Audiencias Públicas
de Casos en Huamanga
Tercera Sesión,
11 de abril de 2002,
9 a.m. a 1 p.m.
Caso 14. Testimonio
de Norma Azparrent Rivero
Doctor Salomón Lerner Febres.
Invitamos a la señora Norma Azparrent Rivero acercarse
a brindar su testimonio.
Por favor ponerse de pie.
Señora Norma Azparrent Rivero. ¿Formula usted
promesa solemne de que su declaración la hará
con honestidad y buena fe y que por tanto expresará
sólo la verdad en relación a los hechos relatados?
Voz de Norma Azparrent Rivero.
Sí, juro.
Doctor Salomón Lerner Febres.
Gracias, asiento.
Voz de Norma Azparrent Rivero.
Señores miembros de la Comisión...
Comisionado.
Momentito... recordar el pasado, muchas veces suele ser muy
doloroso, más aún cuando en él habitan
recuerdos traumatizantes y vergonzosos, que muchos prefieren
ahora enterrar, queremos pensar los miembros de la Comisión
de la Verdad que usted doña Norma, ha venido a cumplir
con un alto deber cívico de lo que estamos totalmente
reconocidos, su versión sobre la tragedia que pasó
su familia a raíz de la violencia con su señor
padre, creemos también que por ser ésta para
usted, probablemente su primera oportunidad, le va permitir
sentir la satisfacción de sentirse reparada, porque
esta es su ocasión en donde su dolor, su pena, su sufrimiento
ha de compartir con los compatriotas y con toda la humanidad
entera, le invito, empiece a dar su testimonio.
Voz de Norma Azparrent Rivero.
Muchas gracias, señores miembros de la Comisión
de la Verdad, público en general, antes que nada, quería
hacer un pequeño preámbulo... porque al verdad...
al decir verdad sentía un poco mortificada al ver que
señores del Partido Aprista Peruano, en la puerta del
local han estado tratando de desestimar, no sé si la
ver... dad... la versión que nosotros vamos a dar o
desestimar a la Comisión de la Verdad; pero la mortificación
es tremenda, ¿no?, porque ellos al igual que nosotros
han sufrido y la verdad no es de ellos, no es de ustedes,
la verdad es nuestra, nosotros venimos a dar nuestra verdad...
sea... sea... estén ustedes sentados, estén
otros, esté, quién esté, la verdad es
nuestra. La verdad no tiene color político, por lo
tanto, es muy lamentable porque ellos están atacando
nuestros derechos humanos de nosotros que estamos viniendo
a dar nuestra versión, a contar nuestro dolor, están
atacando nuestros derechos humanos, quisiera pedir a los señores
del Partido Aprista Peruano a que no se vuelva a repetir eso,
disculpe un momentito (Toma un sorbo de agua). Por otra parte
quiero rememorar, ¿no?, que el año 1986, mi
padre fue elegido alcalde de la provincia de Ayacucho, en
un momento donde las papas quemaban, ardían podría
decirse; pero él no se inmutó ante nada, aceptó
ser candidato, ganó las elecciones y empezó
su lucha frontal contra el terrorismo de Sendero Luminoso
y contra los paramilitares de ese entonces, los señores
de Rodrigo Franco... del Servicio de Inteligencia y todo eses.
Un hombre que tuvo nueve atentados.
El sabía por qué su vida corría peligro,
él sabía que su muerte era anunciada... era...
prácticamente él estaba... parecía, ¿no?,
destinado a eso porque por nada del mundo quiso renunciar
a sus ideales. Nosotros, sus hijos, suplicábamos, llorábamos,
le rogábamos que renuncie, porque nos metían
bombas, dinamitas a mi casa, nueve veces (sollozando). A él,
coche bombas, a su casa, le han destruido su casa; pero aún
así, no quiso renunciar a sus ideales, a sus principios...
Hemos... cómo no recordar, ¿no? cuando recorrimos
a las monjitas de María Auxiliadora y les suplicamos,
Madre, a usted le va a escuchar porque su casa de mi papá
queda a lado de usted, ustedes están mortificados por
las bombas que le ponen, sí vamos a irles, vamos a
hablar, señor Azparrent tiene usted que renunciar,
hágalo usted por sus hijos que están llorando,
por su madre anciana, lo van a matar señor Azparrent,
y él daba por toda respuesta que, no, Madre, usted
puede renunciar a sus principios, usted puede renunciar a
su religión. No quería renunciar. Es más
su teniente alcalde ya había renunciado, se había
ido, había pedido asilo político; pero él,
fiel a sus principios denunciando los Derechos Humanos, denunciando
a todos los genocidas que en ese entonces existían.
Denunciando con vehemencia a la muerte, a la matanza de Cayara.
Ese fue su Waterloo, cuando él denuncia la muerte de
Cayara, la matanza de tantos campesinos de Cayara, el señor
de ese entonces general del Ejército José Valdivia
lo amenaza. Ahí está en el periódico
La República, dando a entender que él era un
terrorista, a los pocos mese... al mes... a los quince días
le metieron el coche bomba que le volaron toda la casa, él
estaba adentro, salió con su arma, tenía un
arma de su seguridad, disparó y vio un volskwagen celeste
eh... que según contaba mi papá, pertenecía,
él lo había visto en los cuarteles del ejército.
Le habían puesto una carta, dándole veinticuatro
horas para que renuncie sino lo mataban, quien firmaba, Rodrigo
Franco. Porque él tenía que denunciar a los
terroristas de Cayara, me hacía recordar el señor
Mansilla que estaba acá sentado, porque él muchas
veces fue a mi casa a hablar justo por sus hijos y mi padre
iba al cuartel a reclamar y nosotros le discrepába...
le increpábamos, le decíamos y por qué...
y si de repente son terroristas por qué te metes. Aún
fueran terroristas, nadie tiene derecho a quitar... que lo
juzguen como a tal, pero el... el general Valdivia me ha dijo
que ni me meta en ese caso porque es un caso muy peligroso;
pero aún así yo tengo que denunciar.
Llamaba a Lima, en ese entonces, Gustavo Espinoza, parlamentario
creo que de la Comisión de Derechos Humanos, denunciaba
esos casos constantemente y nosotros discrepá..., papá
no hagas eso, de repente esos mismos a los cuales tú
les estás cuidando la vida, les estás salvando
la vida, de repente ellos mismos te van a matar, porque tú
estás amenazado por Sendero, porque ellos te tildan
de revisionista, estás amenazado por el ejército...
(cambio de cassette) ...los mismos del... del... del, de la
policía ellos le habían llevado al hospital,
había vuelto y nos cuenta, anecdóticamente,
ni siquiera con el temor, nosotros temblando de medi... de
miedo, y él tranquilamente, es así, son gajes
del oficio, yo soy un fiel defensor de los derechos humanos,
nadie tiene derecho a quitar la vida a nadie; pero, papá,
nos van a matar, no a ustedes no, conmigo es la cosa.
Se fue a la Unión Soviética... le... le a raíz
de la... de la última bomba que le pusieron en la casa.
Bueno, a duras penas salió, pidió licencia por
dos meses, se fue a Europa, estuvo en Rusia, en la Unión
Soviética, en Francia, en Cuba... en... en... en Francia,
cuenta mi madrastra, quel había dao una conferencia
hablando lógicamente los métodos que utilizaba
Sendero para la guerra sucia, tanto los del ejército,
también la represión indiscriminada que hacía;
estaba el señor Maximiliano Durand que creo que pertenecía
al Partido de Sendero Luminoso, cuando él escuchó
hablar contra Sendero él se paró y simplemente
y ¡pum! se salió, entonces mi madrastra como
que tuvo un presentimiento malo, dijo, no, Fermín has
hablado y Maximiliano se ha salido, amargo, dijo, yo he dicho
la verdad.
Volvió de Europa y la casa estaba en ruinas, no podía
vivir allá, staba mi madrastra en Lima, él solamente
venía a cumplir con sus cargos de alcaldía.
Cuando llegó ni bien llegó, yo le dije, papá,
yo he leído tus declaraciones en una prensa de La Habana
en Grama, Granma, no sé qué periódico,
que estás hablando en contra de Sendero y del ejército,
mejor no ha... eh... ustedes no se metan en lo que yo hago,
no se metan en mis convicciones, en mis principios, yo sé
lo que hago. Llegó, dije, papá, ten cuidado
porque Sendero está matando, ten cuidado. De qué
me voy a cuidar, pero, renuncia papá, por favor; antes
de vivir agachado, prefiero morir parado.
Y él murió parado, tonces vino... eran... era
el diecinueve de setiembre, las dos de la tarde, llegó
a la casa, lo esperé yo. Estaba mi esposo, almorzamos
juntos, com... ahí hicimos comentarios porque día
antes él quería irse a Quinua con los de la
Cruz Roja Internacional a hacer unas investigaciones, y yo
le escondí la llave de la camioneta, paque no fuera,
estaba requintando, que pa qué te metes que esto. Tonces
yo le decía, no, pues, no, no... no vas a ir. Llamé
por teléfono a mis tíos, a mis primos que le...
que le dijeran que no, que se fuera a Lima, porque estaba
peligroso la situación, pero él no se pue...
se quidó (ilegible)... se empeñó en quedarse,
no me están diciendo la gente que soy un alcalde aventure...
paseandero, algo así, no , no, no puede ser. Tonces,
yo decía, y a ti qué te importa que te diga
la gente, primero es tu vida... (ilegible) no, no, no quiso;
ya estábamos comentando esa anécdota, y él
comentaba riéndose, si pue, la dinamita así,
la bomba que nos han puesto, así son las cosas pues;
pero mira hasta toda... toda tu gente misma ha renunciado,
se ha ido, ahitá pues Urrutia está ya asilado
en Europa. A ti te han dicho que te quedes en Europa, por
qué no te quedas, por qué no te quedaste. Tenía
que volver, cumplir, a mí me han elegido para los tres
años y los tres años tengo que cumplir, no tenía
por qué quedarme allá; si ten ofrecido trabajo,
te han ofrecido asilo, a mí, a todos; no, primero,
después de cumplir si quiere que me ofrezcan todo,
mientras no; y fue así que llega a la casa, a las doce
almorzamos, y yo para esto salí un poco a la sala...
a la sala, a conversar con mi esposo y unos amigos que estaban
ahí.
El se quedó almorzando... y... anterior a esto yo había
salido a una esqui... a una esquina a comprar un hilo, pero
había visto dos tipos tomando cerveza, y un poco que
sentí un fastidio, dije, no creo, no creo, y me volví...
a la casa, cuando ya estaba en la sala, mi papá se
levanta y se va donde el empleado, teníamos una pequeña
ferretería ahí, en la misma casa, en un costado,
se va a pedir las cuentas del día, tonces el empleado
da las cuentas. Yo estaba sentada conversando y sentí
el primer balazo, yo de... de golpe, ¿no?, dije...
le dije a mi esposo, ¡mi papá! Me paré,
mi esposo me dijo no, no, no. Sí, es mi papá,
porque yo sabía que era mi papá el único
que estaba ahí. Tonces salí corriendo, mi esposo
me empujó al suelo y de ahí de... del primer
balazo, como que los otros escucharon que yo grité
y hubo un intercalo de unos segundos más, los... los
demás fueron seguidos, pam, pam, pam, pam ni sé
cuántos, perdí la cuenta.
Yo sabía que mi padre ya estaba muerto, lo único
que me interesaba era reconocelos, veles la cara y salí
gritando, polpotianos, asesinos, terroristas, sí son
ustedes, sí ustedes, genocidas miserables, sí,
son los del ejército. No sabía cuál de
ellos eran, porque por ambos lados venía la amenaza,
por eso le... por eso le digo, y le pregunto al señor
Abimael Guzmán Reynoso, si él fue el autor intelectual
de la muerte de mi padre, que sepa asu... asumir su responsabilidad
como tal, no pido ningún castigo extremo para él,
no pido su ejecución, ni su muerte, ni mucho menos
eso... Por qué no pido señor Guzmán,
porque mi padre luchó por eso, por sus derechos de
usted. Y, señores del ejército, si ustedes han
sido los asesinos, tampoco pido crueldad para ustedes, simplemente
que paguen. Si son responsables de tantas muertes acá,
que paguen tal como han cometido los delitos que sean juzgados
con todo el peso de la ley. Es todo lo que puedo decir en
honor a la verdad, muchas gracias.
La Comisionado.
Doña Norma, la Comisión la ha escuchado (voz
inaudible de la señora Norma) sí, sí
¿desea decir algo? Ah!, le hemos escuchado con bastante
atención, con mucho interés su testimonio, sentimos
mucho el dolor que pasó su familia con motivo de este
fatídico hecho, vamos a dar término a esta audiencia
con su participación, recordándole que la tarea
de la búsqueda de la verdad y ese reclamo de justicia
que hacen todos ustedes, será posible en la medida
que este compromiso siga adelante, muchas gracias.
Señora Norma.
Gracias, también.
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