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Tercera Sesión, 9 de agosto de 2002

Caso 16. Testimonio de la señora Gisella del Aguila Pisco

Rolando Ames:
Esta última sesión de la Audiencia Séptima de la Comisión de la Verdad, aquí en la ciudad de Tingo María y vamos a llamar a la señora Gisella del Aguila Pisco, la señora Gisella nos narrará un caso de los hermanos Del Aguila, que fueron detenidos por efectivos de la policía el ochentinueve y trasladados a Tocache. Y se atribuye el Comando Rodrigo Franco, la autoría de los hechos que nos van a narrar. Los hermanos fueron atacados a cuchillazos y murieron. Por favor nos ponemos de pie.
Señora Gisella del Aguila, formula usted promesa solemne de que su declaración la hace con honestidad y buena fe y que expresará por tanto sólo la verdad en relación a los hechos que nos va a contar.

Sí.

Gracias.

Sofía Macher:
Señora Gisella, bienvenida.

Gracias.

Sofía Macher:
Y, le escuchamos con atención, sabemos que el tiempo no es muy largo para todo lo que tenemos que contar pero es muy importante que usted nos dé su testimonio en público y la invito a empezar.

Gisella Del Aguila:
Gracias, muy buenos días. Soy la señora Gisella del Aguila, que vengo de Tocache a testimoniar respecto de mis dos hermanos.
El año ochentinueve, fue en Tocache lo peor. Agarraban a la gente como si fuese cualquier perro, cualquier animal y los mataba. Se encontraba por la calle botado. Allí en ese momento a mis hermanos también lo agarraron, salieron de la casa en una moto y no más aparecieron hasta el día de hoy. Yo pienso ¿por qué tanta injusticia en el mundo?, todos somos humanos, todos somos cristianos, ¿por qué acabar la vida de una persona así por así?, sin saber ni cual fue el motivo y por qué.
Yo pienso que mis hermanos, nunca han hecho nada a nadies, y ellos fueron asesinados. Nosotros, como familiares acudimos a la Fiscalía a denunciar sobre los hechos y mi mamá, entró a la Fiscalía y se fueron con el Fiscal a verificar ¿dónde estaban mis hermanos?, yo quedé afuera, mi mamá entró adentro donde estaban ellos. Pero cuando entró con el Fiscal, no encontró a nadies peor a ellos.
Yo quedé afuera y escuché que le dice un señor -escóndales en el baño porque está entrando el Fiscal, con la mamá- Y cuando salió mi mamá dijo -no hay nadies-. Entonces, yo le grité al señor, al Fiscal le dije -doctor, usted no haces nada por nadies, si mis hermanos están ahí. Yo lo escuché a este señor que dijo que le escondan en el baño, ¿por qué usted no busca así?, yo sé que ahí están- le dije.
No hay nada señora, me dijo así. Aquellos tiempos tuve una bebe yo de tres meses. Estaba dando de lactar pero en la búsqueda de ellos, de mis hermanos me llegó a aparecer un absceso en el seno, que yo no daba de lactar a mi hija, por buscar a mis hermanos. Entonces, yo seguía buscando para saber algo de ellos, la gente, todo que han visto, decían -sí ahí está, ahí en esa casa lo tienen-
Trataba de buscar, trataba de que ellos me dijeran que ahí está, pero no, ellos me negaban. Hace tres días que yo seguía buscando. Entonces, me fui a, molesta le dije al comandante -señor, yo sé que aquí están mis hermanos porque han personas que sí les han visto a ellos, ¿por qué usted no me dice o qué cosa es lo que quiere?, si quieres dinero yo te puedo dar- le dije.
Entonces, me dijo -bueno señora, lo que vamos a hacer contigo es muy fácil, simplemente tráiganos cinco cajas de cerveza y dos whiskys. Pero los whiskys que sean Chivas- Ya le dije, te voy a traer, no importa. Y aquella vez en Tocache no había cerveza, sólo había una persona que tenía esa cerveza. Entonces, yo, fuimos a comprar entre tres personas. Compramos y llevamos. Me fui y le dije, señor acá esta las cinco cajas de cerveza y los dos whiskys. Ya me dijo, mañana vienes para hacer otro trato. Ya, regresé al segundo día, a las tres de la tarde. Le encontré molesto al señor. Pero ya la cerveza y los whiskys habían terminado, todo.
Entonces, le digo -señor vengo para hacer el negocio de mis hermanos, yo sé que aquí están. Usted no me vas a mentir le dije, ¿por qué usted sabe?, me dijeron, porque toda la gente lo sabe y lo han visto que acá está- le dije yo. Señora, el precio de ellos es de cinco mil dólares. Yo le dije -dame un tiempo de dos días que yo voy a conseguir el dinero y te voy a traer-.
Me esperaron los dos días, yo fui a las tres de la tarde, le dije, pero le mentí. Acá está el dinero, lo dije, en una bolsa. Y ellos querían para yo darles dinero. Y como yo estaba mintiendo, que no tenía el dinero y les dije, señor si tú quieres el dinero que yo te entregue, quiero a mi hermano un pies afuera, un pies adentro, porque así no te voy a dar el dinero. Le dije. A ya, se molestó.
Entonces, yo desesperada le volví a decir -señor por favor dime si están aquí mis hermanos- no, no te voy a decir, quiero que me des la plata. La plata es que yo quiero. No te voy a dar el dinero. Mientras que tú no me entregues mis hermanos. Puedes irte me dijo.
Me regresé a mi casa, a decirle a mi mamá que no hay. NO le quería contar lo demás. Entonces, al otro día seguía insistiendo, seguía insistiendo y me fui otra vez. Señor le dije ¿por qué es tan malo conmigo, por qué no me quiere entregar mis hermanos?, yo te voy a entregar el dinero, ¿no piensas que no te voy a entregar?, le decía yo. Insistiéndole, porque la realidad era que no llevaba yo el dinero, los cinco mil dólares.
Al otro día, regresé de nuevo, cuando yo regresé le encontré ya molesto al comandante y me dijo, -ahora ¿por qué vienes tú?- me dijo, ¿cómo que por qué vienes?, le contesté. Vengo por mis hermanos, los dos hermanos Del Aguila, le dije. Te estoy diciendo que no están, pero sí están le dije yo. Te puedes irte, antes que te mate, me dijo.
Regresé, al día siguiente yo me fui desesperada, porque ya era una semana que ellos estaban ahí. Me fui desesperada y le dije -me arrodillé ante él agarrándole de la cintura de su pantalón. Le dije señor, entrégame a mis hermanos. Yo sé que aquí están ellos. Le dije y me dijo -no hay nadies, acá no hay nadies, no me insistas porque yo te voy a matar-.
Así aunque tú me mates, tendré el orgullo de morir mirando a mis hermanos, le dije. Usted es bien terca, me dijo. Tú no entiendes que te decimos que no están. Pero yo si sé que aquí están, le digo. Entonces, me agarró, me dijo -no te voy a entregar- y yo seguía agarrado de su cintura y le dije -señor si usted los has matado, entrégame el cuerpo. Porque mi hermano no es un perro para que lo mates y lo botes. A un perro con ser perro, pues lo mueres y lo entierran. Porque no me puedes entregar mis hermanos- le dije.
No hay nadies, me agarró y me botó. Yo me caí. Dije Dios mío, ayúdame. Este hombre quiero que me entregue a mi hermano. Caminó y se fue a una puerta enrollable, abrió la puerta chiquita y me dijo -ahora ven concha tu madre, pasa adentro, ahora te vas a convencer- ,me dijo así.
Yo dije, este hombre me va a matar, me hice fuerte y dije -moriré pero con orgullo, voy a ver a mis hermanos- Temblando, llorando, entré y le vi al señor que entra. Era un cuarto grande y me dijo -solamente miras de frente, no mires por los costados- Pero yo si miraba por los costados mientras que él no me mira. A los costados estaban bastante gente, hombres y mujeres. Estaban bien amarrados por sus bocas así con trapo blanco, amarrados a la cabeza. Y yo les vi y yo entré, cuando el señor se fue a una esquina de la casa, abrí una puerta chiquita y me dijo -camina rápido, ven a convencerte de una vez pa que te salgas afuera-.
Y yo entré, le vi a uno mi hermano, bien amarrado en la boca con un trapo blanco, amarrado en su cabeza. Lo vi, y dije -Malases-, grité, -Malases- y me agarré de la puerta y grité con todo mis fuerzas. Abrí mis ojos, al costado vi a mi hermano Melciades, estaba sin brazo, cortado por acá. Dios, le vi sus pies que alza hacia la pared y me dijo -Gisella, Gisella- me dijo dos veces. Y mi hermano estaba partido aquí en su pecho.
Cuando él respiraba, salía bastante espuma con sangre, quizás mi hermano estaba ya agonizando. Pero así todavía me escuchó. Y yo me desmayé gritando, Milciades, grité con todas mis fuerzas y me desmayé. Me sacaron de ahí y me botaron en un monte, donde habían bastantes piedras. Yo reaccioné y me estaba mirando un policía. Y el policía cuando me vio que levanté, vino, me dijo -señora sálgate a la carretera porque este señor si sale te va a matar- y yo le dije -no importa, quiero que me mate ahorita- le digo, porque no me siento capaz de vivir. Y no salía el otro señor, el otro que me vio, me sacó a la carretera. Me dijo -señora, puedes irte, vaya rápido señora que no te mire el otro policía, porque él te va matar-
Yo por querer que me maten, no caminaba rápido y me sentía a la vez al aire andar, ¿en qué momento?, dije, ¿por qué las heridas en mi hermano?, más fácil es agarrar, meterle una bala y se acaba todo. No así por pedazos, que lo haigan hecho a mi hermano. Al otro mi hermano, quizás él murió por golpe, que lo habían hecho.
En aquella vez, volví a ir otra vez. Cuando yo volví a mi casa, como una loca sin saber ni adonde voy. Encontré a un tío por la carretera, me dijo Gisella ¿adónde te vas?, voy a mi casa tío, le dije. Hija Linda me dijo, tú casa no es por acá, tú estas mal. En ese entonces, no contaba a nadies, nada. Y me dijo, yo te voy a llevar. Cuando me llevó a mi casa, empecé a llorar. Mi mamá me preguntaba , tú te vas en busca de tus hermanos, pero no me vienes a decirme nada. Solamente lloras, me dijo ¿Que puedo yo pensar?, si ¿les has encontrado o no?, me dijo mi mamá.
Yo no quería contarle a ella, para que no se sienta mal. Durante ese tiempo, hasta que llegó la Comisión de la Verdad a Tocache, recién tenía alguien que contar, recién supo mi mamá de todo lo que había pasado. Cuando yo volví otra vez a ver a mi hermano, a reclamar el cuerpo, yo dije , ya seguro se habrá muerto. Y yo regresé de nuevo y le dije a un joven -oiga- le dije -vengo por mi hermano, te acuerdas que he venido ayer-, si señora pero ya es demasiado tarde que vengas, me dijo. Entonces, yo me he asustado cuando me dijo así.
¿Porqué?, le digo ¿dónde están mis hermanos?, ¿ya les han matado?, le dije. Sí, señora, ya les han matado anoche. Anoche a las doce de la noche les han botado al río Huallaga, búscales. Pero aunque será inútil, no los vas a encontrar. Porque usted les has visto, les han botado en un costal negro, con piedras y fierros para que no levanten, para que no les encuentres. Porque ellos decían que usted les vas a denunciar, te miraban que eres capaz de todo. Pero ¿por qué le han hecho tantas cosas?, le digo. Yo quería enterrar a mis hermanos.
Búscales el río señora, ahí les vas a encontrar. Pero es inútil. Con la condición que les han botado, no les vas a encontrar nunca. Pero yo insistía. He vuelto a mi casa, llegué llorando sin poder hablar, mi mamá molesta me dijo -toda la vida vienes, solamente lloras y no dices nada de nada- Ahí le dije -mamá, a mis hermanos ya les botaron al río anoche a las doce de la noche- Mi mamá empezó a llorar a gritos, casi se vuelve loca, empezó a correr desnudándose por la calle.
Pidió, pedía auxilio a los vecinos, a la gente que estaban en mi casa. Que me ayuden a agarrar a mi mamá. Lo agarraron en cierto sitio, mi mamá que se desnudaba. Pero dije, tantas cosas me tocó vivir, tantas cosas me tocó enfrentar a la vida, dije yo. Mañana me voy en búsqueda de mis hermanos. Me fui por el río, amistades que teníamos, me apoyaban, me han apoyado bastante. Me han dicho -vamos a buscar, iremos hasta Janjui en búsqueda de tus hermanos-.
Empezamos a buscar por los ríos, por el río Huallaga, por el río Tocache. Por el río Huallaga se encontraba, quizás más de cien cuerpos botados, pero encontalados. Parecía basura, pero no era basura. Eran personas, mujeres y varones. Bien torturados, amarrados su cuello, con cable de luz, bien amarrados, sacados su lengua bien grande. Colgados sus ojos. Todo eso tenía que pasar, todo eso tenía que mirar, ¿por qué?, por querer encontrar a mis hermanos.
Porque yo quería encontrarles a ellos siquiera uno, al menos para enterrarle y decir, acá están mis hermanos, quiero ponerle una vela, pero no, todo fue inútil. Por todo sitio que andaba todo fue inútil, no se encontraba nada. Tanta gente que ha muerto injustamente, tan sólo porque decían él es terrorista. Hay que agarrarle, hay que matarle, tan solamente por eso.
Pero yo no, yo sin cansar andaba buscando a mis hermanos. En sol, en lluvia, por los ríos, por río Tocache. Encontraba bastantes muertos, si el río pudiera hablar señores, el río los contara no sería yo. Una cosa es mirar, pasar ese momento y otra cosa es oír que te estoy contando. Todos los hechos que han pasado, todos los abusos que han tenido esa gente. Tanto coraje para matar a tantas personas. Para ellos todos eran terroristas, para ellos todos eran asesinos.
Mujeres que se los encontraba, señores, con el seno despedazado, el cuerpo despedazado, como si estarían despedazando una gallina, un pollo para que coman. Así eran las personas encostaladas que se encontraban en el río. Yo me iba con un gillette y abría los costales, ahí eran costalados. Bien amarrados, bien vendados, con trapos, cable de luz y torturados. Gente sin cabeza, gente solamente la mitad, que los encontraba. Personas que venían del norte a buscar a sus familiares, no tenían esa capacidad, ese coraje de ir a buscar.
Cuando yo llegaba al puerto de Tocache, me esperaban ansiosos. Señora, tal vez has visto así, una persona vestido así. Hay veces coincidía. Si señora, en tal sitio. Pero no, ellos no iban a recoger a sus familiares porque tenían miedo. Si me voy a recoger decían, me estarán mirando por ahí, me mataran. Yo les decía, señora vete, es tu hijo o es tu hija. Vete señora, yo si hubiera encontrado a mis hermanos. Ahorita le estaría trayendo para enterrarle al menos y decir que ahí están enterrados.
Tantas cosas señores, que hay veces ustedes dirán están mintiendo, pero no, la gente que ha vivido en Tocache, aquellos tiempos, saben como ha pasado las cosas en Tocache. Saben el sufrimiento que lo hemos vivido en Tocache, el menos que alguien que les ha perdido sus familiares. No es fácil señores olvidar, no es fácil olvidar a nuestros seres queridos, que se desaparezcan así nomás. Al fin con una enfermedad ya se puede morir, en fin ha muerto porque ha sido enfermo.
No así, por así señores. Que les mate despedazados, eso es el más que me duele a mí, ¿por qué no me han entregado el cuerpo?, si yo estaba pendiente a ellos, yo sabía que ellos estaban ahí. Pero desgraciadamente la vida es así tan injusta hay veces. ¡Que se puede hacer Dios mío!, sólo me conformo que ellos están muertos y que ellos de donde que están, desde el cielo que están ruega por mí, tantas cosas que he pasado, tantas cosas que he sufrido, señores. Quizás estoy aquí presente porque me siento fuerte, me siento fuerte en venir a recordar mis testimonio para que sepa la gente como uno se ha sufrido en ese tiempo.
¿Cómo hemos pasado?, para que sepan, sepan la realidad, como hay que ser fuertes señores. Sí alguien tiene que matarme por lo que estoy hablando aquí, si por otros sitios me están mirando, que me maten señores porque estoy viniendo a decir la verdad. Pero que me maten a mi y a mis dos hijos, porque son ellos. Si yo muero, son ellos que van a quedar a sufrir. Yo les pido si alguien tiene rencor conmigo y si alguien dice ¡hay que matarle!, vivo en Tocache, que se vayan a matarme, pero a mí y a mis dos hijos.

Sofía Macher:
¿Terminaste Gisella?, Gisella.

Gisella Del Aguila:
Bueno señores, les pido, no quiero cansarles más porque el tiempo es corto. Para hablar, para decir hay muchas cosas, señores. Pero el tiempo es corto, no se puede hablar muchas cosas más. Hay muchos que quieren entrar a dar su testimonio, le pido a la Comisión de la Verdad, le pido justicia, le pido apoyo para sus hijos de mis hermanos, eso es lo que yo les pido. Para mi madre, algún apoyo señores, aunque sea psicológicamente, de algo ustedes se encargarán en ver, en qué nos pueden apoyar.
Porque señores hablar es sólo son palabras y vivir el hecho es bien duro, es bien fuerte, señores. Hay que tener valor, hay que tener coraje de venir a decir , a hablar todo lo que se ha pasado. Sólo eso le pido a la Comisión de la Verdad. Pido justicia más que todo, justicia para los que le han asesinado a mi hermano. Yo sé que le han asesinado un tal Gavilán, que le decían a mi hermano. Ese hombre se ensañó en pedacearle a mi hermano, aunque al otro a mi hermano no lo han pedaceado, lo han matado a golpes, solamente. Pero al otro le han matado por pedazos. Ustedes saben ¿cómo se pedacea a un pollo una gallina?, así lo han pedaceado a mi hermano.
Eso lo estoy diciendo ante cámaras, porque yo he presenciado el hecho, como si yo lo he visto a mi hermano. Recién lo estoy hablando, recién estoy diciendo ante mi madre que está al frente, ella no lo sabía, nada de estas cosas. Yo no tenía valor de decirle porque sabía de repente que se va a ponerse mal. Todito este tiempo yo lo he tragado todo, pues ahora lo estoy hablando y lo están escuchando. Tal vez otros dicen estoy mintiendo, no señores, no lo estoy mintiendo, estoy hablando la verdad.
Lo dejo a su criterio de ustedes, a la Comisión, justicia más que todo, justicia lo aclamo yo señores. Eso es lo que le pido.

Sofía Macher:
Gracias Gisella, no dudamos de tu, de lo que nos has contado. Esperemos que este relato que estoy segura que nos horroriza a todos, se quede grabado en todos nosotros para que esto nunca más vuelva a suceder en el país y la Comisión de la Verdad, si bien no es, no tienen autoridad para hacer justicia legal, esa es un deber y una obligación del Poder Judicial, si en el informe en la Comisión de la Verdad estará consignado el caso y con seguridad, que el Ministerio Público tendrá que reabrir e investigar este caso y vamos a tratar de apoyar y contribuir en lo más que se pueda en develar esa verdad. Muchísimas gracias, sobre todo sabiendo lo duro que es haberlo hablado delante de tu madre y delante de todos nosotros. Muchísimas gracias Gisella.

Gisella Del Aguila:
Gracias a ustedes.

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