Discursos
en ceremonias y otros
PALABRAS DE AGRADECIMIENTO DEL DR. SALOMÓN
LERNER FEBRES, PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD
Y RECONCILIACIÓN, POR SU DESIGNACIÓN COMO HUÉSPED
ILUSTRE DE AYACUCHO
Sr. Alcalde de Ayacucho;
Señores Regidores;
Amigos todos :
Es un verdadero honor para mi recibir este homenaje el mismo
que acepto a nombre de todos quienes formamos parte de la
Comisión de la Verdad y Reconciliación; un reconocimiento
que tiene especial significado pues rinde tributo al trabajo
apasionado y fervoroso de quienes como equipo han venido trabajando
en la Comisión de la Verdad y Reconciliación,
muy en especial a quienes forman parte de nuestro equipo en
Ayacucho desde la Sede Regional Sur Centro, equipo que buscó
ser eco de las voces de las víctimas Ayacuchanas de
la violencia, las cuales han sido largamente olvidadas.
Es para mí un motivo de verdadera satisfacción
poder visitar nuevamente Ayacucho. Llegar a esta parte de
nuestro territorio nos permite reencontrarnos con una tierra
cálida, cargada de un pasado singular y de una vivísima
tradición artística y cultural que, fundiendo
el pasado con el presente para así ofrecernos renovados
frutos, ha sabido trascender el tiempo y nuestras fronteras.
Ese arte auténtico, que no surge de consignas acotadas
en la coyuntura sino de un saber ancestral y profundo, es
una de las mejores evidencias que tenemos de nuestra esperanza,
de nuestro deseo de ser en comunidad. Recorrer las plazas
y calles de Ayacucho significa, pues, poder tomar contacto
con esa sabiduría propia del arte popular, al tiempo
que nos permite acercarnos a una atmósfera profundamente
religiosa y a un pueblo hospitalario que, como sucede ahora
conmigo, abre su corazón al visitante de un modo afectuoso
y desprendido.
Estar en esta hermosa tierra nos recuerda, además,
que hace ya más de ciento ochenta años se libró
en ella la batalla definitiva que dio a luz a nuestra nación,
batalla que, a decir verdad, en cierta forma continúa
en el afán de un pueblo por tomar su asiento en la
naturaleza, por construirse un destino propio, digno y próspero.
Todo lo dicho forma parte indesligable de lo que aquí
se vive y respira. Y sin embargo, nuestra imagen de Ayacucho
estaría incompleta si soslayáramos que él
es, también, uno de los departamentos más pobres
de nuestro país, signado en gran medida por el atraso
y el abandono provocados por la incuria en la que han incurrido
con demasiada frecuencia nuestros gobernantes, pero también
por una guerra cuyas heridas todavía no se han terminado
plenamente de restañar. Aquí, en efecto, se
iniciaron y padecieron con más intensidad una serie
de indescriptibles hechos de violencia, desgracias humanas
y a la vez sociales instigadas, posibilitadas o permitidas
por un grave proceso de descomposición de nuestras
instituciones políticas; por el triunfo de la arrogancia,
la ceguera y la crueldad de unos cuantos, y, es cierto, también
por el debilitamiento de la sensibilidad moral de nuestra
comunidad nacional.
La situación de olvido en la que ha quedado este departamento
tras el trágico período de veinte años
de violencia, representa para nuestra nación una impostergable
deuda histórica. Esa deuda, ciertamente, no sólo
es material, sino también moral. Es necesario que recuperemos
la verdad de lo ocurrido aquí y en otras zonas de nuestro
país para poder mirar colectivamente hacia el futuro.
La exposición pública de esa verdad, tarea de
la Comisión que me honro en presidir, no ha de restituir,
lo sabemos bien, las vidas segadas por el odio y la estupidez
de los verdugos, pero sí contribuirá a restaurar
la dignidad debida a la memoria de las víctimas y hará
conocer a los dolientes que ellos y sus padecimientos están
en la mente y los corazones de sus compatriotas, que ellos
están llamados también a ser ciudadanos de pleno
derecho de esta República que todos deseamos edificar
sobre bases realmente sólidas.
La verdad que estamos buscando tiene que ser, pues, también
una verdad sanadora. A lo largo de estos veinticuatro meses
de trabajo, nuestros esfuerzos se han hallado encaminados
en esa dirección, pues estamos convencidos de que,
si el país ha tenido la valentía de auscultar
sus heridas antiguas y recientes, lo ha hecho, también,
porque anhela que ese severo ejercicio de introspección
colectiva permita cerrar las brechas que nos separan, suavizar
las asperezas de nuestro tejido social, instaurar un sentimiento
de comunidad. Así, al hablar de reconciliación
—ese otro gran horizonte hacia el cual aspira nuestra
labor— lo que estamos persiguiendo es un acto de aproximación
simbólica, un esfuerzo de imaginación moral
que permita tender puentes entre los miembros de nuestra sociedad,
pero sin excluir, desde luego, la acción de la justicia
ahí donde se considere pertinente y necesaria.
Ciertamente, hasta la presentación de su Informe Final,
la Comisión no puede adelantar juicio sobre el resultado
de sus investigaciones. Podemos afirmar, sin embargo, que
ese documento se hallará inclinado a reivindicar los
derechos de los más débiles, de los desposeídos,
de los necesitados, que fueron los que más sufrieron
con esta guerra. En esa medida, nuestra identificación
con el pueblo ayacuchano —uno de los más golpeados
por la violencia, pero a la vez uno de los que más
ha luchado por la recuperación de la paz y la democracia
en nuestra patria— no puede ser sino sincera y total.
Señor Alcalde:
Hoy, tras haber sufrido durante muchos años intensamente
la violencia, Ayacucho tiene la oportunidad de asumir un nuevo
desafío histórico : el de convertirse en un
faro de la paz para el resto del país. La lucha hoy
es por la liberación de las cadenas de la violencia,
lucha por un compromiso de construir una sociedad más
democrática que es un anhelo apremiante por lograr
un espacio digno donde sea posible la convivencia humana,
construido a partir de la superación de la exclusión
y la injusticia.
Hago votos porque esta hermosa tierra asuma orgullosa este
liderazgo que el país reclama y así se convierta
en símbolo ya no del dolor y la tristeza sino más
bien de la solidaridad y la esperanza.
Salomón Lerner Febres
Presidente
Comisión de la Verdad y Reconciliación
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