Audiencias Públicas
de Casos en Huanta
Primera Sesión, 11 de abril de 2002, 9 a.m. a 1 p.m.
Caso 4. Testimonio
de Julia Castillo García, Juan Tenorio Roca, Cipriana
Huamaní Janampa
Señores, vamos a tener un receso de diez minutos,
luego continuaremos con esta audiencia.
Señores, vamos a reiniciar la sesión, deseo
antes de llamar a los próximos testimoniantes, reiterar
el agradecimiento a todos los presentes, en especial a todas
aquellas personas que están aquí representando
a sus comunidades. Lamentamos que la capacidad de este auditorio
no permita que haya más público; sin embargo,
fuera de este recinto se está ofreciendo la posibilidad
de seguir paso a paso estas audiencias. Hemos venido, y esto
quisiera reiterarlo a propósito de algo que he escuchado
afuera, hemos venido a escucharlos con respeto. No hemos venido
nosotros en plan de fiscalizadores, de jueces o de gente que
se cree superior. No nos sentimos extraños a ustedes,
somos todos peruanos, y deseamos justamente que todo el país,
que la gente como nosotros que no ha vivido en Ayacucho, conozca
su dolor, comparta su dolor, buscamos, y ese es el objeto
de esta Comisión, la verdad, la justicia y la reconciliación
y porque buscamos la reconciliación, porque buscamos
que haya nuevos lazos de fraternidad entre los peruanos, tenemos
que rechazar cualquier intento por el cual se quiera ahondar
más la distancia que existe entre nosotros, estamos
en un plan de acercamiento entre todos y creo que no es el
momento de dividir a los peruanos, es el momento de unirse
todos, recordando historias dolorosas, compartiendo ese sufrimiento,
proyectando todos juntos un futuro mejor. Dicho esto, pido
por favor a la señora Cipriani Huamaní Janampa,
a la señora Julia Castillo García y al señor
Juan Tenorio Roca, se acerquen para prestar su testimonio.
Les ruego nos pongamos de pie.
Señora Cipriana Huamaní Janampa, señora
Julia Castillo García, señor Juan Tenorio Roca.
¿Formulan ustedes promesa solemne de que su declaración
la harán con honestidad y buena fe y que por tanto
expresarán sólo la verdad en relación
a los hechos relatados?
Voz de los testimoniantes.
Sí.
Doctor Salomón Lerner Febres.
Gracias, pueden tomar asiento.
Voz de un comisionado.
Señor Juan Tenorio, señora Julia Castillo, señora
Cipriana Huamaní, permítaseme, a nombre de la
Comisión de la Verdad y Reconciliación, expresarles
a todos ustedes nuestro reconocimiento por la valiente decisión
que les trae a esta audiencia pública, en la que dejarán
testimonio de su verdad sobre los trágicos hechos que
de una manera increíble ensangrentaron innecesariamente
a Huanta, los miembros de la Comisión, valoramos y
reconocemos esta actitud valiente de ustedes de venir a esta
audiencia para darnos su versión. Queremos recordarles
a ustedes que, si bien es cierto que la búsqueda de
la verdad es una de las responsabilidad de esta Comisión,
esta Comisión que así ha entendido su papel,
quiere compartir plenamente esa responsabilidad con ustedes,
de modo que, todo cuanto puedan decir ustedes, producto de
esa amarga experiencia, de esa evidencia dolorosa que les
ha privado de sus seres queridos, ojalá en una alianza
íntima con la Comisión de la Verdad que no debe
concluir ahora y que debe proseguir en el futuro hasta encontrar
esa verdad, podamos saber después de este esfuerzo
colectivo, cómo se produjeron esos hechos. Ahora me
toca invitarles a ustedes para que den su testimonio.
Una voz de una testimoniante.
Gracias...
Voz del mismo comisionado.
Los vamos a escuchar con mucho detenimiento.
Voz de Julia Castillo.
Gracias, señor representante, siñor presidente
de la Comisión de la Verdad, todas señoras aquí
presente, yo me llamo Julia Castillo, mi padre Nicanor Castillo,
quien estuvo preso cinco años injustamente, a él
en año 1981, diez de enero lo detuvieron, lo detenieron
los policías en Aisarca, en la hacienda Aisarca, porque
al hacendado lo habían matado onos, onos encapuchados
habían entrado. Mi padre, nosotros vivíamos
cerca a la hacienda Aisarca, y nosotros a este ladito, al
costado. Como toda la noche en veinticuatro de diciembre del
80, se escuchó balacera toda la noche y de eso, esa
noche había ido mi cuñado, la... el esposa de
mi hermana... a acompañar al hacendado. Mi hermano
también estaba al lado de mi papá, le había
dicho, papá, hemos escuchado toda la noche la balacera,
por favor anda a la hacienda Aisarca, cómo estará
Julio. Mi hijo también se ha ido atrás de Julio,
diciéndole le ha dicho a mi papá y mi papá
también se fue a ver a la... a la hacienda Aisarca.
Y enahí pudo ver él, al hacendado muerto, tirado
en el suelo y... y otros amarrados en la silla, encapuchados
y otros armados, con su capucha, entonces mi padre estaba
acercándose, donde el yerno, Julio Morales, le dijo,
papá desátame. Entonces mi padre estaba acercándose
a desatar. Entonces, en eso, los encapuchados no lo habían
querido, no le han dejado, este, que desate entonces. Viejo
e miércoles tú quieres liberar a este hombre,
si no quieres... regresa por el camino donde que has venido;
le ha hecho regresar, sin poder haber liberado. Pero ese señor
Julio Morales estaba... no sé, le ha tenido rincor
a mi padre le dijo, él es el que ha venido, me ha pateado,
diciendo, se ha declarado en contra de mi papá. Mi
padre no ha hecho nada, sólo (inaudible) inocente solamente
a ido a ver; de ahí. Mi padre, pue, se entera de que
él estuvo en la relación de los... de los que
han entrado; entonces él se... ha ido solo, se presentó
a demostrar su inocencia. Entonces de ahí lo trae,
los policías le han traído a Vilcas, en Vilcas
estuvo, de Vilcas le traeron acá a Huamanga. Bueno,
en eso yo estuve en Huamanga... mi papá se presenta
en mi... mi toca la puerta, yo salgo y estaba con policía
mi papá. Papá que has hecho, le dije, por qué
estás aquí, le digo. Es que me han traído
para testigarme nomás, me dijo. El policía también
me dice, bueno, tu papá vino a testigarse nomás,
ya más bien, me vas acompañar tú también,
me dijo. Entonces nos fuimos a la comisaría y en la
comisaría... (cambio de cassette) ...Y luego los hijos
del hacendado llega y le dice, cómo va a salir este
viejo, si éste es, éste es el viejo que ha matado
a mi papá. Entonce, otra vez lo han hecho entrar adentro
y después sale un comisario, me dice, oye, oye hija,
este, cuántos hermanos son, me dice y yo le digo, seis
hermanos, ¿no pueden hacer bolsita?, me dice. Quería
que le paguen. Entonces no, no mis hermanos están otro
sitio, le dije, no están acá, entonces, bueno,
de ahí, al día siguiente, ya, pues, tu papá
ya se va a quedar esta noche, más bien mejor tráele
su frazada, me dice.
Entonces yo me fui a la casa a traer... a traer la frazada
y lo di a él y después de ahí al día
siguiente lo pasaron a Cangallo, otra vez lo hicieron regresar
a Cangallo, después pasaron a cárcel de Huamanga,
en el enfrentamiento de Vil..., de Can..., de cárcel
de Huamanga él no salió, quería demostrar
su inocencia, claro otros se escaparon, él se quedó,
se fue.
Lo llevaron con helicóptero a Lima a la carceleta de
Callao, estaba en Li..., en Lima y ahí estaba incomunicado,
yo fui a su atrás de mi papá, desesperada, cómo
estará, estará comido, no comido diciendo, fui
y estaban incomunica..., comunicados. Una cuadra antes, bien
armados los policías, no me dejaron entrar, entonces
yo, por favor déjame entrar, quiero ver a mi papá,
mi papá está mal, cómo estará,
diciendo, a las juerza me metí, pero en la puerta no
me dejaron entrar, solamente alcance su, su, su ropa y su
comida, entonces me fui, entonce, de ahí, los familiares
de los presos, otros más, ¿no?, nos organizamos
para que haiga visita. Entonce logramos la visita y ahí
donde yo pude ver a mi padre, que estaba muy mal.
Ahí le vi, estaba botando sangre, entonces yo le dije,
papá, estás mal, entonce yo te voy a comprar
remedios, medicinas, le dije. Ya, le compré las medicinas,
le di, después este... de ahí me dice mi papá,
Julia estoy acá por un tiempo, nomás. No sé
cuándo me van a pasar, me van a pasar al Frontón,
me dijo, ya ¡ay!, cuándo será, no sabía
para cuándo, entón de un momento a otro lo habían
pasado al Frontón.
Otra vez cuando fui, ya no estaba en la cárcel de Callao,
carceleta de Callao, sino ya estaba en El Frontón,
también estaban incomunicado en carceleta... en El
Frontón. Fuimos, teníamos que luchar bastante
los familiares de los presos para que nos deje entrar. Entrábamos
en lanchas, teníamos que estar cuatro de la mañana
para entrar ahí, tonces de ahí lo logré
visitar, pues, lo vi a mi padre, estaba ahí, bueno,
de ahí salió a San Juan de Lorigancho, la cárcel
de San Juan de Lorigancho... estaba de Lorigancho. Lo pasaron
a San Jorge, de él salió absuelto el once de
diciembre de 85, casi yendo a seis años salió
absuelto.
Mientras mi padre estuvo en la cárcel, a mi hermano
Marino Castillo lo... lo, este, le han hecho desaparecer en
Parcco. El era agente municipal, y les obligaba siempre los...
los militares de Vilcashuamán que todos pueblos tenían
que llevar, este, algo al campamento, carnes, carrizo, todo
lo que sea. Si la gente, claro, que no llevaban eran terrucos.
Entonces, miedo a eso, siempre se veían obligados de
llevar todos, los pueblitos de ahí, llevaban. En eso,
mi hermano también estaba llevando, a las cinco de
la mañana, carrizo, y por el camino se había
encontrado con policías, el policía le hace
regresar a la plaza de Parcco y ahí, luego, tocan la
campana y le sacan a todos, a toda la gente del pueblo, sacan
ahí, luego lo maltratan, lo castigan, feamente lo castigan
y después de ahí lo lleva a mi hermano Marino,
lo lleva a una señora, este, Juana Ramírez y
su hijito cargado su bebito, después a Salomón...
Salomón Castro, a muchos más los ha llevado.
Entonces su esposa de mi hermano Marino le dijo, no le lleves
a mi esposo, por qué lo llev... no, no, me está
ayudando a llevarle la mochila nomás, no puedo. Tiene
que ayudarme a cargar, diciendo se lo ha llevado y su esposa
ha ido a su atrás, no sol..., no, va a regresar porqué
vas a seguir, diciendo, no papi, su hijito también
de mi hernano, papi por qué, no, no le lleves, diciéndole,
rogando al cachaco. Le dijo, no, no, no, ahorita le va, va
salir, va a regresar, diciendo se lo ha llevado.
Jamás ha vuelto, jamás ha vuelto mi hermano,
no sabemos nada y cuando ha ido después de... de un
día, creoque ha ido y le ha dicho, este, tienes paque
me pagues diciendo, entonce no le ha pagado y de ahí,
de ahí, otra vez regresó y ya no se supo nada
de él, nada, jamás, no sabemos dónde
está.
Después en año mil novecientos ochentaicuatro
a primero de febrero a mi madre Fortunata García de
Castillo, que es la esposa de mi papá, también
lo mataron, lo asesinaron. Entraron a las ocho de la mañana
aproximadamente diez militares, entraron a la casa de mi madre
le agarraron, la... le torturaron cerrando un cuarto, al otro
cuarto a mi hermano Luis Castillo. Estaba con su hijo Luis
Castillo, es su nietecito, desayunando así en grupo,
entraron, ¡ah! acá están los terroristas.
Vieja de miércoles, tú les estás dando
de tomar desayuno. Y para desgracia, un jovencito de ahí,
se había escapado corriendo al ver a los militares.
Había escapado. Ese ha sido el que, el terrorista que
se escapó, diciendo, lo agarró a mi mamá
lo encerró en el cuarto, le maltrató (empieza
a llorar) le... le balearon, lo... todo le hicieron a mi madre,
lo castigaron, todo y el otro mi hermano que estaba encerrado
en el otro cuarto, ha escuchado las balas y todo lo decían,
carajo, vieja, terrorista te voy a matar, di toda la verdad.
Mi madre no hablaba castellano sino quechua nomás.
Seguramente como el militar, no también, habla castellano.
Castellano, quechua no se entendían los dos. Prefirió
matar a mi madre. Mi madre lo mató. Lo sacó
afuera y quemándole todavía le sacó de
la casa. Y después la había llevado para abajo.
La hecho desaparecer. Dinamita le había tirado. Y,
de ahí lo han hecho desaparecer. No se sabe nada de
mi madre. Todo el día estuvieron esos militares ahí.
Asé, han hecho todo lo que han querido hacer con mi
casa. Le han quemado la casa, todo. Teníamos chanchos,
vacas. Quemaron, mataron eso. Comiendo hasta junto con mi
hermano que estaba al otro lado, lo sacó después.
Llamaron a otra gente también, ayúdame a matar
esto, diciendo, toda la gente ayudaron a matar al chancho,
todo eso. Entonces luego se lo llevó a mi hermano preso
y del medio camino mi hermano Lucho se escapó, se había
escapado, ya era noche, en después deái también
él estuvo perseguido.
Bueno, a mi madre de ahí lo han matado, lo han hecho
desaparecer el cuerpo, no se sabe, no sabemos nada. Después
de quince años yo fui a ver, porque yo no fui antes,
cuando mataron a mi madre, yo no fui a verla porque a mi también
me han dicho que tú también estas perseguida,
ya no vayas, diciéndome me dijeron tonces, yo no fui,
porque yo estaba a cargo de mi padre y, entonces, por ese
motivo yo ya no fui. Me vine acá, a Lima, sin conocer.
Yo no sabías, yo no, yo no conocía Lima, entonce
enái... mi madre era bien buena, bien cariñosa,
yo hubiera querido enterrar a mi madre por qué mi madre,
por qué tenían que matar, inocente, ignorante,
este, inválida, no caminaba ella, lan matao.
Después de quince años cuando fui, acasito le
han matado a tu mamá, hemos encontrado grasita, tenemos
un pedacito de seso, acá está enterradito me
dijo, entonce deái, lloré, yo me puse mal.
Después en año mil novecientos ochentaiséis,
al fin, mi hermano Lucho... Luis Castillo quien se escapó
en del medio camino, también lo mataron a él,
en la matanza de Parcco y Pumatambo junto con los trece campesinos,
allí murieron, los ancianos, los niños, todos
y no se sabe nada del cuerpo, lo quemaron todo, no sé
qué hicieron con ellos, desaparecieron el cuerpo, no
sabemos nada, señores del Comisión de la Verdad,
nosotros pedimos pues, que nos escuche que haiga justicia,
porque no habido justicia en tiempo de Belaunde, en tiempo
de Alan García, habido todo violencia, violencia nada
más, gracias a los Derechos Humanos, por ellos felizmente
todo esto se pacificó y la personas que hemos sido
de Ayacucho, hemos sido tildados de terrorismo, son terroristas
ayacuchanas, nos decían en Lima también. Teníamos
miedo de hablar, de denunciar, yo no denuncié. Sólo
de mi mamá denuncié, porque me dio cólera,
dio una ira a esos militares que le han matado a mi madre,
poque sin motivo le han matado, qué se les ha hecho
mi madre, diciendo, yo le puse denuncia en la Fiscalía
de la Nación; pero de ahí no seguí, por
temor no lo seguí, señor.
Yo quiero que me escuchen, yo quiero escuchar justicia, para
los culpables (llora) por eso ahora mi padre estuvo en la
cárcel es ahora delicau de salud, él mia dau,
este, no puede hablar él, tiene dificultad en hablar
entonces me dio este mensaje. Quiero decir a la Comisión
que yo soy un hombre inocente –mi padre– nunca
hice nada malo, las acusaciones eran pura mentira. El señor
Benigno Medina era mi compadre y ni... y nos llevaron bien
por eso mentira. Estuve cinco años preso, hasta El
Frontón estuve y perdí a mi familia. Pido justicia
a mí declara... declararon inocente, pero mataron a
mi esposa y a mis hijos. Ese el mensaje que mi padre quiso
decir, pero se lo estoy leyendo yo, gracias.
Voz de Juan Tenorio Roca.
Señores autoridades del departamento de Ayacucho, provincia
de Huanta, señores Comisión de la Verdad, señores
periodistas, pueblo en general, les saluda afectado de tres
familias desaparecidos en diferentes fechas, uno es Felícitas
Auqui Tenorio; y uno hermano mío, tal vez conocen acá
en Huanta, Rigoberto Tenorio Roque en año 84, y el
otro es año 1985, el veinte de mayo, Melitón
Auque Tenorio, lo cual voa declarar de dos personas, en su
esposa de Rigoberto va a declarar ella.
Señores autoridades este caso sucede en comonidad campesina
Satica a raíz de la muerte del señor Gerardo
Martínez, el quince de junio de 1983. El señor
Gerardo Martínez maneció muerto el quince de
junio y me hermana Emilia Tenorio de Auqui no sabía
la situación que ha socedido, era inocente; pero sin
embargo, acosaron directamente a ella, como si fuera responsable.
Resulta que el Teodoro Martínez, hijo del señor
Gerardo Martínez, no sé cómo se ha enterado;
se ha contratado una cantidad de sinchis y lo cierto que este
señor llega al comonidad de Satica, a Sachasnyoc, y
se cuadra por todos los logares de la casa con una cantidad
de sinchis; empieza a maltratar a Emilia Tenorio Auqui diciendo,
tú debes saber quién ha matado a mi padre. A
mi madre, empezó a golpear en la centura, en la cabeza
hasta perder conocimiento y los sinchis con la metralleta
en la mano, hincando por todas las costillas para que pueda
hablar. No tan contento con ello, a una criatura de diez años,
agarró de una mujercita, diciendo, que tú tienes
algo. Empezaron buscar por todas las casas, y a la creatura
desvestir en dentro de la casa para encontrar algo, pensaba
su mamá, Emilia Tenoria, que taban, eban matar a la
creatura o iban abosar, pero sin embargo no encontraron nada;
saquearon los cosas que tenían valor y no tan contento
con eso, dejando privado ya con sangre, lleno de sangre, a
la Emilia Tenoria en el suelo. Las criaturas están
en lágrimas. Encendiaron los cinco chozas que existían,
en igual forma, encendiaron con la misma paja a los sembríos
y a las plantas que existían; después de reaccionar
ya prácticamente, al no encontrar también los
sinchis todo, después de maltratadas tantas cosas que
han hecho, se empiezan a retirarse ellos, y recién
reacciona la Emilia Tenoria de Auqui, cuando reacciona, ya
se encuentra prácticamente ya sin nada, porque no había
en la casa dónde dormir, ni la cama, ni los víveres.
Se traslada al distrito de Pampa Cangallo, a comunidad Incarjay.
Ahí se encontraba su esposo Eusebio Auqui Orozco. Ese
comonica los casos que ha socedido, pero lo cierto que no
podían hacer nada. Me comonican acá, a Lima,
a ver qué podía hacer; yo lo cierto que contraté
un abogado en Lima y le comonicado para que viaje ella a Lima,
limos pedido a las autoridades pidiendo las garantías
respectivas, informando pormenores, al Ministerio del Interior,
para que estos casos... que se... antes que se genere más;
pero, sin embargo, en esta andanza que estamos andando señores,
no fue tampoco a su hija, su hija Felícitas Auqui,
Felícitas Auqui Tenorio, que era en cuidau de los animales,
y cuidau de la casa y de la en parte baja hasta... hasta que
estamos andando en ese trámite documentarios, enteramos
en quia esa esta señora en feria Pampa Cangallo, detienen
los tres sinchis de la Guardia Civil, sindicado por la hija
del señor Gerardo Martínez que ella debe saber.
Pero resulta que esta mujer empieza gritar, sabiendo que su
madre, cómo le han maltratado, como se ha contado,
todo lo que han hecho. Entonces resulta que... al enterar
su mamá de Lima, empieza viajar para... empieza viajar
hacia Pampa Cangallo, averguar haber qué ha socedido
con sos hijas, nadie se en dio razón, le dijeron uno
de los testigos, una persona más o menos indicada,
que indica, la detención que el Ignacio Alarcón
Pareja, único persona que dijo que en delante de tantas
personas en una feria se han recogido y halla y detenido y
han llevado arrastreando; pero hasta el día de hoy,
no se ha llegado a saber nada, y otra persona por averguaciones,
ques hijo de Antonia Auqui, estaba detenido también.
El ha visto hasta desde... del día ventisiete, hasta
ventiocho; el día ventiocho, dice, que se ha sacado
sin destino alguno más o menos, los sinchis han demorau
tres horas y han regresau ya sin la Felícitas. Ella
era madre soltera, dejó cuatro hijos en desamparo que
al cargo de su madre realmente ahora se queda las criaturas,
sin estudio. Realmente, usted pueden imaginarse cómo
se pasa cuando madre padre, que era madre viuda, mejor dicho,
madre soltera que no como sostentar el hogar. Ese socede con
Felícitas Auqui, señores pedimos a las autoridades
que pueden tomar cartas en el asunto, acá la Comisión
la Verdad.
Después lo segondo va a trasmitir acá mi coñada;
ahora socede, el día vente de mayo de 1985, llevando
los víveres se va, su hermano de Felícitas,
ya en el año 85, hacia la Comonidad de Satica, porque
en comonidad de Satica teníamos una cantidad de ganados,
para en cuidau dellos se han ido llevando los víveres,
pero en llevar eso se ha demorau como tres días, en
esa compañía, nos cuidaba el señor Pablo
Tenorio Quicaño. Entonces en esos tres días,
parece que los comoneros se han dau cuenta que había
una persona extraña, pero en realidad no éramos
extraños, nosotros vivíamos ahí años
atrás. Se allanan a las cinco de la mañana y
secuestran a Melitón Auqui Tenorio, y Pablo Tenorio
Quicaño no podía identificalo a nadies, porque
era hora de la noche más o menos proximadamente cinco
de la mañana, lo amarraron en un caballo al Meliton
Auqui Tenorio... ice que arrastreando lo llevaban por los
suelos, hacia la comunidad Munaypata, de ahí hacieron
pasar a Cusibamba, y el Pablo Tenorio Quicaño alcanza,
ya dándose cuenta que donde se encontraban, donde el
Águila Salvatierra, en comonidad Cusibamba, y pudo
identificar a las cinco personas que señalamos en el
documento posteriormente o podría decirlos son cinco
pers... o mejor dicho cuatro personas son Jacento... Jacento
Calderón, Eduardo de la Cruz Arango, Rosendo Núñez
Escalante y Marcelino de la Cruz Arango; lo cuál nosotros
empezamos a averiguar, y a Pablo Tenorio Quicaño decimos,
señor osted tiene que responder, porque él ha
venido trayendo los víveres pa su alemento, pa que
(inaudible) sino de lo contrario, denunciaremos a osted, porque
quién puede ser más testigo que osted. El se
ha ido al distrito de Pampa Cangallo, en el juez de paz, ha
denunciado, ha denunciado valientemente este hombre, reconociendo
de todo, incluso ha hecho constar en el denuncia diciendo,
que él también ha sido amenazado, porque en
eso que alcanzao en Cusibamba le ha dicho, soplón tú
también estás encobriendo, vas a morir así.
Resulta que a él también, posteriormente, hicieron
desaparecer; hasta el día de hoy no se llegó
a saber nada, por simple hecho denuncia. A su mamá
también le han amenazado, si denuncias así,
igual forma vas a desaparecer; pero se sopone que estos mismos
señores que estoy mencionando, ansí nomá
no pueden haber para borrar las huellas. A este señor
Melitón Auqui hacen llegar al cuartel de Casacancha;
en el cuartel de Casacancha ha ido averiguar mi hermana Emilia
Tenorio, que le han dicho el alcalde de Casacancha, ha acompañado
gracias a ese señor, y le han dicho que estaban investigando;
en eso, posteriormente se encuentra con tal León Gómez
que estaba detenido, pero ya se habían dau libertad,
este León Gómez dice, sí hemos encontrado
y hemos conversado aentro, porque él estaba herido
de bala, está enfermo, no sé si saldrá;
desde ái no hemos llegado a saber nada de su destino,
así es el destino que ha corrido, en cada uno de ustedes
ya se imaginarán; sobre los maltratos, solamente agradezco
a los señores de Comisión de la Verdad so buenos
oficios que pueden poner para ver realidad, ya tantos años
estaba pasando de la historia, agradecemos a la Comisión
de los Derechos Humanos y a los señores organismos
que nos están apoyando con tantas cosas de la movilidad,
muchísimas, gracias señores.
Voz de Cipriana Huamaní Janampa
Señores Comisiones de la Verdad, eh... señores
autoridades, señores periodistas nacional, internacional,
una vez más aquí, dando, para poder dar mi tistimonio,
lo que pasó con mi esposo, que tantas veces he dado
y he denunciado.
Bueno, soy la esposa de Rigoberto Tenorio Roca que en el año
de mil novecientos ochenta, este, en año mil novecientos
setentidós, perdón, setentaiuno, fue destacado
de Lima a trabajar acá en Huanta en el co... en el
colegio González Vigil, como instructor premilitar,
donde él trabajó hasta el 84. Él, como
conocer el pueblo entero de Huanta, fue una persona muy humanista,
fue una persona muy bueno con todos, fue una persona, un padre
ejemplo que siempre se preocupó de sus hijos, muy cariñoso,
donde él siempre decía que era adorno de su
casa, sus hijos; entonces un día menos pensado, corrió
la suerte, como los demás corrieron, la suerte. Fue
por dos oportunidades, allanado mi casa, entonces aquel tiempo,
en esa fecha, había sido, habían atentado a
la... al puesto de la PIP y bueno han salido los dela... del
servicio de inteligencia y con todos de la marina, entraron
a mi casa, eran... eso de las cinco de la tarde y buscaron
mi casa; pero yo pregunté, por qué habían
entrado, dijeron de que si por ái estaban ocultados
los terrorista que habían atentado.
En la otra, en el otro atentado igual, entraron en mi casa
a la una de la mañana, diciendo de que dónde
estaba mi esposo, y luego buscándose todos los rincones
de mi casa. Donde yo vivía es una casa grande que tiene
su huerto; pero yo cuando... me dí cuenta cuando rompieron
la puerta de mi cuarto, y eran los de la marina, porque yo
los conocía... los conocí por el uniforme, entraron
con una capucha negra y bien armados; cuando me levanté
de la cama me dijo, que... que me ponga de... con las manos
hacia la pared... y que... y los taparon a mis hijos que estaban
durmiendo; pero en esa noche mi esposo había salido
a un fiesta que, que habían hecho acá por Cinco
Esquinas, con sus amigos. Entonces buscaron todo mi cuarto,
y los demás, también estaban buscando todo el
huerto, y en eso pude darme cuenta, uno de ellos que llevaba
una manta envuelta, y me preguntó por mi esposo, y
le expliqué dónde estaba; en eso al no encontrar
nada, salieron; eeh bueno, eso había sufrido, ese atentado
ya que habían entrado a mi casa; pero yo... nosotros
teníamos una tienda en Macachacra, en esa tienda, yo
iba dos veces a la semana a hacer negocio en las ferias, nada
más; entonces, una mañana que llego a las seis
de la mañana con la mercadería, un día
domingo, llego normal a repartir mis... mis mercaderías,
en eso aparece, este, un señor comprador y me dio una
plata que tenía que sencillar y buscando sencillo,
salí por las vecindades de las tiendas, regresé
y atendí al señor, pero en ese entonces, me
doy cuenta que yo, me doy cuenta de que estaban armados a
mi atrás, y uno de ellos me pusieron un revólver
acá. Pero eran... eran unos hombres altos, con su poncho,
todo era de... con su chullo, como gente campesina, agarré
no sé de dónde saqué la fuerza, y agarré
y le hice, así la mano, y le dije qué pasaba
y me dijo de que, no, este, nos tienes que acompañar,
pero por qué les aco... nos tienes que acompañar,
lo único que pensé era que mi bebé estaba
en el rincón y corrí por mi bebé, me
agarré de mi bebé; pero por qué los tengo...
no, nos tienes que acompañar, y me sacaron a fuerzas;
pero una niña que tenía trece años, se
quedó ahí en la tienda, cuidando a mis cosas.
Y me llevaron, pero entonces, cuando ya me hacía cruzar
la pila el parque de ese pueblito, me doy cuenta de que estaba
tomado por los infantes de la Marina todo el pueblito, taban
por las ventanas, bien armados, por las esquinas, recién
me había daudo cuenta que ellos habían tomado
el pueblito.
Me llevan onde ellos habían tomado, como un puesto,
el concejo de Macachacra, me hicieron pasar y me empezaron
a pegar, pero yo lo tenía a la niña en la mano,
bien agarrada, en eso me preguntaban de que, quiénes...
a quiénes yo apoyaba, a quiénes yo ayudaba,
que yo diga cuáles son los terroristas, pero yo dije,
que no, yo no los conocía, no sé nada, yo sencillamente
trabajo acá con mi negocio para poder ayudar a mi esposo,
mantener a mis hijos, eso fue mi respuesta; pero denuevamente
me pegaban, me jalaban del pelo, me tiraban al suelo, me dijo
que, si este... que viera la forma donde dejaría mi
bastarda, porque si yo no hablaba, tendría que morir;
y no, me abracé aún más a mi hija, aún
más me aferré a mi hija, y no lo solté,
me tiraban al suelo, me pateaban; pero no, no solté
a mi bebe. Entonces me llevaron a un cuarto, en ese cuarto,
habían un montón de detenidos ya; pero la gran
parte eran los paisanitos de la altura, como es feria ellos
bajan con sus mercaderías también; entonces
me dijo, ¿a quiénes aquí conoces?, yo
respondí, conozco a todos, porque estos señores
vienen a mi tienda y llevan mi mercadería; pero más
yo no sé en qué se ocupan, quiénes son;
esa fue mi respuesta, entonces agarró uno de ellos,
agarró a uno de ellos que estaban ahí, por supuesto
de espaldas con las manos atrás y dijo, ¿a esta
mujer le conocen?, igual dijo, no, no le conocemos; otro agarró
y dijo, ¿tú conoces?, sí le conozco porque
voy a su tienda a comprar, ¡ajá! ¿no?
y tú no conoces me dice, ¿no?, no los conozco;
sí los conozco de vista, pero no sé en qué
se ocupan; ¡ah! muy bien no conoces, agarró el
pelo a uno de ellos, le golpeó tanto en la pared, tanto,
en la pared que le destrozó la cabeza; yo seguía
mirando, venía el otro y me pateaba, mira, así
vas a morir. Vino... alguien salió por ahí encapuchado,
pintado la cara, agarró a otro y dijo, mira, si tú
no hablas, no nos ayudas, así vas a morir; luego cortó
en mi delante el cuello, donde veía que pataleaba su
cuerpo y su cabeza por un lado, yo seguía aferrada
a mi hija, uno de ellos entró y me dice, ya pensaste
a quién vas a dejar tu bastarda, que así vas
a morir, si no hablas, yo dije, no tengo nada que hablar,
no conozco de quién me pregunta, de qué me preguntan,
no sé. Es así que me tuvieron, desde las seis
de la mañana hasta las cuatro, en ese... en ese martirio;
y menos mal de que eso de las tres... de las cuatro de la
tarde se presentó un mayor dellos, y entró,
porque ya el otro ya había traído una soguilla
y una tela que en mi delante rompieron y dijo, con esto te
vamos a amarrar la mano y con este vamos a vendarte los ojos;
yo ecía, resignada a morir porque no había otra
cosa que... quehacer; entonces llegó un mayor dellos
y dijo, qué, qué ya le entrevistaron o ya le
tomaron su manifestación de la señora; sí,
pero no habla esa mujer; en eso, haber llámenlo, me
llaman donde estaba el jefe, se suponía que era el
alto mando que de ellos era; entonces, él empezó
a preguntarme, entonces, agarré y respondí y
me preguntó que en qué me ocupaba y bueno dije,
este es mi negocio, me ocupo en negocio, luego quién
era mi esposo, entonces le dije, mi esposo trabaja en el colegio
González Vigil es premilitar, él es subficial
segundo del ejército, ¡ah! mi colega, dijo, ¡ahh!
nuestro colega; pero cómo es posible que ustedes no
hayan dicho, no hayan preguntado a la señora; entonces,
por favor señora disculpe, que mis subalternos no saben
lo que hacen, por favor disculpe, perdónenos, puede
usted irse. Así sencillamente, se agarré a mi
bebe y dije, bueno, pues, gracias a Dios; pero agarró
un papel blanco me dijo, firma este papel, de lo que tú
estás saliendo tranquila, que acá te han tratado
bien; no yo no puedo firmar, le dije, no voy a firmar. No
firmé.
Es así de que regresé a mi casa, no firmé,
me soltaron, fue... llegué a mi casa y le conté
a mi esposo, mi esposo indignado quiso ir hasta la marina
y hacer bulla, hacer todo lo que él quería hacer,
pero yo agarré, le supliqué a mi esposo que
no haga, porque yo sabía cuál eran sus actitudes
dellos. Ya mucha gente habían matado, aquel tiempo
ya mucha gente estaban muertos; si alguien se abrazaba de
su esposo, en defensa cuando llevaba... también. No
respetaban a los ancianos ni a los niños, a nadies,
entonces le supliqué a mi esposo y lo único
que me vio tan enferma mi esposo y me dijo, vete a Lima. Yo
me fui a Lima por tres meses, para poder yo recuperarme de
lo que me habían hecho. Mi esposo se quedó con
mis niños, mi tienda, y a los tres meses cuando vuelvo,
ya todo un poco tranquilo, a los tres meses cuando regreso,
de nuevamente era él... (cambio de lado de cassette)
...Palomino que era, aquel tiempo, el 84, nos había
dicho, Tenorio, ten mucho cuidado que ustedes la vez pasada
bajaban al parque y dijo, este Tenorio se nos está
escapando por segunda vez, pero en la tercera no nos va a
escapar, cuidado Tenorio dijo; ¿así?, pero mi
esposo me había dau tanto valor y me había dicho,
nunca tengas miedo, si yo soy subficial, soy del ejército,
por qué vas ha tener miedo, ahitá mis diplomas,
yo no he sido, yo no soy un ocioso, no soy un hombre cualquiera
para que a mí me lleven, si me llevan, tú vas
y les dices, acá están sus diplomas de mi esposo,
él también es colega de ustedes, porque no me
va hacer eso, nunca tengas miedo.
Me daba un valor pero, sucedió de que cuando ya eso,
el siete de julio del 84 viajábamos para... de Huanta
a Ayacucho, a ver sus papeles, por su puesto en el cuartel
del ejército, en eso por Huayhuas, a eso de las dos
de la tarde, bajaban los infantes de la marina con su tres
carros, me acuerdo, unos combis... un comboy que dicen. Unos
carros lleno de militares y un tanqueta, y uno de los carros
era jeep; entonces pararon al carro y subieron, al carro...
al carro, al ómnibus que nosotros viajábamos
habrían subido unos diez de la marina, pintados la
cara, bien armados, preguntando por los documentos, entonces
todos empezaron a mostrar sus documentos, en eso también
mi esposo y agarró, dijo, yo soy el subficial del ejército
Tenorio, enseñó; entonces dijo, ¡ahh!
oye, le dijo, acáy un Tenorio, ah que baje, dijo, que
baje, entonces dijeron, nos acompañas colega. Le dijo
todavía, encantado, dijo mi esposo. Entonces se iban,
ya bajaba mi esposo, entonces uno dellos le preguntó,
qué te olvidas. Me estoy olvidando mi yamis bond, él
llevaba en su yamis bond sus papeles, sus documentos personales;
entonces regresó a recoger, yo le dije, no lleves;
no, me dice, quédate tranquila, siempre dándome
ese valor, que yo me quede tranquila... (llora, llora).
Voz de una persona.
Cálmate, cálmate, toma agua, toma agua... (inaudible)
Voz de Cipriana Huamaní Janampa
Siempre dándome ese valor, lo único que pensé
es, como nos dirigíamos al cuartel del ejército
de Ayacucho, voy a llegar a Ayacucho y voy a dar parte al
comandante del ejército, se me ocurrió pensar,
le bajaron a mi esposo; pero yo le vi cuando lo subieron al
carro, le envolvieron con su saco, con su propio saco la cabeza,
(llora) y llegué, inmediatamente, le busqué
al comandante que en este momento no recuerdo el nombre, entonces
(llora) le dije lo que había ocurrido, y me dijo, no
te preocupes señora en este momento vamos a llamar
por radiograma. Cogió la radio y llamó, acá
al cuartel de la marina, donde ellos respondieron, sí,
respondieron ellos, que sí habían llevado y
era para una pequeña investigación que les había
llevado, que ya lo van a soltar, de aquí a media hora,
una hora, entonces me agarró y me dijo, señora
cálmese, tranquilo, póngase tranquila que, no,
no va a pasar nada, yo le he dicho, como estás escuchando,
que es mi personal y tiene que soltar, me tranquilicé,
esperé, esperé y denuevamente le insistí
de que llamara, por favor, si ya lo habían dejado en
libertad, ¿podría llamar?
En segunda llamada dijo, no ya lo hemos dejado en el trayecto,
posiblemente se habrá ido con los senderos,(llora)
y a mi (llora) se me había enfriado la sangre (llora)
porque (llora) eso era la costumbre de ellos, cuando a una
familia se llevaban (llora) preguntaba (llora) por su detenido,
decía, se habrá ido con los senderistas, ya
debe estar en tu casa; entonces yo dije, correrá esa
suerte mi esposo, inmediatamente me dijo el comandante, anda
hijita a tu casa, regresa (llora) y ve con tus hijos, ya lo
han soltado, debe estar en tu casa, ponte tranquila, me dice
todavía, dije, debe estar en mi casa, me voy, vine,
llegué a mi casa, pregunté a mis hijos, eso
era como las seis y media de la tarde,(llora) entonces mis
hijos me dijo, no ha llegado mi papá todavía,
si has ido con mi papá; les conté a los mayorcitos,
pero a los más pequeños no le conté;
y no, no más...
Era un día sábado que había pasado, para
el día domingo yo no podía hacer nada, a dónde
acudir, lo único se me ocurrió ir adonde el
fiscal, donde el Fiscal Palomino, le dije señor fiscal,
usted es la autoridad máxima de este pueblo ayúdeme,
ayúdeme,(llora) haga algo por mi esposo, es su amigo
y más de ser amigo era un compadre que he bautizado
al último de mis hijitas y me dijo, no, no señora
Cipriana, me dice, (llora) si a tu esposo lo ha hecho ingresar
al estadio, desde ya, desde quel momento que subió,
le empezaron a pisar en el suelo, en el piso del carro; y
nosotros hemos sacado cara, porque nosotros veníamos
todos... el juez, el fiscal, venía en ese carro, y
nosotros hemos visto y le hemos dicho, por qué le golpean
al señor de esa forma, el señor es muy... muy
tranquilo, es profesor del Gonzáles Vigil, es instructor
premilitar, es muy tranquilo, es nuestro amigo; entonces les
respondieron, cállense ustedes, cállense ustedes,
porque el cuartel de la marina es un jabonero, en cualquier
momento ustedes van a resbalar, así es que, no saquen
cara por él; entonces así me dijo, yo no podría
hacer nada por tu esposo, que nosotros tampoco no podemos,
no vamos a... no vamos a poder hacer nada, igual esa suerte
vamos a correr; entonces todavía le dije, pero entonces
quién va hacer por mi esposo. Me sentía, ustedes
entenderán de que cuando lo sucede esto, no sabes,
si está de noche, si está de día, a quién
vas acudir, a quién vas a correr; era desesperante...
(llora) me quedé con mis ocho hijos.
Pregunté (llora) pasé que pasara esa noche,
siempre dije, como habían entrado a mi casa, entrarán
de nuevo, nos llevarán nosotros también, a mi
hijita mayor (llora) las dos nos acostamos, nos amarramos
bien los zapatos (llora) le puse un pantalón muy fuerte
a mi hija, porque pensaría de que si a ella llevarían,
la violarán, la harían algo (llora) protegí
a mi hija, manecimos sentadita. (Llora) ¡Ah! toda la
gente saben, para nosotros era un terror los infantes de la
marina, el carro cuando cruzaba por nuestras puertas, por
nuestras calles, amanecimos sentadas. Amaneció, inmediatamente
me fue a poner denuncia a la fiscalía, sólo
quedó en denuncias, nunca el fiscal fue a verificar
qué pasaba, me fui para Ayacucho, igual, andé
por todas las autoridades competentes de que esto me ayudarían,
me ayudarían buscar, encontrar, (llora) nada... qué
iba hacer yo con mis ocho hijos menores, el mayor nada más
que tenía quince años varón, no, yo no
tenía ninguna profesión yo vivía por
él, era sostén de la casa.
Entonces no me quedaba nada, pasaron días y tras días,
siguía buscando, preguntando y entonces... sabía
de que, al no encontrar ninguna respuesta, dije, estará
por ahí porque el huayco, el río, el huayco
de Yahuarcuna era un lugar, un lugar de echadero de todos
los muertos, hechos por los infantes de la marina, entonces
me fue para allá, sabía de que había
que cambiarse de ropa, me ponía mi ropa del campo,
cargada mi bebe, busqué. Verdad muchos muertos, busqué,
(llora) tampoco encontré, no estaba ahí mi esposo,
(llora) preguntaba por dónde, por todo sitio busqué,
huaycos, quebradas; (llora) entonces alguien me dijo, por
Iribamba, había una fosa común, fue para allá,
igual encontré verdad, que un resto de un ser humano
estaba comiéndose un perro, le quité el pedazo,
me fue buscando para ver si ahí estaba, sí había
esa fosa común, (llora) senté a mi bebe, empecé
a buscar, arañar... la tierra, porque estaba tapada
con... con un poco de ra... rama espinosas y un poco de tierra,
empecé jalar, sólo salió la pierna de
uno de ellos, quise sacar al otro y el brazo... (llora) ya
no podía.
Inmediatamente regresé desesperada, dí parte
a las autoridades acá para que puedan darme permiso
y se desentierre esa fosa; nos dio permiso, pero también
nos mandó, como resguardo los de la marina, fueron
con... juntos con nosotros, no sé quiénes pude
conseguir a los familiares, fuimos con lampa y pico y una
camioneta que pude yo pagar... llevé, los desenterramos,
buscaba yo desesperada si en uno de ellos saldría mi
esposo, tampoco. Encontraron no sé, una, dos personas,
creo que encontraron sus familias, pero destrozados y mutilados,
sin lengua, era una barbaridad, amarrados siempre las manos
para atrás, con unas soguillas, sino era soguillas,
eran alambres; entonces empezamos a cargar eso de las seis
de la tarde, todos esos cadáveres, entonces los de
la marina dijeron, nosotros iremos en la caseta, yo agarré
dije, no ustedes suban arriba, si quieren suban arriba, nosotros
hemos pagado nuestro carro y vamos a ir abajo, ustedes vean
y pregúntense la conciencia, qué han hecho con
esta gente, eso fue, no sé de dónde saqué
mi valor; pero antes de eso, me había dicho, quién
encontró este hallazgo, y yo dije, yo porque estoy
buscando a mi esposo, movió la cabeza... me dijo como
quien amenaza. Cargamos al carro y nos venimos. Ellos venían
arriba por supuesto, porque ya la gente... esos cadáveres
ya estaban descompuestos, llegamos al hospital, cuando descargaron
todos los muertos, uno de ellos ras... rastrilló su
arma y me dijo, espérate, espérate eres muy
valiente; no le contesté nada y así pasó,
pasó; entonces ellos ya estaban siguiéndome
los pasos a mí.
Cuando un día, cuando un día, y a mi tienda
se acercaron, entraron dos personas, pero yo por sus, por
su forma de ser ya yo había visto que eran militares;
pero entraron de, de civil; cuando entraron de civil y me
pedió dos cervezas, como les atendí, se sentaron
en un rincón; pero por mi suerte, qué sé
yo, les cayó un llavero y se agachó y les pude
yo ver el revólver que tenía en la cintura.
Tonces yo inmediatamente me dio un calosfríos y me
metí que había una cortina de plástico
en mi tienda, me metí y empecé mirar por una
rendijita y entre ellos dijeron, ¿tú presa o
mi presa? y el otro le dijo, déjame a mí, es
mi presa; entonces tenía que entender, de que ellos
habían entrado a matarme a mi tienda, no sé
qué se me ocurrió tan rápidamente, lo
peñizqué a mi bebe que estaba al rincón
adentro, empezó a gritar; tonces dije, ¡ay! hijita
no te ha pasado el cólico, vamos mamita, vamos cállate;
como gritaba desesperada la niña y salté como
quién mecía y tranquilizaba su dolor, salí
afuera, salí a la puerta y de la puerta empecé
a escaparme; corrí, corrí, tanto corrí
y en eso cuando yo volteo, como había caminado, como
había corrido como tres cuadras a cuatro cuadras, cuando
volteé, ellos venían desesperado, ellos venían
desesperado; pero para mi suerte de mí, se presenta
el señor Antonio La Torre, que gracias a ese señor,
me ayudó mucho, que en paz descanse, que ya el señor
murió; entonces este señor, yo digo, señor
Antonio me están siguiendo, me... me van a matar, me
dijo, toma la llave anda, abre mi casa, escóndete ahí;
entonces me fui corriendo, siguí corriendo; pero al
señor le han... le han detenido ahí y le han
preguntado, qué había, qué me... qué
le había preguntado, y dónde estaba esa mujer,
dónde esta esa mujer, qué te preguntó;
el señor había dicho, no, está buscando
a su hijito que se ha perdido; no tú quieres ocultar.
Al señor le ha traído hasta su puerta, y yo
estaba adentro, y en la puerta forcejiando de que se quería
entrar, y él decía, si usted, porque era abogado,
si ustedes tienen un, este, orden de allanamiento, pasen,
si ustedes no tienen, ya lo verán conmigo, que yo sé
mis derechos, conmigo no van hacer esto, yo estaba escuchando
adentro y rezaba; pero rezaba, pedía a Dios que no
entrara, en eso se fueron. Ese señor me dio el valor,
ese señor don Antonio La Torre me dio el valor y resignación
para yo poderme irme de Huanta, porque yo nunca pensé
irme, mientras yo no encontraba sus restos, sus restos de
mi esposo, mientras yo no encontraba justicia, yo no quería
irme, (llora) no quería irme. Ese señor me dijo,
señora Cipriana has hecho mucho, vete, ándate
piensa, piensa en tus ocho hijos, qué va ser de ti,
cuando a ti te pasa algo, yo te ayudo a salir de acá;
entonces yo me quedé en la casa del señor tres
días ocultada, mis hijitos se han venido así,
(llora) por otros lados, como quién hace desconocer
el camino a aquellos que estaban tras de mí, con sus
ropitas en la espalda, en sus bolsitas. Recuerdo que una mañana,
salí con mis hijos con... acompañada de este
señor y en un auto. Yo no llevé nada de mi casa,
nos fuimos (llora) con la ropa encima, yo no tenía
plata, recuerdo que compré dos pasajes (llora) y mis
ocho hijos cargado, no sé cómo pude caber, caber
en esos dos asientos, (llora) me fui a Lima, me fui a Lima,
lloré mucho.
Parecía de que me estaba negando a buscar a mi esposo,
me sentía con una culpabilidad de conciencia, (llora)
pero llegué a Lima, no estaba tranquila, yo no tenía
trabajo, mis hijos no habían terminado sus estudios
de ese año, se habían traumado tanto, se habían
traumado mis hijos; acobijada en casa ajena (llora).
La verdad es que la lucha para poder salir adelante, con mis
hijos, ha sido bien duro; aún peor, sin saber la verdad,
qué pasó con mi familia, con mi esposo, dónde
está, por qué se lo llevaron, (llora) cuál
es la prueba, qué culpa tuvo, qué hizo y ahora
quién me tiene que responder eso (llora). No me quedé
tranquila en Lima, igual nos encontramos con otros familiares,
formamos una organización de familiares, (llora) empezamos
a buscar la justicia, a la fiscalía de la nación,
a todas las autoridades compitentes, igual caminábamos,
denunciando a todas las prensas; pero tampoco ninguna respo...
respuesta, entonces cuando nos encadenamos en Plaza de Armas,
pudimos en algunas de esas de esas protestas a entrar a...
tomamos el Palacio de Gobierno, entramos casi a la fuerza,
entramos y solamente... cuando ya estábamos en la década
de Alan García, y solamente nos atendió el secretario
general de Alan García y con la mamá Angélica,
que eran de Ayacucho también, y solamente nos dijo,
de que, ¡ah! no sabían, qué triste es
esta historia, pero ahora lo vamos a investigar, cuál
es su teléfono, les estaremos avisando tranquilícense,
eso fue... era toda la respuesta de todos los gobiernos que
estaban de turno, y nunca supimos nada, nunca llegamos a saber
la verdad, es por eso les digo, si acá estoy una vez
más, para dar mi testimonio, mi denuncia, para dar
valor a los demás señoras, porque aquí
en Huanta ha sido golpeadas, mayormente, las campesinas, no
tengamos miedo (llora) unamus las fuerzas pe... perdamos este
miedo, hay que denunciar, todos juntos nos levantemos, porque
sino, no alcanzaremos a la justicia, nunca llegaremos a la
verdad qué pasó con nuestros familiares inocentes,
que ellos nunca estuvieron metidos en ninguna política.
También hago un llamado a la Comisión de la
Verdad, ya que está en sus manos este trabajo para
sacar a la verdad, espero que todo esto sea investigado, punto
por punto, caso por caso; y aquellos asesinos, verdugos paguen
su culpa, la tranquilidad de nosotros, será, cuando
éste asesino, esteé dentro de las rejas y veamos
un documento donde diga, acá esta la sintencia por
cadena perpetua, de tantos miles... miles de asesinatos, que
han cometido. Y este asesinato culpo al Comandante Camión,
porque en Huanta, Comandante Camión es que asesinó
a mucha gente sin verificar quiénes, sí eran
terroristas, como ellos llamaban o no, ellos son los culpables
de todos estos hechos, ahí está el estadio de
Huanta, eso yo creo para mí es exactamente, la fosa
de toda aquellas personas que no pudimos encontrar sus restos,
y eso quisiera pedir a la autoridad, a las autoridades que
están llamados a poner ésta... estas fuerzas.
Que ese estadio de Huanta, que alguna vez se, se voltee, se
desentierre, se vea, porque ahí por lo menos podemos
encontrar siquiera los huesos de nuestros familiares, estoy
muy segura que ahí hay mucha gente enterrada. Igualmente
quiero hacer llamado a nuestro gobierno Alejandro Toledo,
que él, en alguna de sus discursos dijo, apoyaré
a los familiares de los detenidos, desaparecidos. Muy bien,
muchas gracias, señor Alejandro Toledo; pero no te
olvides que no sean promesas, no te olvides de tus hermanos;
si tantos niños que necesitan de tu apoyo, de esta
justicia, de esta justicia... esa... este... que tantos años,
son veinte años que esperamos... de esta justicia que
sea verdad, que se aclarezca, que se cristalizca para saber
cuáles son paraderos de nuestros familiares, y que
no se olvide de estas madres inocentes campesinas, que vea
por estos hermanos, qué darles, en qué apoyarles
a esos niños que quedaron huérfanos, como los
míos sin... fustrados sus futuros, tal vez mis hijos
también hubieran sido alguna persona que hubiera sido...
servido para la sociedad; pero ahora ni siquiera han terminado
sus estudios superiores, porque les falta su padre y ¿cuántos
de éstos hay en el Perú?
Por favor, por favor señor Alejandro Toledo yo creo
que es su derecho de ayudar, de apoyar, en toda forma y darnos
una reparación moral, porque no pedimos nosotros una
reparación económica, pedimos una reparación
moral, digna, para poder vivir digno, para poder nosotros
estar tranquilos no con ese dedo que nos señalaba,
huantino ayacuchano, terrorista; no, no nosotros nunca fuimos
terroristas; entonces espero que todo esto tome en cuenta,
y nos pueda hacer llegar, que haiga educación gratuita
para los niños, paque los jóvenes que están
abandonado sin destino. Gracias a todas... a la comisión
de la verdad y a las organizaciones de Derechos Humanos, di
otra... di una y otra manera nos ha acompañado en esta
lucha, para siguir en esta lucha, dándonos valor para
siguir reclamando de nuestros familiares, sólo quiero
justicia, sólo quiero justicia y la verdad, señores
que están encargados en nombre de todas las mamitas,
de todas las madres pido justicia gracias.
Comisionado:
Señores testimoniantes, yo quiero expresarles como
comisionado, el impacto que he experimentado con todo cuanto
ustedes han manifestado en sus testimonios, son testimonios
desgarradores, son testimonios que causan mucho dolor, hay
que tener realmente mucho coraje, mucho valor para sobreponerse
a toda esa situación de tragedia que ustedes han vivido
intensamente. La Comisión se solidariza con vuestro
dolor, como todos ustedes están demostrando una generosidad
y una nobleza realmente sorprendente, porque han venido a
la Comisión no a clamar venganza, sino a pedir justicia,
pero ustedes saben que esa justicia será posible alcanzar,
cuando este esfuerzo que todos estamos haciendo, nos conduzca
a esa verdad. Y en ese propósito de llegar a la verdad,
quisiéramos entiendan ustedes, que este, creo, no es
el último acto. No es el acto final de ese anhelo de
justicia que ustedes reclaman, creo, sí existe el propósito
común de unir nuestra buena fe, pero sin revanchismos,
sin odio, a pesar de la cosa cruel que ustedes han experimentado.
Ojalá ese esfuerzo común nos permita llegar
a esa verdad para dar un paso importante a la justicia y,
finalmente podamos reconciliarnos. Quedamos profundamente
impactados y reconocidos por la valentía y la forma
clara y transparente como nos han avisado sus penas, muchísimas
gracias.
Señora Cipriana Huamaní
Janampa.
Solamente para agregar, nosotros no quisiéramos...
no, no nunca deríamos que haiga reconciliación
mientras no haiga justicia y la verdad.
Caso 1Caso
2Caso
3Caso
4Caso
5Caso
6
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