Audiencias Públicas
de Casos en Huanta
Cuarta Sesión, 12 de abril de 2002, 2 p.m. a 7 p.m.
Caso 18. Testimonio
de la señora Margarita Patiño de Bustíos
Doctor Salomón Lerner Febres.
La Comisión invita a la señora Margarita Patiño
de Bustíos, se acerque para prestar su testimonio.
Señora Margarita Patiño de Bustíos. ¿Formula
usted promesa solemne de que su declaración la hará
con honestidad y buena fe, y que por tanto expondrá
la verdad de los hechos, que va a narrar es valgan verdades
de los hechos?
Voz de Margarita Patiño de
Bustíos.
Sí, juro.
Doctor Salomón Lerner Febres.
Gracias, puede tomar asiento.
Señora Margarita Patiño
de Bustíos.
Gracias.
Voz de comisionada.
Señora Bustíos la invitamos a que dé
su testimonio y le vamos a escuchar con bastante atención,
puede empezar.
Señora Margarita Patiño
de Bustíos.
Señores representantes de la Comisión de la
Verdad y la Conciliación, señores representantes
de todo medio informativo, digna concurrencia oyente, tenga
todos ustedes un buen día, soy Margarita Patiño
Rey-Sánchez, esposa de Hugo Bustíos Saavedra,
quien falleció el veinticuatro de noviembre de 1988,
asesinado por dos militares que estaban en plena patrulla,
militares del Ejército Peruano, permítanme dar
un alcance de lo que era Hugo Bustíos Saavedra.
Hugo Bustíos Saavedra nació un veinte de febrero
de 1950, aquí en la localidad, ciudad de Huanta llamada
La Bella Esmeralda de los Andes, fue el her... hijo mayor
de nueve hermanos. Fue un padre amoroso, fui la esposa de
él, de cual, de nuestro amor, tuvimos cuatro niños,
tres hijas mujeres y un varón; antes de ello, en 1984,
nosotros, o sea, perdón, nosotros, empezamos casados,
él fue corresponsal de la revista Caretas, fue comerciante,
y bachiller en derecho, como bachiller en derecho se había
especializado a hacer recursos de amparo en protección
de los más necesitados, fue un hombre que quería
mucho a su tierra natal, la tierra que lo vió nacer,
dedicado. Le costó llegar a él a donde estaba,
porque fue de cuna humilde, fue de cuna humilde, estudió
derecho y avanzamos, nos dedicamos al comercio de productos
tradicionales de la región como son, la cochinilla,
el barbasco, la lucma; luego formó una empresa llamada
PROEXTA que estuvo al servicio de todos los campesinos de
lo que era el agro, nos dedicamos a la venta de maquinarias,
todo lo que acontecía, lo que es la agricultura, prestó
asesoramiento de infestación de cochinilla, de plantaciones
de tara y los hacía completamente gratuitos.
El primero de marzo de 1984, siendo las doce de la noche,
entran a casa irrumpiendo, los infantes de Marina, rompen
la puerta a patadas, matan a un perro que teníamos
de un balazo, despiertan a todo el mundo, sobresaltados nosotros
porque, estábamos durmiendo, despertamos, qué
pasa, salgan todos afuera, perdonen ustedes que sea grosera,
salgan ustedes afuera carajo y nos empezaron a mentar a la
madre, todos con pasamontañas y bolseguís, los
zapatos los bolseguís, salimos todos, ahí estaba
mi hijo, el último, el varoncito, y decían,
todos los hombres a la pared, con las piernas abiertas, Hugo,
tan pequeñito como era, entendió eso porque
él tenía en aquel entonces cuatro años,
también levantó las manos, abrió las
piernas y se pegó a la pared.
Entonces empezaron, se metieron a todos los ambientes, empezaron
a sacarnos a todos, y en eso yo hablo y digo, qué pasa,
le digo, por qué actúan así, qué
es lo que hay. Uno de ellos me mete un culatazo de FAL. Entonces
Hugo reacciona y dice, a mi mujer nadie la toca y deja eso
¿no? Ah ya, te haces el bacán, muy bien, jalaron
una manta que teníamos en el sillón del mueble,
le cubren el rostro, y le digo, por favor, le digo por qué
se lo van a llevar, por favor no hagan esto y me dice, tú
cállate, mañana vas normal y tú le llevas
su desayuno, queremos hacerle unas preguntas nada más,
se retiran llevándolo a él.
En eso, al día siguiente, a las seis y media de la
mañana, voy llevando el desayuno hacia la policía,
la Guardia Civil en aquel entonces, en ese momento le digo,
por favor he traído el desayuno a Hugo Bustíos
Saavedra. ¿Hugo Bustíos Saavedra, señora?,
me dice, no, él no está acá, nosotros
no hemos... no hemos hecho. Ustedes han hecho de repente alguna
redada fusionada, le digo, no, no, me dice, fui a la Policía
de Investigaciones, igual negativa, a la Policía de
la Guardia Republicana, igual nada; entonces yo dije, qué
pasa. En aquel entonces los infantes de Marina toman como...
como local de establecimiento el estadio nacional, el estadio
municipal de Huanta. Entonces, fui y le dije, he traído
el desayuno acá a Hugo Bustíos Saavedra, zafa,
zafa cocodrilo qué quieres tú acá; le
digo, por favor; que, que, quién a dicho que Hugo Bustíos
Saavedra esta acá. Total me movilicé el primer
día, el segundo día, el tercer día, sin
alivio alguno, porque Hugo había desaparecido, entonces
era cosa sabida de que una persona que había desaparecido
en La Marina, si no aparecía hasta el tercer día,
era cosa de irlo a buscar a los lugares donde tiraban a los
cadáveres.
Los lugares eran, Ayawarcuna, Paccosán hasta el puente
de Alccomachay, en ese, en ese lapso fuimos nosotros buscando
y justo en Ayawarcuna fuimos los hermanos de Hugo que es Américo
Bustíos, Edwin Alfredo Bustíos, y otros amigos
más fuimos en la camioneta. Teníamos una camionetita
DATSUN nosotros, nos fuimos en ella, y vimos tirados y ví
a uno que estaba con casaca negra de cúbito ventral
y le digo, Américo, le digo, ese de casaca negra es
Hugo, le dije así, entonces volteamos y no era él,
volteamos al otro, no era, eran ocho los que estaban tirados
ahí, ninguno de ellos era Hugo.
Tanta fue mi desesperación que viajé inmediatamente
a Lima, y para esto, yo tengo un compadre, que es padrino
de bautizo de mi hijo Hugo Nazareno Bustíos Patiño,
el señor Oscar Rizo- Patrón Velarde. Fui, le
dije, compadre, le dije, hay esto, Margarita no te preocupes
mira yo lo conozco a Silva Ruete, en aquel entonces Ministro
de Economía, él tenía un conocido que
era el almirante, no sé porqué medio, pero era
conocido con el almirante de La Marina; entonces me dan una
tarjeta con... con eso y me vine con las mismas. En ese mismo
momento ingresé al... a la puerta del Ejército
Peruano en Ayacucho, donde comandaba el general Huamán
Centeno. General, le dije, por favor, vengo por Hugo, le dije,
este es una tarjeta que me han enviado.
Disculpen, voy a interrumpir, él es Hugo Nazareno,
mi hijo, el último, que hizo los dos viajes que luego
voy a informar.
Entonces, me dice, sí, qué hay, ay hijita, me
dice, no te preocupes, anda a tu casa, posiblemente debe estar
ahí Hugo, porqué el Ejército no, no lo
ha traído, ni la Marina, pero si es así, yo
voy hacer una investigación exhausta para determinar
quiénes son los responsable de esto; entonces o nos
vamos en el helicóptero, entonces yo no quise, le dije,
no, porque habían voces que los tiraban hasta de los
helicópteros a todos los detenidos. Habían atrocidades.
Yo tenía cuatro niños, todos tiernos y decía,
si yo falto qué va a ser de ellos. No, dije, no general,
le dije; por qué tienes miedo. Entonces, le dije, es
que ustedes saben tirar del helicóptero. Quién
te ha dicho semejante barbaridad. General, le dije, no voy
a subir. Yo lo espero en Huanta, si va.
Esa noche me llega un mensaje ¿no?, que era una señora
que habían soltado a su hijo, y dice que él
había gritado y había dicho, por favor si alguno
sale con vida de acá, vivo en el barrio de la Alameda,
mis padres son fulanos de tal, y mi esposa es fulana de tal,
digan que estoy acá; entonces como él me dice
eso, al día siguiente voy y me agarro de los barrotes
de aquí del estadio y le digo, por favor, le digo,
sé que Hugo está acá, y en eso había
un... un soldado y me dice, señora cómo era
su esposo, me dice, le dije, era gordito, vino con una casaca
negra y unos botines. Y en eso, sale un oficial y dice quíay,
quíay, quíay, qué pasa con estos caimanes
acá, y el chico retrocede casi detrás del oficial
y me guiña el ojo. Para mí fue suficiente eso.
Entonces, dije, no, Hugo está acá. Hugo está
acá, le dije, Hugo está acá y me lo devuelven,
y si lo han tirado, díganme dónde, para darle
la cristiana sepultura, le dije. Porque no es un animal para
que ustedes lo tiren así por así, él
merece, le dije, una cristiana sepultura. Nada, llegó
el quinto, sexto, séptimo día, octavo, noveno,
décimo, el onceavo día. Todos los días
yo iba a Huamanga a pedir apoyo al Prefecto, acá al
Gobernador, al Sub-prefecto, todos. Ese último día
llovía... (Cambio de lado de cassette)
...Salida de Huanta y pido, por favor, que me recoja un camión
de trescientos que llegaba de la selva, y me dice, señora
no hay, me dice, caseta, pero si usted gusta ir váyase,
me dice, encima; por favor, le dije, quiero llegar a Huanta.
Ya me dijo. La lluvia me sacó el alma, porque me mojó
completita. Llegamos acá, había una oscuridad
completa. No había luces, habían dinamitado
postes y no había luz. Entonces en el paradero, pararon
y entonces alto, alto gritaba la policía ¿no?
Entonces, yo bajé, alto, quién vive. El Perú,
dije y levanté las manos, y en eso el capitán
de la policía de la Guardia Civil me dice, señora
Margarita, me dice, qué hace usted caminando estas
horas. Estoy llegando de Ayacucho, le dije, y nada de Hugo,
así por así, le dije, ¿ustedes lo han
desaparecido? Póngase tranquila me dijo, no se ponga
así, entonces me alumbraron con la linterna me hizo
acompañar con dos otros más, hasta más
o menos la dirección de casa.
Entré a casa, mi suegra y mi suegro estaban sentados
ahí esperándome, en eso me dice mi suegra, mi
suegra es quechua hablante y me dice (manam yachakunchu imatapas
Hugomanta) no se sabe nada de Hugo, manan mamá, no
mamá, le dije, porque yo les decía mamá
y papá a ellos, manan mamá, no mamá,
le dije, no se sabe nada, entonces ella me dice, eres joven,
sea lo que sea, qué vamos hacer, ya se lo tragaron
a Hugo. Primero Dios, después la humanidad, nosotros
te apoyaremos bastante en todo esto Margarita, trabaja con
formalidad, y te apoyaremos. Vas ha salir adelante, en eso,
este niño se despierta, porque ya sería, entre
ir y venir, once de la noche, mami, mami, llama él,
que papá. Entro.
En eso mi suegra pega un grito ¡huayyy! ¡Virgen
del Rosario qué es esto!, dice, ái salgo con
las mismas. Era Hugo hecho un espectro, había sido
torturado de la peor forma, vilmente, tenía las muñecas
desolladas de lo que le habían ajustado con las esposas,
no era el mismo, porque venía con una chompa completamente
raída, la plantilla de una zapatilla completamente
destrozada, amarrada con hilos de cabuya, y le dije, Hugo.
Se arrodilló y me dijo, Maca he vuelto a nacer, gracias,
sé que tú te has movido, cuando nos iban a dar
el tiro de gracia, esa noche, entraron y dijeron, alto con
este desgraciado, porque la chilla viene desde arriba, mira
es el almirante quien ha mandado para que se le deje con vida,
desde ese momento me han puesto suero, me han tratado de reanimar,
porque yo ya ni siquiera sabía qué día
era, ¿estábamos en qué día? ¿qué
hora? Ya no tenía ni noción del tiempo. Mira
lo que me han hecho. Le veo. Y el estómago lo tenía
completamente, era un morado casi azul. En los glúteos
tenía tres huellas quemadas con moneda. Tenía
unos puntitos menuditos y le digo, ¿qué es esto?
Unas veces me echaban caca y me tendían, amarrado al
piso, otras veces me echaban miel, igual, lo mismo. ¿Por
qué?, porque, casualmente las hormigas y aquí
Huanta tiene los mosquitos, esos rojitos que pican bastante,
dije, no puede ser, le digo, qué escándalo.
Ellos no actúan ni como humanos y en eso me dijo, hemos
pedido a gritos que nos maten, yo pedía a gritos que
nos mataran, Maca, porque nos hacían demasiadas torturas.
Pasó todo ello, nos fuimos a Lima con los chicos más
y se empezó hacer tratar con un psicólogo, para
que pueda estar bien, por propio peculio, bueno, pasó
eso. Entonces, allí él se vuelve corresponsal
de la revista Caretas, y conversa con Abilio Arroyo, y le
dice, Abilio, quítate hermano, porqué nunca
han terminado de preguntar por ti. Entonces Abilio le deja
todo el cargo de periodismo, él entusiasmado se compró
más cámaras fotográficas y empezó
a dedicarse al periodismo, llegó a ser presidente de
la filial de la Asociación Nacional de Periodistas,
aquí en Huanta, quería mucho a la gente, a sus
jóvenes periodistas, en la oficina redactaban todos,
se mandó hacer mesitas, porque teníamos varias
máquinas de escribir, ya para el noticiario, todo era
una bulla bárbara, todo el mundo escribía ahí,
no traía sus noticias porque él era, este, tenía
dos noticiarios, era director de dos noticiarios, en la radio,
y con él va a Ica, él va a Ica y se pone en
contacto con la Universidad Gonzaga de Ica, para que se lleve
a cabo los cursos de periodismo a distancia, en favor de todos
sus jóvenes periodistas, logra eso y satisfecho viene
y dice, chicos, a todos los he inscrito van hacer un curso
de periodismo a distancia para que así nadie nos diga
que somos pobres, tristes, infelices, chismosos de la noticia,
contentísimos llevaron ese curso por buen tiempo.
El 86 él va a cubrir un reportaje por im..., por im...
este por Paccosan donde habían matado a varios campesinos,
es interceptado por la policía, Guardia Civil, donde
le quitan la cámara, le rompen los rollos, y él
decepcionado regresa y me dice, Maca, ha pasado esto, Hugo
quítate por favor del periodismo, quítate. No,
me decía, Maca, si yo sabiendo hablar, siendo bachiller
de derecho, siendo comerciante han hecho las atrocidades más
graves, yo he visto, no con mis ojos, pero he sentido cuando
violaban a las chicas, arriba en el estadio, cuando delante
de mí, a lado mío sentí un disparo y
mataron a alguien, qué crees tú, me dice, qué
somos nosotros, despojos humanos, pa que ellos hagan lo que
quieran, por algo soy huantino de corazón, esta tierra
me vio nacer y tengo que saber defenderla como tal, ya no
te metas por favor, no, si le tienen miedo a mi lápiz,
a mi papel, a la pluma y a mi cámara (llora) pues esa
van a ser mis mejores armas (llora) para gritar al viento
y al mundo de las atrocidades que se cometen aquí en
Huanta.
Cuánto le pedí, mis hermanos, le pidieron retirarse,
te ponenos un estudio en Huancayo, Hugo, saca tu título,
eres abogado te vas a poder defender. No, de aquí muchos
se fueron, ellos que pueden, que tiene dinero, se fueron de
aquí de Huanta, pues yo no, porque yo voy a ser la
voz de mi pueblo, voy a ser quien agarre algún día
lo que son los derechos humanos de toda esta gente, de esta
gente igual que yo, acaso porque ellos no pueden gritar, no
pueden hablar. ¿No tienen derecho (llora) a tener (llora)
vida?
En 1988 una mañana del veinticuatro de noviembre amanece,
para aquello, el veinte de noviembre se había determinado
un paro armado por Sendero Luminoso, y esos paros, tú
las tenías que acatar, porque eran bien bravos, desgraciadamente
éramos personas las que vivimos acá, que vivíamos...
éramos como las aves extendidas, con los brazos alas
extendidas que en cualquier momento teníamos que diclinar
para cualquiera de los dos lados; en eso me dice, Maca a Dios
gracias estamos jueves y no hay ninguna noticia, todo estamos
pasando bien. Sí Hugo, le digo. Y qué tal, la
noticia soy yo. Hablas disparates, le digo. Porqué,
él había sido amenazado varias veces, cuando
irrumpen en la casa de aquel entonces, el abogado Cavalcanti,
soltaron unos volantes y allí aparecía un Bustíos,
y ese Bustíos periodista era Hugo, era el único
Bustíos periodista, Hugo en aquel entonces, ahí
también le dije, Hugo deja, no, me dice, ya nada te
voy a contar a ti, porque tú no me apoyas, tú
no me apoyas, no vives conmigo lo que llevo en la sangre que
es el periodismo, el defender los abusos de ambas partes,
Maca, y como que nunca más me contó nada.
Amanecimos ese veinticuatro de noviembre, tomamos desayuno
con todos los hijos ahí y habíamos tenido por
invitado a tres amigos, tomamos de lo mejor, estábamos
conversando, cuando en eso suena el teléfono, contesto
yo y era una amiga y me dice, Maca sabes, me dice, han matado
a Primitiva Jorge, y a su hijo Guillermo Sulca. Quéee,
no te creo; qué hay, qué hay, me dice él,
quise callarme y me dijo, habla carajo, qué hay; Hugo,
le dije, dicen que han matado a Primitiva Jorge, le dije,
y a su hijo Guillermo; pero cómo, me dices, y cómo,
Clemencia no nos ha dicho nada. Porque Clemencia era vecina
nuestra, hija de la señora esta; no sé pues,
le dije. Haber, anda ve, me dijo, pregunta, salí y
en eso, como que me encuentro con el esposo de Clemencia y
le digo, Pedro, le digo, es cierto lo que ha pasado con tu
suegra, sí señora Maquita, me dice, es cierto
y por qué no nos han dicho; no es que todo ha sido
un... un embrollo, me dice, no te hemos podido decir nada
ni a don Hugo; regreso y le digo, Hugo, le digo, sí
es cierto. Ahí mismo agarró sus cámaras,
se las puso, porque él tenía muchas cámaras
al instante para disparar; me dice, vamos, en eso llega Eduardo
Rojas Arce; Loco, le dice, vámonos dice que han matado;
y este niño tenía, en aquel entonces, siete
años. Jori, vamos, ya papi, trepa ahí a la moto,
delante él, después Hugo y Eduardo iba atrás.
Empieza el fatídico día, ellos empiezan a bajar,
a Erapata porque está ubicado al nor oeste de Huanta,
Erapata, bajan, llegan al sitio donde se había llevado
a cabo el crimen y no los dejan pasar, les impiden pasar y
le dicen no, pero por favor mira que somos periodistas, déjennos
tomar unas vistas por favor, no nos hagan esto; carajo, no
entienden, que no, y dentro del cerco estaba el famoso Ojos
de Gato, Amador Vidal Sambento era un capitán del ejército,
le dice, no, es que no tienes permiso y no tienes porqué
pasar tú; se regresan nuevamente en la motocicleta
y por el... por el Rosal más o menos, se encuentra
con el carro de la Policía de Investigaciones que bajaba,
con la hija de la señora que había sido asesinada.
Entonces Clemencia, el comandante le dice, y Docto, le decían
Docto por lo que él era bachiller en derecho, ¡ah!
comandante le dice, mire estoy regresando con pena, porque
no nos han dejado pasar, ni tomar una foto; qué compadre,
ya vámonos de nuevo. Clemencia le dice, don Huguito
acompáñeme por favor, nuevamente regresa.
Igualito, siendo impedidos Hugo y la policía, no dejaron
que la policía tampoco tome las, las mediciones, los
casos, nada de eso, no los dejaron tampoco a ellos. Cerrando
todo, todo ingreso a ello ¿no? Entonces Hugo le dice,
pero quiero tomar una foto, y él disparaba nomás,
dice así, las fotos ¿no?, y nada. ¡Ah!
carajo si no quieres compadre, ahorita te vamos a destrozar
la cámara. Anda pide, tú, al comandante de arriba
de la base; pero por favor, le dice, hable usted. Habla por
radio este capitán, con el comandante de aquel entonces,
Javier Landa Dupón que no era su nombre verdadero,
porque él estaba con ese seudónimo, entonces
conversa, y le dice, no, mándamelo que venga acá.
Llega acá a Huanta, conversa por teléfono, lo
llama a Javier Landa Dupón y le dice, este, Javier,
le dice quiero; ven Hugo personalmente que quiero hablar contigo;
entonces ya como él ya había vivido esto de
la represalia el 84 por La Marina, viene a casa y me dice,
Maca... porque nosotros teníamos un comercio que quedaba
a media cuadra de casa, viene a casa y me dice, Maca, me dice,
he llamado por... me contó todo lo que había
pasado y me dice, he llamado a Javier, y me ha dicho que vaya,
vamos; entonces le dije, ya no vayas; ¡ya ves! Ya le
dije, dame un tiempito, me voy a cambiar de blusa. Fui me
cambié de blusa. Entonces ya Hugo se queda; va Hugo
Bustíos Saavedra, Margarita Patiño y Eduardo
Rojas Arce, llegamos a la base del cuartel, en eso nos identificamos
y pedimos que salga el Comandante... se demoró un poco,
la verdad, exacto el lapso, no tengo en cuenta.
Sale y se creía hacer amigo nuestro, porque siempre
jugaban partidos de fultbito con Hugo, por dos oportunidades
le brindé mi humilde casa con un pequeño almuerzo,
a él. Entonces, me dice, salimos, ¡y Maquita!,
me dice, hola cómo estás Javier. Le digo, cómo
estás... el beso de Judas. ¡Y qué tal!...
¿y Hugo?, le dice; ya pue Javier, le dice, dame un
permisito para ir a tomar unas vistas. Él muy entusiasmado,
porque, por dos veces consecutivas fue condecorado por la
revista Caretas, como el mejor reportero gráfico de
esta revista, porque había sacado unas portadas muy
buenas, entonces a él le latía eso, porque lo
habían... le habían homenajeado como el mejor
reportero ¿no?; entonces él me decía,
mira, me dice, qué lindo mis nombres salen así;
sí, sí, sí, sí nomás, le
decía. En eso sale, agarra, lo abraza, estábamos
los cuatro, conversando ahí; lo abraza y lo retira
de un lado, hacia el otro, una buena distancia; en ese lapso
sale un comancar que es un camión del ejército,
y yo veo y eran seis a ocho tipos de civil, unos cuantos,
no pude especificar bien la cantidad, eran con polos blancos
y pantalones marrones, de civil; y lo reconozco a uno, porque
siempre, ese tipo, se sentaba en el parque de la Alameda,
que era frente al negocio de nosotros, en la banca, todo mal
trajeado y le digo, Jimmy, le digo, oye ese tipo era del Ejército
y él me contesta, sí Maquita, me dice, hasta
mujeres hay, oye, le digo, ¿y ése, siempre paraba
en Alameda?; sí, me dijo, sí Maca, todos los
periodistas estamos siendo seguidos, entonces yo le dijo ¿cómo?
En eso pasa el carro, desaparece ya de la base, regresa Javier,
y dice, ¿quiénes van?, ¿vas tú
Maquita?; no Javier, le digo, no voy; ah ya, quién,
tú Hugo y Eduardo; sí, le dice vamos los dos;
ah ya ¿quiénes... Maquita, tú vas?, no
Javier, le digo, solamente van los dos; ahh ya; Javier, le
digo, algo escrito pues, una notita, nos haces venir hasta
acá y total no nos das nada; y me dice, no te preocupes
yo llamo por radio y normal; pero para eso, si ya te lo habían
pedido abajo normal, le digo, lo hubieses hecho; pero no te
preocupes Maquita; pero Hugo estaba pálido o sea todo
cabizbajo estaba; en eso le digo, Hugo ¿y?, le dije
así, sabes que yo no quiero que vayas; no Maca, me
dice, sabes qué me ha dicho Javier, ¡qué!,
dice que ha caído el camarada Sabino y que me ha echado
de que yo soy dirigente de Sendero Luminoso; y qué
has contestado tú a ello, le digo, y me dice, lógico
yo le he dicho de que bah..., a mí me conocen todos
por el negocio, como a ti te conocen porque eres comandante,
mas tú no conoces al resto, y se sonrió me palmeó
y me dijo, meeentira, dice le había dicho así;
no vayas Hugo, le dije, no vayas. Nooo, me dijo, ya ves tú
nunca me apoyas, lejos de decirme ya anda, vé, haz
esto, haz lo otro, siempre te opones, porqué eres así;
eso, le digo.
Ya caminando ahí, cerca al barrio dee..., para empezar
la ruta esa de Erapata, en el barrio de La Alameda hay una
farmacia Huanta, en eso le digo, Hugo, le digo, o vamos; no
Maca, no, me dijo, no, quédate tú, espérame
con el almuerzo, pero si haz bastante chicha y que esté
helada; ya avanza un poquito, yo me había bajado ya
pa irme a la casa. En eso avanza un poco, y me dice, China,
yo volteo, y me dice, media hora, si no vengo en media hora,
vas a recogerme y te comunicas con Caretas. Yo le hago, así,
hierba muere, hierba mala nunca muere, le dije, así
todavía. Pero ya desencajada, llegué a casa,
mi hija había avanzado el almuerzo, una mayorcita que
te..., porque quedaron Charmelí Valery con catorce
años, Cherin Patricia con doce, Celia Edith con diez
años y Hugo Nazareno con siete años, quedaron
esa vez. Llego y me dice, mamita, me dice, ya avancé
bastante el almuerzo, ya mamá. Eran las dos en punto
y los chicos, mami tenemos hambre, tenemos hambre; le digo,
pero esperen a tu papá pa almorzar todos juntos, ya
ves qué bonito se ve, hemos tomado un desayuno todos
juntos y así para conversar; tenemos hambre mami, tenemos
hambre. Entonces ya un poco casi fastidiada con los chicos,
agarré una olla pequeña, separé el almuerzo
para Hugo, Eduardo y yo ¿no?, y les dije, pongan la
mesa de una vez y empecé a servir.
Los chicos se sentaron, cuando en eso, pummm, empujan la puerta,
porque la puerta era de madera. Mamá Maca, mamá
Maquita, mamá Maquita, yo me llamo Margarita y me dicen
Maquita ¿no? Y yo le digo, qué pasa, le digo
así, y era Alejandro Ortiz Serna, y me dice, mamá
Maca el Docto don Hugo ya no está, lo mató el
Ejército, Ojos de gato. Me dice, lo quieren destrozar,
desaparecer, porque él se quería levantar y
cuando se levantó, le dijo a Eduardo, corre Eduardo
no es sendero, es el ejército, sálvate y en
eso se le ha acercado el Ojos de gato y le dice, ¡ahh
cojudo estás hablando! y le ha metido una granada y
le ha dicho, que te recojan con cucharita. El había
estado, a unos metros, cortando alfalfa para sus ganados,
y él se agachó y lógico que esperó
que todo el mundo, quizás desaparezca, para él
venir avisarme.
En ese momento me bloqué, cuando él me dijo
esto, no sabía qué hacer y reacciono y veo que
mis cuatro hijos, se habían abrazado unos a otros y
gritaban, a mi papá no, (llora) a mi papá no.
Yo vi eso, no podía reaccionar y teníamos un
empleado Marcial Huamán, le decíamos Condorito,
era el chofer de la camioneta, las veces en la campaña
de tara, él se movilizaba con... con el carro para
recoger de todos los productores de chacra en chacra. Le digo,
Condorito, le dije, vamos saca el carro, veo, mi suegra gritaba
a mares, arrodillada en el patio, (llora) su hermano Edwin
igual, Américo igual, y decían no, no puede
ser, por qué a Hugo, por qué a él.
En eso salimos y me fui de frente al Ejército, me identifiqué
y pasaron veinte minutos, sale Javier Landa, salió,
pero olía a alcohol, olía a cigarro, lo cogí
del brazo, lo sacudí y le dije, gracias por lo que
hiciste, esto no se hace, te consideraste amigo y qué
hiciste; Maca, me dijo, tranquilízate; es tu gente,
le dije, mataron a Hugo, espero que con la muerte de él,
le dije, termine la subversión, pero le dije, en tu
conciencia a de pesar, le dije, que te llevaste a un ser inocente,
y dejas cuatro niños huérfanos, malo, le dije,
esto no se hace (llora). El ha venido a pedirte permiso, le
dije, pa que lo mates, por favor, le dije, facilítame,
le dije, movilidad para irlo a recoger, de repente está
herido y por falta de auxilio; y me dice, no, me dice, ya
sabe el juez, sabe el fiscal, ya sabe la policía. En
este momento están yendo hacer el levantamiento de
cadáver. Ya todos sabían, ya todo Huanta se
había enterado lo que había pasado con él.
Me fui a la Policía de Investigaciones, y como qué,
estaba la ambulancia, el carro de la policía, el fiscal,
el juez, todos ellos ya estaban. Nos fuimos, nos dirigimos
hacia Erapata.
Había un... un cordón humano, en la cual no
quisieron por nada del mundo, que yo pasara; pasaron las autoridades
correspondientes, para ver el levantamiento del cadáver,
yo lo veía, impotente, desde lejos, porque él
estaba tirado (llora) con un pie en el pedal de la motocicleta
y estaba de cúbito ventral; entonces ahí, cuando
levanté la mirada, habían dos soldaditos que
lloraban, pero así a mares lloraban los soldaditos,
cosa que me causó extrañeza. Cuando lo levantaron
para ponerlo a la sábana (llora) blanca que yo había
llevado, ví que solamente una mano, solamente ésta
le encontraron, le habían destrozado todito lo que
es la parte superior de su cuerpo, tenía este pedazo
y nada de rostro, ya no tenía rostro, solamente esto
de acá que era la oreja, (llora) todo el resto estaba
hecho pedazos, era jirones su cuerpo.
Hugo tomó desayuno con nosotros, salió vivo
de casa (llora) y regresó en un ataúd a su casa.
Se hicieron las denuncias del caso, el fiscal, en aquel entonces
el doctor Maximiliano Palomino de la Cruz, muy amigo de casa,
tuvo mucho interés, presentó las denuncias del
caso, nunca fue oído, hasta que después él
desapareció.
Viajamos a Lima con Alejandro Ortiz Serna, él prestó
su declaración ante el Fiscal de la Nación y
ante, aquel entonces, Valle Riestra, igual que yo, Eduardo
Rojas, igual. Misteriosamente el diecinueve de marzo del 89,
aparece muerto Alejandro Ortiz, el testigo presencial, el
que había visto, porque estaba dentro de la alfalfa,
había visto, cómo se había llevado a
cabo el asesinato de Hugo. Después otro testigo señor
Teodosio Pacheco, quien había asegurado que en esa
zona donde se llevó a cabo la masacre, bajaron del
carro los soldados, igual, él murió. Entonces,
los demás testigos, nunca más ya quisieron dar
su versión por temor; pero pese a ello la revista Caretas
toma mucho interés en esto, presentamos las denuncias
del caso y toda una vida recibimos negativas, negativas.
Es como así el caso de Hugo empieza a vicearce y no
encontraba respuesta alguna, en ese momento llega la Federación
Internacional de Periodistas y el Comité Protector
de Periodistas, y la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y toma interés en el caso. Llevándose
paso a paso las investigaciones de las cuales respondían
de que un tal Landa Dupón, no estaba; que Ojos de gato,
no estaba. No se les conocía. Nunca habían trabajado.
Pero sin embargo, aparecían escritos, con la firma
de Javier Landa Dupón; Caretas descubre los nombres
verdaderos de Javier Landa Dupón, Víctor Fernando
La Vera Hernández, era teniente coronel del Ejército
Peruano; después del capitán, Ojos de gato,
como Amador Vidal Sambento, estos dos señores por el
fuero civil han sido denunciados, han sido encontrados responsables...
del crimen cruel que cometieron con Hugo, pero nunca hemos
encontrado justicia.
Jamás se los capturó, ni siquiera vinieron a
dar sus declaraciones, nunca se presentaron, por el contrario
mandan un escrito, un exhorto, donde hacen ver que ellos son
sentenciados en el fuero militar. ¿Me permiten por
favor?... fueron sentenciados en el fuero militar y dan por
archivamiento total, haciendo ver que una persona, no puede
ser juzgada dos veces por un mismo delito; pero qué
dos veces, señores, si jamás ellos se presentaron
en el fuero común, jamás nos hicieron, a nosotros
llamar al fuero militar, como ustedes conocen el 93, dan en
archivamiento total el caso de Hugo Bustíos por cosa
juzgada y los señores que dan este último veredicto...
(Cambio de cassette lado A) ...Jerí Durán, Hermosa
Moya ellos fueron los vocales, que dieron por caso cerrado
y juzgado el caso de Hugo Bustíos, sin nunca encontrar
justicia, (llora) pido por favor a esta Comisión Interamericana,
la Comisión de la Verdad que se haga justicia que por
lo menos seamos merecedores de una disculpa pública
y que se reconozca que han sido los asesinos.
Al quinto día, retrocediendo un poco a todo ello, al
quinto día de la muerte de Hugo, arreglando sus cosas,
porque es cosa sabida que acá en las provincias, siempre
todavía se lleva esa tradición de hacer el quinto
día de buscar las cosas, hacer el lavatorio de las
ropas, en el escritorio encontré un escrito (llora)
que él la estaba haciendo, hace tiempo posiblemente,
y lo tenía que seguir continuando, no sé si
me permiten leer las dos últimas hojas del escrito
que él había dejado, con la venia de ustedes:
“Me siento impotente frente aquellos que nunca tuvieron
valor alguno de enfrentarse a la verdadera realidad de nuestro
pueblo, siento temor por la sencilla razón de que ellos
no tienen sentimiento alguno. Son máquinas para matar
y no dudarán en hacerlo (llora). Si es que algo sucede,
toma la pluma, la hoja, escribe para informar ante el mundo
lo que está sucediendo –esto va dirigido a Charmelí
Valery su hija mayor, porque ella lo ayudaba a locutar en
los noticiarios, muy tierna, desde los doce años, él
la llevaba a que... le daba esa emoción de que ya sea
periodista– escribe para informar ante el mundo lo que
está sucediendo en nuestra tierra, que conozcan nuestros
hermanos de sangre que Huanta sólo aparenta... aparentemente
está bien; pero dentro de ella, hay mucho dolor, hay
mucha tristeza, hay muchas lágrimas, hay muchas muertes.
Jamás callemos está realidad, si ahora quieren
callarnos, mañana nuestro hijos gritarán que
hemos tenido razón para ecribi.. para escribir, para
hablar, para informar ante los cinco continentes. No preguntemos
ahora, quién es el culpable, tampoco quién es
el verdugo, sólo tengamos presente, en todo momento
de que jamás callaremos la realidad de los hechos,
jamás callemos pase lo que pase, publiquemos sin temor
alguno, dejo en buenas manos mi lapicero, mi lápiz
y papel.
Tengo la plena confianza de que tú continuarás
por el camino ya emprendido; pero con el coraje, la decisión,
la fuerza y la verdad; se sienten impotentes frente a mis
armas que son la cámara, el papel el lápiz y
mis palabras, frente a ese hecho sólo les queda decir.
No me asustan sus seguimientos, tampoco sus intentos de secuestro,
mucho menos sus tentativas de desaparecerme, me defenderé,
esté donde esté. Si es que por la fatalidad
del caso, llegue el día en que calle en mi... si llegara
el día en que me destruyan para siempre, no quisiera
que se enclaustren dentro del silencio sepulcral. Sería
como llorar a gritos sin derramar lágrimas; espero
que sigas por el camino dejado por la fatalidad del destino,
creo que no te faltarán fuerzas para que continúes
con la lucha, para lograr los objetivos trazados y tantos
objetivos que nos habíamos trazado, tantas metas frustradas,
pues tengo la plena confianza de que un día no muy
lejano, acabará esta desesperación, acabará
(llora)) los derramamientos de sangre, terminarán los
dolores que destrozan los corazones de la gente que no sabe
porqué tienen que pagar muy caro por su ignorancia,
y la falta de conciencia humana. Tengo la plena seguridad,
de que un día no muy lejano, llegue la luz de la esperanza
y alumbre el camino para evitar equivocaciones, para evitar
tragedias, pues esa luz de la esperanza, hará que de
nuestra sociedad enfermiza, tenga la oportunidad de reconstruir
sus cimientos que fueron destruidos por quienes no entendieron
el valor humano.
Es el fin supremo de nuestra sociedad, comprenderán
que no fue en vano la muerte de miles de peruanos, todavía
tenía que suceder estas tragedias, para que vean con
la claridad del caso, los errores cometidos, estos errores
a muchos no los conduce a que se rectifique, pero a mí,
me llaman a reflexionar de manera sincera y consciente, en
el sentido de que, nunca debemos de permitir que ocurra lo
que está atravesando nuestra querida tierra; tengo
entendido de que no estoy equivocado, al defender los derechos
(llora) de aquellos a quien no tiene a donde acudir pese a
que este hecho es calificado como el peor error cometido por
un ser humano. Piensan que con esta actitud estoy defendiendo
ideologías que nada tienen que ver con mi forma de
pensar. Piensan que defender a los azotados y abandonados
es defender a los que tomaron el camino equivocado. Piensan
que defender a esa madre que perdió a su hijo (llora)
es defender a los causantes de las desgracias, creen que ayudar
a aquellos que nunca encontraron, lo menos un consuelo, por
sus dolores atizar la fogata, piensan que con mi actitud estoy
impulsando violencias, creo que nunca comprenderán
que no sólo con las armas se conseguirá lograr
la paz, tampoco solucionarán el problema de la violencia
colocándome a dos metros bajo tierra, tampoco terminarán
con la violencia utilizando más violencia, tampoco
lograrán la paz torturando a la gente hasta que pidan
a gritos la muerte, (llora) mucho menos arrancando pedazos
de carne en vida. Clamar la muerte en estos casos no es de
cobardes, a este paso sólo se habrán convertido
en carniceros de su propios hermanos.
Qué triste realidad es la que vemos. Apareció
la violencia, con ella comenzó el chorro de sangre;
luego apareció la contra violencia y ahora vemos que
hay ríos, que hay ríos de sangre humana, pregunto,
¿esta crueldad nos conduce a lograr la verdadera justicia?,
pregunto ¿qué con estas medidas se logrará
la igualdad de clases?, me pregunto ¿qué ganan
desapareciendo a gente que nunca engendró la violencia?
En conclusión ¿qué van ha sacar los pacificadores,
obligando a quienes desenmascara sus hechos de sangre a retirarse
de la zona de guerra?, la respuesta sería simple, creo
que otros continuarán por el camino trazado, sólo
digo que, no somos los que ellos piensan, mucho menos somos
criminales, tampoco asesinos, sin embargo estamos sometidos
a sus caprichos de leyes injustas.
No temo lo que puedan hacer conmigo, (llora) temo lo que puedan
hacer a los seres que más quiero. En caso que suceda
algo, espero que nunca callen lo que está pasando en
nuestra querida tierra, los hombres de prensa esperamos lo
peor, saldremos adelante es por que nuestros principios así
lo mencionan, no creo ofender la majestad de nuestros lectores,
tampoco a quienes supieron darnos esa confianza y apoyo, lo
único que queda es esperar y enfrentar la realidad
tal como es, creo que será para el bien de todos como
también para el futuro de nuestros hijos, repito no
somos criminales, tampoco asesinos la pluma, la cámara,
el papel, la palabra no matan, como las balas y los cuchillos.
Y posiblemente ha querido seguir escribiendo más; pero
ya no lo pudo terminar, es así señores de la
Comisión de la Verdad, a la muerte de él, mucha
gente lo lloró, más que nada la gente campesina,
porque era nuestro medio de trabajo y ayudaba mucho. La casa
era un tambo toda una vida, digo tambo porque, llegaba la
hora del almuerzo él bajaba con cuatro, cinco personas
que en ese momento habían traído su carga, para
almorzar en casa, era un desayuno de igual forma; era un hombre
que quiso mucho a su pueblo a su tierra, (llora) al pueblo
que lo vio nacer. Ayudaba mucho a su madre, a sus dos hermanos
menores que se educaban en aquel entonces en la Universidad
San Cristóbal de Huamanga.
Hugo, el doctor, desapareció, fue una desesperación.
Lamentablemente todo eso cambió nuestras vidas, fue
un vuelco inmenso de lo que era así, dio un gran vuelco
de trescientos ochenta grados, porque yo tuve que asumir el
papel de padre para ver la economía, y poder sustentar
a cuatro niños que quedaron en plena edad escolar,
toditos en edad escolar, yo me sentía tan inútil
porque, él jamás permitió que yo participará
en lo que es el comercio porque, él decía, Maca
yo sufrí mucho, por favor tú dedícate
a los hijos. Nunca quiso, ni que terminara mis estudios superiores
porque, más pudo el amor que la profesión, yo
me casé faltándome un año para terminar
obstetricia en la universidad San Cristóbal de Huamanga.
Y nunca quiso, me decía, yo te pago el sueldo de enfermera
y, lo hacía, lo hacía para darme esa (inaudible)
es que no es igual, le decía, yo quiero desarrollarme
intelectualmente, le digo, pero qué problema te haces,
yo te pago ese sueldo. Un hombre tan bonachón, como
mucha gente lo ha podido ver, lo ha podido apreciar. Muy cariñoso
con sus hijos, no había un día que no los acaricie,
no había un día donde él se iba sin despedirse
de ellos, con tantos proyectos, en grandeza, con todo eso
deseo de formar una fábrica procesadora de tara y barbasco
aquí en Huanta.
Sus sueños se fueron con él y la desdicha con
nosotros, disculpen, perdonen por favor, es volver a revivir
todo esto, y les pido de que se haga justicia y de que no
sólo sea revi... revivir las heridas que todos y cada
de vosotros los declarantes hayamos dicho, muchas gracias
por darnos esa oportunidad. La Vera Hernández sigue
trabajen... sigue trabajando como coronel, como premio todavía,
llegó, lo ascendieron al año siguiente a coronel
del Ejército y sigue en ejercicio, del otro si no se
sabe, no se sabe nada del otro de Sambento, por favor mil
perdones, oyentes todos ustedes discúlpenme, pero ya
que nos han dado esta oportunidad de hacer una sola voz en
los reclamos, por favor, que se haga justicia, es lo que más
quiero, nos merecemos por lo menos, un disculpa, públicamente
y que digan, fuimos nosotros, nos equivocamos. Con él
se equivocaron porque el fue muy defensor de los derechos
humanos, (llora) fue un hombre amigo, para él no había
distinción de clases sociales, para él nunca
hubo distinción del anciano al niño, jamás,
todos, todos para él eran iguales, muchas gracias,
si me permiten para que tengan al menos, se los voy a dejar
esto, ahí está en qué situación
quedó el expediente en el juzgado por favor.
Voz de comisionada.
Margarita... admiramos tu valentía para volver a revivir
estos momentos, la valentía de tu lucha, ya que a pesar
de todos los años que han pasado, sigas buscando la
justicia y lo que has leído de Hugo, de alguna manera
has hecho que Hugo pueda volver hablar, creo que no sólo
a todo el Perú, sino esto también se esta viendo
en muchas partes del mundo, creo que con tu testimonio Hugo
ha vuelto a decir lo que pensaba, por lo que luchaba, lo que
creía y que seguramente con toda conciencia asumió
su riesgo, porque sus ideales eran más allá
que su propia vida, que su propia familia y seguramente también
lo han escuchado los que lo asesinaron y están seguramente
escuchando con toda la impunidad y estoy segura que ellos
también tienen que estar con su conciencia conmovida,
después de haber escuchado todo lo que nos has dicho.
Y algo tendrá que removérseles, y la Comisión
de la Verdad tiene el trabajo de contribuir con la justicia,
y puedes tener la seguridad que haremos todo lo esté
de nuestra parte para que esto se alcance en nuestro país,
como vía para la reconciliación. Tenemos que
encontrar la justicia, gracias Margarita.
Señora Margarita Patiño
de Bustíos.
Gracias.
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