LUCANAMARCA: Una terca esperanza
Este documento sintetiza un estudio en profundidad realizado
por un equipo técnico profesional de la Comisión
de la Verdad y Reconciliación. En su informe final,
que será entregado en julio de 2003, la Comisión
expondrá los resultados de toda su evaluación
del periodo 1980-2000 que le ha sido encomendada. En ese informe
se incluirán los puntos de vista de los actores directos
e indirectos de la guerra interna, que la CVR está recogiendo.
Lucanamarca,
1983. Esta es una historia real; *sólo
los nombres de los protagonistas son ficticios. Es una historia
de horror que sucedió en el Perú hace menos de
20 años. Es una entre miles de historias, tan o más
terribles, que ensangrentaron nuestro país entre los
años1980 y 2000. Al contarla queremos mostrar la complejidad
del fenómeno de la violencia y advertir que los grandes
problemas de fondo que la propiciaron continúan presentes.
Las secuelas de la violencia política continúan
pesando sobre las comunidades afectadas y sobre todo el país,
esperando el esfuerzo conjunto de todos los peruanos para su
superación.
UNA HISTORIA OLVIDADA
Desde el mirador ubicado en el punto más alto del distrito
de Santiago de Lucanamarca, se divisa un vasto territorio de
pastizales y quebradas, niños rumbo a la escuela, hombres
y mujeres camino al trabajo, en aparente armonía con
el paisaje deslumbrante. Aún retumban sus voces en los
cerros que rodean esta tierra casi olvidada a unas 10 horas
de Huamanga, la capital de Ayacucho, departamento donde se
produjo el mayor número de muertos durante el periodo
de violencia política que vivió el Perú.
No recordamos esta vez una gran fiesta popular ni la feria
ganadera de la zona. Los cerros gritan su dolor, buscando un
alma que los anime: todas están perdidas. Desde hace
años están buscando recuperar las almas de muchos
de sus pobladores, entre ellas las de 69 personas asesinadas
por Sendero Luminoso, más de 20 de ellos niños.
Una columna senderista ingresó a sus casas, les increpó su
forma de vida, y provista de hachas y machetes, en medio de
una cadena de hechos de violencia que aquí sintetizamos,
les dio muerte. Era un castigo ejemplarizador a los pueblos
de la zona. Lucanamarca, Sancos y Sacsamarca se habían
rebelado ante SL.
Diecinueve años después, la Comisión
de la Verdad y Reconciliación ha decidido sacar a la
luz esa muerte que anidaba en las quebradas cercanas al pueblo,
como lo está haciendo también en otros lugares
del país, en muchos de los innumerables episodios violentos
que vivió nuestro país entre 1980 y el 2000.
En este caso, ha sido necesario desenterrar cinco fosas y tres
cementerios para recuperar los restos de quienes estuvieron
entre los primeros que se enfrentaron a Sendero Luminoso cuando
este se hacía poderoso en la región, hacia 1983.
Esta es la crónica de los hechos, pero también
la historia de la terca esperanza de un pueblo que una vez
se enfrentó al terror y ahora enfrenta al futuro.
Antecedentes
Junto con las comunidades - distritos de Sacsamarca y Sancos,
Lucanamarca conforma la provincia de Huancasancos, creada en
1984. Hasta entonces, los pueblos mencionados formaban parte
de la provincia de Víctor Fajardo. La abundancia de
pastos naturales y agua permitieron allí el desarrollo
ganadero desde épocas tempranas. A inicios de los años
80 esta región tenía ya una larga tradición
de intercambio comercial con Huamanga, Ica y Lima.
Sendero
Luminoso incursiona en estas comunidades debido a su geografía bastante agreste, que las convertía
en un escenario estratégico desde el punto de vista
militar. Además por la cantidad de ganado y la amplitud
de sus pastizales, las comunidades de Huancasancos eran percibidas
como ricas por sus vecinas, más cercanas al río
Pampas. SL decidió usar a las comunidades de Huancasan-cos
como “despensa” dentro de sus planes en la región.
Otros factores favorecieron también la acción
de SL en esta zona. Por un lado, las élites locales
que detentaban el poder eran cuestionadas por sectores importantes
de la población. Por otro, los cuadros senderistas ubicaron
el colegio secundario Los Andes de Sancos como centro para
la formación de profesores y jóvenes en la región.
El poder local
Las élites locales se convirtieron en el primer objetivo
de SL. Ellas no sólo tenían mayores recursos
económicos sino que además representaban el poder
político. Antiguos ganaderos ilustrados habían
impulsado la creación del Colegio Secundario Los Andes,
inaugurado en 1967 en Sancos. Fueron los hijos de estos señores
los que ocuparon al principio los puestos de profesores. Para
los grupos de poder, haber logrado la apertura del colegio
era parte de su contribución al progreso de sus pueblos,
pero para muchos, seguían pesando más los abusos
que cometían como autoridades locales, aprovechando
su mayor nivel educativo y su mejor dominio del castellano
en beneficio propio. Monopolio de cargos, malos tratos a los
comuneros y sobre todo, apropiaciones irregulares de terrenos,
resultaban especialmente agraviantes para la población.
En la década de 1970, mientras los hijos de las familias
principales se educaban en Huamanga, Ica o Lima, los hijos
de los comuneros de medianos recursos e incluso los más
pobres, comenzaron a acceder a la educación secundaria.
Fue allí que encontraron un discurso que prometía
acabar en el corto plazo con las diferencias. Era el discurso
de Sendero Luminoso.
Sendero y la educación
Sendero Luminoso encontró en el Colegio Los Andes un
lugar estratégico para desarrollar su política
y adoctrinar a los jóvenes que venían de las
distintas comunidades de la región, con miras a convertirlos
en militantes. El colegio se había ganado una buena
reputación y la calidad de la enseñanza que allí se
impartía, era reconocida a nivel regional.
En esa década empezaron a llegar al colegio profesores
graduados en la Universidad de Huamanga, algunos de los cuales
habían sido formados en la ideología de SL. Ellos
encontraron un ambiente propicio para propagar su discurso
en un contexto de pobreza, de descontento con los poderes locales,
la escasa presencia del Estado y la nula actividad de otros
partidos políticos. En esa época, durante el
gobierno militar, los partidos políticos en general
eran satanizados por el gobierno.
En asambleas y reuniones,
los profesores senderistas propalaban los lineamientos del
partido, desarrollando su particular visión
sobre la realidad del país y exacerbaban los enconos
contra las élites locales. Es sólo un núcleo
el que trabaja a favor de SL, pero logra generar una dinámica
que empieza a envolver al conjunto de la comunidad, especialmente
a los jóvenes. Sin embargo, los profesores de las escuelas
primarias por ejemplo, especialmente en Sacsamarca, no estuvieron
de acuerdo con las propuestas senderistas. Algunos simpatizaban
con partidos como el APRA o Acción Popular. Otros, además
de sus ingresos como docentes tenían recursos familiares
y se sintieron más bien perseguidos y castigados por
SL.
Las escuelas populares
"Tú vas a ser director, tú capitán".
Sendero Luminoso encandilaba a los jóvenes con la idea
de una revolución radical donde ellos serían
los protagonistas. Los seducían con las armas: "qué lindo
es agarrar el arma e irse así". Hay mucho de aventura
adolescente y también de búsqueda de ascenso
social entre los jóvenes que comenzaron a asistir a
las escuelas populares que organizaba el partido. Desplazándose
en las noches entre Sancos, Lucanamarca y Sacsamarca, hacia
fines de los años 70 los cuadros senderistas ganaban
adeptos. Las mujeres, hasta entonces marginadas de la vida
política local, eran por primera vez incorporadas.
Una
mujer anónima, aparece como personaje central del
incidente que precipita la toma de Sancos, Lucanamarca y Sacsamarca
por SL. Corría la segunda mitad de 1982 y el Partido
Comunista del Perú había decidido pasar a la
ofensiva desde el campo y construir el nuevo poder.
En Sancos,
donde se encontraba el puesto policial, se armó una
riña con uno de los efectivos, a quienes un grupo de
comuneros acusó de violar a una joven. Algunos dicen
que fue cierto, otros que fue un montaje de quienes apoyaban
a SL. Lo indiscutible es que luego de este hecho los policías
se replegaron a Huancapi, capital de la provincia a la que
por ese entonces pertenecían las comunidades de nuestra
historia.
En octubre de 1982, SL ingresa a las tres comunidades. "Ya
no habrán adúlteros ni abigeos", afirmaban.
Los comandos senderistas tomaron los locales municipales, exigieron
la renuncia de las autoridades bajo amenaza de muerte y procedieron
a reemplazarlas por Comités Populares. Son los jóvenes
los que acceden al poder, provocando un cisma en las comunidades.
Las personas mayores, al margen de su condición económica,
se sintieron amenazadas por estas nuevas autoridades, que los
trataban como compañeros. Al mismo tiempo, son sus propios
hijos, educados y captados por Sendero Luminosos, los que comienzan
a dirigir la comunidad. " Ahora presidente va a entrar Gonzalo, y a los militares
como a los perros vamos a matar con veneno, con esa ceniza,
con esa huaraca, honda, machete, con todo vamos a matar....la
gente ha creído".
En un primer momento, por temor,
apuesta o convicción,
SL es aceptado. En una de las comunidades los estudiantes los
reciben con frazadas, leña y alimentos. La idea de servir
a SL de “todo corazón” los sedujo. "¡ Carajo! Esas gentes de plata a barrer las calles,
bien ordenaditos, todo bien limpiecito, sino...al toque castigo.
Así era pues esas veces".
Sendero Luminoso ofrece
orden y una justicia expeditiva allí donde
la justicia tardaba o no llegaba nunca. Pero pronto su proyecto
comenzó a mostrar su verdadera dimensión. SL
aplicaba tres castigos posibles: amonestación; corte
de cabello u otros castigos físicos; ejecución.
Apenas un mes después de instaurado el nuevo poder
senderista se iniciaron los juicios populares. En Sancos se
realizó el primero, en noviembre de 1982; en Sacsamarca
en enero de 1983 y en Lucanamarca en febrero del mismo año.
SL necesitaba imponerse por el terror. Quería, al mismo
tiempo, seducir a través de la resolución sangrienta
y expeditiva de rencores largamente macerados en las historias
locales.
Los castigos físicos habían sido aprobados tácita
o explícitamente por la comunidad. Sin embargo, las
ejecuciones resultaron chocantes. " En vez de que maten, ¿por qué ni siquiera
le habrán sacado la oreja? Por decir, yo soy una mujer
mañosa, me cortan la oreja... No matarlo. Matando, ¿qué sacas?
Nada". Así se expresa una señora de Sancos,
que en esos tiempos era una mujer joven.
Poco después de los primeros asesinatos, algunos comenzaron
a refugiarse en las alturas; otros, con mayores recursos, empezaron
a desplazarse hacia las ciudades de la costa. Desde allí,
las asociaciones de migrantes dieron la voz de alerta demandando
la presencia del Ejército pues les preocupaba que en
las noticias, Lucanamarca estaba apareciendo como zona roja.
En efecto, en enero de 1983 el Ejército se hizo cargo
del combate frente a la subversión en Ayacucho. Mientras
tanto, en Huancasancos las esperanzas en el nuevo orden se
desvanecían. Las fiestas cambiaron para dar paso a celebraciones
políticas donde ya no se bailaba, sino se proclamaban
vivas al Presidente Gonzalo. Pero el desencuentro final se
dio cuando los comuneros llegan a descubrir que Lucanamarca,
Sacsamarca y Huancasancos eran consideradas la "despensa" para
los Comités Populares, las milicias y los cuadros de
SL.
Así, después de saquear los bienes y ganados
de los comuneros más acomodados, SL ordenó el
arrasamiento de la granja comunal de Caracha, perteneciente
a la comunidad de Sancos. A ese arrasamiento acudieron campesinos
de toda la zona del río Pampas: "gente de Cangallo,
Huancapi, Hualla, todos los interiores, gente cantidad...".
Poco después, es arrasada también la granja de
Sacsamarca. SL no tenía un proyecto alternativo de producción.
Este fue quizá el primer punto de quiebre entre la comunidad
y Sendero.
DESENTERRANDO LA VERDAD
El 3 de abril de 1983, Sendero Luminoso
incursionó en
el distrito de Santiago de Lucanamarca y dio muerte a un total
de 69 personas. Esta masacre ha sido reconocida como la primera
acción ejemplarizadora contra las poblaciones que se
atrevieron a desafiar a Sendero Luminoso. Fue aprobada por
el Comité Central de SL según consta en la llamada
Entrevista del Siglo, efectuada a Abimael Guzmán en
1988 por El Diario. Las muertes se produjeron no solamente
en Lucanamarca sino en las cercanas estancias de Yanaccollpa,
Ataccara, Llachua y Muylacruz. En los días siguientes
a la masacre, las autoridades locales junto con los sobrevivientes
y los familiares de las víctimas procedieron a enterrar
los restos en los lugares en que ocurrieron los hechos y en
los cementerios de Lucanamarca y de los anexos de Santa Rosa
de Qocha, Asunción de Erpa y San José de Julo.
El jueves 7 de noviembre de 2002, el equipo de la Plataforma
Conjunta de Trabajo en la Investigación de Fosas Comunes
integrada por el Ministerio Público, la Defensoría
del Pueblo, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y
la Comisión de la Verdad y Reconciliación, llegó al
distrito de Santiago de Lucanamarca luego de 10 horas de viaje
desde la ciudad de Huamanga, Ayacucho. Familiares de las víctimas,
pobladores y autoridades, entre las que se encontraban el alcalde
Sr. Rossel Huaripáucar y el gobernador Sr. Percy Tacas,
se reunieron con miembros del equipo para conocer detalles
del trabajo de exhumación que se inició el sábado
9 de noviembre. La comunidad se organizó para acoger
a las más de 50 personas que integraban el equipo
de trabajo.
Dadas las características del trabajo a realizar, se
formaron dos equipos que intervinieron las fosas y los cementerios
clandestinos de manera simultánea. El primer equipo,
dirigido por el fiscal Edwin Sánchez y la perito Mercedes
Salado, intervino en tres lugares: la estancia de Yanaccollpa
(4,210 msnm), y los anexos de Asunción de Erpa (3,502
msnm) y San José de Julo (3,355 msnm). El segundo equipo,
conducido por la fiscal María Isabel Barreto y el
perito Luis Fondebrider, intervino en cinco lugares: las
estancias
de Muylacruz (3,950 msnm), Ataccara (4,160 msnm) y Llacchua
(4,160 msnm), el cementerio del distrito de Santiago de Lucanamarca
y el anexo de Santa Rosa de Qocha (3,680 msnm).
La diligencia
de exhumación concluyó el jueves
14 de noviembre, lográndose recuperar en total los restos
de 62 personas. Estos fueron trasladados a la ciudad de Lima,
donde ya empezó el trabajo de identificación
en la morgue. En estos momentos se encuentra en Lima una delegación
del distrito de Santiago de Lucanamarca que sigue atentamente
esta etapa del trabajo y que recibirá los restos de
sus familiares una vez que estos sean debidamente identificados. LAS VICTIMAS
De acuerdo a los testimonios de sobrevivientes de la masacre
y familiares, la lista de las víctimas es la siguiente:
Allaucca Chaupín, Crisóstomo (30 años)
/ Allaucca de Quispe, Zaragoza (28 años) /
Allaucca Evanán, Sócrates (23 años) /
Allaucca Huancahuari, José (4 años) /
Allaucca Huancahuari, Samuel (2 años) / Allaucca Huancahuari,
Vilma (9 años) /
Allaucca Huancahuari, Zunilda (7 años) / Allaucca Matías,
Constantino (70 años) /
Allccahuamán Aguirre, Fortunato (40 años) / Allccahuamán
Rojas, Pablo (36 años) /
Aronés Ruiz, Emigidio (18 años) / Casavilca Chaupín,
Lucio (47 años) /
Chaupín Allaucca, Grimaldina (58 años) / Chaupín
Quincho, Máximo (29 años) /
Evanán Allccahuamán, Roberto (46 años)
/ Evanán Huancahuari, Dionisio (52 años) /
Evanán Huaripáucar, Zenón (60 años)
/ Evanán Tacas de Misaico, Felícitas (49 años)
/
Garayar Allaucca, Percy Daniel (2 años) / Garayar Quispe,
Néstor (35 años) /
García Paucar, Tiburcio Livio (06 meses) / Heredia Quincho,
Efraín (5 años) /
Huamanculí Ñañacchuari, Tiburcia (64 años)
/ Huancahuari Allaucca,
Cipriano Nilo (20 años) / Huancahuari de Allaucca, Emilia
(33 años) /
Huancahuari de Misayco, Rosa María (48 años)
/ Huancahuari Pérez, Juan de la Cruz (50 años)
/
Huancahuari Quichua, Hower (06 meses) / Huancahuari Quispe,
Cirila (28 años) /
Huaripaucar Huancahuari, Cipriano (18 años) / Huaripaucar
Paucar, Constantino (11 años) /
Huaripáucar Quincho, Valentina (57 años) / Huaripáucar
Tacas, Ambrosio (34 años) /
Labio Montes, Melquiades (50 años) / Misayco Evanán,
Fausto (18 años) / Ñ
añacchuari Allccahuamán, Santos (58 años)
/ Páucar Casavilca de Quincho, Honorata (54 años)
/
Páucar Chaupín, Espirita (24 años) / Páucar
Chaupín, Mauricio (31 años) /
Quichua de Huancahuari, Catalina (36 años) / Quichua
Quincho, Constantino (41 años) /
Quichua Quincho, Darío (38 años) / Quichua Quispe,
Joaquín (13 años) /
Quichua Quispe, René Ausberta (3 años) / Quichua
Quispe, Ricardo (7 años) /
Quichua Quispe, Rosenda (19 años) / Quincho Páucar
de Tacas, Cecilia (36 años) /
Quincho Páucar, Rosa María (13 años) /
Quispe de Quichua, Constanza (40 años) /
Quispe Matías, Damián (32 años) / Rimachi
Casavilca, Erasmo (27 años) /
Rimachi Casavilca, Félix Gabino (31 años) / Rojas Ñañacchuari,
Pablo (42 años) /
Rojas Quincho, Glicerio (30 años) / Tacas Cárdenas,
Juan (60 años) /
Tacas Curitomay, Daniel (42 años) / Tacas Meza, Félix
Germano (43 años) /
Tacas Misayco, Abdón (8 años) / Tacas Misayco,
Adela (10 años) /
Tacas Misayco, Donato (34 años) / Tacas Misayco, Haydeé (6
años) /
Tacas Misayco, Zenilda (5 años) / Tacas Quincho, Edwin
(2 años) /
Tacas Quincho, Livio (9 años) / Tacas Quincho, Maritza
(13 años) /
Tacas Quincho, Percy (11 años) / Tacas Quincho, Rubén
(7 años) /
Tacas Rojas, Elías (35 años) / Tacas Ruiz, Alberto
(30 años).
¿Por qué exhumar?
El proceso de búsqueda, recuperación, identificación
y restitución a sus familias de restos de víctimas
exhumados de fosas clandestinas, está comprendido dentro
del mandato de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Una víctima sin nombre, un cuerpo no identificado y
perdido en una fosa común, encubren obviamente una grave
violación a los derechos humanos. Investigar estos casos
y si es posible determinar la causa de la muerte y el responsable
o responsables de este crimen, son objetivos y atribuciones
de nuestro mandato.
Este proceso debe continuar una vez que
terminemos nuestro trabajo y que constituye una manera de reparar
moral y psicológicamente
a las miles de víctimas del periodo de violencia política
que vivió nuestro país entre los años
1980 y 2000.
|Consideramos que es deber del Estado investigar
las denuncias de desaparición forzada y ejecución
extrajudicial. El derecho de los familiares de la víctima
de conocer cual fue su destino y donde se encuentran sus restos,
representa
una justa expectativa que el Estado debe satisfacer con los
medios que tenga a su alcance.
De otro lado, es importante
entender el significado religioso y social que esta tarea reviste
para los familiares de las
víctimas que durante años han vivido un largo
y distorsionado duelo, cubierto de una cruel incertidumbre
creada por las ansias de saber si esos restos son de sus seres
queridos, para así poder darles sepultura y procesar
su muerte. El proceso de exhumación es en este sentido,
un primer paso en la búsqueda de verdad, justicia y
reconciliación. El abrir juicio a los responsables de
ese delito, allí donde fuera posible, sería un
segundo paso.
LA REBELIÓN CONTRA SENDERO Sacsamarca
A los pocos meses
de instalado el Comité Popular en
su localidad, algunos campesinos de Sacsamarca comenzaron a
organizarse clandestinamente para enfrentar a Sendero Luminoso.
La conspiración fue mantenida en absoluta reserva. Ahora
eran ellos los que se reunían en las noches, en lugares
apartados, tratando de escapar a los "mil ojos y mil oídos" del
partido. Decidieron aprovechar los carnavales en febrero de
1983 para llevar adelante la revuelta. Algunos comuneros insistieron
ante los líderes del Comité Popular en pedir
autorización para realizar la fiesta. El objetivo
era que los senderistas bailaran y bebieran hasta emborracharse:
" Claro, habían prohibido la fiesta, pero teníamos
que aprovechar los carnavales que se acercaban, por eso hicimos
una trampa, teníamos que exigir para festejar y de tanto
insistencia, nos aceptaron (...). Yo soy músico, por
eso mi misión era tocar en el cortamonte con tres personas
más, no tenía que tomar porque tenía que
observar todos los movimientos de los terrucos, y asegurar
para que se emborracharan. Por eso cuando me servían
yo me disimulaba, y en un descuido lo echaba, por eso no me
emborraché"
A las 10 de la noche, los principales
dirigentes senderistas, embriagados, fueron asesinados. A
los restantes, los detuvieron
y llevaron a un calabozo. Sin embargo, algunos lograron escapar,
llegaron a Sancos y dieron cuenta de la rebelión a los
líderes del Comité Popular de esa localidad.
Sancos
Al siguiente día, los senderistas reunieron a los sanquinos
en la plaza y los movilizaron para marchar sobre Sacsamarca.
Allí capturaron alrededor de cuarenta personas, entre
ellas los principales líderes de la revuelta, que fueron
conducidos de regreso a Sancos donde los esperaba un juicio
popular. Según algunos testigos, habían previsto
un horno de pan para quemarlos.
Pero los senderistas no habían tomado en cuenta que,
la misma noche de la revuelta, una comisión había
partido de Sacsamarca a Huancapi, capital de la provincia de
Víctor Fajardo, para pedir la intervención del
Ejército, que había instalado allí una
base.
Es así que, en pleno juicio popular, llegaron efectivos
del ejército a bordo de dos helicópteros. Los
sanquinos se dispersaron como pudieron mientras los militares
disparaban indiscriminadamente, matando a catorce personas.
Entre ellas, sólo algunos eran miembros del comité popular.
El resto, con el camarada Víctor* a la cabeza, se replegaron
hacia las punas donde trataron de reorganizan sus filas con
la intención de recobrar el poder perdido.
Pocos días después, Víctor* y sus seguidores
regresaron a Sancos, que a pesar de lo ocurrido anteriormente
no contaba con presencia militar. Pensaban ganarse nuevamente
el apoyo de la población repartiendo los bienes de una
de las tiendas más importantes de la localidad, que
había sido arrasada en vísperas de la rebelión
de Sacsamarca. Sin embargo, como indicio de que los propios
senderistas sentían su dominio resquebrajado, todos
llegaron con los rostros cubiertos. No imaginaron, sin embargo,
el ataque frontal de los comuneros que los recibieron a pedradas,
les quitaron las armas - "eran carabinitas nada más" -
y los asesinaron.
Al día siguiente llegaron efectivos del ejército
y sellaron una relación formal con la comunidad, nombrando
en los cargos públicos a personas que consideraban de
confianza. La patrulla militar continuó luego su camino
hacia Lucanamarca, uno de los bastiones más importantes
de Sendero Luminoso. Allí, tres hermanos pertenecientes
a una de las familias más influyentes de la localidad,
se habían convertido en los líderes senderistas.
Ellos habían logrado el apoyo de un sector importante
de la población, principalmente joven.
El 24 de febrero
de 1983, mientras los líderes locales
de SL evaluaban la situación en el local del concejo
municipal, la patrulla del ejército incursionó en
Lucanamarca de manera sorpresiva. Los senderistas huyeron hacia
la quebrada cercana al pueblo, donde se produjo un enfrentamiento
en el cual murieron nueve personas, entre ellas Nelson*, de
quien se dice era un importante cuadro de SL.
Una vez controlada
la situación, el ejército
reunió a la población en la plaza y, al igual
que en Huancasancos, nombró nuevas autoridades entre
personas que le eran conocidas. La patrulla conminó a
los comuneros a rebelarse contra Sendero Luminoso, tomar preso
a su líder local y entregarlo al ejército. La
patrulla también amenazó: si no expulsaban a
los senderistas, el pueblo lo pagaría caro.
Lucanamarca
Con las comunidades vecinas
rebeladas contra SL y bajo presión
directa del Ejército, Lucanamarca acordó enfrentarse
a SL. Una de las primeras medidas fue retomar el sistema de
vigías que el comité popular había diseñado
y voltearlo en contra de los senderistas. Los pobladores iniciaron
entonces la búsqueda de Oscar*, el líder senderista
quien junto con sus hermanos había pasado a la clandestinidad.
Siguieron varias semanas de tensa espera y vigilia incesante.
Pero era difícil eludir los ojos y oídos campesinos.
Finalmente, Oscar* fue ubicado en una lejana estancia de la
puna. Los comuneros organizaron un pelotón, que esperó la
noche para salir a encontrarlo. De madrugada, Oscar* fue capturado
y llevado rumbo al pueblo. Según testigos, al ser capturado,
el mando ofreció resistencia pero en el trayecto pedía
perdón, afirmaba que estaba dispuesto a aceptar sus
errores y corregirlos, o pagar cualquier precio como multa.
Incluso prometía donar sus bienes a la comunidad.
El
22 de marzo de 1983, Oscar* fue conducido a la plaza donde
se decidiría su suerte. Al llegar a este punto, la historia
se detiene y se bifurca en dos. Son distintas versiones sobre
el destino de Oscar*, que reflejan las tensiones existentes
dentro del pueblo y cuyas huellas se advierten aún hoy.
Unos sostienen que terminar con él fue acuerdo de asamblea,
que no consta sin embargo por escrito: "prácticamente él
era un enemigo total (...) porque a causa de ellos tantas cosas
han estado sucediendo en el pueblo, la matanzas, las venganzas,
o sea es el autor intelectual de ellos. El pueblo lo condena."
Otros
sostienen que fueron los antiguos colaboradores de Oscar* que
se habían quedado en el pueblo los que decidieron
terminar con su vida: "porque sabían que si lo
entregaban vivo al Ejército, Oscar los delataría".
Sea como fuere, Oscar* fue maniatado, vendado y colocado en
el frontis de la iglesia, donde se le asesinó.
LA VENGANZA DE SENDERO
La muerte de Oscar* marcó el fin de la breve historia
de Sancos, Sacsamarca y Lucanamarca como zonas liberadas en
las que Sendero Luminoso había logrado reemplazar a
las autoridades locales para intentar construir su República
de Nueva Democracia sobre la base del miedo, el autoritarismo
y la profundización de las divisiones internas. Desde
ese momento, Sendero Luminoso se replegó y la población
empezó a entablar una relación algo más
fluida pero subordinada con el ejército, que patrullaba
la zona con frecuencia.
Finalizaba la temporada de lluvias,
durante la cual, los pastores dse trasladan a las estancias
de las alturas para aprovechar
la abundancia de pastos. En realidad, no había sido
un buen año, pues el fenómeno de El Niño
desvió los aguaceros por otros rumbos. No habían
pasado todavía dos semanas de la muerte de Oscar*, cuando
la madrugada del 3 de abril, un grupo de aproximadamente 80
personas, la mayoría movilizada desde las comunidades
del río Pampas, ingresó al territorio de Lucanamarca.
El ataque se inició en las alturas. Los primeros en
caer fueron los pastores en sus estancias. Hacia las 10 de
la mañana, algunos sobrevivientes avisaron a un grupo
de pobladores que se encontraban en faena comunal, refaccionando
la carretera a Sancos. Una comisión de diez personas
partió a pedir auxilio al Ejçercito; otros regresaron
al pueblo y algunos, desesperados, se dirigieron a sus estancias
para proteger a sus animales, pues pensaban que la columna
senderista acabaría con ellos. Pocos pudieron huir,
porque Sendero Luminoso llegó a la carretera y tomó las
vías de entrada y salida del pueblo, que se encuentra
rodeado por barrancos. A algunos los retuvieron con engaños: “sólo
habría una asamblea”. Era una trampa.
SL regresa
así a Lucanamarca. A viva fuerza, hombres
y mujeres adultos, niños y ancianos, fueron conducidos
a la plaza y tendidos bocabajo en el piso, amarrados, con la
cabeza gacha. A los varones les taparon el rostro con sus ponchos,
mientras las mujeres observaban de reojo, espantadas, esperando
su turno.
Los cuadros de SL iniciaron su faena: "todo con hacha,
nada más, con sus propios picos de trabajo". Se
tenía que ahorrar municiones. Sin embargo, a algunos
heridos les daban un tiro de gracia a la altura de la nuca,
para no dejar sobrevivientes. "En eso el arma, como el
sonido de hacer cancha empezó a sonar y por mi cabeza
como piedras llegaron..."
En medio de la matanza, cuando
según algunos testigos
las mujeres ya habían sido rociadas con kerosene, se
oyó la voz de un niño que gritaba desde la torre
de la iglesia. "¡Compañeros, los guardias
están entrando, escápense!". Con la experiencia
reciente de incursiones militares sorpresivas, los senderistas
decidieron replegarse. Tuvieron casi todo el día para
llevar a cabo sus planes. Él ejército llegó recién
al tercer día al escenario de la masacre a bordo de
dos helicópteros, al mando del general Clemente Noel,
jefe del Comando Político Militar de Ayacucho, quien
ordenó el traslado de los heridos a la capital del departamento.
Noel dispuso también el establecimiento de un puesto
policial en la localidad. Los muertos fueron enterrados en
ocho lugares distintos.
Años después, el propio Abimael Guzmán
asumió la masacre como una respuesta contundente al "viejo
Estado" y a quienes desafiaron el nuevo poder: "… ahí lo principal era hacerles entender
que éramos un hueso duro de roer, que estábamos
dispuestos a todo" (Entrevista del Siglo, julio 1988).
Después de la masacre
La matanza de Lucanamarca no significó el fin de la
violencia en la zona. El 21 de mayo, una columna senderista
incursionó en territorio de Sacsamarca. Sin embargo,
a la altura del anexo de Palqa, un comunero logró escapar
y llegó al pueblo, donde por casualidad se encontraba
una patrulla policial. La población se organizó.
Un par de docenas de comuneros y tres efectivos policiales
salieron al encuentro de la columna, en la que sólo
los mandos estaban convenientemente armados. Durante el enfrentamiento
murió un número indeterminado de senderistas,
así como once sacsamarquinos y un policía. Algunos
de los pobladores, entre ellos mujeres y niños, son
detenidos y llevados a Sacsamarca y torturados. Un número
indeterminado parece haber sido ajusticiado extrajudicialmente.
Luego
de este enfrentamiento, se autorizó la instalación
de un puesto policial en Sacsamarca, compuesta por efectivos
conocidos como "sinchis".
Durante la fiesta del Corpus
Christi, el 24 de junio de 1983, le tocó el turno a Sancos. Esta vez, la columna senderista
logró su objetivo. Protegidos por las sombras de la
noche, ingresaron al pueblo detonando dinamita y dando vivas
al partido. El pueblo, aletargado por las celebraciones, tardó en
reaccionar. Un comando ingresó violentamente a la casa
de los carguyuq, mayordomos de la fiesta, y los acuchilló.
La razón: estaban "gozando" sin reconocer
que eran tiempos de guerra. Ocho muertos, entre ellos un policía,
y treinta heridos fue el saldo de la incursión. En la
madrugada, la columna se retiró dando vivas al partido.
Luego de esta incursión se retiró el puesto
policial y en su reemplazo se instaló una base militar,
que permaneció en Sancos hasta el año de 1994.
La población confió en que las fuerzas del orden
ayudarían a organizar un nuevo régimen, distinto
al instalado por Sendero Luminoso, que los tomara en cuenta
y los respetara. Tampoco fue así, y la población
nuevamente fue maltratada, y más aún olvidada.
Hasta ahora, en que después de 19 años se está recuperando
los restos de sus familiares. Son los restos de una historia
que había quedado escondida, como la muerte, entre los
cerros.
¿ES POSIBLE APRENDER DE LA HISTORIA?
La de Lucanamarca es sólo una de las innumerables historias
de horror que ha recogido la Comisión de la Verdad y
Reconciliación en año y medio de trabajo. Esclarecer
los hechos de violencia ocurridos entre 1980 y el 2000 y mostrarlos
al país sólo adquiere su pleno sentido si, además
de la justicia y la reparación necesarias, ese cono-cimiento
sirve también para trazar rutas hacia un futuro de paz
y reconciliación nacional; para que no repitamos los
errores que llevaron a tanto derramamiento de sangre.
¿Qué lecciones podemos extraer?
El fracaso de la estrategia totalitaria
Presentar cuál era la situación de Lucanamarca
hace 20 años es hablar de problemas de fondo: pobreza,
abusos y maltratos, frustración de la esperanza campesina
en la educación como estrategia educativa para superar
la pobreza e incorporarse a la sociedad nacional. A pesar de
ello, la estrategia de SL resultó derrotada.
Frente
a las carencias e inequidades existentes, frente a la débil presencia del Estado y los partidos políticos,
SL propuso un nuevo estado que se tenía que imponer
por la vía de la violencia. Pero esa violencia acabó dirigiéndose
contra aquellos que debían ser la base fundamental del
nuevo Estado: los campesinos.
El desconocimiento de las autoridades
y de la cultura local, los repartos de ganado, los saqueos
de comercios y especialmente
los denominados juicios populares terminaron enajenándole
rápidamente el apoyo de la población. La administración
de la pena de muerte como parte de una fría estrategia
de castigos ejemplarizadores propició la revuelta campesina.
Ese guión básico, con matices regionales y variantes
se repetiría a lo largo de la década en diferentes
partes del país, especialmente a lo largo de los Andes
y la Amazonía.
La capacidad de
organización
y respuesta campesina
Los habitantes de Lucanamarca y los vecinos
distritos de Sacsamarca y Huancasancos no fueron instrumentos
pasivos de la estrategia
senderista. Estuvieron, más bien, entre los primeros
en rebelarse contra ella, y sufrieron las consecuencias de
manera terrible. El Estado y la sociedad peruana, les deben
reparación y reconocimiento. La exhumación y
devolución de los restos de los comuneros masacrados
es un paso fundamental en ese camino.
Este reconocimiento no
debe oscurecer, sin embargo, la ausencia de un Estado Democrático, que monopolice el uso legítimo
de la violencia y evite que los ciudadanos busquen justicia,
o venganza, por mano propia.
Queda por delante superar éstas y otras secuelas más
profundas dejadas por los años de violencia. Por un
lado, revertir la situación de pobreza y el relativo
abandono de las comunidades afectadas. Pero tanto o más
importante es superar la desconfianza que existía desde
antes y que se incrementó de modo exponencial en esos
años; desconfianza que todavía marca la vida
cotidiana de esa y muchas otras comunidades afectadas por la
violencia, perjudicando incluso la ejecución de cualquier
plan de desarrollo.
¿Qué recomendaciones podemos
hacer?
De modo preliminar, planteamos los que creemos
constituyen algunos requisitos indispensables para la convivencia
pacífica
entre todos los peruanos, basados en esta dura lección
que nos deja lo sucedido en el distrito de Santiago de Lucanamarca.
Acceso universal e igualdad
ante la ley
No sólo la pobreza fue el caldo de cultivo de la violencia.
Como se ha visto, el Partido Comunista del Perú SL encontró terreno
fértil en los abusos y maltratos que sufría la
población a manos de los poderes locales. No existían
allí los legendarios "gamonales", pero con
frecuencia los representantes del Estado se comportaban como
tales.
Fuerzas Armadas y Policiales respetuosas
de los derechos humanos dentro de un orden democrático
Uno de los ejes fundamentales
de la reparación y la
prevención de la violencia es el establecimiento de
la confianza entre la población y las fuerzas del orden.
Si bien la situación evolucionó con los años,
es importante ver cómo luego de la masacre de abril
de 1983 se registran una serie de enfrentamientos donde tienen
lugar ejecuciones extrajudiciales y otros hechos violatorios
de los derechos humanos por parte de las fuerzas del orden.
Prevenir la repetición de ciclos de violencia como
el vivido, implica por tanto que la población pueda
confiar en las fuerzas del orden, sin que quepa la posibilidad
de que en determinado lugar o circunstancia se sienta entre
dos fuegos.
Una educación pública de calidad, que difunda
y practique ideales democráticos
El sistema
educativo fue uno de los blancos centrales en la estrategia
de expansión de Sendero Luminoso. Como en
muchos lugares, fue a través del colegio secundario
que SL estableció su cabecera de playa en Lucanamarca.
Lo logró porque encontró terreno fértil
en una pedagogía autoritaria, que no propiciaba el pensamiento
crítico; una escuela que no transmitía valores
democráticos.
Lucanamarca es un ejemplo del gigantesco
esfuerzo de los pueblos del Perú por encontrar a través de la educación
las vías de la superación personal, el desarrollo
y la ciudadanía. Y es también un ejemplo de que
ese esfuerzo no encontró respuestas adecuadas desde
el Estado. Veinte años después, en plena era
de la información, es impostergable una respuesta integral
y sostenida desde el Estado y desde la sociedad civil, incluyendo
a la empresa privada, al desafío de la educación.
Una preocupación
especial por la juventud
En un primer momento, la prédica de SL conquistó adeptos
entre los jóvenes, en medio de un profundo proceso de
cambios culturales en las zonas rurales y en todo el país.
La "brecha generacional" se mostró de manera
dramática en el caso Lucanamarca. Prevenir la violencia
implica, por tanto, desarrollar políticas específicas
para la juventud, no sólo en el plano económico
y laboral. Los fundamentos éticos, los valores democráticos
y la posibilidad de ofrecer un horizonte de futuro a las nuevas
generaciones son consustanciales a un programa de prevención
de la violencia política.
Combate a la pobreza
Por último, pero no por ello menos importante, el combate
a la extrema pobreza y la búsqueda de un desarrollo
humano y descentralizado no es sólo una frase retórica
sino requisito indispensable para afianzar la democracia y
una cultura de paz. La estrategia clientelista de SL, que saqueaba
las tiendas de los pueblos y el ganado de los comuneros más
acomodados para repartir productos básicos e incluso
algunos kilos de carne del ganado sacrificado, sólo
es concebible en un contexto de inequidad y pobreza extrema.
Que haya fracasado incluso allí, y rápidamente,
nos muestra cuán equivocada y elemental era esa estrategia.
Pero la pobreza continúa siendo un desafío fundamental
para el país.
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