto armado interno y fue, de acuerdo a los testimonios que hemos recogido hasta ahora, el principal responsable de muertes y desapariciones durante el periodo 1980- 2000. De acuerdo con esos testimonios, el PCP-SL es responsable de cerca de la mitad de las víctimas mortales del conflicto, entre miembros de la Fuerzas Armadas y civiles. Esa cuota de responsabilidad es un caso excepcional entre los grupos subversivos de América Latina y uno de las singularidades más notorias del proceso que le ha tocado analizar a la CVR. La asunción de esa responsabilidad debe llevar a poner fin a la violencia como forma de acción pública, algo todavía no asumido en el país; a juzgar por los hechos de ayer lunes consistentes en la conducción a cautiverio forzoso de decenas de personas en el sur del país, acto que la CVR condena con toda energía.
El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) inició en 1984 sus acciones armadas, diferenciándose de SL en métodos y objetivos, pero actuando igualmente contra gobiernos democráticos. Aun cuando se le atribuye una reducida cifra de víctimas mortales del conflicto armado interno, el MRTA incurrió en diversas acciones de violación a los derechos humanos, especialmente secuestros y toma de rehenes, hechos que violan no sólo la libertad de las personas, sino el derecho internacional humanitario que el MRTA afirmaba respetar.
El video que verán a continuación contiene los testimonios de cuatro líderes de organizaciones subversivas. El primero es el testimonio de Óscar Ramírez Durand, ex-líder y disidente del PCP-SL, que no se plegó al acuerdo de paz propuesto por Abimael Guzmán en 1993. Ramírez Durand fue detenido en julio de 1999 y afirma estar desligado de las fracciones senderistas. Los otros tres testimonios corresponden a miembros o antiguos miembros del MRTA: Alberto Gálvez Olaechea, ex-líder del MRTA, detenido en junio de 1991 y apartado de la organización desde inicios de 1992; Peter Cárdenas Shulte, ex-miembro del MRTA, detenido en abril de 1992 y desligado de la organización desde el año 2000; y Víctor Polay Campos, líder principal del MRTA, detenido en mayo de 1992.
La CVR grabó estas declaraciones luego de un trabajo de varios meses, en el que un equipo se reunió con éstas y otras personas para recoger su visión del proceso de violencia, la admisión de sus responsabilidades y, especialmente, las perspectivas de reconciliación que planteaban. Debemos informar al país que un trabajo similar fue realizado con el líder principal de PCP-SL, Abimael Guzmán Reynoso, así como con Elena Iparraguirre quienes también fueron invitados a grabar una declaración pública. Sin embargo, ambos declinaron el ofrecimiento por razones que ellos mismos tendrán que explicar.

Oscar Ramírez Durand (a) Feliciano:
Con el permiso de todos ustedes, yo soy Oscar Ramírez Durand y quisiera dirigirles algunas palabras:

En primer lugar, quiero expresar mis más profundas condolencias a todas las personas que se vieron afectadas por las dos décadas de violencia política que estremecieron al país y, muy en especial, quiero expresar mis condolencias a las personas que sufrieron la pérdida de seres queridos.
Quiero decirles también, a modo de reflexión, que en los años setenta ante las condiciones de miseria, atraso, injusticia y marginación en que vivían las grandes masas, yo –como muchas otras personas– tomé la decisión de cambiar ese estado de cosas, para hacer una Patria nueva, para hacer un Perú mejor; y lo que ocurrió fue que asumimos una ideología equivocada: el nefasto Pensamiento Gonzalo, que nos llevó a cometer muchos errores, y al final nos condujo a un callejón sin salida.
Muchas lecciones hay que extraer de estas dos décadas. A mi modo de ver, una de ellas es que la guerra es mejor evitarla. Como dijo un filósofo: “la guerra es un monstruo de matanza entre los hombres” que, muchas veces, de medio se transforma en un fin, y si bien en ella se pueden expresar a veces actos heroicos, también las más extremas pasiones de los seres humanos. La guerra nos deshumaniza y establece una cadena de odio y de venganza, una dinámica en que el odio genera más odio y la venganza más venganza. El impulso de esta cadena dado por la guerra es difícil de romper. Por eso, creo que es mejor evitar las guerras.
También quisiera hablarles sobre la democracia. Después de muchas reflexiones yo también he llegado a la conclusión de que la democracia, pese a todos sus problemas y limitaciones, es el mejor sistema de convivencia entre los seres humanos. Es mejor que cualquier totalitarismo, porque el totalitarismo sólo trae intolerancia y coacta la libertad de los seres humanos. Hemos tenido en el siglo XX grandes lecciones de sistemas totalitarios que llevaron a situaciones negativas para la humanidad. Creo que de esa experiencia habrá que sacar lo positivo que sirva para el futuro, pero en mi opinión la democracia siempre es mejor que cualquier dictadura totalitaria.
Quiero aprovechar la ocasión para invocar al Estado, a la sociedad y a todos ustedes para que se tenga consideración y comprensión con todos los presos políticos. Una sociedad democrática debe de expresar su superioridad política, moral y judicial, dándoles oportunidad de rehabilitarse y reincorporarse a la sociedad a los presos políticos y a los presos en general. Lo que está pasando: la cadena perpetua, o las condenas que se han dado y que se van a dar, de treinta a treinta y cinco años, prácticamente sepultan en vida a todos los presos políticos. Eso no puede ser pues es continuar con esa cadena de venganza y de odio que debemos desterrar de nuestra sociedad.
Quiero invocar también a los compañeros que aún se encuentran levantados en armas, para que busquen establecer un diálogo con el Gobierno a fin de llegar a un entendimiento. Hago extensiva la invocación al Estado, al Gobierno Peruano, para que faciliten el diálogo de tal manera que se pueda encontrar una solución a un problema que aún aqueja a nuestra patria. Esas personas son peruanas como nosotros, también tienen una causa y la mayoría son campesinos, por tanto, en aras de la reconciliación nacional, se debe buscar de solucionar este problema de una manera que no sea militar.
Finalmente, reitero mis más sentidas condolencias a todas las personas que se vieron afectadas por la guerra interna, y, muy en especial, a quienes sufrieron la pérdida de seres queridos.
Finalmente, agradezco a la CVR por darme la oportunidad de haberme permitido ayudar a todos ustedes. Muchas gracias.

Salomón Lerner Febres:
Éste ha sido el video de Óscar Ramírez Durand, ex-líder de PCP-SL. A continuación, vamos a ver dos videos correspondientes a dos representantes del MRTA o dos personas que pertenecieron al MRTA. En primer lugar, el de Alberto Gálvez Olaechea; y, luego, el de Peter Cárdenas Shulte.

Alberto Gálvez Olaechea:
Mi nombre es Alberto Gálvez Olaechea, tengo 48 años, he sido dirigente del MRTA hasta enero de 1992 en que presenté mi renuncia a dicha organización. De estos 48 años he pasado catorce en prisión, que creo que es un tiempo más que suficiente para la reflexión, la introspección y la autocrítica respecto a lo que ha sido nuestra experiencia, fundamentalmente en lo que tiene que ver con la violencia política de las dos últimas décadas del siglo pasado.
El nuestro fue un proyecto que fue producto del espíritu de una época. No pretendo eludir mi responsabilidad, pero tampoco creo que sea admisible circunscribir la experiencia del MRTA a un hecho aislado de individuos fanatizados que trastocaron un país que vivía en paz, en calma y en orden. No pretendo defender nada, no intento justificar nada. Lo que me parece fundamental es tratar de explicar y comprender, y sobre todo mantener los ojos abiertos a los hechos de la realidad y admitir una derrota sin atenuantes.
Es necesario también, admitir los errores, y, en particular, estar abiertos a pedir y conceder perdón, si queremos efectivamente avanzar en un proceso de reconciliación nacional. En lo personal no pido ni exijo nada, salvo que se tenga la mente abierta al entendimiento y a la reflexión. No olvidemos que las heridas que existen en la sociedad, secuela de la violencia política, están también en el terreno de los vencidos. Y no olvidemos que en estas heridas abiertas de los vencidos fermentan las futuras rebeliones, algo que deberían tener en cuenta fundamentalmente las clases dirigentes del país.
De estos años de reflexión, de estudios, de observación de la realidad y de los hechos ocurridos, he tratado de sistematizar seis conclusiones fundamentales:
La primera de ellas, es que las teorías son falibles. La idea del Marxismo como una verdad universal ha demostrado ser falaz. Hay diversas verdades, todas ellas provisionales, parciales, contradictorias, y que van cambiando en el tiempo; por lo tanto, no hay una verdad revelada que transmitir al mundo, y, menos aún, que imponer a la sociedad.
En segundo lugar, hemos aprendido - o he aprendido - que la historia no tiene un destino inevitable; es decir, no es un proceso que tiene un fin, sino que las posibilidades del destino humano están abiertas oscilando entre la destrucción como civilización y la posibilidad de la construcción de un sistema de convivencia con equidad, con tolerancia, con justicia social.
En tercer lugar, hemos aprendido que las revoluciones son excepciones más que leyes inevitables de la historia. La experiencia nos ha mostrado que las transformaciones que se han producido en el mundo han incluido las revoluciones en muchos casos, pero en la gran mayoría no ha sido éste necesariamente, el camino por el cual se han producido los cambios.
En cuarto lugar, hemos aprendido que la violencia sólo puede ser un recurso para situaciones extremas. Hemos aprendido que se pueden desencadenar procesos incontrolables por quienes los generaron. Hemos aprendido que el inicio de la violencia genera un conjunto de acciones y reacciones, un espiral de violencia que puede terminar envolviendo a sus protagonistas más allá de sus intenciones. Y esto es particularmente grave.
Nuestra quinta conclusión es que en una sociedad como la nuestra, fragmentada, diversa, atrasada; la exacerbación de conflictos, de contradicciones, y particularmente, de los niveles de violencia, puede desencadenar una guerra de todos contra todos. Y el riesgo es la desintegración social, que estuvo a punto de producirse en el país, y que se produjo en sociedades como la de Afganistán. No solamente fue el conflicto entre el Estado y el MRTA, o entre el Estado y SL, sino que hubo conflictos cruzados entre SL y el MRTA, al interior del MRTA, al interior de SL, entre las autodefensas campesinas y las fuerzas insurgentes, entre los Ashaninkas y el MRTA, y así sucesivamente.
En sexto lugar, hemos aprendido también que el voluntarismo vanguardista termina aislándose de la praxis social, termina desvinculándose del proceso histórico; y la lógica de los aparatos, la lógica de las estructuras, la lógica de la organización, termina imponiendo sus propias exigencias y sus propios objetivos, muchas veces contrapuestos a las necesidades políticas y a los objetivos revolucionarios.
É stas son, de manera sintética, nuestras conclusiones que queremos transmitir para que sean tomadas en cuenta. Muchas gracias.

Peter Cárdenas Shulte:
Amigos y amigas, mi nombre es Peter Cárdenas y me encuentro recluido desde hace once años, en la prisión militar de la Base Naval del Callao, acusado de terrorista y condenado a cadena perpetua; aunque, seamos sinceros, sin un juicio justo ni sentencia justa. Como se sabe, mis compañeros y yo, como opositores de la dictadura fujimontesinista, pasamos todos estos años en el más duro aislamiento e incomunicación, sin derecho a defensa alguna. Es igualmente conocida la permanente propaganda en contra nuestra. Hoy día, sin embargo, pareciera que esa política abusiva se estuviera dejando de lado y, por lo menos, gracias a las gentiles gestiones de la CVR, puedo dirigirme a ustedes para opinar al respecto. Se trata de que cada cual diga su verdad y plantee sus puntos de vista acerca de la posibilidad de reconciliación.
Pero, ¿hay alguien capaz de mirarse al espejo, o dar cara ante el público y decir la verdad? Monseñor Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, dijo que muchos jueces eran como las serpientes, ya que solamente mordían a los que iban descalzos; como sabemos monseñor Romero fue asesinado por decir estas cosas. Se vivía una época convulsionada en casi toda América Latina; también en nuestro país, antes incluso de la violencia política organizada, los jóvenes de entonces no podíamos dejar de ver con espanto la situación desesperada y frustrante en que se hallaba el pueblo peruano. El hambre, la miseria y la represión eran el pan de cada día. No se podía vivir así, de tal manera que participamos en las luchas populares de los años 1977 y 1978 e integramos activamente las filas de la izquierda en los comicios generales del año 1980. Lamentablemente los izquierdistas no estuvimos a la altura de las circunstancias.
Luego de doce años de régimen militar, la apertura democrática trajo consigo el afloramiento y la agudización de un conflicto de muy hondas raíces: el de, por un lado, una democracia débil en el sentido de que representaba una alternativa económica o política a las preocupaciones centrales de la población mayoritaria; y, por otro lado, la insurgencia del Partido Comunista del Perú, o Sendero Luminoso, que, asentado básicamente en la siempre marginada sierra central y sur, inició una lucha radical el mismo año 1980. El país ingresó así en un acelerado proceso de agravamiento de unas contradicciones que se venían arrastrando durante décadas; y, tal como en otros países de América Latina –Chile, Colombia, Argentina, El Salvador, Nicaragua—, de Asia y de África, algunos entendimos que aquel conflicto interno o guerra civil tendría consecuencias difíciles de imaginar, pero que, en última instancia, era un problema que nos concernía a todos. De este modo, se fundó el MRTA para intervenir en la pelea con un programa político liberador. En todo caso, nuestras intenciones fueron de las mejores pero, obviamente, no de carácter meramente reformista o pacifista. Deseábamos hacer conciencia en la población de la necesidad de un cambio profundo, para dejar definitivamente de ser un país lastimero y pedigüeño.
Aquella violencia política creciente fue adquiriendo, como en hechos históricos similares en otras partes del mundo, diversas formas y magnitudes, envolviéndonos a todos en una vorágine de odio, sangre y dolor. Yo no creo que, si se trata de buscar fórmulas de reconciliación, como propone la CVR, sea ésta, la ocasión de resaltar acciones específicas de la guerra, a riesgo de lograr solamente echar más leña al fuego, inútilmente. Cabría decir sí, y en aras de colaborar con las propuestas de la misma Comisión, que —y esto lo voy a decir con toda sinceridad— los peruanos asistimos a una tragedia de grandes proporciones, capítulo trágico donde nos matábamos entre hermanos, y donde por obra y gracia de todo ejercicio bélico lo único que interesaba era vencer o morir. Cuando uno se pone el uniforme, sea del color que fuere, uno pierde la visión de conjunto y se transforma en el soldado de una causa, preparado para matar o morir en defensa de la misma. Mucha gente, tanto de un lado como del otro, ha sufrido las consecuencias de esto; en medio de una violencia fratricida, ¿quién decide quiénes son culpables y quiénes inocentes? Cada bando defiende y exculpa a sus miembros, y hay que haber experimentado el combate para comprender cabalmente de qué es capaz la pasión humana.
Antes de referirme al tema de la reconciliación, no quiero dejar pasar la oportunidad de dirigirme a todas aquellas personas, en especial a los hijos, a los padres, hermanos, amigos o esposos de aquellos que resultaron afectados directa o indirectamente por decisiones o acciones en las que yo haya estado involucrado; para pedirles, con un espíritu autocrítico y reflexivo, perdón. Perdón por haberlos dejado sin padres, hijos o hermanos; por haberlos hecho sufrir. Esto vale tanto para los que se consideraban enemigos, como para los amigos. Y aún más, pido perdón a mis propios hijos, por haberlos dejado sin padre, sin infancia, obligados a vivir en el desarraigo, en el refugio exterior e incluso prácticamente de la caridad; a todos ellos, repito, les pido perdón con el alma en vilo.
Para hablar de reconciliación, la invitación que la CVR nos hace, he debido ir primeramente al diccionario, y éste dice: «Reconciliar.- volver a ser amigos, acordar los ánimos desunidos, reconciliar a los ánimos desunidos, reconciliar a los adversarios; volver a trabar amistad con uno». Para esto, naturalmente, habría que empezar, a mi humilde modo de ver, por abrir nuestras mentes y nuestros corazones, por ejemplo, al lenguaje; recuerdo haber leído las memorias de este gran peruano que es Javier Pérez de Cuéllar, en particular sus impresiones acerca del proceso de paz y reconciliación en Camboya. Ahí decía, el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, que cuando se reunían las diferentes facciones políticas —incluyendo a los jemeres rojos—, a conversar sobre la necesidad y posibilidad de la reconciliación, empezaban a acusarse unos a otros de criminales, asesinos, genocidas, explotadores, soplones y, claro está, de terroristas. Parece mentira, pero lo cierto es que para poder avanzar hubo que prohibir el uso de determinados vocablos. Así se fue comprobando, en uno de los aspectos, si había o no una real voluntad política de reconciliar.
Es importante tomar en cuenta que el MRTA en el año 1990 cuando el ingeniero Alberto Fujimori ganó las elecciones presidenciales con amplio respaldo popular, propuso al nuevo gobierno dialogar con la finalidad de pacificar el país y reforzar los procedimientos democráticos. En una actitud altanera Fujimori nos tiró la puerta en la cara y, al poco tiempo, se produjo el llamado autogolpe de estado, que llevó al país hacia un nuevo tipo de dictadura cuyas consecuencias todos conocemos. Quiero acá recordar solamente que los del MRTA, tanto dentro como fuera de las prisiones, hemos resistido y luchado incansablemente contra el fujimontesinismo, y recibido como respuesta constantes represalias.
Ú ltimamente, y más por las presiones externas que porque se escuche al pueblo peruano, se están adecuando las leyes “antiterroristas” a los “estándares internacionales”, y en el plano nacional a una Constitución que nunca termina por existir. De este modo se ha generado un debate nacional por momentos tendencioso, estridente y fatalista. Por momentos, da la impresión de que echamos tanta agua sobre la planta que quisiéramos ahogarla o matarla. Y aquí surge una nueva contradicción: ¿no éramos nosotros, los subversivos presos, cadáveres políticos? Cuando se restauró la monarquía en Inglaterra, en 1659, se desenterró el cadáver de Oliver Cromwell para ahorcarlo y quemarlo en público; esto es lo que parece, por supuesto hablando metafóricamente, lo que se quisiera hacer con nosotros: o sea, llevarnos nuevamente a juicio para cubrirnos de diatribas y liquidarnos o lapidarnos otra vez con sentencias que niegan en la práctica los derechos constitucionales a la rehabilitación y reincorporación a la sociedad; y obviamente esto no apunta a la reconciliación o pacificación.
Particularmente estoy plenamente de acuerdo con la CVR en que no puede haber reconciliación si ésta no se basa en la justicia; por lo tanto, los órganos judiciales y el Gobierno deberán preocuparse más en señalar y llevar a los tribunales públicos a los violadores de derechos humanos; a los responsables políticos y militares de masacres y desapariciones, así como de las mafias de la corrupción; que son casi lo mismo, antes de que estos, como en otros países, terminen acabando con todo resquicio democrático. Luego, y en la medida en que es el Gobierno el que ha propuesto la reconciliación, este debería plantear en términos claros y sencillos una salida legal, pacífica, y constitucional —constitucional inclusive en lo que se refiere a las facultades del Presidente de la República— para tomar medidas extraordinarias como el indulto o la gracia en aras de la armonía y el bienestar de la sociedad.
Estoy seguro de que hoy tenemos una gran cantidad de presos políticos que ya hemos cumplido una razonable suma de años en prisión y que estamos dispuestos a asumir un compromiso de volver a la vida democrática y social del país. Muchas gracias.

Salomón Lerner Febres:
El último video que ustedes van a ver corresponde a Víctor Polay Campos, líder principal del MRTA, detenido en mayo de 1992.

Víctor Polay Campos:
Queridos y queridas compatriotas, gracias por permitirme entrar en sus hogares. Quiero agradecer también a la CVR, por esta oportunidad que me brinda de exponer algunas ideas personales sobre los orígenes del MRTA, su insurgencia armada y perspectivas.
Yo, como muchos de los peruanos, pertenezco a una familia comprometida con el quehacer político. Mi padre fue fundador del APRA y pasó más de once años en diversas cárceles del país y otros tantos años perseguido debido a sus ideas. Desde muy temprano sufrí lo que fueron los rigores de la dictadura, en esos momentos, la del General Manuel Odría.
Es así como comprometí mi vida a la causa de mi pueblo. Hice mis estudios de primaria y secundaria en el Callao y cuando la dictadura militar rompió la vía democrática participé en las luchas por defender la democracia en el país, por lo cual estuve preso en la cárcel de Lurigancho. Posteriormente, viaje a Europa, donde estudié sociología y terminé una licenciatura en economía política en París. Al regresar a mi patria, me incorporé a las grandes movilizaciones y luchas que se estaban dando en contra de la dictadura militar. Recordemos que en esos años, en sus estertores, la dictadura había dado una serie de medidas que ahondaban el hambre y la miseria en nuestra patria. Igualmente, asistíamos al cierre de fábricas, a despidos masivos y a una violencia cada vez mayor sobre el pueblo peruano. En esos años tuve la participación en lo que fue la experiencia importante y hermosa de la Izquierda. Fui miembro del Comité Ejecutivo Nacional de la Unidad Democrática Popular (UDP), y participé también en el Comité Directivo de Izquierda Unida presidida por el recordado Alfonso Barrantes Lingán. Esos años importantes en la vida del país que conllevaron a conquistar la democracia; sin embargo, no lograron resolver los problemas que aquejaban a las grandes mayorías. La joven democracia fue incapaz de poder resolverlos.
En el año 1980, peruanos que veníamos del Partido Socialista y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) fundamos el MRTA, y en 1984 decidimos incorporarnos a la lucha armada, porque considerábamos que en esas circunstancias que vivíamos, teníamos que hacer la política con las armas. Veíamos, con mucha preocupación, como después de cuatro años de conflicto interno los contendientes no ofrecían ninguna alternativa al país. El país y las masas populares sufrían las consecuencias de la violencia política, donde no se respetaban los derechos humanos, ni las leyes de la guerra y, por el contrario, se expresaba un profundo desprecio por la vida humana; y las organizaciones populares que no se sometían a sus designios eran tratadas brutalmente.
Por eso, cuando surge el MRTA, tratamos de darle un contenido guerrillero que permitiera diferenciar, ante la población, lo que era una alternativa revolucionaria. Recordemos que en esos años, se vivía en América Latina la euforia del triunfo sandinista en Nicaragua, las luchas en El Salvador, Guatemala, Colombia, la victoria de los movimientos de liberación nacional en Asia y África; los que parecían decirnos que la guerra revolucionaria era el camino para resolver los problemas de las grandes mayorías.
Cuando insurgimos en armas en 1984, cada acción que realizamos la reivindicamos y la explicamos a la población; y en el campo, nuestras columnas guerrilleras estaban uniformadas y con rangos reconocidos, para evitar así que la población civil sufriera las consecuencias del enfrentamiento. A pesar de que escogimos el camino de la lucha guerrillera, nunca descartamos las posibilidades del diálogo, del entendimiento para resolver los problemas que aquejaban a nuestra patria.
De este modo, el 15 de agosto de 1985, dimos una conferencia de prensa a nombre del MRTA en la que declaramos una tregua unilateral al gobierno del doctor Alan García Pérez, porque considerábamos que el APRA había triunfado producto de la voluntad del pueblo y nosotros, respetuosos de esa voluntad popular, que se había expresado en las urnas, declaramos esta tregua. Igualmente, en el año 1990, a través de un congresista que era representante de la facción parlamentaria gobiernista, le hicimos llegar un mensaje al presidente Fujimori donde le planteamos el inicio de un diálogo que permitiera resolver por los caminos del entendimiento el conflicto interno que vivíamos y no ensangrentar más nuestra Patria. Sin embargo, Fujimori, con esa concepción autoritaria que lo caracterizó, simplemente nos dijo que el único diálogo posible era la rendición; y, en 1992, cuando dio su autogolpe, el MRTA se comprometió a desarrollar una lucha antidictatorial que pudiera llevar, otra vez, a la conquista de la democracia. A lo largo de todos los años de la dictadura fujimontesinista, el MRTA tuvo una lucha consecuente, que tuvo también muchos costos y muchos esfuerzos, con la caída de compañeros valiosísimos. Aquí a la Base Naval del Callao, el 11 de junio de 1993 vino a verme Vladimiro Montesinos con el Almirante Américo Ibárcena Amico, pidiéndome que me pronunciara en apoyo al gobierno de Reconstrucción Nacional, y si no, sería fusilado. Al negarme a este pedido, Montesinos me dijo que mi familia podría ya comprarme un cajón en la “Funeraria Merino”. En los siguientes años las presiones continuaron, junto con dádivas u ofrecimientos para mejorar nuestra condición carcelaria, a condición de que hiciéramos declaraciones públicas en contra del doctor Alan García Pérez o en contra del embajador Javier Pérez de Cuellar.
Por eso es que tuvimos nosotros una carcelería inhumana. Los miembros del MRTA estábamos aislados entre nosotros. Solamente podíamos conversar con nuestra familia una vez al mes durante treinta minutos con un comandante al lado. Es decir, los miembros del MRTA en la Base Naval, durante un año, solamente podíamos conversar seis horas; el resto del año era silencio. El año 1999, cuando nos enteramos de que los jóvenes, la reserva moral del Perú, se encontraba movilizándose en las calles en rechazo a los atropellos que había desarrollado la dictadura contra el Tribunal Constitucional y contra la re reelección, los miembros del MRTA hicimos acá una huelga de hambre de 30 días, porque consideramos que aun, en las mismas entrañas de la dictadura, era posible resistir. En esta lucha consideramos que el honor y la dignidad de nuestro pueblo y del MRTA estaban en juego y por eso no admitimos, de ninguna manera, hacer ninguna concesión a la dictadura fujimontesinista, una de las dictaduras más corruptas y criminales de nuestra patria.
En estos años tan intensos vividos por el MRTA, dimos lo mejor de nosotros, lo entregamos todo, y con esa autoridad, queremos decirles que aquellos que sufrieron, padecieron el dolor y fueron también? tuvieron que contar con víctimas. Quiero llevarles a ellos, decirles, que lo lamento mucho y que les expreso mis condolencias. Expreso mis condolencias a los familiares y amigos de mis compañeros caídos, como también a los familiares y amigos de los caídos de aquellos que en algún momento fueron mis adversarios.
Sé que ahora se mantienen las causas o muchas de las causas que dieron base a la insurgencia armada, pero también sé que el Perú y el mundo han cambiado, y sé que ahora es posible buscar nuevas vías, nuevos caminos, a través de los cuales podamos resolver los problemas que aquejan a nuestra patria.
En las últimas elecciones el pueblo votó por la democracia, votó contra la dictadura, contra la corrupción, contra la impunidad. Considero que la tarea del ahora, la responsabilidad de todo peruano consciente, es defender esta democracia que tanto ha costado a nuestra patria. Y defenderla es profundizar, desarrollar, extender esta democracia, permitir finalmente que la sociedad civil juegue un papel fundamental, un papel protagónico y que sea un sujeto en la construcción de su propia historia. Creo que es importante que los partidos políticos, las organizaciones sindicales y populares, los movimientos de mujeres, de jóvenes, etc.; se fortalezcan, que sean la garantía de este cambio democrático de nuestra patria; y a eso apostamos, en eso creemos. Desde muy niño, de mi padre y de mi madre y de mi pueblo he aprendido a asumir mis responsabilidades. Yo no puedo decir que solamente he sido un ideólogo del MRTA, he sido también su jefe político y militar, y estoy dispuesto a asumir mis responsabilidades, solamente pido un juicio justo.
Pero quiero apelar a la grandeza de mi patria, quiero recordar a los chilenos que eran salvados de las aguas en la Guerra del Pacífico que gritaban “viva el Perú generoso”. Quiero apelar a esa grandeza y a esa generosidad para pedir la libertad de mis compañeros. La mayoría de ellos jóvenes que lo dieron todo por un ideal de justicia y que se encuentran con diez o quince años de prisión, en promedio. Creo que ellos deben tener la oportunidad de volver a reincorporarse a la vida del país, a volver al seno de su pueblo, al seno de sus hogares. Y estoy seguro que con la misma fuerza, con la misma voluntad, con la misma convicción con la cual se levantaron y nos levantamos en armas, apostarán ahora por afirmar el camino democrático que permita construir un Perú nuevo en un mundo nuevo.
Estoy seguro, tengo la firme convicción, de que los futuros años de nuestra patria deben llevarnos a ir sentando las bases para construir un Perú nuevo en un mundo nuevo. Muchas Gracias.

Salomón Lerner Febres:
Bien señores. La CVR ha escuchado atentamente éstas y otras declaraciones de personas que pertenecen o pertenecieron a organizaciones subversivas.
A este respecto, cabe mencionar, que se ha recogido el testimonio de más de mil personas que están actualmente en prisión y hemos recibido documentos diversos vinculados a estas organizaciones. Todo este material es y continuará siendo materia de análisis y ponderación de modo que pueda ser considerado en el momento de la elaboración de las conclusiones y recomendaciones de nuestro informe final que será presentado al país en el próximo mes de agosto.
Señoras y señores, concluida la proyección deseamos anunciar que esta tarde daremos inicio, propiamente, a las Sesiones de Balance y Perspectiva. En ellas diversos actores institucionales presentarán su reflexión sobre el papel que cumplieron y las responsabilidades en que incurrieron durante el periodo de violencia interna. La ciudadanía estará así en situación de oír, evaluar y juzgar.
Les agradecemos su concurrencia esta mañana y los invitamos a seguir acompañándonos. Antes de retirarse les ruego presten atención a algunas de las indicaciones que hará la encargada de Imagen Institucional.

Iris Jave:
Les quiero recordar que la sesión de esta tarde se inicia a las 3.00 p.m. en punto. Televisión Nacional del Perú (Canal 7) va a retransmitir tanto la sesión especial que hemos tenido esta mañana como la de la tarde, a partir de las 2.00 p.m. Entre las 2.00 p.m. y las 6.00 p.m., Canal 7 va transmitir todos estos días las sesiones que va a realizar la CVR.
Finalmente, les queremos indicar que, durante el tiempo que duren las sesiones, los Comisionados no van a emitir declaraciones a la prensa; lo harán al final de las mismas. Ojalá que podamos respetar estos acuerdos. Muchas gracias.