PONENCIA
DEL PADRE HUBERT LANSSIERS
La Comisión de la Verdad y Reconciliación me
solicitó “Brindar testimonio sobre aspectos pendientes
y/o recomendaciones para terminar con esta situación”,
se trata de los inocentes en prisión. Mi intervención,
por lo tanto se situara en el marco que me fue asignado.
Es
obvio que lo que queda pendiente es la liberación
de los presos inocentes. Desgraciadamente, no existe una aureola
luminosa que permita distinguir, a primera vista, un autentico
inocente de otro que pretende serlo. La Comisión de
Indultos carece de medios para llevar a cabo sus investigaciones
con la celeridad deseable, esperamos que la situación
mejorará dentro de un par de meses a menos que todos
los miembros sean detenidos por atentar contra la Seguridad
del Estado, de la Nación, del Continente y por ser,
en resumidas cuentas, discípulos de Bin Laden. Basta
con que, en una noche de insomnio un congresista emboque las
trompetas del Apocalipsis para que el mundo civilizado sufra
una crisis aguda de histeria y que todos los gansos del capitolio
se pongan a graznar. “El criminal que participó en el atentado de
El Polo es un terrorista que fue indultado”, vocifera
un ex policía. Sucede que el aludido nunca había
pisado una prisión en su vida. Un periódico publicó la
lista de indultados que recuperaron su libertad durante el
gobierno de transición y el actual con la venenosa advertencia: “ ¡Ojo
con estos nombres!” y sigue el alegre festival de los
cazadores de brujas. Un venerable diario, pasando por encima
de fiscales y jueces, en un articulo mal escrito y rebozando
de estupideces acusa a un achica de terrorista, ni siquiera “presunta
terrorista”; la joven, si esto puede concitar el interés
de alguien, acaba de recuperar su completa libertad sin mérito
a juicio oral, claro que el necio periodista le malogró la
existencia pero supongo que es un detalle.
Cuando Jacques de
Molay, gran maestro de la orden de templo fue quemado en París en presencia de Felipe el Hermoso – que
quería apoderarse de los supuestos tesoros de los monjes
soldados – el religioso gritó desde la hoguera: “Tú Rey
de Francia y tú Papa Clemente les cito frente al Tribunal
de Dios”. No quisiera ser grandilocuente pero a veces
tengo ganas imitar al caballero.
Un país en el cual los pobres y desprotegidos están,
de hecho, sino en teoría entregados al poder discrecionario
de aquellos que tienen una autoridad cualquiera, donde la gente
tiembla frente a su policía, a sus jueces y sus congresistas,
es decir, frente a sus propios empleados, este país
sufre de artrosis crónica y cae en el fatalismo paralizante.
Para la policía todo el mundo es culpable desde el seno
de su madre y quizás antes; fabrican atestados que son
joyas de colección: “Fulano es terrorista porque
hizo una pinta subversiva “¿Qué decía
la pinta?”: “Fuera Yankees del Golfo Pérsico”;
si el pintor prefería el Golfo Pérsico tal como
estaba antes de la incursión americana es una mera cuestión
de gustos.
No me parece útil examinar uno por uno los
moretones y las llagas que los inocentes conservan en su cuerpo
y en
su alma, no porque este diagnostico carece de importancia sino
porque el mundo esta enterado. El problema de los indultados
no puede ser tomado aisladamente, se inscribe dentro de contexto,
tiene un principio, un desarrollo y un fin. No estoy seguro
que tenga un fin.
La detención y el atestado policial, que constituyen
el primer acto de esta infausta representación teatral,
requieren una actuación de profesionales para que el
libreto que transmiten a un fiscal crédulo tenga un
mínimo de seriedad. La Sala Corporativa de Terrorismo
hace su trabajo con mucha conciencia profesional, desgraciadamente
es víctima de la crisis general. La separación
que tendrá que darse bajo uno u otro medio no constituye
el final de la tragedia ni tampoco la tan pregonada “reinserción
a la sociedad” que es la expresión de una solemne
vacuidad. Hablemos mas bien de la construcción paulatina
de una nueva sociedad, un poco más decente que la actual.
|