Tema: “Dirigentes
y autoridades asesinados”
Pimera Sesión,
25 de mayo de 2002,
9 a.m. a 1 p.m.
CASO 1. Cristina
Araujo Raymundo y a la señora Paulina Antesana
Dr. Salomón
Lerner Febres:
Vamos a empezar entonces nuestra audiencia invitando a la señora Cristina
Araujo Raymundo y a la señora Paulina Antesana para que brinden su testimonio.
Les ruego ponerse de pie.
Vamos, ahora, a solicitar a las declarantes su compromiso público y solemne
de hablar con veracidad. Sra. Cristina Araujo Raymundo, Sra. Paulina Antesana, ¿formulan
ustedes promesa solemne de que su declaración la harán con honestidad,
con buena fe y que por tanto van a decir solo la verdad en relación con
los hechos que nos cuenten?
Sra. Cristina Araujo Raymundo y Sra. Paulina Antesana:
Sí, juro.
Dr. Salomón Lerner Febres:
Muchas gracias, por favor tomen asiento.
Ing. Alberto Morote Sánchez: [traducción]
Sra. Cristina Araujo y Paulina Antesana, les agradecemos
bastante por venir aquí.
Nosotros, Comisión de la Verdad y Reconciliación, queremos escucharles
a ustedes. Dígannos toda la verdad.
Sra. Cristina Araujo Raymundo: [traducción]
Señor, en el mes de abril, murió cuando los senderistas incursionaron.
Estuvimos tristes, tuvimos miedo; entonces nos ocultamos en las peñas
y en los huecos. Así estuvimos, ya no dormíamos en nuestras casas,
señor. Así cuando estuvimos ocultándonos, señor,
cuando estuvimos trabajando con mi esposo sembrando cebada, entonces aparecieron
de Ayacucho dos helicópteros. Pasó por encima de nosotros, se fue
a Parcco y regresó de Parcco. Entonces, ahí no nos hizo nada, señor.
Se fue con las mismas. Al día siguiente, de Acobamba aparecieron varios
militares, todos de color plomo, por Muchapampa. Y entonces, señor, “¿qué culpa,
qué pecado tenemos? Nosotros no tenemos ningún pecado. ¿Por
qué a nosotros nos va hacer algo?”, diciendo así señor, “vamos
a presentarnos”, decía. Se fue a presentarse y no volvió más,
señor. Último, por encima de las espinas los llevó a una
cueva a siete personas y los mató. Ahí lloramos muy acongojados,
no querían que salgamos de nuestras casas, señor, atacándonos
a balazos. A las ocho el helicóptero despegó, fuimos. “Ahí están
regresando”, diciendo. A las tres los balazos sonaban: “Bon, bon”.
Y no podíamos salir de las casas. A las ocho, el helicóptero despegó,
fuimos. Descubrimos que les había quemado la cabeza, la cara, todo había
sido destrozado por la bomba y hemos enterrado carbón.
Después ya estuvimos tranquilos con mi hijo. Entonces, cuando estuvimos
durmiendo de noche llegaron los soldados con pasamontañas, a medianoche.
Entonces, lo hizo levantar a mi hijo y cuando tocaron la puerta mi hijo decía: “Mi
mamá llorará, mi padre ya ha muerto, a mis hermanitos menores, ¿quién
le atenderá?, mi mamá se volverá loca”. Cuando estaba
diciendo, “No, no declara no más, declara no más, declarando
nuevamente vas a volver”, le decían los soldados. “Pero espérenme
pues, primero voy a amarrar mi pantalón”. “Rápido,
rápido”, le decían los soldados. Yo estaba cargando a mi
hijito y mi hijito decía: “Papá, papá” y le
agarraba. “No, no, no”, decía el soldado y le hicieron quitar
a su hermano. Lo llevaron de noche, lo habían encerrado y a las tres lo
sacaron, lo amarraron las manos bien, bien amarradas.
Entonces yo me fui a Acobamba, porque dijeron que lo habían llevado a
Acobamba. Entonces entré al cuartel y cuando entré al cuartel,
ahí señor, estaban Santiago Antesana, Emiliano Antesana, Máximo
Antesana como pidiendo perdón con el pico y la pala al hombro. Estaban
escarbando y yo entré derecho preguntando: “¿Dónde
está mi hijo? Entréguenme a mi hijo, ¿dónde está mi
hijo?, ¿por qué no lo hacen aparecer a mi hijo?”. Me contestaron: “Cállate,
señora, tu hijo está en Ayacucho, tu hijo está sirviendo
a la patria, tu hijo de ahí va a volver”. Diciendo esto me jaló de
las manos, me sacó del cuartel y me soltaron hacia abajo. Entonces por
eso he andado de pueblo en pueblo: “Enséñenme a mi hijo”,
diciendo. Cuando regresé al pueblo, ya en el hueco que habían abierto
ahí lo habían enterrado.
¿Cómo señor, mi hijo hasta ahora está en Ayacucho? ¿Qué,
ya no regresa? Él no era malcriado, mi hijo era un hombre tranquilo, trabajador.
Ya no hacen aparecer. Por eso mis hijos ya no estudian. Él habría
hecho estudiar a sus hijos y a sus hermanos menores. Ya no aparece. Dónde
estará mi hijo. Qué cosa habrá hablado. Qué habrá dicho.
Ya no aparece mi hijo. Ahora quien me mantendrá. Yo soy pobre. Cómo
haré. Yo soy sola. No tengo padre ni madre. Yo soy huerfanita en pueblo
ajeno. Qué podré hacer por mis hijos. Pero ahí ha venido
los policías del presidente y esto nos ha hecho. ¿De dónde,
mejor de otro lugar hubiese venido alguien que nos ayude, pues con cualquier
cosita? Yo soy huerfanita, señor.
Mi esposo era trabajador. Cuando estaba trabajando en la chacra, cuando
estaba trabajando con el fierro, eso nos ha hecho señor, quemándolo con
carbón, hasta su cara lo han hecho pedazos, hasta su cabeza no hay. ¡Eso
han hecho! Estos mal hombres estarán en cualquier sitio todavía
con gusto, haciéndole esto al padre y al hijo. Nosotros, ya también
por esa causa, hasta mis hijos sin estudio, sufrimos demasiado.
Que ya no aparece de Ayacucho mi hijo. Ya no puedo ir a Ayacucho para
decir quizá estará por
ahí. Si conociera Ayacucho, iría a buscarlos. Ya no aparecen. Hablando
qué cosa, le habrán matado. ¡Pobrecitos! Qué habrá hablado.
Seguramente, ahí les habrá rogado. Luego habrá rogado, “no
me mates”, diciendo, “no me mates, por favor”. Así habrán
hecho desaparecer al padre y al hijo.
Qué nos ayuden. Así no vamos a sufrir de cualquier cosa toda la
vida, hasta ya no hay plata, señor. Como mujer ya no encuentro trabajo
en ningún sitio para hacer estudiar a mis hijos. No tenemos ni para vestirnos
ni para comer, no tenemos nada. Si ellos hubiesen vivido, nos habrían
tenido decentemente, comidos y vestidos. No estaríamos como la oveja llorando
y sufriendo en pueblos ajenos.
Los militares, cuando venían de Ayacucho, me jalaban de las manos. Entraban
a las casas, nos quitaban nuestras ropas, nuestra platita, rebuscaban todo dejándonos
sin nada. Todo eso nos han hecho los militares. Son pues militares del gobierno,
no es pues de otro sitio. ¿De dónde podrían venir?
¡Ay, padre e hijo lo han matado! Qué habrán hecho. Qué habrá hablado
mi hijo que nunca aparece, que nunca vuelve. ¿Estaría hasta ahora
en Ayacucho? ¿Qué cosa ya haría? Luego, siquiera su carta,
siquiera algo me mandaría si estuviera en Ayacucho. Ya no aparece, se
perdió ya.
Sra. Paulina Antesana:
Este, buenos días señores comisionados. Soy Paulina Antesana Uno,
hija de Emiliano Antesana que fue parecido…desaparecido el 83. Pues, mi
padre fue, después que hubo matanza en Manyacc, la masacre, mi padre y
mi mamá fuimos oyendo en la comunidad el ejército, durmiendo en
el cerro. Fuimos a un puestito que se llama Manta. En Manta, estamos cuatro meses
escondidos, huyendo de la comunidad. El 5 de mayo, tres autoridades entran...
vienen a buscar a mi papá, ...cuando estamos viviendo en una casa alquilada.
Entran a mi casa como amigo, como cualquier persona, le dice a mi papá: “Señor
Emiliano, estabas acá, te hemos estado buscando. ¿Por qué no
te presentas en el cuartel? Nosotros te vamos a ayudar. Tu hermano Máximo
Antesana también ya está allá; tu primo Santiago Antesana,
también. No te preocupes. No tienes nada que temer. Preséntate
que mañana mismo vas a estar de vuelta”. Así diciendo le
dicen a mi papá… las autoridades y mi papá dijo: “Sí,
yo no tengo nada que temer, me…mejor que me presente”. Y se fue con
ellos. Quisimos seguir yo y mi mamá y mi papá no quiso: “No,
quédanse ustedes. Mejor vayanse a Manyacc. Mañana estoy de vuelta
o pasado mañana”. Así él se va; mi papá se
fue con ellos. Y nos fuimos a Manyacc esperando a que mi papá iba a llegar.
No llegó. Pasó días de ahí y mi abuelita viene de
Acobamba, ¿no? Y nos cuenta que con mi papá se encuentra en el
camino, atado de la mano, le habían golpeado de entre los tres y a mi
abuelita le había encargado mi papá diciendo: “Mamá,
me estoy yendo al cuartel a presentarme. Si no regreso, vas a cuidar a mis hijas.
Vas a ayudar a mi señora”, diciendo la había abrazado y se
había ido. Y mi mamá... mi abuelita llorando le había seguido
hasta el cuartel. Y en el cuartel, faltan dos cuadras más o menos, dos
soldados salen del cuartel dicen: “Ahí viene Emiliano Antesana, él
es terrorista”, decían. Y le han golpeado en el camino. Así lo
torturando le han llevado al cuartel. Pasó…nosotros seguíamos
esperando. Nunca llegó mi papá. La señora Cristina Araujo,
que acaba de declarar, ella había visto la última vez a mi papá en
el cuartel, torturado, todo golpeado.
A raíz de eso, mi mamá al ver que mi papá no llegaba empezó a
tomar. Pasó dos meses y mi mamá agarra se va donde el señor…donde
la autoridad que había llevado a mi papá y se le…diciendo
que: “¿Por qué, dónde está mi esposo? Que ¿Por
qué no viene? Ya son dos meses que pasó. Usted me ha dicho que
mi esposo que va a llegar hasta al día siguiente. Hasta ahorita no llega”.
Y el señor le dice: “Señora, no te preocupes, que tu esposo
está en el servicio de Ayacucho, en cualquier momento va a llegar”.
Y hemos vivido toda la vida esperanzada y nunca llegó mi papá,
pues mi mamá a raíz de eso empezó a tomar y tomar. Después,
mi papá no ha sido un señor de edad. Ha sido un señor joven,
trabajador, responsable con sus hijas. Me acuerdo que era bien juguetón,
paraba… jugaba como un niño de diez años. Como padre y amigo
era bien bueno. Y a raíz de eso, sufrí mucho al ver….yo tenía
esa….nueve años y era la…la mayorcita de todas de mis her… Somos
cinco hermanos de los cual mi hermano mayor estaba en Lima. Y… mis hermanas...
las cuatro estaban con mi mamá. Al ver a mi mamá que tomaba, que
mi papá no llegaba, me afectó mucho. No sé... me afectó...
El no hacer nada por mi papá, ver sufrir a mis hermanas, a mi hermano,
a mi mamá. Es doloroso vivir así. A doce años tanto sufrí.
No sabía ni leer, nada. Mi abuelita me manda en Lima: “Vete allá,
allá tienes tu…tu prima Ofelia que si…Acá toda la vida
vas a estar sufriendo. Nunca vas a aprender a leer”, diciendo me manda
a Lima.
Llegué a Lima. Empecé a trabajar, estudiar, pero siempre pensando
que... por mi mamá, pensando que estará haciendo mi mamá en
la sierra, si está tomando, por mis hermanas. Ayudaba con lo que podía.
A mi mamá mandaba lo que tenía. Empecé… pero siempre
pensando en mi papá que cualquier momento llegaba. Nuestra parte sentía
coraje, rabia, que…la persona que lo han llevado a mi papá. Si mi
papá, yo digo, si mi papá le hubiera sido cometido un delito, por
qué no ha juzgado... acuerdo a la ley; para eso existe el juez. ¿Por
qué le han hecho desaparecer así?
Poco a poco, empecé a llevar a mis hermanitas a Lima. Estudian… hasta
hoy están estudiando. Ellas casi no se acuerdan de mi papá. Ellas
me preguntan; a veces, yo les cuento lo que sé y lo que me acuerdo de
mi papá; lo que hacen ellas es llorar, llorar y dicen: “¿Por
qué hacen a mi pa… por qué han hecho tanto a mi papá? ¿Qué cosa
ha hecho mi papá?”
Después, hemos sufrido y sufro, sigo sufriendo. No podía ni estudiar,
porque no tenía apoyo de nadies. Me faltó apoyo de mi padre, de
mi mamá. No… no llegué a terminar ni estudiar, tampoco. A
raíz de esto mi hermana también con las justas ayuda a trabajar
en casa. Y… nos ayuda con lo que puede. Soy madre soltera, tengo una hija
de cinco años y yo sufro mucho porque no tengo quién me ayude en
eso, su papá de mi hija tampoco no…nada. Y hasta ahora tengo que
vivir para ella, es por…para poner….este..para hacer estudiar. Vivo
en un cuarto alquilado. Tengo que ver yo sola para pagar el cuarto. Al ver que
mi mamá….la gente que viene de la sierra me cuenta que mi mamá sigue
tomando. Hasta hace poco se ha desnucado. Por tomar, se ha caído, se ha
desnucado la mano. Y no sabe como me duele al ver….escuchar, al no hacer
nada, no poder hacer nada por mi mamá, por mi familia. Quisiera tener,
yo digo, quisiera tener un terreno donde pueda vivir con mi mamá, donde
mi mamá podrá seguir adelante. Quisiera tener una palabra donde
me digas: “Acá estoy”, pero no tengo.
Porque… a la Comisión de la Verdad les pido que se haga justicia
con mi papá, que fue, quiero saber que fue de él. Si está muerto,
pues necesito ver su cuerpo, al menos para saber donde está enterrado
mi papá. Pedirle apoyo como poder ayudarme… es… para poder
mantener a mi hija. No quiero que mi hija en el futuro sufra como yo. Mis hermanas
también... para que puedan estudiar. Ahorita no, yo me siento… que
no me siento bien. Para ellas... ha sido un trauma para mí. Todo el día
paro con… enferma con dolor de cabeza. Les agradezco por escucharme a todos
ustedes Comisión de la Verdad. Ojalá que se haga justicia con mi
padre. Saber dónde está....
Dr. Salomón Lerner Febres:
Le damos las gracias por este testimonio y nos queremos sentir
solidarios con ustedes en su dolor y en esta angustia que
no termina. Es mucho
tiempo ya en
que ustedes pasan sufriendo y nosotros tenemos la obligación de pedirles
perdón a nombre de la nación por todo el sufrimiento, por todo
el dolor, por toda la humillación que han recibido. Queremos decirles,
pues, que haremos todo lo posible por tratar de investigar donde están
sus familiares. Gracias.
Caso 1Caso
2Caso
3Caso
4Caso
5Caso
6Caso
7
|