Discursos
en firmas de convenios
Suscripción de acuerdo de cooperación
con Canadá
Palabras de agradecimiento del Presidente de la CVR
Las tareas que han sido encomendadas a la Comisión
de la Verdad y Reconciliación son complejas y múltiples,
pero tal vez puedan resumirse en el enunciado de una misión
esencial: contribuir a la instauración de un orden justo
y democrático en nuestro país, a través
del reconocimiento y la superación de nuestras grandes
fallas colectivas del pasado, aquéllas que hicieron
posible los terribles años de violencia que hemos sido
llamados a investigar.
Tenemos por delante, en efecto, una
labor dura y exigente, y al mismo tiempo ineludible. En unos
días más,
concluido el período de organización interna
de nuestro trabajo, la Comisión iniciará su convocatoria
al país entero, y acudirá a él, para oír
el testimonio de las víctimas de violaciones de los
derechos humanos e investigar la verdad sobre los hechos de
violencia ocurridos entre los años 1980 y 2000, hechos
ante los cuales —hay que reconocerlo— la Nación
prefirió cerrar los ojos antes que denunciarlos, castigarlos
o impedirlos. Asimismo, invitaremos a la sociedad a acompañarnos
en una honda meditación sobre las razones por las que
todo esto fue posible. Poco habremos avanzado hacia un mejor
futuro colectivo si nos limitamos a tomar nota de los sucesos
de aquellos años. Más allá de la importante
información que recabemos, será fundamental hacer
un examen de conciencia que nos indique qué debemos
cambiar de nuestra vida compartida para hacer de ella un espacio
de paz y realización de las personas. Ello nos llevará hacia
la reconciliación, meta final de nuestros esfuerzos,
la que sólo será posible si media antes el arrepentimiento
de los victimarios, la reparación de los daños
sufridos por las víctimas y la libre decisión
de éstas de perdonar los agravios recibidos.
Los peruanos
sabemos que no estamos solos ante este reto crucial de nuestra
vida nacional, pues somos conocedores de la buena
voluntad y la generosidad de las grandes naciones democráticas
del mundo. El pueblo y el gobierno de Canadá bien pueden
ser el paradigma de esa actitud de compromiso con la promoción
y defensa de la democracia alrededor del mundo, y no es extraño
por ello que, a través de su embajada en Lima, haya
sido esa gran nación una de las primeras en ofrecer
su apoyo a la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Ya en las primeras semanas después de instalada la
Comisión, recibimos del gobierno canadiense un espontáneo
ofrecimiento de apoyo logístico, el que fue de invalorable
ayuda para dar nuestros primeros pasos. Ahora, por medio del
acuerdo que suscribimos en este instante, el gobierno de Canadá extenderá esa
colaboración al financiamiento de diversas actividades
de la Comisión vinculadas principalmente con una necesidad
prioritaria: la de entablar una fluida e intensa comunicación
con la sociedad peruana, de manera que ella se halle adecuada
y permanentemente informada sobre nuestra misión y objetivos
y sobre el progreso de nuestros trabajos.
La cooperación financiera del gobierno de Canadá nos
permitirá, en efecto, subvenir en una porción
significativa nuestra campaña de información
al público por medio de anuncios publicitarios y mediante
la creación de una página electrónica
en Internet. Por esos medios, y otros que pondremos en práctica
próximamente, aspiramos a lograr que este proceso de
investigación y reflexión que nos disponemos
a iniciar se convierta verdaderamente en una actividad colectiva.
Esto es de importancia fundamental, pues nuestro trabajo sólo
podrá dar resultados beneficiosos para la sociedad peruana
si ésta lo adopta como un deber propio. Las verdades
que vamos a exponer, que no conciernen únicamente a
los hechos, sino también a los factores que los hicieron
posibles, deben ser asumidas como fruto de un acto de introspección
realizado por todos los peruanos. Todos debemos, pues, estar
imbuidos de los propósitos morales que animan a esta
Comisión y sentirnos comprometidos con la tarea de enmendar
las grandes fallas de nuestra sociedad y dispuestos a mirar
con ojos compasivos y, sobre todo, respetuosos a las víctimas.
Gracias
al gobierno de Canadá, representado por su
embajador en Lima, el excelentísimo señor podremos
avanzar hacia el establecimiento de esa necesaria comunicación
fluida, oportuna y permanente. La Comisión de la Verdad
expresa por ello su reconocimiento a esa ejemplar nación,
amiga constante y segura de nuestras ilusiones democráticas.
Salomón Lerner Febres
Presidente
Comisión de la Verdad y Reconciliación
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