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Primera Sesión, 27 de agosto de 2002, 9 a.m. a 1 p.m.

Caso 4. Testimonio del señor Zacarías Yamancaya Berrocal
y la señora Julia Chipa Andía

Sofía Macher: (corte de audio)
Ellos van a hablar de un caso sucedido en mil novecientos ochentiseis, donde doce personas murieron en un atentado y la mayoría fueron miembros de su familia. Nos ponemos de pie, por favor. Señor Zacarías Yamancaya Berrocal, señora Julia Chipa Andía, formulan ustedes promesa solemne de que su declaración la hacen con honestidad y buena fe y que por tanto expresarán sólo la verdad en relación a los hechos relatados.

Sí, juramos.

Gracias.

José Antunez:
Señora Julia, señor Zacarías, bienvenidos a esta asamblea, para que todos nosotros sepamos lo que ha pasado. Les agradezco que hayan venido, que hayan tenido el coraje de dejar todo atrás y manifestar lo que les ha sucedido. Estamos atentos y les escuchamos el testimonio que ustedes van a dar. Pueden comenzar.

Zacarías Yamancaya:
Señores comisionados, visitantes desde distintos pueblos, visitantes, paisanos de distintos comunidades. Con todos, buenos días.
Yo voy a cuentar de mi pueblo, de la comunidad Cotarme Huatudo. Aquellos años atrás en mil novecientos ochentaiseise, ochenticinco, como llegamos tranquilo, sociedad tranquilo, no había ningún error, nada. Entonce, de esa fecha comenzó de mil novecientos ochenticinco, movimiento en mi comunidad.
Vinieron subversivos, pasaban por la comunidad y los militares pasaban por atrás. Entonce, yo chiquillo estudiaba en mi comunidad en la escuela. Entonce a la escuela llegaban los senderos, dician ya queremos que canten nuestro himno nacional. Y entonces nosotros chiquillos, cantábamos con frofesor todo. Entonce esa parte pasaban después los militares vinian atrás, siguiendo. Entonces, de hay ya pasaban pocos tiempos, después in Circa, comunidad Circa, parece que había quemao a un, este una casa de la comunidad y de hay vinian senderos, cuatro. En sector Llaca, había quemao una camioneta de Ministerio Agricultura. Entonce de hay venía sector Pacutarma y siguian siguiendo los militares atrás. Entonce parter cerca las tres de la tarde entraban a mi casa. Por atrás dos extraños, camoflados con ponchos.
Entonce, yo viía de al frente entraron, era cinco de la tarde. Después llegamos a la casa reuniendo los animales. Entonce en ese momento yo vi en la puerta de mi casa estaba pidiendo comida a mis padres. Danos o si no les matamos. Entonces, mis padres le dieron, lo de vivir. Entonces, mis padres ya habían comenzado la fiesta partir las tres de la tarde. Entonce hay estaba con miedo y dijieron volvamos entrar adentro. Entraron, ya mis padres, mis hermanos, mis cuñados. Todo ya estaba medio ebrio. Como costumbre del campo, su fiestejo hacían el costumbre.
Entonce, nosotros jugando en la tarde, mis hermanos, mis hermanas menores y entramos adentro. Esa parte yo vi que estaban dos extraños, estaban viviendo, también. Entonce ese momento nosotros nos ponemos descansar. Entonce ya al momento que descansar, yo me levanté. Ya había un alboroto en mi casa, una balacera de todo lado. Entonce esa parte yo me levanté de la cama. Entonce ya no tenía mi brazo, ya estaba quebrado mi brazo, derecho.
Y me levanto yo una parte, así a mi hermana menor de todos, le encuentro la cabeza hueca. La bala le había pasado, traspasado. Entonce yo al levantar mi corrió en dentro de la casa. Entonce hay yo llorando así, gritando salí. Mi madre, lloraba, mi hermana lloraba y mis hermanos, uno de ellos ya estaba muerto.
Entonce yo salí afuera de la casa, corrí y más balacera me venía. Entonce no me cogió y volví a entrar a la casa. Entonce hay nos dice los militares de afuera, -carajo salgan afuera todos-. Y a mis padres, a mi papá, a un profesor, a mi cuñao le sacaron más antes, que nosotros. Entonces, salimos afuera. Entonces, a mi papá, a mi cuñao, al profesor se lo lleva a la distancia, cien metros -carajo caminen o les mato acá-. Entonce llevaron hacia abajo. Entonce esa parte, nosotros, yo estaba acorralao con tres militares. Entonce dos mataban adentro, a dos extraños.
Entonce ya mi madre me dijo -estás sangrando hijo-. Me amarra con sacando su chompa, mi brazo, todo. Entonce ya a mi padre, yo escuché a la distancia, cien metros -carajo caminen o no van a caminar-. Y arrastrando llevaba. Entonce ese cien metros lo mata al profesor, a mi cuñao y a mi padre y regresan a la casa. Dici, -entren a su casa, los vamos dejar ahí- dijo. Y si estuviéramos de los dieciseise personas, sólo tres nomás ya. Y uno, en esa parte más, se ha escapado mi hermana, también la Juana Yamancaya Berrocal, por la ventana. Entonce ya, adentro entramos. Entonce ya esa parte yo dije, nos dejará, no nos ha dejao.
Entonce nos dice -pónganse en cola-. Nos ponemos en cola. Yo estaba en el medio, mi mamá al rincón, mi hermana al costado, al siguiente mi cuñado. Entonce a la distancia de dos metros, comenzaron disparar. A mi hermana, a mi cuñado, lo mataron. Mi mamá llorando. Yo ese momento me encontraba un rincón, distancia de tres metros, ya estaba en zapatos. No me doy cuenta, ¿cómo he saltado?
Entonce de hay, mi mamá lloraba, -mátame, mátame- dicia. Entonce lo matan, a mi madre. Y acabaron hay. Después dijo, uno de ellos -falta un chibolo, falta un chibolo- emboscaba un militar. Entonce yo de miedo en rincón. Estaba apagado la luz adentro. Entonce se fue. Esa noche se ha quedado tres mis sobrinas menores, bebes. Tenía la mayor algo de cinco años, lo otro tenía siete meses, lo otro tenía un año y medio. Entonce afuera, la bebita lo ha dejado en el patio. Entonce yo me levanté, de rincón de una hora, lloraba los bebes, comenzó a caer la lluvia. Entonce con un brazo, agarré a mi sobrina de afuera, le levanté a la cama.
De lo que estaba llorando la otra, levanté a la cama. Y mi quedé esa noche en la casa. Toda la noche con los cadáveres. Amanecí hasta el día siguiente. En la mañana, me levanto, ya no tenía padre, nadies mis hermanos. Total muerto. Pozas de sangre, pared manchado de sangre, los techos todo cubrido de sangre. Las ventanas, sangre. Salgo afuera, un chancho muerto en el patio. Entonce me voy pa tras de la casa, no viía como debe ser. Toda la cara lo que tengo mancha era la pólvora de la bala. Entonce, a la distancia de la casa, algo de diez metros me voy y mi hermano mayor de todos Jesús Yamancaya, estaba muerto en su corazón la bala le ha cogido. Su pierna total quebrado.
Entonce fue atracito, había un balde agua. Me lavé con ese y no me he bajado la casa. Veía una ciertas nada más. Entonces, regresé a la casa, ahí adentro entré. Me hice de vuelta como muerto. Entonce esa parte, de media hora un ruedo hubo afuera, diciendo que -acá vamos a entrar adentro- diciendo, disparando así por la puerta, vigilando entra por atrás, por adelante, todo. Entonces, comienzan buscar en dónde cogió la bala los cadáveres. Entonces, comienzan, comienzan todo y en ese parte sacan los tres criaturas, sacan afuera la patio. Entonce, esa parte, yo de miedo me matará, ahora.
De miedo, ya estaba ya, mi more, decía. Mi incuentra a mi. Acá hay un vivo. Entonce me dice, ya vamos afuera. Entonce salí afuera. Entonce entre cinco policías, me de ambos lados me cubren como apuntando con su metralladoras. Entonce me preguntan, ¿cómo ha pasado?, ¿quién ha matado?, ¿cómo fue?, ¿a qué hora fue?, ¿quiénes han matado? Y yo le he declarao, si ha sido los militares, de frente. Yo le dije, los militares han matado. Entonce hay ya, a la distancia de cincuenta metros, me saca afuera.
Entonces, mis padres, lo juntan. A mis madres juntan a todos al patio. Entonce hay como un animal lo juntan. Entonce de hay sacan las frazadas de la casa, los ponchos que había. Con ese lo amarran, después trayen de arriba de la comunidad caballo, catorce caballos. Trece muertos, uno para mí. Pa que me traigo.
Entonce yo le dije, no voy, voy a caminar. Entonce yo vine caminando, a mis padres, a mi familia, todo cargaron, a la distancia de dos horas, media caminada pa abajo. A la Panamericana. Entonce llegamos abajo. Entonce en la Panamericana había un camión, lo cargaron todo mis padres, mis hermanos y yo vini un carrito pequeño de lo que han venido y llegamos a Abancay, ahí perde mis padres, mis familias. Y mi llevaron a hospital.
Entonce en hospital, yo quiria salir, quería ir donde mis padres, no me dejaban. Día y noche me cuidaban dos policias. Después de una semana un policía, día y noche hasta final que me sané en hospital. Cuando sané me he salido, me daron alta, me dijeron, te vamos desaparecer a otro nación. Te van a llevar, me dician. Entonce, yo me salí a la PIP, a la comisaría, me llevaron. De hay, ya yo le dije, no tenía nadies familiares, tenía un tío lejano, mis tíos lejanos vinieron reclamar. Después tenía un hermanastra. El también ha venido fuera que me ha reclamado mis tíos, ya. Entonce de esa parte yo, mis tíos mi reclamaron, me hicieron quedar acá. No me llevaron ningún sitio.
De hay ya, me fui a mi pueblo. Ya no tenía padres, nadies. Llegué, mi casa tiras, botado. Nada no había. Entonce mis animales, botados todo. Entonce mi hermano fue. Entonce a mi pueblo, también mi hermanastro, estabamos ahí nos hace vivir par de meses. Te vamos criar diciendo. Entonce en esa parte, no nos ha criado. Sólo estaban dos meses andando por acá, por allá, allá en mi pueblo sin comer. Comiendo cualquier cosa. De ahí mi hermano ya hahiase vendido, él ha venido todos los animales y él se ha agarrao la plata, se fugó hasta ahora. Sin nada en la calle, nos deja.
Y de hay yo me vino acá, a estar arriba, a Abancay. No tenía dónde llegar. Andaba en la calle. Comiendo cualquier cosa, lo que encontraba. No tenía dónde estar. despue allá, ya no tenía donde llegar. Entonce pasa unos medio año así, me he ido a la costa. Ahí ya pasa mi vida, más o menos trabajando uno pudiendo. De hay he vuelto acá, a Abancay. He estao mal de cabeza, a veces me pongo mareos, me desmayo, mi brazo no puedo ni trabajar, momentos se dormece así estaba. De hay ya me estuve acá. Entonce de hay ya. Yo quisiera, ya no tengo padres, madres. Yo quisiera ver a mis padres, madres, no tengo nadies. Quiero que me huerfan. Yo he pasado lo que es vida imposible. No he tenido nadies, nadies donde llegar. Hasta ahora, no tengo pa llegar donde vivir. Lo que no es, he vivido en mi vida, lo que era nada. No he tenido papá, mamá, este hermanos. Nada justamente. Hasta ahora sigo así, pinsando por mis padres, nada no tengo.
Yo quisiera a la Comisión de la Verdad, pidir la justicia de mis padres, de mis hermanos, de mis hermanas, de todo. Yo quisiera que mi, no tengo nada donde estar en mi pueblo. Yo vivo una casa lo que es desastre de mi padre, lo que ha quedado, ha caído. Ahí está, no tiene ni puertas, nada. Yo con cualquier cosa he hecho mis puertas. Ahí yo vivo ahora, no tengo nada, ni pa comer. Ahora yo no puedo ni trabajar. Yo quisiera que me reponga de la comisión, siquiera una casa, económicamente. Porque no tengo donde tener pa trabajar, no puedo porque mi brazo me sujeta mucho. Cuando trabajo me molesta. Ese lo que quisiera, yo quisiera pidir pa los dos, pa mi hermana Juan Yamancaya y pa mí.
Después, ese sucedió todo lo que es de mis padres. Cómo hemos quedado. Ya gracias.

Julia Chipa Andía:
Señores comisionados, señores y señoras, presentes. Yo soy Julia Chipa Andía, hermana, tengo cuarentíun años, soy hermana del profesor que murió en la masacre de Huaturo.
Huaturo queda en la comunidad de Cotarma, provincia de Abancay, departamento de Apurímac ¿Quién era Téofilo Chipa Andía?, él era el profesor de esta comunidad. Tenía en aquel entonces trentiún años. Era el cuarto hermano de diez que somos. Nosotros quedamos huérfanos en el año setenticinco. Entonces, él se esforzó por ayudarnos a todos sus hermanos menores, que éramos Marina, Julia, Eva, Darío, Olga y Marlene Chipa Andía. Los dos últimos Marlene y Olga, eran menores de edad.
Al morir mi madre él tenía veinte años. Hizo lo posible para salir adelante, trabajando, estudiando. Y finalmente fue profesional. Cuando fue profesional, nos prometió que sería el padre que nosotros no teníamos. Especialmente, a mis menores. Que iba a velar por ellos, mientras existía. Pero su existencia fue cortada y no veló por nosotros. Yo quiero dejar en claro que mi hermano ha sido un estudiante brillante. Ha sido un hermano amoroso para nosotros. Y también un profesional competente.
¿Cómo es que se ha visto involucrado en este caso Huaturo?, es sencillo, creo comprender. El era amigo de la comunidad, era este compañero muy solidario con sus niños, a quiénes no quería dejar porque no le gustaba faltar. En esas épocas que ya había mucha, mucho movimiento de parte de Sendero y de parte de la policía o del ejército. La última vez que yo lo vía, fue más o menos en el mes de agosto que era su cumpleaños. El once de agosto. Allí él me comentó de que estaba muy preocupado, estaba entre la espada y la pared. Decía, me persiguen , me buscan los subversivos. Me persigue, me busca el ejército. El me dijo -hace poco me han detenido en el puesto de Santa Rosa, diciéndome que era senderista, sincándome así, pero después de toda la investigación del día, me dejaron libre- me dijo. Entonces, yo le dije que pida permiso o pida su cambio para salir de allá, porque estaba corriendo riesgo.
Me dijo que ya había ido a la institución de educación para la cual trabajaba para pedir su cambio. A ver si de esa manera dejaba de ser molestado por estos dos grupos. Pero, sin embargo tampoco salió este cambio. Y yo le dije, pide licencia entonces. Y él dijo , no puedo los niños me esperan. Los niños están en la escuela, hay todo eso pero los niños están en la escuela y yo no puedo hacer eso. Pero voy a pensarlo, me dijo.
Entonces, este suceso del que estamos hablando, la matanza de Huaturo se produjo el diecisiete de setiembre, de mil novecientos ochentiseis. Cuando él fue invitado al cumpleaños de la familia Yanjaya, cuya vivienda se ubicaba más o menos a un kilómetro de la escuela. Estaban en plena fiesta cuando más o menos a las siete de la noche una patrulla, una patrulla mixta de treinta comandos, rodeó la casa. Una patrulla mixta conformada por el ejército, la policía nacional y la PIP. Rodearon la casa, una pequeña casa, de una sola habitación.
Con las investigaciones iniciales que se hizo, sabemos que este comando estaba dirigido por el capitán Antonio Montañez Alvis. Rodeando la casa empezaron a hacer disparos al aire. Lo cual asustó a todos los que estaban dentro de la casa. Después les pidieron, les exigieron que salgan afuera, pero nadie quiso salir. Al escuchar tremendo ruido de arma. Cuando nadie quiso salir estos señores, les dispararon contra la casa. Mataron en esos disparos que hicieron a varias personas, pero no a todas.
Varias personas habían caído muertas pero estaban con vida todavía algunas mujeres, el profesor y dos hombres más, creo. A quiénes los sacaron afuera. En esta balacera, una niña escapó por la ventana. Esa niña es Juana Yamanca Berrocal, de nueve años. Entonces, al sacar a estos tres señores, el profesor, mi hermano y dos señores más de la comunidad, los llevaron cien metros más abajo. Cien metros más abajo sólo se encontró el cadáver de mi hermano. Muerto por un impacto en la cabeza.
Yo entiendo que esto es ejecución extra judicial. Porque yo sé que él gritaba su nombre y decía que era responsable de sus hermanos. Como siempre solía decir. Pasados todos estos hechos, mi padre, un anciano ya de avanzada edad, ha denunciado en derechos Humanos, en Fiscalía, hasta en el Poder Judicial. Pero todo esto quedó archivado, tal vez porque él pidió una reparación civil al estado. Hasta hoy no hay nada.
¿Qué ha provocado este hecho en mi familia?, su peor hundimiento, su desesperación, su miedo de todos los integrantes. Especialmente de mí, que muy fácilmente también podía ser sindicada de esa forma. Yo ya era profesora en la comunidad de Curawasi. En una comunidad de Curawasi.
Mis hermanos menores, Marina, Olga, Darío y Marlene, ya no tenían el hermano. Aquel hermano que les había ofrecido, aquel hermano que los había querido. Ya no se haría cargo de ellos, cuando saldrían del orfanato, porque ellos han crecido en el orfelinato. Una de ellas ni siquiera ha terminado la secundaria. Hoy viven en Lima, cada una de ellas Olga y Eva, tienen tres niños sin trabajo, sin casa, ni donde vivir y los otros dos casi igual. El varón que es Darío y Marlene, la última. Que gracias al apoyo de la madre del orfanato, ha concluido un estudio superior, pero que hasta ahora no puede ni optar su título.
Yo pido a esta comisión, no sólo yo, mis hermanos Zacarías y Juana, pedimos justicia, justicia. Creo que es un caso claro de exterminación, que se produjo en este lugar. Quisiera que me devuelvan a mi hermano y no diría nada más. Pero es imposible, eso es imposible. Por eso exijo que se castigue a los responsables. O por lo menos que se investigue, ¿por qué se produjeron esos hechos y en esa forma?
Muchas personas, sabemos que los militares que han estado involucrados en esta guerra, gozan de algunos beneficios, cuentan con algunos beneficios. Pero los civiles que también hemos estado involucrados en esto, nunca hemos tenido ninguna reparación, ningún reconocimiento, ni nada por parte de las autoridades ni el gobierno. Muchas gracias.

Monseñor José Antunez de Mayolo:
Señora Julia, Zacarías, entendemos muy bien el sufrimiento de ustedes y compartimos su dolor nos van a perdonar si en esta oportunidad, les hemos hecho abrir una vez más esas heridas que a lo mejor se estaban ya cicatrizando. Pero era necesario. El Perú entero sabe y conoce esta realidad, ahora más que antes. Por eso en nombre de todos los peruanos, yo también me hago solidario con ustedes y naturalmente la Comisión de la Verdad hace lo posible para buscar lo que ustedes están pidiendo. Gracias por el testimonio que nos han dado.


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