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PRESENTACIÓN DEL TRABAJO ANTE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL EN EL PERÚ
Reunión en Lima

Señoras y señores:

Deseo comenzar estas palabras expresándoles nuestro más sincero agradecimiento por el generoso apoyo que han brindado a la Comisión de la Verdad y Reconciliación durante estos dos años de trabajo. El respaldo que ustedes nos han dado en estos meses ha sido decisivo no solamente en el estricto sentido material, financiero o técnico, sino también, en igual medida, en un sentido moral: nos ha servido de aliento y nos ha provisto de una inapreciable confianza para encarar una tarea que desde el inicio previmos que sería muy dura y exigente.
Queremos, hoy, a título de retribución, si bien parcial y muy insuficiente, informarles sobre el trabajo que hemos realizado, sobre los resultados que vamos a entregar a la Nación peruana y a la comunidad mundial y sobre nuestras esperanzas para el futuro. Lo hacemos no solamente agradecidos, como he dicho ya, sino también, abusando de la generosidad de ustedes, con la expectativa de que seguirán acompañando al Perú en el cumplimiento de las tareas que dejará señaladas el Informe Final de la Comisión, que será, en rigor, no un punto de llegada y de cierre, sino un punto de partida hacia un futuro que, esperamos, ha de ser mejor para todos los peruanos.

Objetivos y actividades

Los objetivos asignados legalmente a la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú son muy amplios: investigar los crímenes y violaciones de los derechos humanos cometidos entre los años 1980 y 2000 en el contexto del conflicto armado interno, contribuir a la acción de la justicia en relación con dichos crímenes, señalar los factores que hicieron posible la violencia, proponer al Estado peruano medidas de reparación de daños a las víctimas, plantear reformas institucionales para enfrentar las causas y las secuelas de la violencia, e iniciar un proceso de reconciliación.
Organizamos nuestro trabajo alrededor de una convicción y una actividad centrales: esta comisión ha estado centrada en la atención a las víctimas y, por tanto, su investigación ha descansado principalmente sobre el recojo de testimonios. Hemos recabado cerca de 18 mil testimonios de crímenes y violaciones de derechos humanos, que se encuentran en la fase final de procesamiento informático.
Esa valiosa información es interpretada en una perspectiva multidisciplinaria. La analizamos desde un punto de vista jurídico, a la luz del derecho penal peruano y del Derecho Internacional Humanitario, para establecer la ocurrencia de patrones de crímenes y violaciones de derechos humanos atribuibles tanto a las organizaciones subversivas como a las fuerzas de seguridad del Estado. El enfoque jurídico nos sirve también para establecer responsabilidades individuales que deben dar lugar a procesos penales en los órganos correspondientes.
Por otro lado, la Comisión ha desarrollado investigaciones de reconstrucción histórica y de interpretación científico-social que nos permiten, siempre a la luz de esos testimonios y otras fuentes directas, hacer comprensible el proceso en el contexto social y político del Perú contemporáneo.
Esas investigaciones se han complementado con un largo ciclo de conversaciones con los actores directos del conflicto, siempre con el objetivo de reconstruir los hechos recogiendo la palabra directa de los involucrados para someterla a análisis y corroboración. Así, la Comisión ha sostenido conversaciones con los altos mandos de las fuerzas armadas y de la policía nacional sobre su participación en el proceso de violencia. Se ha conversado con los mandos actuales y también con varios oficiales retirados que fueron altos jefes militares en la época de la violencia. De igual manera, hemos sostenido diálogos con los principales líderes de las organizaciones subversivas, hoy recluidos en centros penales de alta seguridad, así como con otros líderes importantes, aunque de menor rango, igualmente presos.

Lecciones históricas

La Comisión de la Verdad y Reconciliación expondrá el resultado de todas estas investigaciones en un informe final, que será presentado el 28 de agosto de este año. Entendemos este informe como una contribución sustancial a la restauración de la justicia en el Perú al menos en tres grandes sentidos: en primer lugar, hacer conocer la verdad es una forma de desagravio y de reparación moral a las víctimas, que en su mayoría pertenecen a los estratos sociales más postergados en la sociedad peruana; en segundo lugar, esa verdad debe abrir paso a la justicia penal y la consiguiente sanción a los culpables; en tercer lugar, nuestra investigación debe dar lugar a medidas de reparación de daños para quienes fueron víctimas de la violencia. Esas reparaciones serán de carácter material y simbólico y de aplicación individual y colectiva. Creemos que esa es la única forma de atender a la complejidad de los daños dejados por la violencia.
Más allá de los hallazgos y propuestas específicos, la Comisión de la Verdad y Reconciliación ha llegado a conclusiones de carácter general sobre las características de la sociedad peruana que hicieron factible el proceso que investigamos. Es en esta dimensión – de evaluación y crítica de la organización social y política del Perú – donde encontramos que el trabajo de la Comisión y el cumplimiento de sus recomendaciones tiene una importancia crucial para la consolidación de una democracia verdadera y sobre todo perdurable.
La Comisión señalará de qué manera la violencia y el carácter que ésta tuvo obedeció en una medida significativa a las insuficiencias del desarrollo político peruano. El elemento originario de esas insuficiencias se encuentra en el tema de la ciudadanía. En el Perú, la condición de ciudadano, entendida como la posesión de derechos civiles, políticos y sociales, y la capacidad de ejercerlos efectivamente, no es una situación generalizada, sino privilegio de un sector reducido de la población.
Entendemos que esa gran vacío se encuentra, también, en el origen de las continuas frustraciones democráticas del Perú. Con una población poco favorecida por la existencia del Estado de Derecho, puesto que éste, de existir, sólo favorece a una minoría, es comprensible que la democracia en nuestro país sea frágil y resulte vulnerable a proyectos autoritarios.
Sostendremos, por tanto, que es urgente llevar adelante vigorosas políticas de desarrollo ciudadano. Esperamos, para ello, contar con el compromiso del Estado y de los diversos sectores de la sociedad civil. Al mismo tiempo, deseamos que la comunidad internacional oriente en una medida importante su cooperación con el Perú a proyectos que tengan como fin directo o indirecto la promoción, la difusión y el fortalecimiento de la ciudadanía.

Reformas institucionales

Esto supone, en un sentido más directo, un arduo trabajo de desarrollo institucional, que debe empezar por una reforma del Estado que lo haga más democrático, más inclusivo de los sectores postergados y más accesible a las demandas organizadas de la población.
En nuestro estudio de la violencia, encontramos que la ausencia del Estado en muchas zonas del territorio nacional, o su presencia exclusivamente bajo formas represivas, significó un trágico vacío en el que la subversión pudo ganar terreno. Al mismo tiempo, las respuestas de las fuerzas del orden resultaron en graves violaciones de los derechos básicos por la débil presencia y acción de las autoridades civiles y judiciales. En conjunto, hablamos de un Estado precario, que no pudo defender con eficacia y legalidad el orden democrático.
El pasado régimen autoritario puso en práctica las reformas económicas estructurales destinadas a instaurar una economía de mercado en el Perú. No realizó, sin embargo, las reformas institucionales necesarias para tener un Estado democrático. Ellas son una tarea pendiente en el Perú de hoy.
Hablamos, principalmente, de una verdadera reforma del Poder Judicial que lo haga eficaz y rápido, pero al mismo tiempo independiente y accesible a la población. Se debe tener presente que los grandes abusos contra los derechos humanos ocurridos entre 1980 y 2000 fueron posibles por la falta de un sistema judicial que constituyera garantía suficiente para los ciudadanos.
Asimismo, es urgente que se lleven a cabo reformas profundas de las instituciones del Estado encargadas de sostener el orden interno. Como se ha visto en otros países de América Latina, también en el Perú la policía y las fuerzas armadas precisan, todavía, asumirse como órganos subordinados al poder civil y al servicio de la ciudadanía, e incorporar de manera activa una cultura de respeto a los derechos humanos y de tratamiento igualitario a la población.
De igual manera, es preciso que se lleve adelante en el Perú una reforma del sistema político. Actualmente, se está realizando un nuevo debate constitucional. En ese debate se discute, entre otros elementos, el diseño de los mecanismos de representación, y por tanto, de constitución del poder civil y democrático. Sostenemos que el diseño constitucional del sistema político será beneficioso para nuestra democracia únicamente si va a acompañado de una profunda reforma del sistema de partidos políticos, que, pese a su importancia central, constituye hoy uno de los eslabones más débiles en la cadena de la restauración democrática.
En el Perú no existe hoy en día un sistema de partidos en sentido estricto. Después de la disolución del anterior sistema, hace ya más de una década, no se ha vuelto a constituir un esquema de representación política con ofrecimientos ideológicos y programáticos claros, liderazgos estables sustentados en un elecciones internas, y equipos profesionales aptos para el manejo competente y honesto de la cosa pública. Sostenemos que una organización de la vida política de manera institucional, ordenada, capaz de procesar las demandas de la población y con mecanismos de rendición de cuentas, es indispensable para evitar un nuevo quiebre del sistema de representación.

El sistema educativo

Deseo mencionar, por último, un tema de importancia fundamental en nuestro análisis del proceso de violencia y crucial para el futuro político, social y económico del Perú: me refiero al sistema de educación.
La Comisión ha encontrado que el desarrollo de la subversión fue en gran medida posible por los vacíos en el sistema de instrucción pública, que las organizaciones alzadas en armas aprovecharon para extender su prédica y reclutar adherentes. Esto ocurrió tanto en la educación escolar como en la educación universitaria. Aunque no fue una situación generalizada, si sucedió en una medida preocupante, que no cabe desconocer.
La educación pública en el Perú se encontraba entonces, y se encuentra todavía, en una situación de muy grave precariedad material y padece, también, un significativo descenso de su calidad. De otro lado, es impresionante la frecuencia con la cual las víctimas entrevistadas por la Comisión, reclaman, a manera de resarcimiento, mejores oportunidades de educación para sus hijos. La educación es percibida en el Perú, como en la mayoría de los países de la región, como la principal vía de ascenso social por la mayoría de la población pobre y marginada. La educación es, asimismo, y con más razón en el mundo de hoy, la principal herramienta para el desarrollo de nuestras naciones.
Urge, pues, por razones de justicia, por razones de prevención de la violencia, y en una perspectiva de desarrollo humano, llevar a cabo una reforma de la educación a gran escala. Para la Comisión, este es un tema central en sus recomendaciones y, así lo creemos, resulta esencial para el futuro de nuestra democracia.

Compromisos, alianzas, apoyos

La Comisión dejará, en su informe final, recomendaciones precisas sobre los puntos que acabo de mencionar, y sobre otros de parecida importancia. Ella, sin embargo, concluye su trabajo en el mes de agosto, y es, por tanto, tarea y responsabilidad del Estado y de la sociedad civil poner en práctica tales propuestas, además de las otras recomendaciones ya señaladas relativas a reparaciones y administración de justicia penal.
Para que esto se realice, es preciso el compromiso de un amplio número de instituciones y organizaciones estatales y civiles, políticas y de otra naturaleza. Los funcionarios del gobierno, los partidos políticos, las organizaciones de los sectores involucrados tienen un papel que cumplir.
La Comisión ha venido sosteniendo reuniones con esos actores políticos y sociales. Se busca, de parte de ellos, sensibilidad frente los hechos que expondremos, y a partir de ello, un serio compromiso con nuestras propuestas.
De la misma manera, necesitamos y esperamos el compromiso de gobiernos e instituciones foráneas dedicados a la promoción de la democracia, la paz y el desarrollo en América Latina.
Solicitamos de ustedes, amigos, una viva atención al informe final que presentaremos en un plazo muy breve y la incorporación de los temas y propuestas que ahí se expondrán en sus agendas de trabajo relativas al Perú.
Precisamos, en primer lugar, que nos acompañen en el difícil proceso de persuasión a las autoridades peruanas y a los diferentes sectores políticos sobre la necesidad absoluta de asumir nuestras propuestas y recomendaciones de reparación, justicia penal y reformas institucionales.
En segundo lugar, necesitamos que, en los campos de trabajo propios de sus instituciones y organizaciones, esas recomendaciones se incorporen en un lugar central, de manera que en los próximos años la cooperación financiera y técnica con el Perú esté marcada por un gran horizonte: la reforma de sus instituciones para consolidar una democracia respetuosa de los derechos humanos y sustentada en condiciones de equidad para todos los ciudadanos.
Muchas gracias.


Salomón Lerner Febres
Presidente
Comisión de la Verdad y Reconciliación