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Audiencias Públicas de Casos en Huanta

Segunda Sesión, 11 de abril de 2002, 9 a.m. a 11 a.m.

Caso 7. Testimonio de señora Zenaida Fernández Hernando

Doctor Salomón Lerner Febres.
Se reinicia la audiencia pública.
En esta segunda sesión invitamos en primer lugar a la señora Zenaida Fernández Hernando a que brinde testimonio sobre los muertos en Pucayacu.
¿Formula usted promesa solemne de que su declaración la hará con honestidad y buena fe y que por tanto expresará sólo la verdad en relación a los hechos relatados?

Señora Zenaida Fernández.
Sí.

Doctor Salomón Lerner Febres.
Gracias, pueden tomar asiento.

Voz de un comisionado.
Señora Zenaida Fernández. Eh... la Comisión de la Verdad y Reconciliación y el público asistente va a escuchar el testimonio suyo, de un horrendo crimen que seguramente va a conmocionarnos a nosotros, y a la audiencia. Le estamos agradecidos por la valentía que también usted muestra y solidarizarnos con usted en el esfuerzo que supone recordar momentos de pérdida de familiares queridos en uno de los crímenes más atroces que han conmovido al país en los veinte años del conflicto armado interno. Le pedimos por favor que inicie su relato.

Señora Zenaida Fernández.
Señores comisionados, señores periodistas y público en general. Empezaré diciéndole que el día catorce de junio de mil novecientos ochentaitrés, en un pueblo apacible de Putis, se posó un helicóptero llevándose a cuatro de mis familiares, inmediatamente avisaron a mi padre, acá en Hu... en Huanta, mi papá se puso en contacto con las autoridades, igual la policía de investigaciones en aquel entonces, a la guardia civil y todas las dependencias policiales. Lamentablemente todo fue negativo, dijeron que no lo habían, no tenían conocimiento, posiblemente se hayan ido con los terroristas. Mi padre le dijo, los terroristas no tienen helicóptero, señor, eran miembros de la Marina; desde ese entonces mi padre le decían, qué prebas tienes que lo llevaron a tus sobrinos, y mi padre dijo yo voy a traer un certificado, firmado por las autoridades de ese lugar, el teniente gobernador, alcalde municipal, todos ellos les pidieron un certificado, donde decían que se le habían sido trasladados en un helicóptero con destino desconocido. Ahí se iban don Oswaldo Fernández, Javier Quispe, Víctor y también la niña Maximiliana, una niña de diez años.
Desde ese momento mi padre seguía indagando, consiguió el certificado donde las autoridades firmaban de que efectivamente, no se encontraban ya (inaudible) en ese momento, bueno, ya es un pequeño pueblo Putis, luego las casas han sido quemadas y total, quedó en totalmente deshabitado todo ese pueblo, desaparecieron todos los que vivían, con temor a seguir misma suerte de los demás; luego mi padre se va, se fue la Marina acá, a unos escasos metros de este, este recinto y presentó el certificado, una fotocopia. Le exigieron que dónde está el certificado original. Mi padre dijo que había enviado a Lima para que mis familiares puedan a gestionar ante la Comisión de Derechos Humanos; entonces de ahí pasó casi un año investigando mi padre, pero exigían la, digamos el certificado original.
Luego vino mi padre, estaba muy triste por sus familiares, porque no pudo responder ninguna... ninguna respuesta positiva, ya, luego, cuando nosotros veníamos acá, Huanta, mi padre nos comunicó todo lo que había sucedido con la familia, pero siempre manteniendo la cordura, mi padre en ningún momento que quería ponerse triste del todo. Cuando nosotros llegábamos nos recibía con mucho cariño, con mucha hospitalidad, con mucha algarabía, muy felices llegábamos a la casa.
Hasta que un quince de julio de mil novecientos ochentaicuatro llega un telegrama a Lima, donde mi tía Lidia que ya está fallecida, nos comunica, que mi padre había sido sacado de la casa, junto con mi hermana, que era estudiante de agronomía de la Universidad de San Cristóbal de Huamanga; así mismo su esposo también, su compañero Juan Ramírez Hurtado, habían sido sacados a viva fuerza. Antes de sacarlos había una asistenta social como inquilina en nuestra casa, encinta de nueve meses, la tiró al suelo de cúbito ventral, mi papá protestó, cómo hacen eso a la señora que tiene... que está encinta, va perder su niño; es así como, bueno, la sentaron a la señora; había un niño llora... llorándoles la hija, el hijito de la señora Catalina, asistenta social. Entonces uno de los asaltantes, diría, se quitó el pasamontaña para tratar de calmar al niño. En eso lo suben a mis... a mi hermana, a mi cuñado y a mi padre en una tanqueta. Quiero aclarar que, que aquel entonces había toque de queda ni un vehículo particular podía circular, solamente de los, los militares. Mi casa queda acá escasos dos cuadras, todo mundo escuchado el ruido del vehículo que... que se dirigía acá hacia el estadio de Huanta.
Un estadio que se convirtió en un campo de concentración, donde todos los jóvenes de Huanta y todo sospechosos, los depositaban y los torturaban, los que viven en contorno de acá de este estadio pueden dar testimonio de todos los horrores que... que han vivido; cuentan, incluso, de que los quemaban amarrados en un palo, y, bueno, apenas llegué me puse en contacto con las autoridades acá en Huanta, a la fiscalía presenté un documento y lo mismo también al juzgado; estaba entre Huanta y Ayacucho, viajando constantemente sin ninguna respuesta positiva. Pe, yo, a mí me daba la esperanza de que, lo soltarían a mi padre, porque allí tengo un cuñado que es de la Marina, me hizo una recomendación, a su amigo, este, Lince. Entonces es, él me dijo, un momento, señora, espere, esperé dos días; tenemos cuatro destacamentos donde están los... de los... los presos, pero es para investigar; entonces como yo estaba todo los días en la puerta, acá del estadio de Huanta, desde que amanecía hasta que anochecía, para ver, a ver si escucho las voz de mi padre, salían algunos milagrosamente, salía una señora que era comerciante, mamá soltera, totalmente torturada, y llegó de contarme de que mi padre estaba dentro, lo habían visto a mi padre, estaba con el brazo, brazo roto sangrando, totalmente golpeado. Suplicaba, por favor, déjenme salir porque tengo mis animales para darle de comer, tenía una pequeña granja a un kilómetro de este lugar, pero nadie tuvo misericordia, no le soltaron a mi padre, a mi hermana lo vieron también, había perdido su niño, estaba encinta de tres meses, me contaron que había ya perdido el niño, estaba con hemorragia interna, también suplicando que le den libertad; pero sus súplicas no han sido escuchadas.
Hasta el día de hoy no, no encuentro, ni sé noticias, no tengo noticias dellos; y así días van, días vienen, era el común, botar cadáveres en los parajes solitarios, yo iba a veces sola, a veces acompañada; encontré cuatro costales por Iribamba, me acerqué, toqué pensando que eran granos; pero salía agua, eran cuerpos destrozados, encostalados, como si fueran cualquier cosa. Seguí buscando en los canales de regadío, encontré puras cabezas humanas, el agua salía del cauce por Iribamba igual, por Pusiccunico, por Paquiat, por Maynaye, esos lugares, estuve buscando, pero no pude encontrar. Así y seguía también en la estadio y así mismo viajaba para Ayacucho. En el trayecto del viaje para Ayacucho veo un hombre por Mullurina, estaba tirado con su ropa, cuando regresé ya le faltaba una pierna, el otro día que fui ya no tenía casi el cuerpo, y así como pude ver que el hombre quedaba solamente de él un pedazo de poncho y sus yanques, yo le decía a las autoridades, por qué no recogen esos cadáveres, ¿es tú familia por qué te preocupas?, y así no querían recoger los cadáveres.
He ido a los caserones de Incaraccay más abajo, encontraba huarangos amontonados, levantaba los huarangos y la tierra con una granada abierta y cuerpos introducidos dentro del... dentro de la tierra y así, día tras día pasaba, me pasé buscando, hasta que por fin, nuevamente también salí... salió, otros testigos también que ahora es finado ya Cajat, un jovencito que estuvo detenido, torturado, él también dijo que había visto a mi padre adentro, hay testigos que lo han visto adentro, y después el militar que me atendía me dijo, más o menos el diez de agosto, me dijo, señora, señora váyase mejor de acá de Huanta para su... para Lima, su vida corre peligro; pero cómo podía yo irme, si no había encontrado a mi padre y noticias tampoco de mi cuñado y de mi hermana tampoco nada.
Yo seguí en mi afán de buscar y buscar hasta que se produce el hallazgo de las fosas de Pucayacu, ahí vino con una comisión el doctor Fernando Olivera en aquel entonces secretario de la Fiscalía de la Nación, el doctor Alvaro Rey de Castro han venido también acá ah, al estadio para buscar Ayala, y aprovechamos para decirle también que vea el caso de mi padre, tampoco no tuve respuesta, no hubo ninguna respuesta, tuve conocimiento que de acá del estadio de Huanta el día que veno el Fiscal de la Nación, han salido dos camiones de soldados aparentemente; pero bajo sus pies, llevaban las víctimas, encostalados y algunos así sin costal, bueno es así como las fosas de Pucayacu, encontradas se empezaron a traer los... hubo, un día antes cuando estaban yendo esta comisión a desenterrar, hubo un choque ya preparado, donde el juez Flores se partió la frente, estaba sangrando, evitaron por todos los medios que se produzca el... el desentierro de los cadáveres, entos también habían avisado de que ningún, en ningún Hotel den alojamiento a Fernando Olivera, Alvaro Rey de Castro, al fiscal José Luis Mejía Echevara y también otro, el fiscal Ad doc que nombraron en Lima para que venga a ver ese caso... bueno, luego, bueno se alojaron acá en la farmacia, en La Plaza de Armas, el Señor no deja mentir, se alojaron en ese... en esa farmacia, en el segundo piso.
Más o menos a las once de la noche... y una tanqueta ya estaba listo para romper la puerta, entonces salió Fernando Olivera, era secretario en aquel entonces y dijo, Barrabás qué vas hacer, entonces eso menos mal que el hecho de que haya sido reconocido, ya impidió que ejecutaran lo que habían pensado, romper la puerta, porque ya estaban casi en la puerta para romper con la tanqueta.
Al día siguiente, temprano, han ido a desenterrar a Pucayacu, empieza el penoso desentierro; pero antes, menos mal que ese día que se chocaron en la noche, el vehículo había ido a pasar inspección ocular, había encontrado huellas de tanqueta de la so huella de la tanqueta, también balas y una libreta electoral de Cirilo Sánchez Barboza, ese señor había sido detenido en Luricocha y puesto a disposición de La Marina, es terrible que un país democrático, toda esta zona estaba gobernado por los militar, ellos dueños y señores de la vida de cada uno de los ciudadanos, la libertad lamentablemente era, no había vigencia, cualquiera podía entrar a cualquier hora, sacar a la gente y lo mismo matarlos sin ningún, ninguna compasión, es así señores, cuando empiezan a traer los cadáveres de Pucayacu, a... al hospital de Huanta.
Las plataformas quedaban muy pocas para poder levantar, estaban en el suelo tiradas y ahí es cuando, todos, todos los familiares tratamos de buscar, en que encontrar nuestros seres queridos y entonces cuando, digamos, ellos estaban todos llenos de barro, estaban todos hinchado, tratamos, traté de limpiar con un papel higiénico uno de los cadáveres, el número cuarentisiete, ví que él se trataba en la patilla con cana, entre negro y cano su cabello, yo dije, es mi padre. El soldado se acerca y me dice, no señora, no es su padre, es un joven, entonces dije al doctor, al doctor Quiroz, a la doctora Quiroz, el doctor Feliciano, por favor, ese cadáver examine, parece que fuera de mi padre. Me acordé que mi padre tenía a manera de ’V‘ en el pabellón de la oreja izquierda, le jaló la vaca y se cayó encima de una piedra, trató de hacerse poner puntos, pero no, no cerró, quedó a manera de ve y por esa huella, pude yo identificar a mi padre, lo subieron al... al... a la mesa de necropsias y efectivamente, se trataba de mi padre. Un hombre que era tan amoroso, tan cariñoso con sus hijos, cómo ha terminado señores, en una fosa común, como algo que no vale nada, en camiones han traído como si se tratara de... de leña, de cualquier cosa inservible, es por eso que realmente desesperada en ese momento, estaba fuera de sí, corrí como loca por las calles de Hua... de Huanta (llora), todo militar que encontraba decía, que eran asesinos, gritando como una loca, un familiar me alcanzó un vaso de agua, pero era aguardiente, pero ni siquiera pude sentir el ardor en mi garganta a pesar que nunca había bebi... bebido licor, ha sido terrible, empieza una tempestad en ese momento, parecía que el cielo mismo, protestaba por esa injusticia.
Y bueno, desde ese momento salí, me fui a la a Cinco Esquinas a conseguir un ataúd, pero querían la medida cuánto... cuánto de largo tiene el cadáver, regresé y cuando regresé, ya los cadáveres habían sido metidos en... en bolsas de polietileno, luego tirados al... a la fosa común acá en Huanta.
De ahí empieza la persecución, yo dormía en una casa y en otra casa, porque no sabía el paradero de mi hermanita, no había encontrado el cadáver, nadie me daba respuesta, lo mismo de mi cuñado. Cómo abandonar si todavía no había encontrado a todos, es así como de ca... me quedé en Huanta. Dormía como les vuelvo a repetir en una casa y otra casa y por fin de Lima bueno, como intentaron varias veces matarme, gracias al juez en ese momento, cuando estuve en la fiscalía sola, qué quiere aquí, qué estás haciendo, nada señor averiguando por mi familia, parece que tenían orden de asesinarme, me agarré del brazo del juez y del juez Flores y salí hacia la calle y traté de ir donde una familia, de ahí señores, aperturamos un proceso con todas las pruebas, acá en Huanta, pero lamentablemente tenían acceso los de la marina y veían el expediente en proceso investigatorio, ha sido trasladado a Ayacucho tampoco ahí en Ayacucho, presentamos nuestra manifestación y los testigos, y resulta de que... ha sido trasladado a Lima también el caso, donde el caso ha sido sobreseído y ha triunfado la impunidad.
Desde ese momento no me iba pasar la vida llorando, en Lima organicé el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos COFADER, en vano, infructuosamente buscamos saber la verdad, como respuesta sólo recibía golpes de los militares, ahí tengo fotos, que mi nieta tiene, por favor, en la mochila.
Así señores, así es como me invitaron a un congreso Argentina, en Argentina todo el testimonio que contaba, parecía que el mismo militar que ha ido de aquí del Perú, había cometido esos crímenes; tonces lamentablemente no podíamos hacer nada. No había ninguna respuesta, todo ha sido, impune ha quedado todo los crímenes. Bueno, de ahí, seguimos buscando la verdad y justicia, en el gobierno, digamos, en el gobierno de Belaunde, el doctor Alan García, no, no se pudo investigar, no hubo voluntad política; pero si hay un responsable político; el señor Belaunde en aquel entonces, era el Presidente de la República, el señor Belaunde es el responsable político, también el Ministro Pércovich Roca dijo en un comunicado, los muertos hallados en Pucayacu corresponden a senderistas abatidos por las fuerzas del orden y enterrados por sus compañeros; pero si todos los cadáveres están con las manos amarradas hacia la espalda, con los ojos vendados, cómo ha sido ese enfrentamiento; por ejemplo el caso de mi padre, ha sido, ha sido, este, ha muerto, según la necropsia de ley, ha muerto literalmente a patadas, se ha ahogado con su sangre, en el tórax le han encontrado toda la sangre, no habido ningún orificio de bala de ingreso nada. Todo está comprobado que han sido los de la Marina, ha sido denunciados con nombres y apellidos Alvaro (inaudible) alias Camión y hasta el momento ustedes saben, muchos han leído los periódicos, que él habría sido secuestrado; pero desde su se... autosecuestro, seguía presentando documentos para defenderse de que él no era el criminal.
Lamentablemente acá en este país en vez de ser castigados, han sido premiados los criminales, como el caso de Telmo Hurtado, el caso de Camión, por qué no se sanciona a los culpables, ¿por qué? Nos han arrancado el corazón, nos han destruido totalmente a toda la familia, mi madre ha muerto también de dolor con el corazón, nos han arrancado el corazón a pedazos, andamos como cadáveres realmente, porque nos falta algo en esta vida, no podemos vivir en paz porque, no sabemos la verdad que ha pasado con ellos, y si están muertos, qué tribunal los ha juzgado; si después de este testimonio, lamentablemente en nuestro país, hay gente que dice que no saben lo que ha sucedido, después de la... del trabajo de la Comisión de la Verdad, yo creo que todo el mun... todo el pueblo peruano va estar enterado, y si dicen que no saben, mienten realmente. Un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia. Es importante la justicia para poder, digamos, tener paz.

Voz de comisionado.
Bien señora Fernández, el testimonio que usted nos has dado, nos muestra la crueldad en que los peruanos nos hemos tratado durante el conflicto armado interno, queremos que usted tenga la plena seguridad que la Comisión de la Verdad y Reconciliación tomará su testimonio, como un elemento aleccionador y educador, porque a veces los jóvenes, que no han vivido esta época, la época del terror, cierran los ojos ante el pasado y creen que pueden construir un futuro distinto. En cambio, el mandato que tenemos los miembros de la Comisión de la Verdad es, justamente, el de buscar personas como usted que con valentía nos cuenten estos relatos y nos hagan ver entonces de que el develamiento de la verdad para que haya la justicia es un rol indispensable nuestro, para poder construir la reconciliación nacional. Su aporte, en ese sentido, es un aporte muy importante para la Comisión de la Verdad. Le reitero el agradecimiento y le vuelvo a dar la muestra por la valentía demostrada en este testimonio ¿ya? Muchas gracias.

Señora Zenaida Fernández.
El actual Ministro de Justicia puede dar testimonio, del testigo clave, él sabe eso, ha denunciado con nombres y apellidos a todos los criminales, es importante que él declare acá, para que pueda, podamos llegar a la verdad.

Voz de comisionado.
Muchas gracias, señora Zenaida Fernández.


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