Discurso del Dr. Salomón
Lerner en la Conferencia de Prensa
con motivo de las primeras
Audiencias Públicas.
Palabras del presidente de la CVR
Señores periodistas:
El próximo lunes 8 de abril la Comisión de la
Verdad y Reconciliación dará inicio al programa
de audiencias públicas, un elemento central de nuestro
plan de trabajo orientado principalmente, como ya hemos explicado
en varias ocasiones, a brindar atención y muestras de
respeto a las víctimas de violaciones de derechos humanos.
Hemos elegido al departamento de Ayacucho como escenario para
el comienzo de este ciclo de audiencias por razones fáciles
de entender: se trata, como sabemos, de la zona más
castigada por la violencia vivida en el país en las
décadas pasadas.
Antes de iniciar esas actividades, hemos considerado importante
sostener esta reunión con la prensa -del mismo modo
como lo haremos con el periodismo ayacuchano el sábado
próximo- para explicar sucintamente el propósito
y el carácter que tendrán estas audiencias públicas
y también para pedir a ustedes que nos ayuden a transmitir
el mensaje de respeto al dolor ajeno y la invitación
a la solidaridad que queremos hacer llegar a toda la sociedad
peruana.
¿Porqué hacer audiencias públicas?
Conviene señalar que ésta será la primera
vez que una comisión de la verdad u otro organismo análogo
celebrará audiencias públicas sobre derechos
humanos en América Latina. Ni en Argentina, ni en Chile,
ni en El Salvador, ni en Guatemala, por nombrar algunos casos
conocidos, se realizaron sesiones en que las víctimas
o sus familiares expusieran públicamente los hechos
de violencia tal como los habían sufrido y tal como
los recordaban. En nuestro caso, ello se hará así:
los comisionados escucharemos esos relatos -que sin duda serán
estremecedores- y por nuestro intermedio la sociedad entera
se hará partícipe de esa audiencia.
Debemos precisar que, según del decreto que creó a
la CVR, ésta se halla legalmente autorizada, pero
no obligada, a realizar estas sesiones. Es, pues, una potestad
de los comisionados organizarlas y llevarlas a cabo. Nosotros
hemos asumido esa facultad legal como una verdadera obligación
moral, y así se refleja en nuestro plan de trabajo,
por una razón muy clara: estamos convencidos de que
nuestro deber principal es dar atención a las víctimas
y entendemos que éstas no sólo han sufrido
atropellos físicos, sino también el despojo
de su dignidad.0
Muchos factores han intervenido en ese despojo y uno de ellos
es la indiferencia que la sociedad mostró durante
décadas
ante el sufrimiento de las víctimas. Entendemos, por
tanto, que prestarles oído ahora, darles la palabra
que les fue negada durante tanto tiempo, permitirles exponer
públicamente los hechos de que fueron víctimas
es una forma de darles reconocimiento social y, así,
devolverles en cierto modo la dignidad. El sentido de estas
audiencias debe entenderse, pues, en relación con
las víctimas: son actos de reconocimiento social y
de devolución
de la palabra y la dignidad y así quisiéramos
que ustedes lo asuman también.
Las audiencias públicas, y los casos que serán
presentados en ellas, no son instrumentos ni datos para ponderar
culpas mayores o menores de los regímenes o gobiernos.
No son datos estadísticos ni herramientas para la
discusión
política. Son casos radicalmente humanos y cada uno
de ellos debe ser entendido como la realidad absoluta que
es: una vida humana perdida, una familia destrozada, una
comunidad
destruida. Quisiéramos que ustedes, comunicadores,
nos ayuden a que nuestros compatriotas entiendan en su justa
dimensión
lo que vamos a presentar en estas actividades públicas.
¿En qué consiste la audiencia pública?
Las audiencias públicas que celebraremos serán
sesiones solemnes en las que los comisionados recibiremos directamente
el testimonio de las víctimas de hechos de violencia
o de sus familiares o allegados. Estas sesiones estarán
guiadas por una declaración de principios y se hallarán
sujetas a un protocolo que resaltará su carácter
formal y que permitirá que éstas sigan el cauce
correspondiente: las audiencias no son debates públicos,
ni confrontaciones ni mucho menos juicios. Son espacios para
que las víctimas den su testimonio públicamente.
Ese testimonio es de enorme importancia para el cumplimiento
de nuestra compleja tarea. Nos permitirá, por un lado,
perfeccionar el conocimiento de los hechos a los que esté referido
el caso presentado. Por otro lado, el relato de las víctimas
será también una puerta para comprender las causas
y factores que subyacen a la violencia vivida en el país.
En tercer lugar, las audiencias nos brindarán elementos
para discernir mejor las secuelas de la violencia y para estudiar
el tipo de reparaciones de daños que nos toca proponer
y las perspectivas de reconciliación nacional que debemos
presentar al país como parte de nuestro mandato. Como
ven, la celebración de una audiencia pública
atraviesa diversos aspectos del trabajo de la CVR. Pero principalmente
la concebimos como un elemento de dignificación de las
víctimas y, en ese sentido, como una actividad sanadora
y reparadora.
Para que ello sea así, necesitamos que toda la actividad
transcurra con apego a un principio fundamental: el respeto
a los testimoniantes. Por ello decimos que se trata de una
sesión solemne. Queremos ser respetuosos del dolor ajeno
y que, por intermedio nuestro, el país entero comience
a expresar consideración a las víctimas. Es imprescindible
que la prensa nos acompañe, pues de otro modo lo que
se diga quedaría limitado al recinto donde se realice
la actividad y no llegaría a ser verdaderamente público.
Al mismo tiempo, requerimos de ustedes que nos ayuden a conservar
ese clima de solemnidad y respeto, que huyamos del sensacionalismo
y la invasión desconsiderada a las víctimas.
Hemos tomado las previsiones para que la información
llegue a ustedes de manera precisa y oportuna; pero quisiéramos
también que ustedes asuman que, en esta oportunidad,
los periodistas mismos serán parte del mensaje y la
noticia: el tratamiento que ustedes den a las víctimas
será la primera muestra de ese nuevo trato humano y
respetuoso que todo el país debe brindar a los que han
sufrido atropellos y que por lo general pertenecen a los estratos
más humildes de la Nación.
¿Qué carácter tiene la audiencia pública?
Hemos precisado varias veces que los comisionados no somos
jueces ni fiscales. No tenemos facultades para acusar,
para exculpar ni para condenar. Cumplimos una labor de
limpieza
moral, cuyo centro es la exposición pública de
la verdad. Eso debe ser tenido muy en cuenta en la realización
de las audiencias públicas: los comisionados vamos a
escuchar testimonios, vamos a ser los oídos de la Nación.
Pero el hecho de que un caso y una versión sean presentados
en audiencia pública no significa que nosotros estemos
haciendo un juicio ni tomando una decisión al respecto.
He mencionado ya que lo esencial para la CVR es la atención
a las víctimas. Siendo así, debe entenderse que
no hacemos distinciones entre las víctimas. Todos los
que murieron por causa de la violencia son merecedores de nuestra
consideración. La CVR ofrece, así, un tratamiento
imparcial de los casos.
Como es natural, no todos los casos pueden llegar a una
audiencia pública. Nos vemos obligados, pues, a hacer una selección.
Debo aclarar que esa selección no está guiada
en modo alguno por criterios políticos o por el afán
de demostrar alguna tesis. Su criterio general es el de ofrecer
una representación leal de lo que ocurrió en
el país. La selección se hace en coordinación
con las organizaciones civiles de cada zona.
En esta oportunidad, comenzamos con audiencias de casos
de víctimas; pero no son las únicas que haremos.
Realizaremos también audiencias temáticas para
iluminar aspectos específicos de la violencia, audiencias
sobre historias regionales y audiencias sobre comportamientos
institucionales. En todos esos casos, nuestro principio rector
será siempre la imparcialidad y la voluntad de hacer
una exposición pública de la verdad.
Esa búsqueda de la verdad nos acerca a la tarea que
ustedes realizan. Esperamos sinceramente que en el acompañamiento
de estas audiencias públicas ustedes se acerquen
también
a nosotros -a nuestros propósitos y a nuestros principios-
para compartir una labor que puede ser trascendental para
el país: mostrar que los peruanos podemos tratarnos
con respeto y consideración y que el desprecio,
la manipulación
y la utilización de los más humildes, que
tanto influyó en la violencia pasada, están
siendo superados.
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