Primera Sesión,
21 de junio de 2002,
9 a.m. a 1 p.m.
CASO 6. sacerdotes
Antonio Sánchez y Carlos Pinedo
Con el caso que sigue va a culminar esta primera sesión
de la audiencia pública de Lima. Invitamos a los sacerdotes
Antonio Sánchez y Carlos Pinedo, se aproximen para brindar
su testimonio.
Por favor nos colocamos de pie. Padres Antonio
Sánchez
y Carlos Pinedo ustedes van a brindar su testimonio ante la
Comisión de la Verdad y Reconciliación y también
ante el país. Prometen solemnemente hacer su declaración
con honestidad y buena fe y decir sólo la verdad sobre
los hechos que nos van a relatar.
Prometo, sí.
Muchas gracias, pueden tomar asiento.
Reverendos padres Antonio
Sánchez y Carlos Pinedo,
en nombre de la Comisión de la Verdad y Reconciliación,
les doy la más cordial bienvenida a esta sala de audiencias
y por supuesto, les animo a que den el testimonio de la muerte
de un colega nuestro, otro sacerdote, que ustedes lo han conocido,
por favor háganlo con...., ahora mismo.
Bien, yo quisiera
dar mi testimonio sobre la vida de Vicente a quién conocí en el seminario, después
en Colombia trabajamos en parroquias bien colindantes. Y después
en Perú, donde tuve pues la suerte de convivir con él
los últimos días. Después mi compañero
pues, Carlos, dará testimonio sobre la muerte o el por
qué. Yo debo dar gracias por esta oportunidad de dar
testimonio de un compañero a quién he admirado
siempre. Era un hombre sencillo, pobre, hijo de campesinos.
Era un hombre jovial, alegre, chistoso. No tenía enemigos.
Nunca le conocí enemigos. Era un hombre muy claro en
ideas, en cuanto a su condición de sacerdote y también
en cuanto a su condición de misionero. Vicente, es un
hombre bueno, es un hombre alegre, es un hombre de paz, es
un hombre de pueblo.
Vicente, en su trabajo era muy abnegado,
no tenía descanso
y su trabajo. Primero por ganarnos el pan, nuestros obispos
nos dan clases de religión y él trabajo como
educador en Chancay, en el Centro César Vallejo. El
disfrutaba mucho con sus alumnos, cualquier avance de su reflexión
con los alumnos le motivaba a él, optimismo ¿no?
El les comentaba, me acuerdo que un día cuando comentando
los faraones, decía: y cuando yo hablé del faraón
y de cómo tenía oprimido al pueblo de Dios. Un
alumno dijo: ¡padre ahora también hay faraones!.
Y él venía todo entusiasta, feliz, porque un
alumno dijo: que también ahora había faraones.
Era un hombre muy, muy positivo. Su trabajo bueno, entre los
educadores, muy cariñoso, muy afectivo, muy jovial.
También trabajó y disfrutaba con los marginados
del Pueblo Joven de Juan Velasco, Teralvillo en Chancay, pues
daba testimonio. Todavía pues, no dejan de venir a
sus misas.
Hace unos días hemos celebrado sus diecinueve aniversario.
Todos los años se reúne, se vienen al templo,
se van a la iglesia de, para dar a Dios gracias por este testimonio
de vida cristiana. Y dar también gracias por el martirio,
que supone también pues, un regalo de Dios. Todos los
días hay flores tiernas en su sepultura. Las hermandades
se pelearon por dar su nicho a su cuerpo. Y hay un centro educativo,
Centro Undarza Gómez de mucho prestigio en Chancay,
colegio particular. Su trabajo en educación fue muy
lindo y muy positivo. Pero también, tener tiempo para
fundar la JEC fundó la JEC, jóvenes educadores,
Juventud Estudiantil Católica. En los colegios Chancay
todavía es uno de los centros donde persevera la JEC
a nivel de movimiento, fruto del trabajo de Vicente.
Con sus
jornadas en el Callao, he venido con él a jornadas
también así a jornadas en la parroquia. Un hombre
muy entusiasta, un hombre de clase campesina, trataba de vivir
con los campesinos. Le daban a las jornadas, zapallos. Les
daban yucas. No teníamos problema económico para
las jornadas porque los campesinos colaboraban. También
es un hombre que al final de sus días, cuando yo llegué a
la parroquia acababa de fundar el Comité de Derechos
Humanos. El obispo nos decía que, ojalá todos,
en cada parroquia hubiera un comité y en Chancay, hubo
Comité de Derechos Humanos, fundado por él y
por el padre Eugenio.
Es un hombre que no renegó de su clase, siendo campesino
se ilusionaba y gozaba con los campesinos. Trabajó desde
Chancay, el valle de Huaral. Iba hasta cuatro mil metros, hasta
Pacarao, Santa Cruz, Pirca. Es un hombre que era querido por
todos. Era un hombre muy evangélico, siempre cargaba
la escritura. Comentaba los pasajes del evangelio. Insistía
mucho en la verdad. Somos, hemos de dar testigos de la verdad.
Dios era verdad y los hijos de Dios, hemos de ser auténticos,
hemos de decir siempre la verdad. También existía
mucho en la fe con obras. La fe sin obras es fe muerta, decía.
Hay que demostrar con hechos y con testimonios nuestra fe.
Era un hombre muy claro en las ideas, un hombre de opción
por el pobre claramente definida. Es un hombre que no, nunca
le conocí yo. Para mí fue una sorpresa su muerte.
Yo estaba en Chancay con él, cuando él iba a
ir a Pacaraos, una reunión de profesores y llevaba su
material. El décimo testamento, programas para primaria
y secundaria y viene una señora, una muchacha a pedir
el favor de una misa para San Antonio en Lampián. Y él
entonces de bueno, pues salió un día antes, llegaré a
Lampian, les haré la misa y de ahí subiré a
Pacaraos. Salió alegre, contento, optimista y el día
catorce de hace ya diecinueve años, al venir de una
reunión de Huacho, viene su hermano a decirme a las
nueve de la noche. Estaba en Juan Velasco, siguiendo su tarea.
Para decirme que su hermano Vicente estaba en la morgue. Fue
una sorpresa, no esperábamos y aquello fue pues, un
motivo de dolor. Pero, también he de ser honesto. También
nos fue de consuelo. A mí me dio mucho consuelo verlo
en la morgue, sonriente, parece que estaba allí como
dormido, con la cabeza abierta, con su cuerpo maltratado, muñecas
moradas, tobillos morados, heridas corto punzantes en las piernas.
Yo tuve el convencimiento de que acabó su vida como él
decía, tiene una frase muy bonita que decía: "el
que se mete a redentor debe estar dispuesto a morir crucificado".
Creo que Vicente.....fue coherente...y es mi testimonio, su
ejemplo todavía en Chancay sigue vivo, en los colegios,
en los jóvenes de JEC, en los campesinos, en pueblos
jóvenes y creo que tengo que dar a Dios gracias por
su vida y también por su muerte.
Vicente, buenos días en primer lugar con todos ustedes.
Este hombre tan bueno, que yo también le conocí.
Fue muy primer párroco en Colombia y muy amigos desde
el seminario. Como todas las personas buenas, también
tienen enemigos como Cristo tuvo sus enemigos. El problema
no es tener enemigos. Sino ¿quiénes son tus enemigos?
Sea como Cristo, ¿quiénes son los enemigos?,
y desde ahí, desde ¿quiénes son mis enemigos?,
vamos a conocer entonces con ¿quiénes somos amigos?
Y eso él lo decía muchas veces Vicente.
En una
oportunidad, una semana exactamente antes de morir Vicente,
porque ya tenía amenazas de muerte. Algún
diario de Huaral le acusaban de subversivo. Estaba surgiendo
el terrorismo en aquellos años. Y le acusaban pero Vicente
no tenía miedo. Dice ¡a mí que me van hacer
nada!. Además hay mucho que hacer, yo no quiero morir.
Y Vicente, entonces le digo yo: "bienaventurado los perseguidos
por la justicia porque de ellos es el reino de los cielos".
La persecución debe ser una nota característica
de la iglesia, una iglesia que no es perseguida, hay que dudar
de su legitimidad como iglesia. Pero claro, por supuesto perseguida ¿por
quién?, por los poderosos, por los enemigos del pueblo,
de una fe auténtica comprometida, como la que hablaba
en aquella época el documento de evangelización
del Episcopado Peruano y el documento de justicia en el mundo
del Episcopado Peruano. Documentos que ya parece que han sido
empolvados un poco.
Bien, entonces ya voy a continuar pa no
extenderme mucho con algunos testimonios sobre la muerte de
Vicente. Yo escribí un
articulito, que es un libro de artículos que circuló bastante
y sería una pena que este libro ahora se pierda sino
que quizá se abra hoy. Lo que yo pretendo es abrir el
apetito para que este libro, pues vuelva a difundirse y que
vaya a muchas manos de ustedes, ¿no? El librito es "Vicente
Undarsa, vivir y morir por los pobres", parroquia de Chancay.
Ahí lo vemos en una de las cooperativas a Vicente con
un racimo de uvas. El era por excelencia campesino. Antonio,
se olvidó decir un detalle importante: Vicente nace
el quince de octubre, el mismo día que Antonio, también
eran colegas en cumpleaños. Antonio, un poquito más
viejo.
Un año más.
Un año más, Antonio. O sea, tenía entonces
cuarentisiete. Tres horas después de nacer Vicente,
murió la mamá de Vicente. O sea, para que él
tuviera vida, la mamá tuvo que morir la vida física.
Yo hoy diría: Vicente murió físicamente
y a partir de su muerte sigue siendo su vida en Chancay, mucho
más presente. Tuvo que morir Vicente para que la parroquia
de Chancay viva más fuertemente la presencia. Prueba
de ello que el día catorce, celebramos el diecinueve
aniversario y casi como el primer día, la iglesia se
sigue llenando. Se sigue llevando la memoria histórica
de Vicente en el pueblo de Chancay.
No puedo dejar de decir
algo de lo que mis ojos han visto y leído y mis oídos han escuchado. Yo vi el cadáver
y las fotografías de Vicente. Una herida en la cabeza
de quince centímetros aproximadamente. Sus muñecas
amoratadas, una señal igualmente amoratada en el cuello
y puñazos en el calcañar de uno de sus pies.
Literalmente el diario Ojo del diecisiete de junio del ochentitres
decía: pese a que la policía insiste en su versión
original, en el sentido que el párroco de Chancay Vicente
Undarsa Gómez, murió al desbarrancarse casualmente,
la autopsia que le practicaron en el hospital de esta localidad,
revela que fue asesinado. La autopsia, señala que tiene
fracturas en las dos muñecas de las manos debido a exceso
de fuerza. Además presenta golpes con objetos contundentes
en la cabeza y un corte en el cuello cabelludo. Desgarradura
del cuello con rotura de la yugular, lo que revelaría,
aquí están las fotos que no se pueden ver. Lo
que revelaría que el sacerdote español fue estrangulado.
Ya que presenta sangre en los pulmones que le causaron la asfixia.
Igualmente, las extremidades inferiores presentan huellas de
haber recibido puntapiés.
Reportaje, en un diario de
Huaral el veintiseis de junio del mismo año ochentitrés decía: lo que más
destaca el protocolo médico es el traumatismo encefálico,
craneano que pudo ser producto de una fuerte golpiza. Fuentes
dignas de crédito, indican que el cadáver del
padre Undarsa, muestra huellas de haber sido torturado. Estas
se presentan en las manos, rodillas y en el cuello. Vi el lugar
del accidente entre comillas, una pendiente de unos quince
metros, no había sangre en el suelo. Cuando la herida
de la cabeza debería haber producido un derramamiento
no menor al medio litro. Sólo unas piedrecitas dicen,
manchadas. Los calcetines estaban nuevos. La ropa y palmas
de la mano, totalmente limpias. Entre comillas pongo, testigos,
entre comillas, manifestaron que se había puesto una
de sus manos en la cabeza para taparse la herida. Una herida
de quince centímetros. La mano puesta en la cabeza.
A las seis de la mañana que es cuando dicen que se desbarrancó al
ir a hacer sus necesidades fisiológicas, que se cayó.
A las once de la noche en la mesa de la morgue, el cráneo
de Vicente estaba chorreando sangre. Una chompa parecida a
la que llevo puesta de color marrón, totalmente limpia.
La frazada con la que le envolvieron no apareció por
ninguna parte.
A la semana dijeron que ¿si queríamos ver la
frazada? Cuando fuimos a los ocho días a Lampián,
el pueblo donde estaba haciendo la fiesta. No, nos permitieron
ver la habitación donde durmió Vicente esa noche
y fue el Obispo de Huacho y éramos como de diez a catorce
sacerdotes. No, nos permitieron ver la habitación. Al
día siguiente de su muerte el abogado y un sacerdote,
se les negó ver la habitación donde había
dormido. Negativa que se volvió a repetir a los ocho
días, lo he dicho antes, al señor Obispo, al
abogado y a un grupo de sacerdotes y religiosas que nos hicimos
presente en el lugar. La frazada con la que dicen haberlo recogido
del lugar donde cayó, apareció después
de dos meses. Un informe extra oficial, dado por el equipo
de profesores de la Escuela de Medicina de Madrid, dice: no
ha muerto en el lugar, se sospecha que le han dado y se han
pasado. Juicio: no accidente. Parece que estuvo sujeto, que
le golpearon y se pasaron.
Finalmente, si es verdad y es tan
claro que fue un accidente como declararon y algunos, los medios
de...La policía
y algunos medios oficiales de información, ¿por
qué tanto interés de que..?, ¿pro qué tan
poco..?, perdón, ¿por qué tan poco interés
de que se esclarezca y sí tanto en acallar o ocultar
el hecho permanentemente?, tanto en Lima como en Huaral iban
cambiando de jueces. Cuando se iban al proceso, disculpen pero
yo soy nuevo. A volver a empezar de nuevo. Dos meses ya se
estaba haciendo investigación. Disculpen, yo soy nuevo.
A empezar de nuevo.
Por todo esto y otras muchas anomalías más he
visto y oído, afirmo, mientras no se pruebe lo contrario,
que Vicente murió asesinado. Murió por proclamar
su palabra, por ser testigo de Cristo y morir así. Yo
afirmo hoy día es morir mártir. Vicente, lo considero
el primer sacerdote mártir de la Iglesia Post Conciliar
Peruana. Uniéndose así a la larga lista de obispos
y sacerdotes mártires de esta iglesia latinoamericana.
Y aquí vuelvo a escribir lo que decía antes,
una semana, dos semanas antes, decía Vicente: en las
circunstancias actuales que vivimos, una iglesia que no sea
acusada, perseguida, que no tenga mártires, hay que
dudar de su autenticidad. Pues la calumnia y la persecución
son notas propias de la iglesia que fundó Cristo. Vicente,
me contestó, hasta ahora me siguen resonando en mis
oídos las palabras y el timbre de voz de Vicente: ¡claro,
claro, estoy totalmente de acuerdo contigo!.
Dos semanas después, estas palabras se cumplen en él
mismo. Vicente se llevó con su sangre la legitimidad
del mensaje que anunciaba y la autenticidad de la iglesia que
tanto amaba y tanto servía. No murió coronado
de espinas, ni clavado en una cruz como Jesús. Tampoco,
murió apedreado como Esteban, murió con los medios
de la sociedad que utilizaba entonces. Bien, la obra de Vicente
continúa. Creo que es bueno que se hable algo de la
obra de Vicente. Antes decir que algunos amigos, lo dije antes,
le dijeron: padre no suba por la sierra que lo pueden matar.
Vicente respondía: la verdad que no me gustaría
porque tengo mucho que hacer. Vicente no tenía vocación
de mártir, quería simplemente ser fiel al maestro
y fue esa fidelidad, con lo que fue, como fue la de los apóstoles
y la del diácono Esteban lo que legitiman su muerte
como mártir.
Quizá nunca se sepan ¿cuáles fueron sus últimas
palabras a sus verdugos? Pero me atrevo a pensar conociéndolo
bien como era Vicente, que terminaría encomendando al
señor y pidiendo perdón por las ofensas infidelidades
que en su vida hubiera cometido y también orando y perdonando
a sus propios asesinos. El diario Observador decía de
Vicente: Vicente Hondarza ha muerto asesinado en el pueblo
de Caos, a tres horas de Chancay. En una de sus tantas visitas
a las comunidades, viajando solo, cumpliendo con su misión
de buena voluntad. Lo han asesinado para sacarlo definitivamente
del camino, en el Perú, continuó leyendo El Observador
del diecinueve de junio del ochentitres.
]
En el Perú, de hoy parece que empieza a no haber lugar
para los hombres buenos y consecuentes. Vicente Undarsa, sin
embargo, ya había sembrado la semilla que ha regado
con su sangre. No saben sus ocultos enemigos que su obra continúa
viva y que no podrán matarla en definitiva. El responsable
del IEME, por entonces. IEME, es el Instituto Español
de Misiones Extranjeras al que pertenecía Vicente, pertenecemos
Antonio y yo, decía en la eucaristía del funeral:
su ejemplo tiene que manifestarse en nuestro compromiso de
seguir sus pasos y él nos reclama y nuestro pueblo lo
necesita.
Su hermano Emiliano, sacerdote, quién fue el primero
en recibir la noticia con Antonio de la muerte, actualmente
en Chancay, fue en diciembre, pues a pasar los días
de descanso, ¿no?, de vacaciones con su familia. Y allí la
familia le dijo: me escribía en una carta. Perdón,
me escribía Emiliano una carta desde España,
dos de febrero. En la carta me decía: estoy bien y mi
familia del todo restablecida y animado y los que es más
animándome a mí a irme de nuevo para allá.
Si antes fuiste a ayudar a Vicente, ahora debes ir a continuar
su trabajo. Pienso que sobra todo comentario. La vida de Vicente
está marcando profundamente a la juventud y al pueblo
de Chancay, a las Comunidades Campesinas Cristianas del Valle
y a la sierra de su parroquia. A todos los que fuimos sus compañeros
y amigos, sacerdotes y religiosas que compartimos juntos el
quehacer pastoral de cada día.
La vida, pasión y muerte de Vicente debe marcar a todos
los hombres y mujeres de buena voluntad que anhelan un Perú nuevo
y hombres nuevos. Que su vida y la de tantos hombres y mujeres
inmolados antes de la hora, conviertan el corazón de
los Saulos porque, el martirio de Esteban convirtió a
Saulo en San Pablo, el corazón de los Saulos de turno.
Sino en Pablo, al menos en hombres que dejen de obedecer la
ley del pecado que ordena matar, como dijo el monseñor
Oscar Romero, obispo del Salvador, la víspera de su
asesinato "y se conviertan en defensores de la vida del
pueblo".
Termino, que su muerte sea el germen de líderes cristianos
que continúen y animen las comunidades, que era uno
de sus grandes preocupaciones. Que su sangre derramada sea
semilla de vocaciones sacerdotales que estén dispuestas,
como decía el seminarista, el seminarista es un joven
en Chancay, estudiante de farmacia y era muy amigo de Vicente.
Y cuando murió Vicente, él dijo: yo seguiré las
huellas de Vicente. Dejó la Facultad de Farmacia entró en
el seminario y en el quinto aniversario, que todos los años
celebramos ya, se convirtió en una fiesta. En el quinto
aniversario de la misa de Vicente, fue ordenado diácono.
Actualmente, Jorge Cañamero, así se llama, es
el actual párroco de la catedral de Huacho. Pues, como
decía Jorge Cañamero, que surjan jóvenes
dispuestos a continuar su obra que en definitiva es la obra
de Jesús de Nazaret. Por todo esto yo diría Vicente
sacerdote y primer mártir de la Iglesia Post Conciliar
Peruana, ruega por nosotros. Muchas gracias por escucharme.
Padre Antonio, padre Carlos, queremos su testimonio de un hombre
que se ha entregado por completo al servicio de Dios
y de los hermanos. Un verdadero testimonio de ustedes los padres
de las misiones extranjeras que están dando aquí en
el Perú. No saben ustedes lo que aprecio yo este testimonio
que dan, de un mártir como ustedes mismos lo dicen,
del primer mártir post conciliar. Les agradezco muchisímo
el testimonio que han dado ante la Comisión de la Verdad.
Los testimonios que hemos escuchado de los sacerdotes, culmina
esta primera sesión de la audiencia pública de
Lima. En la segunda sesión de la de esta tarde, empezará a
las tres en punto hora exacta. Por tanto les ruego a las personas
que vayan asistir se hagan presentes en el auditorio a las
dos y cuarenticinco, dos y cincuenta a más tardar. Levantamos
entonces, la audiencia hasta la tarde, gracias.
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