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Tema: “Jóvenes y Docentes afectados por la violencia”

Tercera Sesión, 26 de mayo de 2002, 9 a.m. a 2:30 p.m.

CASO 16. Leonardo Fernández Bautista

Es, Señor Leonardo Fernández Bautista, ¿formulan ustedes promesa solemne de que su declaración la harán con honestidad y buena fe y que por tanto expresarán sólo la verdad en relación con los hechos relatados?
Sí.
¿ Prometen hablar con verdad?
Así es, señor.
Bien, muchas gracias. Asiento.
Señora Saturnina Bautista, señor Leonardo Fernández. En primer lugar, le damos la bienvenida el día de hoy a esta audiencia pública y les agradecemos su presencia y su valentía por el relato que nos van a dar en breves momentos. Desde ya la Comisión de la Verdad les pide disculpas por el dolor que necesariamente van a tener que recordar de todo el drama que han pasado al perder: a tu esposo, Saturnina y a tu padre, Leonardo. Tengan…siéntanse con toda tranquilidad de poder expresarse como mejor lo consideren, esto es, en castellano o en quechua. Muchas gracias y los invitamos a dar su testimonio
Señores de la Comisión, señores públicos presentes, ¿no?, tengan ustedes muy…muy buenos días. Yo..yo vengo, ¿no?, del de…desde el distrit….desde el centro poblado menor de Carhuancho, distrito San Pedro de Coris, provincia Churcampa, departamento Huancavelica, ¿no? Mi padre ha sido Segundino Fernández Huamán. Yo soy el hijo, Leonardo Fernández Bautista. Mi padre ha sido un trabajador de la mina..de la mina Santa Rosa, ¿no? y los..ha sido ocho trabajador de la mina está…en los cuales está mi tío y Alejandro Huamán, Julio Huamán y otros parientes más, ¿no?, y de los cuales el siete de marzo de 1983, a mi padre, ¿no?, cuando él trabajaba pa nosotros, ¿no?, para los hijos que estábamos ahí, que éramos pequeños, así. Mi padre trabajaba día y noche en la mina y, pero, lamentablemente, ¿no?, llegaron los militares y de noche a la mañana a mi padre se lo llevaron, ¿no? Y desde esa veces yo perdí a mi padre con los diez años y mis hermanos...mi her…mi hermano mayor que quedó con los doce años, ¿no? y yo quedé con los diez, mi hermano menor quedó con los ocho años y así, sucesivamente, quedamos huérfanos de padre y desde esa vez yo no he alcanzado cariño de padre. Y, pero, los militares se lo llevaron a la comisaría de Cobriza, de ahí se lo llevaron a la base de Milpo, que es del…del 43 de Pampas, ¿no?, y en la base de Milpo a mi…
...pero no le he conseguido a mi padre; me decían, ¿no?, que tu padre no existe. Pero, y había un teniente que me dijo que: Yo no soy así, hijo. No te pongas a llorar. No sufras, me dice. Y me ha hecho ver unos celdas así que estaba encerrado, que donde que lo habían encerrado a mi padre y….y yo miro pe, ¿no?, dentrando, y ahí taba así paredes que estaban llenos de sangre, así como si fuera una pintura regada y había así que la frazada donde que se ellos dormían estaba también así, lleno de gusanos. Y entre esos me doy cuenta y había dos dedos que estaban ahí, en rincón, así, de acá…los dos dedos. De ahí había un soldado que me dijo: No llores más, aquí, otro hueco más, de repente estará aquí enterrado tu padre, me dijo. Voy, había el hueco más o menos de cuatro metros de profundidad y no le he encontrado, buscando arriba, día y noche.
Desde esa vez yo me recuerdo, ¿no? No sólo a mi padre sino a los co…a mis comunidades, así a muchos lo han afectado. Incluso a mis parientes, ¿no?, que era mi tío Juvenal Pirca y a Marcial Pirca, ¿no? y a su hermana que era René Pirca Otárola, los militares lo han matado así, lo han desaparecido. Incluso yo tengo de esas personas…yo lo tengo aquí las fotos que están aquí en mis manos, ¿no?
En estas…en estas tumbas que están ellos…..están enterrado así, en mi pueblo mismo pero ellos a la vez se encuentran enterrados todavía, pero de mi padre….Yo no lo veo donde está mi padre, ¿no?....que en la base Milpo lo volaban a dinamitas, lo volaban así, a puñaladas lo mataban, sst…aah. Después, en…a media noche lo aventaban a la laguna. Incluso yo lo tengo unas…así, cráneas que están así, de mi padre, ¿no?, que están así regados por acá por allá, sst…aah. Tener así a una familia es bien triste, señores, sst…aah.
Esto yo he encontrado en la base Milpo que estaba así regado de mi padre, pero, por eso señores yo digo, disculpándome la palabra, aquí la Comisión y todo el público en general, yo digo: Al mejor perro que muere en Lima lo pasan en periódico, lo sacan en todos los canales pero de nosotros de…de la gente que estamos en el campo, sst, ni el Presidente, ni el Gobierno, nadies no se acuerdan, pero….ssst….Nosotros cuanto hemos sufrido. Mi madre pa conseguir un kilo de sal pa que nos mantenga a nosotros, sst, ha caminado horas sobre horas, pa arriba pa abajo, pa conseguir un kilo de sal, pa conseguir un…una barra de jabón mi madre luchaba, mis hermanos hemos andado llorando, sst…mis primos, todos juntos, todos de la comunidad, ¿no?, y cuántos muertos no habrán en esa base y en todo ese sitios. Habrá más de doscientos…doscientos cincuenta desaparecidos, sst.
Por eso yo agradezco, ¿no?, que es…que es una persona conocida, ¿no?, que la doctora Maricarmen Ruiz, ella me ayuda a mí, ella me apoya. Por eso yo…yo digo gracias, ¿no?, yo digo gracias a la doctora Maricarmen que ella me apoya a mí, a todas nuestras familias que ella es abogada de los pobres. Por eso yo digo gracias a ella. Pero nunca será tarde, habrá justicia, ¿no? Por eso, aquí yo, a la Comisión de la Verdad, yo le pido que me ayudan, ¿no?, que me ayudan de cualquier manera, investigar todas las fosas, todas las tumbas donde que están así, cráneos regados por acá por allá, sst…aah. Si quiera que me digan: Aquí está…aquí está, éste es tu padre, llévatelo, y yo me llevaría a mi cas..ahí al cementerio, ¿no?, pa decir: Aquí está mi padre, pa decir, aquí está mi familia. Si quiera llevar una ramo de flores, si quiera llevar, mmh, una vela, pero ahora yo no tengo a donde ir, no tengo en donde decir, ¿no?: Aquí está mi padre, ssst…aah. Por eso yo digo, yo pido, al doctor Alejandro Toledo, ¿no?, que nos inven...indeminice a todos los familias que estamos así, a los ocho trabajadores, más a los…a los restos comuneros y a la familia Pirca, ¿no?, que estamos así abandonados, ¿no?, de mi pueblo, de la comunidad y yo pi…y yo pido indeminización del doctor Alejandro Toledo, ¿no?, nos promete…nos promete a todo el mundo nos promete, a todo el país nos promete. Promesas, promesas, pero no hay cuando lo cumpla, señores.
Yo digo eso porque en mi pueblo no hay ni Vaso de Leche, no hay nada, señores. Se olvidan de todo, hasta el departamento mismo..mismo Huancavelica se olvida de esos pueblos que están así alejados…alejados del departamento. Por eso yo digo que me apoyen de cualquier manera, ¿no? Yo no pido nada por decir a la señora Leonor de La Rosa que le dan los ciento veinte mil dólares, a la personas que son de Barrios Altos que le dan ciento setenta y cinco mil dólares, cientos veinte mil dólares, yo no pido esa cantidad, si quiera la mitad de eso que me…que me dan pa poder yo estudiar. A mí me dijo mi padre siempre, ¿no?, cuando yo era chibolo, cuando yo era niño me decía, que mi padre ha sido un médico naturista, me decía: Oy, hijo, yo te voy a sacar un médico, me decía. Me prometió mi padre pero yo no he alcanzado eso, sssst. Mi padre me prometió, por eso si mi padre hubiese seguido vivo yo hubiese sido algo, yo hubiera logrado esas…esas oportunidades que mi padre me estaba dando, pero ahorita no soy nada y además yo no tengo ni estudio, yo no tengo trabajo estable, señores, ssst, yo no tengo nada. Hasta los militares cuando en.. cuando aquella vez del 83, ¿no?, nosotros dormiabamos así, en el campo. A las cinco de la tarde tamos saliendo cargado nuestras frazaditas, cargado todos nuestras…hijos menores, estamos saliendo así al campo a dormir en las cuevas, a dormir en las quebradas. A las cinco de la mañana tamos regresando. Y al no…al no encontrarnos los militares lo quemaban nuestras casas, lo quemaban todo nuestras…nuestras cositas que teníamos. Y nosotros dormiabamos así, en el campo y en…y en medio de pajas, así, en medio, tapado con nuestros plásticos, con unas…con unas cositas que teniabamos. Todo nos ha pasado, señores. Por eso yo pido ayuda a todos, ssst. Muchas cosas nos ha pasado, señores. Mi madre era para mí padre y madre, mis hermanos juntamente lloramos, mirando la ceja donde que se ha ocultado mi padre, ssst, mirando el cementerio donde mi tío, sst, nosotros hemos llorao, hemos sufrido mirando, ssst, mirando al…a la comisaría de Cobriza y a todo ese sitio mirando nosotros hemos llorado: Aquí estará mi padre, aquí estará mis her…mis tíos, mis parientes. Pero yo no he alcanzado la justicia, ssst. Yo he buscado durante dos años, sst, a mi padre, de día de noche, que me decían todos me decían: Terrucos de mierda, qué cosa quieren. Terrucos, qué cosa buscan, me decían, sst.
Hemos venido a Pampas, a la fiscalía a poner nuestras denuncias pero no nos ha querido nada: ¿Qué cosa quieren, terrucos? Anden, lárguense a su pueblo, nos decían. Nosotros, al no poder a donde dentrarnos, seguimos a…a nuestro pueblo y de ahí dejamos los diecisiete años, ¿no? Ya, olvidé ya prácticamente a mi padre. Ahora, ¿no?, aquí, a la Comisión de la Verdad agradezco, que recién está apareciendo, que recién está formándose, ¿no?, que nos apoye a todos las víctimas que somos de la violencia, ssst. Y el teniente me dijo, diciendo: Tráigame un certificado del…de la fiscalía. ¿Acaso me quería dar? Y también me dijo: Tráigame un certificado del pueblo, que tu padre era un comunero más de…de ahí de Carhuancho, me decía, pero, ¿acaso el Presidente a mí me quería dar? - Aunque me das un toro, aunque me das un carnero, yo no te doy. Así me ha negado a mí, ssst. Hasta ahorita ese señor existe, tal persona, Eloy Castellares Robles es el presidente, ahorita mismo en mi pueblo, ssst. Pero a mí todos me han negao, yo no he alcanzado justicia, todos me pasaban por terrorismo, todos me llamaban terruco, ssst. Y luego le paso la palabra aquí a mi madre.
(inicio del testimonio en quechua)
Yo ya también señor voy a contarte mi historia. A mi esposo lo llevaron de la mina de Santa Rosa dos morocos aparecieron, dos carros de morocos aparecieron. Entonces llevaron, mis hijos eran pequeñitos y yo estaba en estado de tres meses. Mis hijos preguntando: Mi papá, mi papá, diciendo. Mis hijos se llaman: Alekis, Leonardo, Juvenal, José, Segundino, Senaida. – Mamá, mira pues como ya a mi padre se lo llevan. - ¿Por qué se lo van a llevar a tu padre?, le decía. Y cuando se lo llevaban, yo le decía a mi esposo: Segundino, ¿dónde vas? Aquí está tu coquita. Los chicos decían: Mira como lo han amarrado los morocos a mi padre. Llorando a gritos le siguieron los pasos cuando desaparecieron por entre los cerros.
Cuando los chicos llegaron oyeron decir a los morocos: Alcen rápido, carajo, le decía, alcen. Diciendo esto los morocos lo alzaron, poniéndole pasamontañas lo llevaron hasta desaparecer el cerro. Lo llevaron a Unopata, a Pamparca. Así llorando decían mis hijos: Ya mi padre desapareció. Después nosotros estuvimos esperando en nuestra casa: Ya regresará, ya regresará. Ya no regresó. De una semana fuimos a Cobriza a buscar. Cuando llegamos a Cobriza nos dijeron: ¿A qué han venido? Regrésense a sus casas, regrésense. Ya está en su casa, ya llegó a su casa. Mi hijito le dice: Entréguenme a mi padre para regresar, no tengo ni plata. Devuélvanme a mi padre. Entonces le pegaron a mi hijito y nos regresamos. Entonces después de una semana fuimos a Milpo con mi tía Juliana, Marcelina Pincuya, mujer de Alejandro y la mujer de Pancho Quispe. Éramos cuatro, cinco viudas. Cuando llegamos: ¿Qué quieren? ¿A qué han venido aquí? Ya regresaron sus esposos. Cuando nos dijo esto finalmente lloramos. Entonces estaba viniendo un moroco, nos preguntó: ¿Por qué lloran, tía?, cuando nos dijo esto le invitamos cancha. Entonces ese moroco nos dijo, nos contó: Tía, cállense, ya no lloren. Ya están ya tus..ya están muertos. Sí, ya anda. Vino otro moroco, y le dijo: ¿Qué estás chismeando, carajo? Vaya a buscar el caballo, vaya a buscar el caballo. Entonces se fue y cuando se fue nosotros le exigimos a este otro moroco y nos arrastró al carro. Sube, sube, diciendo. - ¿Cómo vamos a regresar? Nosotras no tenemos ni plata. – Vayan, regresen a sus casas. Ya regresaron a sus casas. ¿Qué andan por aquí ya? Ya están en su casa.
Cuando regresamos ya no estaban en nuestra casa. Nuevamente regresamos y venimos a Pampas. Y entonces ya tenía que andar para criar a mis hijos. A la una de la mañana andaba cargando en la espalda verduras llegando a las cinco de la mañana para vender y cuando regresaba mis pobres hijos me esperaban preguntándome: Mamá, ¿no hay mi papá? ¿qué es lo que hace mi padre? ¿por qué no vuelve? ¿Acaso en Cobriza no has encontrado a mi papá? Pero yo le respondía: Ya no está tu papá, ya no vuelve tu padre. Y esos que son de mala fe, los morocos se lo han llevado, les decía. ¿Y qué es lo que puedo hacer?, decía. Por eso no teníamos qué comer. Mis hijos que estaban en la pobreza, aquello que solamente teníamos a mano, sal y azúcar comíamos, lo único que teníamos era sal y azúcar. Y así es como hemos sobrevivido, hemos, sinceramente, hemos tratado de sobrellevar en adelante. No teníamos nada que comer, no teníamos absolutamente nada que comer. Entonces así hemos sobrellevado conjuntamente con mis hijos.
Ahí viendo, viendo, a la mina Santa Rosa viendo, pero tampoco nunca aparecía. Entonces, él mi papá, ellos trabajaban, ellos vivían, ellos sobrellevaban, así decían mis hijos. Entonces nosotros cantábamos en las cumbres, en las esquinas cantábamos tristezas. Mis hijos se amontonaban ante mí y llorábamos conjuntamente con ellos. Y bueno, cuando él, Alex tenía siete años, él me decía: No llores. Él me decía también: No sufras madre. Vamos a trabajar, vamos a sembrar maíz acá en estas chacras. No llores, ya no sufras, me consolaban mis hijos. Uno de mis hijos, el mayor de mis hijos traía a veces galletita, me hacía comer, así como recordando a papá. Me decía: Mi papá te traía galletas, igual yo también te traigo. ¿Quién se lo habrá llevado? ¿quién se lo habrá trasladado a papá?, decía mi hijo. ¿Qué será de mi papá?, decían y lloraban mucho mis hijos.
Así es como todos los días siempre hemos llorado, con las manos ahí extendidas implorando y llorábamos constantemente. Entonces, ya se fue, ya desapareció padre, decíamos. Ya se fue papá, decíamos nosotros. Y así es como nos fuimos. En esa época vivíamos con mi hijo que tenía en embarazo durante tres meses ya y mi hijo me decía: ¿Por qué te desvelas las noches, mamá? Duerme, me decía. Porque si vienen los morocos nos van a llevar y se van a trasladar, me decían. ¿Acaso ya no te da sueño madre? ¿ya no puedes dormir? Duerme madre, me decían mis hijos. Ellos han visto. Los morocos han sido, me decían. Aquellos que estaban con pasamontañas, esos con polos negros, ellos son, me decían.
Entonces cuando estábamos en la cueva me decía: Oy, creo que es mi padre, creo que sí es mi padre. Parece que es mi papá. No, no, pero no es papá, él no es. Entonces cuando vimos conjuntamente a medianoche, cuando estábamos durmiendo apareció en la esquina y ahí es donde nos levantaron. Cuando yo estaba durmiendo nos sacaron y conjuntamente a mis hijos también lo sacaron en ese rato, a medianoche. Entonces acá mi hijo que está a mi lado gritó: Ahí están llevando a mamá, gritó. Entonces yo decía: Tanto que se han llevado a mi esposo, ¿acaso también quieren llevarse a mi hijo? Ya no se lo lleven también a mi hijo, le decía. Entonces yo ahí junto a esto yo me fui corriendo y le decía: No hagan esto conmigo, no hagan con mi hijo, decía. Suéltenlo, suéltenlo, decía uno de los morocos cuando yo empecé a llorar. Entonces yo le agarré a él, conjuntamente con él decía: Maten aunque sea conjuntamente a mi hijo. Ustedes ya lo mataron a mi esposo. Pero mátenme aunque sea conjuntamente con mi hijo. No, no le hagan nada a mi hijo, decía. Entonces empecé a implorar y uno de los morocos dijo: Suéltenlo, suéltenlo y empezó a soltar. Ahí es donde empezaron a soltar.
Entonces hoy en día lloramos bastante, lloramos. Toda la vida hemos buscado a mi esposo. Siempre, hasta chacchando coquita buscaba a mi esposo. Pero nunca he encontrado, jamás he encontrado. Ahora es cuando quisiera un apoyo. Yo creo que todos estamos llorando en mi familia, buscando a mi esposo porque hay una necesidad de verlo a él porque él siempre era cariñoso. Aunque comiendo, no comiendo, siempre hemos estado con él. Él cuando trabajaba en otros sitios siempre nosotros estábamos pendiente de él. Conjuntamente esperábamos, acaso él volvía del trabajo y conjuntamente trabajábamos aunque sea lo poquito que había en el campo. Aunque sea cosas silvestres comíamos. Entonces siempre estaba él cuando nosotros volvíamos. Y nuestros hijos también igualmente estaban esperanzados. Hoy en día y siempre ya la cosa ha variado.
Otra vez hemos vuelto a Milpo a ver si nos dan esos regalos, nos da, decíamos y volvimos. Pero en Milpo lamentablemente, todo el mundo estaban felices en Milpo, estaban ahí bailando. Ahí donde estaban los presos que estaban en Milpo, estaban llorando, estaban sufriendo, estaban siendo golpeados duramente. Pero ellos estaban felices ahí bailando, danzando. Entonces aquello que nosotros llevábamos como regalo, caramba, gozaban ellos. y, ¿quién no puede sentir, quién no puede sufrir, quién no puede llorar por un esposo como he tenido? Por aquello que he sufrido, que he estado y yo no conozco ni Lima, yo no conocía ni Huancavelica. Tampoco no sé hablar castellano. Tampoco ni siquiera sé contar la plata. Pero así es como yo he sufrido. Gracias a mi esposo he estado y he sobrevivido. Pero ahora, conjuntamente con mis hijos, mis hijos que no tienen trabajo, no tienen estudio. El otro ni el otro tienen trabajo, no tienen estudio. Lamentablemente no tengo apoyo de nadie. Tengo seis hijos. Necesito que me apoyen a mis seis hijos. Quisiera que me den algo por mis hijos porque toda la vida no quiero estar en esto mismo. Yo tampoco tengo casa, no tengo chacra, no tengo nada. ¿Quién no puede llorar por estas cosas? ¿Quién no puede sufrir?
(fin del testimonio en quechua)
Saturnina, Leonardo, les damos las gracias por haber estado con nosotros el día de hoy, por su valioso testimonio que nos va a ayudar a la Comisión de la Verdad y Reconciliación en nuestro trabajo de buscar la verdad. Las palabras no son suficientes para poder consolar en algo el dolor que ustedes han pasado por la pérdida de Segundino, pero testimonio como el de ustedes hace que los miembros de la Comisión de la Verdad y Reconciliación asumamos un compromiso mayor para agotar todos los esfuerzos de encontrar la verdad, la justicia y, sobre esa base, la reconciliación. Muchas gracias a ustedes y tengan la seguridad que todos acá presentes nos solidarizamos con su dolor. Muchas gracias.


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