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Suscripción de convenio con el Ministerio del Interior

Palabras del presidente de la CVR

Señor ministro del Interior; señoras y señores:

Entre los más importantes cometido de la Comisión de la Verdad y Reconciliación se encuentra el de sentar las bases de una futura reconciliación nacional, un reencuentro de la nación consigo misma que sólo tendrá sentido y validez si se realiza con apego a los ideales de democracia y justicia tantas veces postergados en nuestro país.
La noción de democracia implica muchos elementos distintos. Algunos de ellos serán accesorios y otros esenciales a esa noción; entre estos últimos, no cabe duda que el Estado de Derecho ocupa un lugar central. En efecto, no se puede hablar con propiedad de democracia ahí donde no existe, en primer lugar, un equilibrio entre los poderes del Estado; en segundo lugar, un respeto general a las leyes, y en tercer lugar, una igualdad básica de todos los ciudadanos ante la ley. Y es en ese reconocimiento de la importancia del Estado de Derecho donde se produce una venturosa confluencia de propósitos entre la Comisión de la Verdad y Reconciliación y el Ministerio del Interior, coincidencia que hoy se formaliza en la suscripción de este convenio de cooperación interinstitucional.
Permítaseme reflexionar brevemente sobre este punto. El objeto declarado de todo Ministerio del Interior es la preservación del orden público. A veces esa meta es distorsionada, sobre todo cuando se instala un gobierno autoritario. El orden, en esos casos, es malentendido como una estabilidad, cuando no una parálisis social en interés del Estado y en contra de los ciudadanos, en lugar de ser comprendido en su único sentido válido, es decir, como la expresión cotidiana del Estado de Derecho antes mencionado. La función de un Ministerio del Interior en un gobierno democrático es, pues, resguardar el respeto de las leyes y normas de convivencia ciudadana y garantizar el derecho de todos nosotros, los ciudadanos, a vivir en un estado de seguridad y paz. Una quietud social alcanzada a costa de la vulneración de los derechos ciudadanos no puede recibir, en ningún caso, el nombre de orden público. En realidad, constituye la negación de dicho orden.
Es, pues, esa identificación entre orden público y Estado de Derecho lo que distingue la actuación de un Ministerio del Interior propio de un régimen democrático. Y ello es así asumido por las autoridades actuales.
La cooperación ofrecida por el Ministerio del Interior a la Comisión de la Verdad para el cumplimiento de sus tareas es una expresión concreta de ese compromiso democrático. Nuestra labor, como sabemos, es delicada y compleja, pero indispensable. En última instancia, la investigación de los hechos de violencia ocurridos entre los años 1980 y 2000 y su exposición pública es una forma de hacer verdad la igualdad ciudadana que he mencionado. Ante crímenes ya cometidos, ante atropellos de los derechos humanos ya consumados e irreversibles, cabe, al menos, procurar el reconocimiento social de los daños ocasionados y, por esa vía, la dignificación cívica y humana de las víctimas. En ese esfuerzo, el personal de la Comisión de la Verdad afronta ciertos riesgos, pues siempre habrá quien se sienta amenazado por el develamiento de la verdad. La seguridad que nos ofrece el Ministerio del Interior por medio de este convenio es, pues, una colaboración fundamental que apreciamos y agradecemos en alto grado.
Dicho esto, debo resaltar que el convenio que hoy suscribimos abarca otra área de colaboración de muy especial significado para la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Me refiero al acceso al testimonio de los miembros de la Policía Nacional del Perú que resultaron víctimas de la violencia política o a sus familiares, contacto que nos será facilitado por el Ministerio del Interior y que nos permitirá cumplir una tarea que constituye la esencia de nuestra misión tal como la entendemos mandato: la atención a todas las víctimas sin hacer distingos entre ellas.
Hemos explicado, en efecto, en diversos documentos y foros cómo es que nuestra Comisión se distingue por su atención preferente a las víctimas. El norte de nuestros esfuerzos es brindar reconocimiento público a todos quienes resultaron afectados por la violencia y poner fin, de ese modo, a una prolongada indiferencia y un largo silencio que sólo han hecho más duro, si cabe, el daño sufrido por quienes vieron atropellados sus derechos elementales. Entre esas víctimas cuya historia queremos rescatar para que todo el país la conozca, tienen una importancia insoslayable los miembros de la Policía Nacional del Perú, hombres y mujeres que perdieron la vida o sufrieron dolorosas mutilaciones y hondos perjuicios emocionales en cumplimiento de su misión de defender a la ciudadanía. Son víctimas también, por supuesto, aquellas mujeres viudas y aquellos niños y adolescentes huérfanos que perdieron a sus seres queridos para que otros –nosotros- pudieran conservar a sus familiares seguros. Esas víctimas son portadoras de duras historias que no deben quedar en silencio, sino que deben ser relatadas a todo el país para que aprendamos que, así como la violencia puso en acto lo peor de nosotros, también dio ocasión a actos de abnegación y desprendimiento que no es exagerado calificar de heroicos.
Este convenio, pues, ayudará que el Perú conozca una historia todavía no contada, la de las víctimas en general y la de los miembros de la Policía Nacional del Perú en particular, y es por ello, señor Ministro, que tiene para nosotros, los miembros de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, una importancia crucial. Al ofrecer testimonio sincero de lo sucedido, por duro que aquello sea, estaremos sentando las bases de esa reencuentro de los peruanos en una sociedad democrática y, por ello, justa. Agradezco, pues, a las autoridades del Ministerio del Interior este compromiso con una tarea que es, más que obligación, un ideal compartido por todos nosotros.

Lima, 9 de mayo de 2002

Salomón Lerner Febres
Presidente
Comisión de la Verdad y Reconciliación