Audiencias Públicas
de Casos en Huamanga
Tercera Sesión,
11 de abril de 2002,
9 a.m. a 1 p.m.
Caso 13. Testimonio
de Paula García Ccallocunto,
Rosa Silvia Ccallocunto y Alvaro Quispe Ccallocunto
Doctor Salomón Lerner Febres.
Invitamos a la señora Rosa Silvia Ccallocunto Olano,
a la señora Paula García Ccallocunto y al señor
Alvaro Quispe Ccallocunto a que se aproximen para brindar
su testimonio.
Por favor, de pie
Señora Paula García Ccallocunto, señora
Rosa Silvia Ccallocunto Olano, señor Alvaro Quispe
Ccallocunto. ¿Formulan ustedes promesa solemne de que
su declaración la harán con honestidad y buena
fe y que por tanto expresará sólo la verdad
en relación a los hechos relatados?
Voces en conjunto.
Sí, juro.
Doctor Salomón Lerner Febres.
Gracias, pueden tomar asiento.
Comisionado.
Señora Paula, señora Rosa Silvia y señor
Alvaro, en nombre de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
les agradezco su presencia en este local, sabemos que revivir
ciertas escenas es muy doloroso; pero les pedimos que tengan
valor, que digan a todo el Perú y a todo el mundo lo
que les ha pasado, para que nunca más se vuelva a repetir,
les animo, pues, a que pronuncien su declaración.
Voz del señor Alvaro Quispe
Ccallocunto.
Gracias, mi... bueno soy Alvaro Quispe Ccallocunto, hijo mayor
de Eladio Quispe Mendoza, desaparecido en noviembre del 83,
y de Guadalupe Ccallocunto, desaparecida el diez de junio
del 90.
Bueno... es a raíz de la desaparición de mi
padre, que... que mi madre empieza su lucha por la búsqueda
y encontrarlo a él, y a través de esta lucha
de caminar por lugares donde le negaban, donde no se le daba
razón de la... de dónde se encontraba mi padre,
es que ella encuentra a los demás familiares, a las
señoras, los familiares de los desaparecidos también
por la violencia y junto con la señora Angélica
Mendoza fundan el grupo ANFASEP , que se encargaba de apoyar
a los familiares, a los niños en algo para... por...
por la violencia que habían quedado huérfanos
los niños, bueno, ella después luego pasa a
formar lo que es ASEPAC y crean la filial ASEPAC Ayacucho
que quedaba sede en Lima, donde presidía el señor
Esteban Cuya.
Es ahí que en Ayacucho se forman talleres y trabajos
artesanales con los niños y con las señoras,
familiares para ayudar en algo... el... el sostener a sus
familias cada uno porque muchos niños habían
quedado huérfanos, muchas madres habían quedado
sin sus hijos, sin sus esposos. Tonces, ahí que ellos
forman ese grupo donde ayudaban a los niños, les hacían
recreación, les llevaban de paseo, para que los niños
un poco sientan la unión y compartan el dolor entre
todos. Bueno, mi... mi madre estuvo trabajando hasta los últimos
días en ASEPAC, el seis de junio del 90 ella... ella
viene acá a Ayacucho, precisamente para llevarnos a
sus hijos a estudiar a Lima, y a arreglar algunos asuntos
que tenía por acá con el ASEPAC y con los familiares,
y... estuvo... estuvo cuatro días aproximadamente acá
en Ayacucho, hasta que ocurrió lo de su desaparición.
Y, bueno, hasta ahora no hemos sabido nada sobre ella, hemos
estado preguntando a la familia, los amigos, todos y nunca
se nos ha dado razón. Bueno lo vua pasar la palabra
a mi prima paque narre un poco los hechos.
Voz de Paula García Ccallocunto.
Buenos días con todos, este, mi nombre es Paula García
Ccallocunto, soy sobrina de Guadalupe Ccallocunto y en este...
en esta ocasión quiero contarles lo que pasó
con mi tía, lo que vi. Porque fui testigo de cómo
la secuestraron y desaparecieron; ella como contó mi
primo, había venido días antes del diez porque
el diez de junio se llevaban a cabo la segunda vuelta de las
elecciones presidenciales en nuestro país y había
venido también a cumplir con su deber ciudadano de
votar. El día nueve nos acostamos tarde... y nos despertamos
ya en la madrugada del día diez, más o menos
a las dos y treinta de la madrugada, por gritos. Mi tía
empezó a gritar, este, qué pasa, mamá
qué pasa, qué pasa, ayúdame, gritaba
mi tía, entonces en la habitación dormía...
dormíamos mis cuatro primos, hijos de mi tía
Guadalupe, mi abuelita Silvia Olano, madre de ella y yo, con
los gritos desesperados nos hemos despertado y... cuando nos
hemos dado cuenta, solamente habían siluetas y luces
de linternas que nos cegaban la vista, que nos impedían
ver lo que ocurría. Mis primos, que eran chiquitos
todavía, de siete años, seis años, el
mayor era de doce años, gritaban y no sabíamos
qué pasaba, entonces lo único que atiné
fue a suplicarles por favor prendan la luz, prendan la luz,
porque mis primos, este, son chiquitos, hay niños,
por favor. No sé si uno de ellos se compadeció
y me dijo, este, dónde está la luz, le dije,
está en la entrada, en la puerta. Entonces prendieron
la luz y cuando prendieron la luz, pudimos ver gente, un montón
de gente, el cuarto lleno de gente, encapuchados, personas
altas con ponchos de hule color verde, botas militares y todos
ellos armados con fusiles de largo alcance, el FAL que conocemos
y algunos con revólveres, mi tía estaba tirada
en el suelo, envuelta en las frazadas y uno de esos tipos
la cogía de los pelos, mi tía estaba abrazada
a su hija menor, Nora, que era chiquita y entonces, este...
mi abuelita se lanzó adónde su hija, ¿no?,
a querer protejerla y empezó a decir, qué pasa
déjenme, las personas se expresaron en forma vulgar
con... con un montón de groserías, en forma
amenazadora nos apuntaban con sus armas y le decían
a mi tía, este, vamos, vamos. Mi tía en ningún
momento se negó a acompañarlos, nunca dijo que
no, ella sólo dijo, déjenme vestirme, yo les
voy a acompañar, déjenme vestirme; porque ella
estaba solamente con una bata y estaba durmiendo así,
esa noche hacía mucho frío, estaba lloviendo;
pero no le permitieron eso, y entonces, lo único que
hicimos, yo fui y empecé a sacar a mis primos, porque
ellos eran los que estaban junto a los hombres éstos
que nos atacaban. Empecé a cargarlos y los llevé
al fondo del cuarto donde dormía mi abuelita, a la
cama de mi abuelita y mi abuelita seguía ahí
forcejeando con... con ellos, déjenme a mi hija, déjenme
a mi hija. Y mi prima Nora se cogió de su mamá,
no se quería soltar y yo, yo quería sacarla
en un afán de protejerla y ella se agarró, mi
tía también se agarró, se agarraron las
dos y no se le podía soltar. Entonces, este, hasta
que Nora ya se soltó y yo la llevé al fondo
y vi que a mi tía la apuntaban con un arma, dentro
de todos estos hombres que eran más de ocho en la habitación,
había una persona que, que destacaba de todos porque
esta persona estaba con zapatillas blancas y no tenía,
este, pantalón militar sino tenía un pantalón
de vestir, medio marrón; y la persona que tenía
a mi tía agarrando de los pelos y apuntándole
con una pistola en la sien, le decía, este, o sea,
le hizo ver la cara de mi tía y la persona ésta
que les digo, este, asintió con la cabeza, como que
la reconocía. Entoces ya con más, este, con
más fuerza le empezaron a jalonear, le dijeron, levántate,
con un montón de improperios, y... y ni siquiera, este,
la dejaban levantarse porque la arrastraron de los cabellos
a mi tía. Para salir de la habitación hay unas
gradas y en las gradas la arrastraron, ella ya no podía
levantarse, mi abuelita trató de detenerla y decía,
dejen a mi hija, dejen a mi hija; pero uno de ellos se agarró
con el fusil y la golpeó a mi abuelita y la tiró
al suelo, y nos dijo, no salgan, no salgan, porque si salen
los matamos; se la llevaron y nos dejaron ahí... llenos
de dolor, de angustia y con... con... con el sentimiento de
impotencia de no poder hacer nada por ella, mi abuelita se
puso a llorar, quería salir detrás de ella,
pero yo... yo... yo la detenía, porque tenía
miedo de que le disparen. Yo les cuento todo esto, pero con...
con la única intención de que algún día
nos puedan contestar, la pregunta que se nos ahoga en la gargantas
(sollozante) de dónde está Guadalupe Ccallocunto,
qué hicieron con ella, con qué derecho les quitaron
a mis primos a su madre, a mi abuelita a su hija, con qué
derecho le quitaron al Perú, a Ayacucho a una luchadora
que se esforzaba por sus derechos, que defendía a su
pueblo, o acaso el delito de defender a su pueblo fue tan
grande que mereció la muerte. Yo les pregunto eso y
confiamos en ustedes en que nos ayuden encontrar la verdad,
porque es lo único que buscamos, después de
bastantes años, de este hecho, aún no hemos
podido olvidar las escenas... y vemos a mis primos que han
tenido que sobrevivir, ha tenido que salir adelante, sin el
cariño de su padre primero y después sin el
cariño de su madre.
Mi abuelita, Silvia Olano, murió después de
poco menos de un año de lo acontecido y murió
sin saber la verdad. Ella se hizo cargo de los hijos de mi
tía y en busca de la verdad caminó, caminó,
pero nunca encontró respuesta y esperamos ahora, después
de tanto tiempo que se nos pueda responder, que se les pueda
responder a mis primos, dónde está su madre
y qué fue de ella, para que esto nunca más vuelva
a ocurrir en el Perú, que sea... que sea... un... que
sea algo para que los jóvenes, los jóvenes puedan
luchar por sus derechos y no permitan que esto ocurra nunca
más, ni en el Perú ni en otro lugar. Es todo
lo que les puedo decir.
Voz de Rosa Silvia Ccallocunto Olano
Buenos días con todos los presentes, mi nombre es Rosa
Silvia Ccallocunto Olano, yo soy hermana mayor de Guadalupe
Ccallocunto, yo estuve presente el día que la sacaron
a mi hermana, fue el día diez de junio de 1990, aproximadamente
a las dos y treinta de la madrugada, yo pernoctaba en el primer
ambiente con mis dos menores hijos, cuando desperté
escuché un sonido, la puerta es metálica, cerrada
con una cadena y candado, entonces escuché voces y
también escuché el sonido cuando ellos cortaban
la cadena para abrir la puerta, entonces me desperté,
ahí, este... en mi cuarto, escuchando quiénes
eran; pero de un momento a otro ya abrieron la puerta, empujaron
la puerta, entraron al ambiente donde yo estaba, me encañonaron,
eran aproximadamente de siete a ocho personas encapuchadas
con chompas negras de cuello alto, con poncho de jebe, con
botas como de militares, todos estaban... estaban armados.
Entonces me preguntaron de mi nombre, yo me identifiqué,
incluso les di mi documento, mientras dos así me encañonaban
y me preguntaron. El resto ya buscaba las cosas y me preguntaron
por Guadalupe, como ellos demoraron al abrir la puerta, yo
pensé que Guadalupe ya había escuchado la bulla
y podría haber escapado, ¿no? Entonces yo les
dije, no sé, entonces me llenaron de lisuras y me dijeron,
ah, no sabes, me jalaron como un trapo y me dijeron, entoces
nos acompañas, yo lo único que hice es agarrar
la casaca que estaba al pie de mi cama, me puse, me puse los
calzados y me sacaron afuera, ya afuera estaba yo, y los dos
militares me estaban encañonando, entonces escuché
la voz de mi hermana que gritaba, la estaban arrastrando del
cabello y ella suplicaba, sí, yo voy a ir; pero déjenme
vestir y le insultaron, ah... grosería, todavía
quieres vestirte. Entonces la sacaron, una vez que la sacaron,
a mí me empujaron a la puerta y me dijeron un montón
de groserías, y me dijeron, no abras la puerta, si
abres la puerta te soltamos un plomazo, mi hermana suplicaba
que la dejen vestir, pero no, no , no la dejaron vestir, se
la llevaron; pero de unos minutos nosotros hemos salido, y
mi madre, nosotros nos encontramos con un testigo quien había
visto que a mi hermana la subieron a un carro militar de portatropas.
Ese mismo día nosotros nos movilizamos, fuimos a la
radio, mi sobrina, mis sobrinos, a la radio a poner la denuncia,
a la comisaría, a la comandancia, a la PIP, al cuartel,
nos comunicamos con Lima, con mi hermana María que
vivía ahí. Ella a la vez, puso en conocimiento
a ASEPAC Lima, para que tenga conocimiento de la desaparición
de mi hermana, ASEPAC Lima comunicó a las otras sedes
y se puso la denuncia, recurrimos a todas las instancias posibles
para indagar sobre el paradero de mi hermana, a los días
siguientes vino acá a Ayacucho Cruz Roja Internacional,
Amnistía Internacional, también ellos indagaron
por el paradero de mi hermana, pero nunca no nos han dado
el paradero hasta estos días. Es todo cuanto podría
decirles.
Una Comisionado.
Señora Paula, Rosa Silvia y Alvaro, les agradecemos
inmensamente, sinceramente su participación, quiere
decir algo más, a ver...
Voz del señor Alvaro Quispe
Ccallocunto.
Bueno, para terminar, quería decir, quería agradecerle
a ustedes por el trabajo que están haciendo y espero
que a raíz de esto encontremos la justicia y el saber
dónde están mis padres, tanto mi madre como
mi padre, porque nunca hemos tenido ese sentir. Pero, bueno,
mi madre fue una luchadora de los derechos humanos, siempre
respetó la vida de... luchó... muchas marchas
acá con las demás madres, siempre con la no
violencia, siempre practicaban, esto, la no violencia, y ojalá
que por el trabajo que ustedes van a hacer se pueda pasar
a la Fiscalía este caso y que podamos dar razón
con los culpables, ¿no?, Y quisiera entregarle al Presidente
de la Comisión, este es el último informe que
salió de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos de la OEA, por favor si lo... (inaudible)
Comisionado.
Muchísimas gracias, nuevamente nuestros agradecimientos
a todos ustedes y créannos vamos a hacer todo lo posible
para que esto se esclarezca, muy amables.
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