SESIONES
PÚBLICAS
DE BALANCE Y PERSPECTIVAS
SESIÓN ESPECIAL
Sesión 10 de junio de 2003
Iris Jave (conductora):
Buenos días, señores comisionados, periodistas,
señores y señoras. Antes de dar inicio a las
Sesiones Institucionales de Balance y Reflexión, vamos
a observar un video que resume algunos de los testimonios
recogidos por la Comisión de la Verdad y Reconciliación
(CVR) durante las Audiencias Públicas, que realizamos
en meses pasados.
Les pedimos guardar absoluto silencio y apagar sus celulares.
Asimismo, como lo indica el reglamento que han recibido y
que estará vigente durante todas las sesiones, les
pedimos no mostrar ningún gesto de aplauso, afirmación
o rechazo frente a lo que vamos a ver.
[Transmisión del video]
Salomón Lerner Febres (Presidente
de la CVR):
Señoras y señores,
la CVR inicia ahora un nuevo ciclo de actividades públicas
en las que recoge y expone ante la ciudadanía la palabra
de organizaciones e instituciones que tuvieron responsabilidad
o participación en los hechos de violencia vividos en
el país en las dos últimas décadas. Al
hacerlo, actúa bajo las grandes líneas de trabajo
trazadas desde el comienzo, que implican rescatar la verdad
sobre el proceso mencionado prestando atención a las
partes involucradas no para atacar sus versiones, sino para
sopesarlas con imparcialidad y contrastarlas con los hechos
que hemos investigado. Así, podremos ofrecer a la Nación
una historia veraz e incuestionable de esos años.
Al
mismo tiempo, nos parece fundamental llevar adelante estas
actividades como una forma de propiciar la reflexión
nacional sobre los hechos vividos. Ésta es una oportunidad
para que los diversos protagonistas de la violencia mediten
críticamente sobre el papel que cumplieron y den sus
explicaciones al país. Ésta es, también,
una oportunidad para que la sociedad en general al atender
estas presentaciones haga una evaluación de lo vivido,
asuma sus propias responsabilidades, y sobre todo, tome conciencia
de aquello que es necesario cambiar en nuestro país
para alcanzar la justicia y, en ultima instancia, la reconciliación.
Agradecemos la concurrencia a un nuevo ciclo de actividades
de la CVR e invitamos a todo el país a acompañarnos
con madurez y con sentido de responsabilidad en este ejercicio
de reflexión colectiva.
La CVR ha dado a este nuevo
ciclo de actividades el nombre de Sesiones Públicas
de Balance y Perspectiva, pues deseamos que los representantes
de organizaciones e instituciones
que han accedido a participar en las mismas ofrezcan reflexión,
autocrítica y propuestas a la ciudadanía.
Antes
de iniciar, haremos una actividad previa y diferente, aunque
con los mismos objetivos generales que tendrán
las sesiones: presentaremos esta mañana al país
una videograbación con las declaraciones públicas
de cuatro personas que estuvieron y/o están vinculadas
a organizaciones subversivas y que accedieron a dar su testimonio
para que se difunda.
Al presentar este documento, la CVR señala que por
razón de su mandato se encuentra obligada a recoger,
sin exclusiones, los testimonios de los principales actores
del proceso de violencia vivido entre 1980 y el 2000. Y en
esta oportunidad, considera que es su deber divulgarlos al
país como parte de un balance sobre acciones y responsabilidades.
Se trata de declaraciones realizadas a titulo individual
ofrecidas a la CVR con ese carácter, y no como una
posición
institucional de las organizaciones subversivas, posición
que no ha sido ofrecida a la CVR.
La CVR es firme en el señalamiento de las responsabilidades
directas de los grupos subversivos en el inicio y propagación
de terribles actos de violencia que afectaron a miles de compatriotas
y socavaron las más elementales normas de convivencia
democrática y de respeto a los derechos humanos. El
Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP-SL)
inició el conflicto armado interno y fue, de acuerdo
a los testimonios que hemos recogido hasta ahora, el principal
responsable de muertes y desapariciones durante el periodo
1980- 2000. De acuerdo con esos testimonios, el PCP-SL es responsable
de cerca de la mitad de las víctimas mortales del conflicto,
entre miembros de la Fuerzas Armadas y civiles. Esa cuota de
responsabilidad es un caso excepcional entre los grupos subversivos
de América Latina y uno de las singularidades más
notorias del proceso que le ha tocado analizar a la CVR. La
asunción de esa responsabilidad debe llevar a poner
fin a la violencia como forma de acción pública,
algo todavía no asumido en el país; a juzgar
por los hechos de ayer lunes consistentes en la conducción
a cautiverio forzoso de decenas de personas en el sur del país,
acto que la CVR condena con toda energía.
El Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) inició en
1984 sus acciones armadas, diferenciándose de SL en
métodos y objetivos, pero actuando igualmente contra
gobiernos democráticos. Aun cuando se le atribuye una
reducida cifra de víctimas mortales del conflicto armado
interno, el MRTA incurrió en diversas acciones de violación
a los derechos humanos, especialmente secuestros y toma de
rehenes, hechos que violan no sólo la libertad de las
personas, sino el derecho internacional humanitario que el
MRTA afirmaba respetar.
El video que verán a continuación contiene los
testimonios de cuatro líderes de organizaciones subversivas.
El primero es el testimonio de Óscar Ramírez
Durand, ex-líder y disidente del PCP-SL, que no se plegó al
acuerdo de paz propuesto por Abimael Guzmán en 1993.
Ramírez Durand fue detenido en julio de 1999 y afirma
estar desligado de las fracciones senderistas. Los otros tres
testimonios corresponden a miembros o antiguos miembros del
MRTA: Alberto Gálvez Olaechea, ex-líder del MRTA,
detenido en junio de 1991 y apartado de la organización
desde inicios de 1992; Peter Cárdenas Shulte, ex-miembro
del MRTA, detenido en abril de 1992 y desligado de la organización
desde el año 2000; y Víctor Polay Campos, líder
principal del MRTA, detenido en mayo de 1992.
La CVR grabó estas declaraciones luego de un trabajo
de varios meses, en el que un equipo se reunió con éstas
y otras personas para recoger su visión del proceso
de violencia, la admisión de sus responsabilidades y,
especialmente, las perspectivas de reconciliación que
planteaban. Debemos informar al país que un trabajo
similar fue realizado con el líder principal de PCP-SL,
Abimael Guzmán Reynoso, así como con Elena Iparraguirre
quienes también fueron invitados a grabar una declaración
pública. Sin embargo, ambos declinaron el ofrecimiento
por razones que ellos mismos tendrán que explicar.
Oscar Ramírez Durand (a) Feliciano:
Con el permiso
de todos ustedes, yo soy Oscar Ramírez Durand y quisiera
dirigirles algunas palabras:
En primer lugar, quiero expresar mis más profundas
condolencias a todas las personas que se vieron afectadas por
las dos décadas de violencia política que estremecieron
al país y, muy en especial, quiero expresar mis condolencias
a las personas que sufrieron la pérdida de seres queridos.
Quiero decirles también, a modo de reflexión,
que en los años setenta ante las condiciones de miseria,
atraso, injusticia y marginación en que vivían
las grandes masas, yo –como muchas otras personas– tomé la
decisión de cambiar ese estado de cosas, para hacer
una Patria nueva, para hacer un Perú mejor; y lo que
ocurrió fue que asumimos una ideología equivocada:
el nefasto Pensamiento Gonzalo, que nos llevó a cometer
muchos errores, y al final nos condujo a un callejón
sin salida.
Muchas lecciones hay que extraer de estas dos décadas.
A mi modo de ver, una de ellas es que la guerra es mejor evitarla.
Como dijo un filósofo: “la guerra es un monstruo
de matanza entre los hombres” que, muchas veces, de medio
se transforma en un fin, y si bien en ella se pueden expresar
a veces actos heroicos, también las más extremas
pasiones de los seres humanos. La guerra nos deshumaniza y
establece una cadena de odio y de venganza, una dinámica
en que el odio genera más odio y la venganza más
venganza. El impulso de esta cadena dado por la guerra es difícil
de romper. Por eso, creo que es mejor evitar las guerras.
También quisiera hablarles sobre la democracia. Después
de muchas reflexiones yo también he llegado a la conclusión
de que la democracia, pese a todos sus problemas y limitaciones,
es el mejor sistema de convivencia entre los seres humanos.
Es mejor que cualquier totalitarismo, porque el totalitarismo
sólo trae intolerancia y coacta la libertad de los seres
humanos. Hemos tenido en el siglo XX grandes lecciones de sistemas
totalitarios que llevaron a situaciones negativas para la humanidad.
Creo que de esa experiencia habrá que sacar lo positivo
que sirva para el futuro, pero en mi opinión la democracia
siempre es mejor que cualquier dictadura totalitaria.
Quiero
aprovechar la ocasión para invocar al Estado,
a la sociedad y a todos ustedes para que se tenga consideración
y comprensión con todos los presos políticos.
Una sociedad democrática debe de expresar su superioridad
política, moral y judicial, dándoles oportunidad
de rehabilitarse y reincorporarse a la sociedad a los presos
políticos y a los presos en general. Lo que está pasando:
la cadena perpetua, o las condenas que se han dado y que se
van a dar, de treinta a treinta y cinco años, prácticamente
sepultan en vida a todos los presos políticos. Eso no
puede ser pues es continuar con esa cadena de venganza y de
odio que debemos desterrar de nuestra sociedad.
Quiero invocar
también a los compañeros que
aún se encuentran levantados en armas, para que busquen
establecer un diálogo con el Gobierno a fin de llegar
a un entendimiento. Hago extensiva la invocación al
Estado, al Gobierno Peruano, para que faciliten el diálogo
de tal manera que se pueda encontrar una solución a
un problema que aún aqueja a nuestra patria. Esas personas
son peruanas como nosotros, también tienen una causa
y la mayoría son campesinos, por tanto, en aras de la
reconciliación nacional, se debe buscar de solucionar
este problema de una manera que no sea militar.
Finalmente,
reitero mis más sentidas condolencias a
todas las personas que se vieron afectadas por la guerra interna,
y, muy en especial, a quienes sufrieron la pérdida de
seres queridos.
Finalmente, agradezco a la CVR por darme la
oportunidad de haberme permitido ayudar a todos ustedes. Muchas
gracias.
Salomón Lerner Febres: Éste
ha sido el video de Óscar Ramírez Durand, ex-líder de PCP-SL.
A continuación, vamos a ver dos videos correspondientes
a dos representantes del MRTA o dos personas que pertenecieron
al MRTA. En primer lugar, el de Alberto Gálvez Olaechea;
y, luego, el de Peter Cárdenas Shulte.
Alberto Gálvez Olaechea:
Mi nombre es Alberto Gálvez
Olaechea, tengo 48 años, he sido dirigente del MRTA
hasta enero de 1992 en que presenté mi renuncia a dicha
organización. De estos 48 años he pasado catorce
en prisión, que creo que es un tiempo más que
suficiente para la reflexión, la introspección
y la autocrítica respecto a lo que ha sido nuestra experiencia,
fundamentalmente en lo que tiene que ver con la violencia política
de las dos últimas décadas del siglo pasado.
El nuestro fue un proyecto que fue producto del espíritu
de una época. No pretendo eludir mi responsabilidad,
pero tampoco creo que sea admisible circunscribir la experiencia
del MRTA a un hecho aislado de individuos fanatizados que trastocaron
un país que vivía en paz, en calma y en orden.
No pretendo defender nada, no intento justificar nada. Lo que
me parece fundamental es tratar de explicar y comprender, y
sobre todo mantener los ojos abiertos a los hechos de la realidad
y admitir una derrota sin atenuantes.
Es necesario también, admitir los errores, y, en particular,
estar abiertos a pedir y conceder perdón, si queremos
efectivamente avanzar en un proceso de reconciliación
nacional. En lo personal no pido ni exijo nada, salvo que se
tenga la mente abierta al entendimiento y a la reflexión.
No olvidemos que las heridas que existen en la sociedad, secuela
de la violencia política, están también
en el terreno de los vencidos. Y no olvidemos que en estas
heridas abiertas de los vencidos fermentan las futuras rebeliones,
algo que deberían tener en cuenta fundamentalmente las
clases dirigentes del país.
De estos años de reflexión, de estudios, de
observación de la realidad y de los hechos ocurridos,
he tratado de sistematizar seis conclusiones fundamentales:
La
primera de ellas, es que las teorías son falibles.
La idea del Marxismo como una verdad universal ha demostrado
ser falaz. Hay diversas verdades, todas ellas provisionales,
parciales, contradictorias, y que van cambiando en el tiempo;
por lo tanto, no hay una verdad revelada que transmitir al
mundo, y, menos aún, que imponer a la sociedad.
En segundo
lugar, hemos aprendido - o he aprendido - que la historia no
tiene un destino inevitable; es decir, no es un
proceso que tiene un fin, sino que las posibilidades del destino
humano están abiertas oscilando entre la destrucción
como civilización y la posibilidad de la construcción
de un sistema de convivencia con equidad, con tolerancia, con
justicia social.
En tercer lugar, hemos aprendido que las revoluciones
son excepciones más que leyes inevitables de la historia.
La experiencia nos ha mostrado que las transformaciones que
se han producido en el mundo han incluido las revoluciones
en muchos casos, pero en la gran mayoría no ha sido éste
necesariamente, el camino por el cual se han producido los
cambios.
En cuarto lugar, hemos aprendido que la violencia sólo
puede ser un recurso para situaciones extremas. Hemos aprendido
que se pueden desencadenar procesos incontrolables por quienes
los generaron. Hemos aprendido que el inicio de la violencia
genera un conjunto de acciones y reacciones, un espiral de
violencia que puede terminar envolviendo a sus protagonistas
más allá de sus intenciones. Y esto es particularmente
grave.
Nuestra quinta conclusión es que en una sociedad como
la nuestra, fragmentada, diversa, atrasada; la exacerbación
de conflictos, de contradicciones, y particularmente, de los
niveles de violencia, puede desencadenar una guerra de todos
contra todos. Y el riesgo es la desintegración social,
que estuvo a punto de producirse en el país, y que se
produjo en sociedades como la de Afganistán. No solamente
fue el conflicto entre el Estado y el MRTA, o entre el Estado
y SL, sino que hubo conflictos cruzados entre SL y el MRTA,
al interior del MRTA, al interior de SL, entre las autodefensas
campesinas y las fuerzas insurgentes, entre los Ashaninkas
y el MRTA, y así sucesivamente.
En sexto lugar, hemos
aprendido también que el voluntarismo
vanguardista termina aislándose de la praxis social,
termina desvinculándose del proceso histórico;
y la lógica de los aparatos, la lógica de las
estructuras, la lógica de la organización, termina
imponiendo sus propias exigencias y sus propios objetivos,
muchas veces contrapuestos a las necesidades políticas
y a los objetivos revolucionarios. É stas son, de manera sintética,
nuestras conclusiones que queremos transmitir para que sean
tomadas en cuenta. Muchas
gracias.
Peter Cárdenas Shulte:
Amigos y amigas, mi nombre es
Peter Cárdenas y me encuentro recluido desde hace once
años, en la prisión militar de la Base Naval
del Callao, acusado de terrorista y condenado a cadena perpetua;
aunque, seamos sinceros, sin un juicio justo ni sentencia justa.
Como se sabe, mis compañeros y yo, como opositores de
la dictadura fujimontesinista, pasamos todos estos años
en el más duro aislamiento e incomunicación,
sin derecho a defensa alguna. Es igualmente conocida la permanente
propaganda en contra nuestra. Hoy día, sin embargo,
pareciera que esa política abusiva se estuviera dejando
de lado y, por lo menos, gracias a las gentiles gestiones de
la CVR, puedo dirigirme a ustedes para opinar al respecto.
Se trata de que cada cual diga su verdad y plantee sus puntos
de vista acerca de la posibilidad de reconciliación.
Pero, ¿hay alguien capaz de mirarse al espejo, o dar
cara ante el público y decir la verdad? Monseñor Óscar
Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, dijo que muchos
jueces eran como las serpientes, ya que solamente mordían
a los que iban descalzos; como sabemos monseñor Romero
fue asesinado por decir estas cosas. Se vivía una época
convulsionada en casi toda América Latina; también
en nuestro país, antes incluso de la violencia política
organizada, los jóvenes de entonces no podíamos
dejar de ver con espanto la situación desesperada y
frustrante en que se hallaba el pueblo peruano. El hambre,
la miseria y la represión eran el pan de cada día.
No se podía vivir así, de tal manera que participamos
en las luchas populares de los años 1977 y 1978 e integramos
activamente las filas de la izquierda en los comicios generales
del año 1980. Lamentablemente los izquierdistas no estuvimos
a la altura de las circunstancias.
Luego de doce años de régimen militar, la apertura
democrática trajo consigo el afloramiento y la agudización
de un conflicto de muy hondas raíces: el de, por un
lado, una democracia débil en el sentido de que representaba
una alternativa económica o política a las preocupaciones
centrales de la población mayoritaria; y, por otro lado,
la insurgencia del Partido Comunista del Perú, o Sendero
Luminoso, que, asentado básicamente en la siempre marginada
sierra central y sur, inició una lucha radical el mismo
año 1980. El país ingresó así en
un acelerado proceso de agravamiento de unas contradicciones
que se venían arrastrando durante décadas; y,
tal como en otros países de América Latina –Chile,
Colombia, Argentina, El Salvador, Nicaragua—, de Asia
y de África, algunos entendimos que aquel conflicto
interno o guerra civil tendría consecuencias difíciles
de imaginar, pero que, en última instancia, era un problema
que nos concernía a todos. De este modo, se fundó el
MRTA para intervenir en la pelea con un programa político
liberador. En todo caso, nuestras intenciones fueron de las
mejores pero, obviamente, no de carácter meramente reformista
o pacifista. Deseábamos hacer conciencia en la población
de la necesidad de un cambio profundo, para dejar definitivamente
de ser un país lastimero y pedigüeño.
Aquella
violencia política creciente fue adquiriendo,
como en hechos históricos similares en otras partes
del mundo, diversas formas y magnitudes, envolviéndonos
a todos en una vorágine de odio, sangre y dolor. Yo
no creo que, si se trata de buscar fórmulas de reconciliación,
como propone la CVR, sea ésta, la ocasión de
resaltar acciones específicas de la guerra, a riesgo
de lograr solamente echar más leña al fuego,
inútilmente. Cabría decir sí, y en aras
de colaborar con las propuestas de la misma Comisión,
que —y esto lo voy a decir con toda sinceridad— los
peruanos asistimos a una tragedia de grandes proporciones,
capítulo trágico donde nos matábamos entre
hermanos, y donde por obra y gracia de todo ejercicio bélico
lo único que interesaba era vencer o morir. Cuando uno
se pone el uniforme, sea del color que fuere, uno pierde la
visión de conjunto y se transforma en el soldado de
una causa, preparado para matar o morir en defensa de la misma.
Mucha gente, tanto de un lado como del otro, ha sufrido las
consecuencias de esto; en medio de una violencia fratricida, ¿quién
decide quiénes son culpables y quiénes inocentes?
Cada bando defiende y exculpa a sus miembros, y hay que haber
experimentado el combate para comprender cabalmente de qué es
capaz la pasión humana.
Antes de referirme al tema de
la reconciliación, no
quiero dejar pasar la oportunidad de dirigirme a todas aquellas
personas, en especial a los hijos, a los padres, hermanos,
amigos o esposos de aquellos que resultaron afectados directa
o indirectamente por decisiones o acciones en las que yo haya
estado involucrado; para pedirles, con un espíritu autocrítico
y reflexivo, perdón. Perdón por haberlos dejado
sin padres, hijos o hermanos; por haberlos hecho sufrir. Esto
vale tanto para los que se consideraban enemigos, como para
los amigos. Y aún más, pido perdón a mis
propios hijos, por haberlos dejado sin padre, sin infancia,
obligados a vivir en el desarraigo, en el refugio exterior
e incluso prácticamente de la caridad; a todos ellos,
repito, les pido perdón con el alma en vilo.
Para hablar de reconciliación, la invitación
que la CVR nos hace, he debido ir primeramente al diccionario,
y éste dice: «Reconciliar.- volver a ser amigos,
acordar los ánimos desunidos, reconciliar a los ánimos
desunidos, reconciliar a los adversarios; volver a trabar
amistad con uno». Para esto, naturalmente, habría
que empezar, a mi humilde modo de ver, por abrir nuestras
mentes y nuestros corazones, por ejemplo, al lenguaje; recuerdo
haber leído las memorias de este gran peruano que
es Javier Pérez de Cuéllar, en particular sus
impresiones acerca del proceso de paz y reconciliación
en Camboya. Ahí decía, el entonces Secretario
General de las Naciones Unidas, que cuando se reunían
las diferentes facciones políticas —incluyendo
a los jemeres rojos—, a conversar sobre la necesidad
y posibilidad de la reconciliación, empezaban a acusarse
unos a otros de criminales, asesinos, genocidas, explotadores,
soplones y, claro está, de terroristas. Parece mentira,
pero lo cierto es que para poder avanzar hubo que prohibir
el uso de determinados vocablos. Así se fue comprobando,
en uno de los aspectos, si había o no una real voluntad
política de reconciliar.
Es importante tomar en cuenta
que el MRTA en el año
1990 cuando el ingeniero Alberto Fujimori ganó las elecciones
presidenciales con amplio respaldo popular, propuso al nuevo
gobierno dialogar con la finalidad de pacificar el país
y reforzar los procedimientos democráticos. En una actitud
altanera Fujimori nos tiró la puerta en la cara y, al
poco tiempo, se produjo el llamado autogolpe de estado, que
llevó al país hacia un nuevo tipo de dictadura
cuyas consecuencias todos conocemos. Quiero acá recordar
solamente que los del MRTA, tanto dentro como fuera de las
prisiones, hemos resistido y luchado incansablemente contra
el fujimontesinismo, y recibido como respuesta constantes represalias. Ú
ltimamente, y más por las presiones externas
que porque se escuche al pueblo peruano, se están adecuando
las leyes “antiterroristas” a los “estándares
internacionales”, y en el plano nacional a una Constitución
que nunca termina por existir. De este modo se ha generado
un debate nacional por momentos tendencioso, estridente y fatalista.
Por momentos, da la impresión de que echamos tanta agua
sobre la planta que quisiéramos ahogarla o matarla.
Y aquí surge una nueva contradicción: ¿no éramos
nosotros, los subversivos presos, cadáveres políticos?
Cuando se restauró la monarquía en Inglaterra,
en 1659, se desenterró el cadáver de Oliver Cromwell
para ahorcarlo y quemarlo en público; esto es lo que
parece, por supuesto hablando metafóricamente, lo que
se quisiera hacer con nosotros: o sea, llevarnos nuevamente
a juicio para cubrirnos de diatribas y liquidarnos o lapidarnos
otra vez con sentencias que niegan en la práctica los
derechos constitucionales a la rehabilitación y reincorporación
a la sociedad; y obviamente esto no apunta a la reconciliación
o pacificación.
Particularmente estoy plenamente de acuerdo con la CVR en
que no puede haber reconciliación si ésta no
se basa en la justicia; por lo tanto, los órganos
judiciales y el Gobierno deberán preocuparse más
en señalar y llevar a los tribunales públicos
a los violadores de derechos humanos; a los responsables
políticos y militares de masacres y desapariciones,
así como de las mafias de la corrupción; que
son casi lo mismo, antes de que estos, como en otros países,
terminen acabando con todo resquicio democrático.
Luego, y en la medida en que es el Gobierno el que ha propuesto
la reconciliación, este debería plantear en
términos claros y sencillos una salida legal, pacífica,
y constitucional —constitucional inclusive en lo que
se refiere a las facultades del Presidente de la República— para
tomar medidas extraordinarias como el indulto o la gracia
en aras de la armonía y el bienestar de la sociedad.
Estoy seguro de que hoy tenemos una gran cantidad de presos
políticos que ya hemos cumplido una razonable suma de
años en prisión y que estamos dispuestos a asumir
un compromiso de volver a la vida democrática y social
del país. Muchas gracias.
Salomón Lerner Febres:
El último
video que ustedes van a ver corresponde a Víctor Polay
Campos, líder
principal del MRTA, detenido en mayo de 1992.
Víctor Polay Campos:
Queridos y queridas compatriotas,
gracias por permitirme entrar en sus hogares. Quiero agradecer
también a la CVR, por esta oportunidad que me brinda
de exponer algunas ideas personales sobre los orígenes
del MRTA, su insurgencia armada y perspectivas.
Yo, como muchos
de los peruanos, pertenezco a una familia comprometida con
el quehacer político. Mi padre fue
fundador del APRA y pasó más de once años
en diversas cárceles del país y otros tantos
años perseguido debido a sus ideas. Desde muy temprano
sufrí lo que fueron los rigores de la dictadura, en
esos momentos, la del General Manuel Odría.
Es así como comprometí mi vida a la causa de
mi pueblo. Hice mis estudios de primaria y secundaria en el
Callao y cuando la dictadura militar rompió la vía
democrática participé en las luchas por defender
la democracia en el país, por lo cual estuve preso en
la cárcel de Lurigancho. Posteriormente, viaje a Europa,
donde estudié sociología y terminé una
licenciatura en economía política en París.
Al regresar a mi patria, me incorporé a las grandes
movilizaciones y luchas que se estaban dando en contra de la
dictadura militar. Recordemos que en esos años, en sus
estertores, la dictadura había dado una serie de medidas
que ahondaban el hambre y la miseria en nuestra patria. Igualmente,
asistíamos al cierre de fábricas, a despidos
masivos y a una violencia cada vez mayor sobre el pueblo peruano.
En esos años tuve la participación en lo que
fue la experiencia importante y hermosa de la Izquierda. Fui
miembro del Comité Ejecutivo Nacional de la Unidad Democrática
Popular (UDP), y participé también en el Comité Directivo
de Izquierda Unida presidida por el recordado Alfonso Barrantes
Lingán. Esos años importantes en la vida del
país que conllevaron a conquistar la democracia; sin
embargo, no lograron resolver los problemas que aquejaban a
las grandes mayorías. La joven democracia fue incapaz
de poder resolverlos.
En el año 1980, peruanos que veníamos del Partido
Socialista y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
fundamos el MRTA, y en 1984 decidimos incorporarnos a la lucha
armada, porque considerábamos que en esas circunstancias
que vivíamos, teníamos que hacer la política
con las armas. Veíamos, con mucha preocupación,
como después de cuatro años de conflicto interno
los contendientes no ofrecían ninguna alternativa al
país. El país y las masas populares sufrían
las consecuencias de la violencia política, donde no
se respetaban los derechos humanos, ni las leyes de la guerra
y, por el contrario, se expresaba un profundo desprecio por
la vida humana; y las organizaciones populares que no se sometían
a sus designios eran tratadas brutalmente.
Por eso, cuando
surge el MRTA, tratamos de darle un contenido guerrillero que
permitiera diferenciar, ante la población,
lo que era una alternativa revolucionaria. Recordemos que en
esos años, se vivía en América Latina
la euforia del triunfo sandinista en Nicaragua, las luchas
en El Salvador, Guatemala, Colombia, la victoria de los movimientos
de liberación nacional en Asia y África; los
que parecían decirnos que la guerra revolucionaria era
el camino para resolver los problemas de las grandes mayorías.
Cuando
insurgimos en armas en 1984, cada acción que
realizamos la reivindicamos y la explicamos a la población;
y en el campo, nuestras columnas guerrilleras estaban uniformadas
y con rangos reconocidos, para evitar así que la población
civil sufriera las consecuencias del enfrentamiento. A pesar
de que escogimos el camino de la lucha guerrillera, nunca descartamos
las posibilidades del diálogo, del entendimiento para
resolver los problemas que aquejaban a nuestra patria.
De este
modo, el 15 de agosto de 1985, dimos una conferencia de prensa
a nombre del MRTA en la que declaramos una tregua
unilateral al gobierno del doctor Alan García Pérez,
porque considerábamos que el APRA había triunfado
producto de la voluntad del pueblo y nosotros, respetuosos
de esa voluntad popular, que se había expresado en las
urnas, declaramos esta tregua. Igualmente, en el año
1990, a través de un congresista que era representante
de la facción parlamentaria gobiernista, le hicimos
llegar un mensaje al presidente Fujimori donde le planteamos
el inicio de un diálogo que permitiera resolver por
los caminos del entendimiento el conflicto interno que vivíamos
y no ensangrentar más nuestra Patria. Sin embargo, Fujimori,
con esa concepción autoritaria que lo caracterizó,
simplemente nos dijo que el único diálogo posible
era la rendición; y, en 1992, cuando dio su autogolpe,
el MRTA se comprometió a desarrollar una lucha antidictatorial
que pudiera llevar, otra vez, a la conquista de la democracia.
A lo largo de todos los años de la dictadura fujimontesinista,
el MRTA tuvo una lucha consecuente, que tuvo también
muchos costos y muchos esfuerzos, con la caída de compañeros
valiosísimos. Aquí a la Base Naval del Callao,
el 11 de junio de 1993 vino a verme Vladimiro Montesinos con
el Almirante Américo Ibárcena Amico, pidiéndome
que me pronunciara en apoyo al gobierno de Reconstrucción
Nacional, y si no, sería fusilado. Al negarme a este
pedido, Montesinos me dijo que mi familia podría ya
comprarme un cajón en la “Funeraria Merino”.
En los siguientes años las presiones continuaron, junto
con dádivas u ofrecimientos para mejorar nuestra condición
carcelaria, a condición de que hiciéramos declaraciones
públicas en contra del doctor Alan García Pérez
o en contra del embajador Javier Pérez de Cuellar.
Por
eso es que tuvimos nosotros una carcelería inhumana.
Los miembros del MRTA estábamos aislados entre nosotros.
Solamente podíamos conversar con nuestra familia una
vez al mes durante treinta minutos con un comandante al lado.
Es decir, los miembros del MRTA en la Base Naval, durante un
año, solamente podíamos conversar seis horas;
el resto del año era silencio. El año 1999, cuando
nos enteramos de que los jóvenes, la reserva moral del
Perú, se encontraba movilizándose en las calles
en rechazo a los atropellos que había desarrollado la
dictadura contra el Tribunal Constitucional y contra la re
reelección, los miembros del MRTA hicimos acá una
huelga de hambre de 30 días, porque consideramos que
aun, en las mismas entrañas de la dictadura, era posible
resistir. En esta lucha consideramos que el honor y la dignidad
de nuestro pueblo y del MRTA estaban en juego y por eso no
admitimos, de ninguna manera, hacer ninguna concesión
a la dictadura fujimontesinista, una de las dictaduras más
corruptas y criminales de nuestra patria.
En estos años tan intensos vividos por el MRTA, dimos
lo mejor de nosotros, lo entregamos todo, y con esa autoridad,
queremos decirles que aquellos que sufrieron, padecieron el
dolor y fueron también? tuvieron que contar con víctimas.
Quiero llevarles a ellos, decirles, que lo lamento mucho y
que les expreso mis condolencias. Expreso mis condolencias
a los familiares y amigos de mis compañeros caídos,
como también a los familiares y amigos de los caídos
de aquellos que en algún momento fueron mis adversarios.
Sé que ahora se mantienen las causas o muchas de las
causas que dieron base a la insurgencia armada, pero también
sé que el Perú y el mundo han cambiado, y sé que
ahora es posible buscar nuevas vías, nuevos caminos,
a través de los cuales podamos resolver los problemas
que aquejan a nuestra patria.
En las últimas elecciones el pueblo votó por
la democracia, votó contra la dictadura, contra la corrupción,
contra la impunidad. Considero que la tarea del ahora, la responsabilidad
de todo peruano consciente, es defender esta democracia que
tanto ha costado a nuestra patria. Y defenderla es profundizar,
desarrollar, extender esta democracia, permitir finalmente
que la sociedad civil juegue un papel fundamental, un papel
protagónico y que sea un sujeto en la construcción
de su propia historia. Creo que es importante que los partidos
políticos, las organizaciones sindicales y populares,
los movimientos de mujeres, de jóvenes, etc.; se fortalezcan,
que sean la garantía de este cambio democrático
de nuestra patria; y a eso apostamos, en eso creemos. Desde
muy niño, de mi padre y de mi madre y de mi pueblo he
aprendido a asumir mis responsabilidades. Yo no puedo decir
que solamente he sido un ideólogo del MRTA, he sido
también su jefe político y militar, y estoy dispuesto
a asumir mis responsabilidades, solamente pido un juicio justo.
Pero
quiero apelar a la grandeza de mi patria, quiero recordar a
los chilenos que eran salvados de las aguas en la Guerra
del Pacífico que gritaban “viva el Perú generoso”.
Quiero apelar a esa grandeza y a esa generosidad para pedir
la libertad de mis compañeros. La mayoría de
ellos jóvenes que lo dieron todo por un ideal de justicia
y que se encuentran con diez o quince años de prisión,
en promedio. Creo que ellos deben tener la oportunidad de volver
a reincorporarse a la vida del país, a volver al seno
de su pueblo, al seno de sus hogares. Y estoy seguro que con
la misma fuerza, con la misma voluntad, con la misma convicción
con la cual se levantaron y nos levantamos en armas, apostarán
ahora por afirmar el camino democrático que permita
construir un Perú nuevo en un mundo nuevo.
Estoy seguro,
tengo la firme convicción, de que los
futuros años de nuestra patria deben llevarnos a ir
sentando las bases para construir un Perú nuevo en un
mundo nuevo. Muchas Gracias.
Salomón Lerner Febres:
Bien señores. La CVR
ha escuchado atentamente éstas y otras declaraciones
de personas que pertenecen o pertenecieron a organizaciones
subversivas.
A este respecto, cabe mencionar, que se ha recogido
el testimonio de más de mil personas que están actualmente
en prisión y hemos recibido documentos diversos vinculados
a estas organizaciones. Todo este material es y continuará siendo
materia de análisis y ponderación de modo que
pueda ser considerado en el momento de la elaboración
de las conclusiones y recomendaciones de nuestro informe final
que será presentado al país en el próximo
mes de agosto.
Señoras y señores, concluida la proyección
deseamos anunciar que esta tarde daremos inicio, propiamente,
a las Sesiones de Balance y Perspectiva. En ellas diversos
actores institucionales presentarán su reflexión
sobre el papel que cumplieron y las responsabilidades en que
incurrieron durante el periodo de violencia interna. La ciudadanía
estará así en situación de oír,
evaluar y juzgar.
Les agradecemos su concurrencia esta mañana y los invitamos
a seguir acompañándonos. Antes de retirarse les
ruego presten atención a algunas de las indicaciones
que hará la encargada de Imagen Institucional.
Iris Jave:
Les quiero recordar que la sesión de esta
tarde se inicia a las 3.00 p.m. en punto. Televisión
Nacional del Perú (Canal 7) va a retransmitir tanto
la sesión especial que hemos tenido esta mañana
como la de la tarde, a partir de las 2.00 p.m. Entre las 2.00
p.m. y las 6.00 p.m., Canal 7 va transmitir todos estos días
las sesiones que va a realizar la CVR.
Finalmente, les queremos
indicar que, durante el tiempo que duren las sesiones, los
Comisionados no van a emitir declaraciones
a la prensa; lo harán al final de las mismas. Ojalá que
podamos respetar estos acuerdos. Muchas gracias.
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