Segunda Sesión,
8 de agosto de 2002
Caso 7. Testimonio
de la señora Endelicia Malpartida de la Cruz
y la
señora Ofelia Celis Malpartida.
Salomón Lerner:
(audio cortado) Audiencia Pública,
damos inicio a la segunda sesión de la misma y lo hacemos
invitando a la señora Endelicia Malpartida de la Cruz
y a la señora Ofelia Celis Malpartida, se aproximen
para brindar su testimonio.
Según refieren las testimoniantes y esto lo escucharemos
de boca de ellas mismas, de modo más explícito.
Antonio Celis, pariente fue intervenido en su domicilio por
efectivos del ejército, siendo torturado. Fue trasladado
al cuartel de Aucayacu pero las autoridades militares negaron
la detención, encontrándose hasta le fecha en
calidad de desaparecido.
Rogamos a la concurrencia y a los
señores testimoniantes,
se pongan de pie. Señora Ofelia Celis Malpartida, señorita
Endelicia Malpartida de la Cruz, van a brindar ustedes su testimonio
ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Al mismo tiempo lo van a hacer ante el país. Prometen
solemnemente hacer su declaración con honestidad, con
buena fe y a decir sólo la verdad en torno a los hechos
materia de su narración.
Sí.
Muchas gracias, pueden tomar asiento.
Sofía Macher:
Buenas tardes, muchas gracias por haber
aceptado dar su testimonio a la Comisión de la Verdad
y Reconciliación en frente del público y estamos
seguros que el esfuerzo y la decisión de darlo nos va
a ayudar mucho en nuestro trabajo. Por favor adelante con su
testimonio.
Ofelia Celis Malpartida:
Muchísimas gracias por permitirme
estar aquí, después de evaluar el caso. Yo soy
Ofelia Celis Malpartida, hermana de un detenido, posteriormente
desaparecido, un asesinado y también mi padre. Mi mamá,
la señora Endelicia Malpartida de la Cruz.
Básicamente, nosotros nos convocamos aquí para
poder contarles nuestra realidad en base a nuestros testimonios.
De esta forma también todos ustedes pueden determinar
el grado de responsabilidad de las personas que han intervenido
para poder dañarnos psicológicamente ¿no?,
y del cual nosotros hemos logrado sobresalir.
Lo que les puedo
decir en términos generales, tanto
de mi padre y mis hermanos, al igual creo que todos ustedes
significa mucho. Lo primero, nuestra familia, hay un sentimiento
grande hacia ellos que esperamos de cierta forma cuando somos
niños, ser educados, ser vestidos, ser alimentados y
lo que pedimos de nuestros padres es un techo.
Pero, cuando
se nos quita eso ¿que nos queda a nosotros?,
afrontar la realidad. Y más aún si agregamos
que si se nos quitan a nuestros hermanos, como es en mi caso.
Mis hermanos mayores igual.
Realmente, nosotros estamos muy
dolidos y también decepcionados
de nuestras autoridades. A continuación voy a presentar
el caso de mi padre, los hechos de cómo han sucedido.
A mi padre, el nueve de setiembre de mil novecientos ochentitres
lo asesinó Sendero Luminoso. Que posteriormente, se
dijo que fue una equivocación. Mi padre se llamaba Ruperto
Celis Ramírez, en ese entonces nosotros vivíamos
en el kilómetro catorce de la carretera marginal, distrito
de José Crespo y Castillo, provincia de Tingo María,
departamento de Huánuco.
A eso de las siete de la noche
llegaron dos desconocidos en una moto, entraron a la casa de
mi vecino, porque para ese
momento él se encontraba acompañándolos
a los niños que también sus padres posteriormente
habían sido asesinados cruelmente por Sendero Luminoso.
Sin
pedir explicación alguna a mi padre lo sacaron
de la casa, le hicieron arrodillar y de un tiro a la sien le
quitaron la vida. Para eso yo me encontraba en el río
con mis hermanos menores . Tres hermanos menores nos dirigíamos
a la casa de una vecina y simultáneamente mi madre se
iba a comprar unas velas porque en ese lugar no existe luz.
Como en todos los lugares que están un poco distantes
a los distritos, a las provincias no se cuenta con los servicios
básicos.
A mí, en el trayecto que subía a dejar a mis
hermanos, me pasa la voz una de las niñas, Norma. Me
dice que a mi papá lo asesinaron. Bajé rápidamente
a verlo. Lamentablemente cuando llegué él no
pudo decirme nada. Estaba caliente, me hubiera encantado que
por lo menos me diga, hija continúa adelante que posteriormente
mi madre lo hizo.
Mi madre, en la bodega donde fue a comprar,
también
llegaron tres personas, asesinaron a la persona de la bodega
y también previamente a una señora que gracias
a Dios, se salvó. Y la persona que le ha socorrido,
que le ha llevado al hospital, nunca más pudo regresar
a sus tierras, por salvar una vida, fue condenado para abandonar
a sus hijos y a su esposa.
Estos hechos que nosotros estamos
tratando de resumirlo para poder alcanzar los casos de mis
dos hermanos a continuación.
Lo va hacer mi madre, el caso de mi hermano, el caso de mi
hermano Miguel Benigno Celis. Siéntate madre.
Endelicia Malpartida de la Cruz:
Muy buenas tardes con todos,
con la Comisión de la Verdad, y público en general.
Yo me llamo Endelicia Malpartida de la Cruz, que también
soy una madre afectada que me quedé con mis menores
hijos, donde a que perdí a mi esposo, me quedé con
mis siete hijos, también lo perdí a otro mi hijo,
que no sé nada de su paradero. Porque es detenido y
desaparecido, Antonio Benigno Celis Malpartida. Que en el segundo
hijo es Miguel Benigno Malpartida, que fue asesinado en el
kilómetro tres, donde nosotros vivimos, vivíamos
en el kilómetro catorce, cuando sabíamos que
había un, un comentario que va a haber un disturbio,
nos retiramos a Aucayacu.
En un hotel llamado el Tumim, ahí nos alojamos. Pero
al día siguiente nosotros nos levantamos temprano para
regresar a nuestro destino. En eso, yo salí para el
lugar al tres, dirigiendo para Sanapilla, hacia un lugar y
le decía a mi hijo que me espere, pero él ya
no nos esperó, se había venido. En ese caso él.
Llegamos a Sanapilla y ya era un poquito que nos demoramos
nosotros, nos dirigimos a nuestro lugar, a nuestra chacra.
Pero ¿qué pasa?, tomamos nuestra movilidad nosotros.
En ese transcurso que estamos yendo lo vemos a la moto estacionado
en el kilómetro tres pero declinado. Me sorprendí,
digo pero ¿por qué está esa moto ahí si
mi hijo nada tenía que ver?
Llegué a mi lugar, a mi casa, pregunto este de mis
hijos, de mi hijo. Me preguntaron de él y le digo este,
-hoy le veo la moto de mi hijo allá pero no está él, ¿adónde
habrá ido?-, habrá ido a algún lugar así orinar,
quizás se ha bajado y bueno, no ha regresado. Bueno,
en ese instante me retiré a la casa de mi cuñada,
pero tampoco tomé, estaba intranquila. Cuando yo me
iba, justo viene un vendedor de chupetes, me dice señora
-su moto de su hijo está estacionado, pero en mala posición-,
sí le digo, ¿qué parte?, yo también
le he visto, le digo. Pero él no está, yo le
llamé duro, me dice. Uy, ¡qué raro!, le
digo, pero ahí debe estar. Bien.
Entonces, yo desesperada
ya bueno, me fui a la casa del otro de mi hermano, de mi madre
que fue ¿no?, que ahora está abandonada.
Fui para allá con esa me puse a orar, pedir al señor,
regresé pa mi casa. Les cuento y que todavía
no llegaba mi hijo. Me fui en busca con una chica acompañada
que era su vecino, también un chico que estaba acompañado
con mi hijo que fueron asesinados los dos.
Llegamos al tres,
todo esa parte de la cuneta, por todo eso, por todo esas yerbas,
hojarascas, por toda esa parte y llamando,
llamando, arrojando las yerbas, arrojando las ramas empecé a
buscarlo a mi hijo, llamándole, llamándolo. Pensando
en que le habían secuestrado, habían asesinado.
Pensando cosa, barbaridades ¿no?, porque yo ya venía
sufriendo.
Pero, de tanto que busque ese día, bueno. Uno de ellos
me encuentro con uno de su amigo, me dice -señora, a
su hijo le secuestraron- me dice, un carro blanco. Pero es
de, un estación grande. El estaba, él su carro
estaba malogrado, estaban arreglando pe. El lo ha visto que
lo levantaron con armas y con todo. En ese momento yo, yo me
puse más frecuente en búsqueda. Fui a mi casa
a pedir servicio, para que me ayudaran a buscar. Porque pensar
en las autoridades, lamentablemente que a veces ellos nunca
nos apoyan, nunca nos apoyaban. Nunca nos llegaron a apoyar
ni en la pérdida de mi esposo ni en la pérdida
de mi hijo. En ese, ya no había confianza ante nadie,
ni en la misma vecindad.
Estaba buscándole sola y en eso llegó mi hermana,
gracias a Dios, que ella me acompañó. Dormimos
en un lugar aledaño, donde nos vio una señora,
nos dio su posada. Ahí dormimos, de mañana temprano,
nuevamente a buscar a mi hijo por todo el naranjal. Por un
cocal, por unos catalanes, por unos montes, por unas chacras
desconocidas. Que buscamos quizás a un paso donde él
estaba botado.
Es algo horrible y doloroso venir perdiendo
sus seres queridos. Al tercer día, nos fuimos también a buscar en
eso un vecino de la chacra, un tal llamado Guzmán, un
vecino que fue antiguamente un tal Florentino y más
mi compadre y un obrero que vivía en mi chacra. Ellos
se fueron en búsqueda como un llamado de Dios, lo encontramos.
Lo encontraron a mi hijo y justo viniendo nosotros nuevamente.
Después de haber ido a poner este de conocimiento a
la comandancia. Justo nos dice -Miguelito está allá señora-,
me alegro pensando en verle en vida, de encontrarle y de abrazarle
a mi hijo, después de los tres días.
Pero no
fue así, llegamos al lugar, mi hijo botado,
muerto asesinado. Lo abracé a mi hijo, hijo ¿quién
te trajo aquí para que tú estés en este
lugar?, cuando él era un ángel, cuando él
era un chico que realmente valía mucho, era un buen
estudiante. Por todos eran elogiados. En el mismo lugar donde él
ha vivido. Integraba la parroquia, era un animador. Era, él
nunca perdió su tiempo por vanidades. Fue un chico que
realmente se merecía. Cuando él estaba estudiando,
preparándose medicina, pero me lo quitaron la vida.
Cuando llego a Sangapía me dicen - señora a
su hijo lo levantó el carro, un blanco de franja negra
llamado Puricho-Me quedé fría, pero ya te lo
entregarán seguro. Ya vendrá. Anda búscale.
Fui a pedir auxilio a un señor, ese señor me
dice -anda de una vez a la comisaría-, ya me he ido,
le digo. Ya he ido, ya. Pero no tengo nada. Y justo el momento
cuando yo le encuentro, nos hemos ido juntamente con los muchachos
y todo a la comisaría, al ejército dónde
ellos nos prestaron el servicio, en ese momento ya para hacer
el levantamiento de su cadáver.
Lo levantaron, le hicieron
llegar a la morgue. Mis ideas, mis intenciones fue de traerlo
acá a Lima, para hacer
su santo sepulcro. Pero no pude. No fue así. Se quedó en
Aucayacu.
Pero yo quisiera como ustedes de la Comisión
de la Verdad, que no estas cosas de injusticias, que no queden
impune,
que se haga la justicia, pido yo como madre.
Ofelia Celis:
Quisiera agregar a lo que dijo mi madre. Realmente,
tanto en el caso de mi padre y mi madre, la Policía
Nacional, el Fiscal, en ese momento no nos hicieron caso para
poder hacer el levantamiento de cuerpo. Y realmente a nosotros
eso nos da a entender ¿para qué realmente están
ellos si no es para proteger la integridad de todos los seres
humanos?
Saben en el momento que mi madre encontró a mi hermano,
un joven estudioso, un joven tranquilo, que nunca sabía
buscar problema, lo encontró arremangado el abrigo.
Y a una distancia pudimos encontrar sus pertenencias personales,
su libreta militar. Este anteojo que aún lo conservo
con la sangre de él. Y mi hermano es él, esto
es lo que nos queda de nuestro hermano. Estos son los recuerdos
para nosotros poder decir más adelante, ¡aquí hay
una sangre inocente, sangre derramada por crueles personas
que es lo único que saben hacer!, la persona que asesinó a
mi hermano es Juan Alvarado Vasquéz.
Un narcotraficante,
terrorista, fue detenido, procesado, luego ha fugado y actualmente
sé que está detenido.
Espero que la justicia le alcance y sea juzgado por todos los
crímenes que él ha cometido, no solamente la
de mi hermano, muchas que tiene durante su vida. Muchas muertes,
muchas torturas, muchas desapariciones.
La policía en ese momento no supo hacer nada, absolutamente
nada. Nosotros recurrimos a ellos para poder decir esto está pasando.
Porque nosotros en nuestra propiedad es un camino de trocha
hacia cuatro horas de camino, la gente va, viene por esa zona
y definitivamente nosotros no podemos saber, ¿quiénes
ingresan y quiénes salen?, conocemos a un treinta por
ciento de los pobladores. Pero no al setenta por ciento.
La
gente de este mafioso iba a hacer sus negocios en nuestra propiedad,
el terreno es grande, cincuentisiete hectáreas.
Y por lo tanto no podíamos tener el control de toda
la propiedad, hacían sus negocios turbios en ese terreno.
La policía siempre iba, nos acusaba a nosotros, a pesar
de nosotros decirle en muchas ocasiones que mi familia no tenía
nada que ver, a pesar de nosotros haber ido a poner denuncia
y por la causa que le asesinan a mi hermano. Por denunciar
los negocios ilícitos que hacían en nuestro terreno.
Eso fue la causa del asesinato de mi hermano al lado de su
amigo, Nicanor Arce.
Tengo unas fotos que probablemente vayan
a ser crueles, fue en este estado que nosotros encontramos
a mi hermano y a su
amigo, después de tres días de búsqueda
intensa, tres días de dolor para mi familia. Con la
intención de nosotros encontrarlos vivos. Esto no es,
esto no es de un ser humano que podría generar un dolor
a otro ser humano. Eso tiene otro nombre.
Quiero relatar el
caso de mi hermano Antonio Benigno Celis Malpartida, por el
cual nos convocamos aquí y por el
cual he podido también hacer mención el caso
de mi padre y de mi hermano mayor.
A mi hermano Antonio lo
han, de ventiún años,
lo han detenido el trece de octubre de mil novecientos ochentinueve,
para posteriormente desaparecerlo. Ese día a nuestra
propiedad llegó un promedio de cuatro carros, tres camionetas,
un camión lleno de efectivos del ejército, comandando
por el capitán mono y el teniente fantasma. Uno de ellos
apellidado Fernández.
Los oficiales de las Fuerzas Armadas,
no utilizaban su nombre verdadero, utilizaban un apelativo
para nosotros no poder identificarlos
y cuando nosotros recurríamos a los lugares a poder
averiguar ¿qué efectivos han estado en determinadas
zonas?, simplemente nos respondían que esa información
es fideligna y no puede ser alcanzado a un civil.
A pesar de
que nosotros hicimos saber nuestro caso. Ingresaron un promedio
de ochenta efectivos dispersos. Mi hermano descansaba
en el cuarto. Había llegado dos horas antes de Tingo
María, de esta ciudad porque había venido a hacerse
ver, también tenemos las recetas del médico,
sacamos también pruebas para nosotros poder decir que
sí efectivamente ha sido atendido ese día.
Quería
descartarse de una herida que probablemente le ha pegado la
uta. La uta es un bichito, probablemente todos
ustedes lo conocen que tiene la propiedad de ir comiendo la
piel, la carne.
En el cuarto, descansaba tranquilamente. Tiran
la puerta los soldados, sin mediar palabra alguna le sacan
a golpes y para
eso tres personas estaban afuera también tirados. Personas
que tenían que ir a sus propiedades. A sus chacras,
a tres, cuatro horas arriba.
Le golpearon, le propinaron golpes.
A punta de pie, con la culata del rifle, le sumergieron en
la piscicultura, nosotros
teníamos en ese entonces una psico cultura, reiteradas
veces para posteriormente cerrarlo nuevamente en el cuarto
al lado de un señor de nombre Víctor.
Lo cerraron
bajo llave para que ellos puedan ir hacia esos sectores de
alto siete, montaña verde. Según
ellos a capturar a los terroristas. Ellos los denominaban terrucos.
Mi hermano, si según los soldados decían que
era un terruco, hubiera podido escapar. Porque en la habitación
nosotros tenemos una ventana grande y el compañero que
estaba al lado de él, Víctor le dijo - hay que
escapar porque ellos nos van a maltratar y podemos seguir los
pasos de muchas personas- . El dijo no, no voy a escapar, yo
no tengo nada, tengo mis papeles en regla, me van a soltar.
Se quedó esperando su regreso de los militares sin saber
lo que sucedería luego.
Cuando ellos regresaron, han
venido con un promedio de trece personas ensangrentados. Unos
no pudiendo caminar. Eso ¿qué quiere
decir?, que fueron torturados. Ya en la puerta de la casa,
una vez más lo retiraron del cuarto a mi hermano. Comenzaron
a propinarle golpes. Cuando él decía ¿por
qué me castigan cruelmente?, le respondían con
golpes. Eso era la respuesta de ellos. Y cuando un señor
Betin. Dijo al oficial - ¿por qué le castigan
a ese muchacho él nunca ha vivido aquí, él
esta de visita, él está de paso?-. No hicieron
caso omiso. No les interesó. Continuaron con la tortura.
Continuaron golpeándole con la punta de los pies, con
los talones, tirándoles al suelo, pisándoles
la cara. Ustedes saben que esas botas que ellos tienen, pueden
imaginarse ¿cómo ha quedado mi hermano posterior
a esos golpes que los han propinado? No sé si muchos
de ustedes tienen idea de eso. Si todos en algún momento
vimos la pasión y muerte de Jesús, mi hermano
fue torturado y que el señor me perdone por hacer esas
comparaciones.
No contento con verles maltratado, la cara ensangrentada,
rotos toda parte de su piel, el cuerpo hinchado. Vuelven a
sumergirle en la pescera y de tanto golpe le quebraron el hueso
de la pierna ¿Para qué?, para nuevamente en ese
momento mi madre me acuerdo, y eso está bien grabado
en la mente de mi madre también que la necesitaban a
la propietaria de la casa porque según los militares
ella le podría informar de los paraderos de Sendero
Luminoso.
Yo me pregunto, ¿una persona que tenga su propiedad
en un camino de paso necesariamente tiene que saber quiénes
son los integrantes de Sendero Luminoso?, no señores,
no necesariamente tenemos que saber de todas las personas que
pasan por esos lugares.
En mi madre llegaba en ese momento
y alguien grita ¡ella
es la dueña de la casa! ¿Y saben que responde
mi hermano?, ¿saben que responde mi hermano?, mi hermano
en tanto sufrimiento, dolor, se arrastró, pudiendo o
no levantó la cabeza, la miró a mi madre y le
dijo -no, ella no es mi madre, ella es mi tía y le dijo
por favor retírate-. Eso dijo mi hermano.
Probablemente
pensando que seguiría o que la maltratarían
de la misma forma como estaban haciéndolo con él.
Lo que él buscaba era protegerle a mi madre, protegerle
a su madre. Eso nos demuestra el gran amor, el gran cariño
que pudo haber sentido mi madre, mi hermano hacia mi madre.
Hasta probablemente de pagarlo con la vida que nunca le interesó eso
a él.
Después de decir eso, mi hermano se acerca arrastrándole
al oficial y le pide clemencia por su vida. Pero este oficial
su respuesta fue de dos patadones en la cara. Llama a sus soldados
y le dice -ustedes no saben que ningún detenido puede
hablar conmigo, no conocen las reglas- Eso fue la respuesta
de un oficial señores que conduce personas. Eso es la
respuesta de un oficial, si se le podría llamar oficial
a esa persona.
Y realmente, después de eso lo levantaron como a trapo
a mi hermano, lo sumergieron nuevamente a la piscicultura,
lo sacaron casi muerto. Arrancharon sus prendas, lo amarrocaron,
lo dejaron tirado, moribundo casi sin respiración. Al
lado de él, habían otras doce a trece personas.
Para posteriormente, un promedio de las siete de la noche lo
trasladan al cuartel de Aucayacu. A la hora de subirle al
carro, no contentos. Hasta donde llega el salvajismo de muchas
personas que haciendo uso de un uniforme, lejos de proteger
la vida de los demás, lejos de proteger la integridad
que para ellos sirven a su patria, quitan la vida, maltratan,
le ponen una moto encima de ellos. Así en ese estado
fue conducido hasta el cuartel de Aucayacu. En ese estado fue
conducido mi hermano.
Llegando al cuartel, está por demás que yo les
vuelva a mencionar los tipos de torturas, me imagino ustedes
ya pudieron señores, miembros de la Comisión
de la Verdad, de haber escuchado ¿qué tipos de
torturas dan en las bases, en los cuarteles?.
Nuevamente fueron
torturados todas las personas. De todos ellos salieron tres.
Lo que yo les relato ahora, es porque
ellos nos lo contaron.
Posteriormente, a eso de las ocho mi
familia se acerca al cuartel para pedir por la vida de mi hermano.
Sale un representante,
me imagino del capitán, del mayor para negociar con
los familiares. El negociado era pedir siete mil dólares
por la vida de cada uno de ellos. Eso era el tipo de negocio
que tenían los militares. Negociar con la vida, como
si la vida no valiera para nada. Mi familia no pudo conseguir
los siete mil, consiguió sólo cuatro mil dólares.
Por esos cuatro mil no ha salido mi hermano. Para que posteriormente
lo trasladen a la base de Tingo María, Los Laureles.
Aquí en Tingo María, mi familia ya estando, correteando
de un lado a otro, pidiendo por la vida de mi hermano para
que sea, para que lo suelten. Simplemente no pudo conseguir
absolutamente nada.
Los de Tingo María decían -está en el
cuartel de Aucayacu-, los de Aucayacu decían -está en
el cuartel de Tingo María-. Eso siempre fue hasta que
nosotros conocimos a la señora Zenaida Fernández,
Presidenta de Cofader y gracias a ella llegamos a Aprideh.
Inmediatamente Aprodeh mandó un telefax, tanto al cuartel
Los Laureles, como al Fiscal de Turno de ese momento.
A partir
de ahí ellos dijeron que nunca lo han detenido
a mi hermano. Nuestra búsqueda comenzó ahí.
Mi hermano al que fue asesinado por la mafia, mi madre y yo
visitábamos cuarteles, visitábamos cárceles,
visitábamos fosas comunes y probablemente acá hay
muchos lugareños que probablemente hayan podido ver
esas fosas comunes. El río Huallaga que es un cementerio
silencioso. Un cementerio que nunca va poder decir lo que realmente
ha podido suceder.
Muchas personas fueron tirado ahí, después de
quitarles los brazos, las piernas, las vísceras, meterlos
piedras al estómago, coserlos ¿para qué?,
para fondearlos y ellos no pueden dejar prueba alguna. Eso
era lo que hacían los militares.
Visitábamos nosotros fosas comunes, cogíamos
brazos, piernas con la intención de nosotros poder decir
uno de estos miembros es de mi hermano, uno de estos brazos
puede ser la de mi hermano. Veíamos cuerpos hasta le
fecha no sabemos nada de él. Absolutamente nada de él.
Mi familia ha sufrido mucho, a partir de ahí mucho
de mis hermanos dejamos de preocuparnos en nuestras actividades
personales como es la de estudiar, como es la de buscar un
futuro para nosotros y esto es para posteriormente para nuestros
hijos. Buscábamos justicia, buscábamos identificar
a los culpables. Y en eso estamos ahora y por ello estamos
aquí sentados para poder denunciar este caso ante la
Comisión de la Verdad, para que estos testimonios, no
queden como simples testimonios. Que estos testimonios se eleven
a las instancias correspondientes para poder determinar a los
verdaderos culpables y que a la vez estos testimonios sirvan
para que muchos de nuestros hermanos no vuelvan a sufrir, no
vuelvan a pasar por lo que nosotros hemos pasado.
Y de los
que no les ha sucedido, no les suceda nunca más.
Por ello estamos sentados aquí, contando nuestros testimonios
a pesar del gran dolor, del gran sufrimiento que nos genera.
Esto a mi familia nos ha marcado mucho y no solamente a nuestra
familia, a nuestros hijos. ¿Saben qué me decía ayer mi nena antes
de venir aquí?, mami, o sea vamos a ir a Tingo María
para encontrarle a mi tío Toño, a mi papito Toño ¿Que
respuesta puedo darle a una pequeña de cinco años?, ¿qué respuesta
le pueden dar mis hermanos a sus hijos? Probablemente e inconscientemente
nosotros lo hemos transmitido nuestros sufrimientos a nuestros
hijos. Eso es lo que genera toda esta violencia, eso es lo
que genera toda esta crueldad, de esos malos elementos y que
aún siguen ejerciendo, que aún siguen activos.
Yo me pregunto ¿dónde está la justicia?,
y a la vez quiero invocar al Presidente Toledo, que no deje
pasar por alto estas irregularidades, que esos malos elementos,
esa lacras sean retirados, sean depurados de las Fuerzas Armadas.
Y no solamente de las Fuerzas Armadas sino de todas las entidades
públicas, aquellas que no realmente hacen una buena
gestión, como aquella fecha lo hemos podido comprobar,
al ir a denunciar el caso de mi hermano Miguel Benigno Celis.
Y al ir a pedir, también para lo de mi padre, no tuvimos
respuesta de la Fiscalía, del Poder Judicial.
Mi familia
ha llegado con estas denuncias ante la Corte Suprema, hasta
las Naciones Unidas, a la Corte Interamericana, hemos
hablado con las diferentes autoridades, tanto en Lima como
acá, nadie nos hizo caso. Y yo tengo fe que a través
de la Comisión de la Verdad, podamos conseguir tranquilidad.
Esperemos y realmente tengo esa fe de que van a ser identificados
los culpables y van a ser condenados, van a ser juzgados como
realmente se merecen. Aunque yo podría decir, aún
así no podrían pagar todas las culpas, todas
las muertes, las desapariciones que tienen encima.
Pero, por
lo menos diríamos, nuestras Fuerzas Armadas
están libres de esos malos elementos. Y quiero confiar
en las actuales autoridades, quiero confiar en el presidente,
de que realmente va a poder corregir esos errores, esa injusticias
que hubieron. ¿Cómo?, creo yo juzgando, depurando a todas
esas personas que no hacen nada bien a nuestro país.
Eso no es democracia señores, eso no es democracia.
Me hubiera gustado decir algo más, me hubiera gustado
ampliarme más. Pero sé que tenemos el tiempo
limitado, tampoco quise ahondar exactamente los sufrimientos
que ha tenido que pasar mis familiares. Pero, creo yo todos
ustedes se imaginan, yo me pregunto ¿cuántos
de los aquí presentes han podido ver que el río
Huallaga es un cementerio?, ¿cuántos de los aquí presentes
han podido ver piernas, brazos, cabezas tirados en el río?
Creo yo, muchos. Y eso es algo que no se puede ocultar.
En
el distrito de Aucayacu para un niño ver, es como
ver una pelota, como ir a un cementerio. Ya ni siquiera creo
yo les genera trauma o es que ya están tan traumados
que ya no les afecta nada. Lo que yo digo no es mentira, lo
que yo digo es real. Porque he podido tener fotos y esas fotos
en una ocasión los he llevado al programa de Contrapunto,
cuando yo presentaba a las personas ese tipo de fotos, ¿saben
qué me decían?, que era una terruca, ese termino
utilizaban. Pero no es por ser terruca.
Es lo que yo he podido
percibir y lo que yo he podido apreciar, he podido captar en
una cámara, simplemente quería
llevárselos para que pudiera ser difundido. En ese entonces
la prensa, no sé si llegaba a las zonas o desconocía
pero tampoco han sido difundidos estos casos.
Y realmente la
prensa es un medio importante para nosotros poder difundir
estos casos. Y yo sé que ahorita la prensa
está colaborando y también les invoco a todos
ustedes señores de la prensa cuando ven este tipo de
casos, déjense guiar por los sentimientos. No se dejen
llevar por unos directores. Para ocultar la verdad, díganlo
tal como es. Eso es democracia señores, eso es democracia.
Muchísimas gracias, gracias señores de la Comisión
de la Verdad, realmente tengo mucha confianza en ustedes. Muchísima
confianza, los digo, lo digo de todo corazón en nombre
de mi familia y creo yo en nombre de todos los que hemos sido
afectados, los que hemos sido víctimas por la violencia.
Se los agradezco, muchísimas gracias.
Sofía Macher:
Señora Endelicia y Ofelia, podemos
entender su dolor y también la rabia, la rabia de la
falta de justicia en la que todavía se encuentra nuestro
país. El propósito de estas audiencias públicas
es justamente hacer que todo el país pueda escucharlo
junto con nosotros, que tenemos que seguir investigando los
casos y que puedan ser un motivo de reflexión para lo
que va a tener que ser el enfrentar nuestro pasado y que se
haga justicia y que se emprenda la reconciliación en
nuestro país. Muchísimas gracias por habernos
dado su testimonio en público. Gracias.
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