Tercera Sesión,
28 de agosto de 2002,
9 a.m. a 1 p.m.
Caso 14. Testimonio
de la señora Octavila Contreras Palomino
Sofia Macher:
Llamamos a la señora Octavila Contreras
Palomino. Nos ponemos de pie. Señora Octavila Contreras
Palomino, formula usted promesa solemne de que su declaración
la hace con honestidad y buena fe y que por tanto expresará sólo
la verdad en relación a los hechos que nos va a relatar.
Sí.
Gracias.
Humberto Lay:
Señora Octavila, gracias por venir a
esta audiencia a relatar su testimonio. Entendemos que han
sido catorce años ya, que ocurrió la pérdida
de su esposo y somos muy respetuosos del dolor, del sufrimiento
humano y por eso con todo respeto vamos a escuchar su testimonio.
Adelante por favor.
Octavila Contreras:
Señor Comisión de la Verdad,
señores públicos presentes, buenos días.
Acá yo me llamo Octavila Contreras Palomino, esposa,
fue esposa de Evaristo Morales Portillo, vengo del distrito
San Juan de Chacuy. De quién voy a relatar cómo
fue.
Mi esposo Evaristo Morales Portillo, quién estudiaba
en la ciudad de Cusco, ingresada de la Universidad San Antonio,
quién estaba cursando octavo ciclo de la universidad.
Quién ha venido en año mil novecientos ochentiocho.
Había huelga indefinida. Aprovechando eso, la huelga
indefinida ha venido a mi pueblo a ver a sus hijos, a mi. Entre
esos, como la huelga era este indefinida, largo, se ha quedado,
abril ha venido. Ha ido a Chalhuanca, le han dado como una
contrato de tres meses. Y estaba laborando en el mismo lugar,
en Chacnia.
Quién fue laborando tres meses, después de medio
vacaciones en agosto, también siguía. En agosto
empezó las clases, ya iba viajar a Cusco, faltaba tres
días que iba a viajar a Cusco. Un día lunes laboró.
Martes en la mañana, han entrado tres soldados a mi
casa, a las siete de la mañana. ¿Quién?, dijo. Le ha pedido su documento, su
carnet de estudiante. Cuando le ha pedido su carnet de estudiante
le ha dicho a tu eres terruco ¿no?, todos los universitarios
son terroristas, ahora me vas acompañar un rato a la
plaza. Vamos a hablar en la plaza. Más tres se aumentaron
el total, son seis soldados, ya. Al medio de los seis soldados,
se han ido a conversar a la plaza. Me ha dicho un rato vamos
a ir a la plaza. No le estamos haciendo nada a tu esposo. Nos
va acompañar a la plaza para conversar un rato.
Ya dejé. Fui a su atrás. Se ha ido mi esposo.
De ahí, detuvieron todo el día en la plaza hasta
cinco y media. De cinco y media, se han ido, se ha dirigido
a la base militar de Santa Rosa. Nos va acompañar a
Santa Rosa para conversar. Unos asuntos tenemos. Pero yo le
dije, sin van a conversar en la plaza nomás, ahora van
a decir, va a llevar a mi esposo a Santa Rosa, ¿por
qué?, le digo. No, un rato, unos asuntos hay para conversar.
Ahí nos va a acompañar.
De ahí me quedé. Me dijo mi esposo, vas a venir
en la mañana, no sé para que me están
llamando. Voy a cumplir. Se ha ido mi esposo. Amanece, yo me
he ido. En la amanecida, llegué a las diez de la mañana,
Cuartel de Santa Rosa. De ahí me ha pedido mi documento,
me ha quitado mi, la prenda que yo he llevado. Me ha hecho
pasar adentro. El capitán, me ha interrogado. Dime, ¿es
verdad tu esposo terrorista?, no es le digo ¿Cuántas
veces ha participado en enfrentamientos?, yo no sé,
no es nada. Es inocente, es estudiante. Le digo. No, dime nomás.
Sacó cuchillo grande, vas hablar. Ahorita me vas a decir
todo lo que es la verdad. Porque tu esposo en la noche habló todo
y ahora me vas a decir tú. Tú sin mentirte, pues
sino desapareces de acá, me dijo. Te vamos a hacer desaparecer.
Yo le dije, yo no sé nada, le dije. Aunque sea córtame
las orejas con cuchillo, no. Yo no voy hablar, Yo no sé nada,
le dije. Si es terrorista, me dice. Yo no sé nada, le
dije. Ahí nomás. Como no quise hablar, ya no
me insistió más. Me ha llevao. ¿Quieres
ver a tu esposo?, ¿quieres encontrarle?,
me dice. Sí, le dije. Me ha llevao dónde que
está. Hay un cuarto cerrado estaba. Un cilindro de agua,
más una soga colgada. Ahí estaba mi esposo, con
media vida. Con manos hinchadas, con ropa, barro mojado, labios
reventados, cara hinchada. Totalmente hace media en vida, ya
no tenía vida, ya no podía hablar nada. Un soldado
me lleva, en la puerta se para, ¿vas hablar o no vas
hablar? Yo no voy hablar nada, ¿qué cosa yo voy
hablar?
En esos momentos me dice, ya, entonces no hablas ya.
Me lleva a otro, otro cuarto. Me cierra ahí. Llega las doce y
me alcanza un plato de comida ¿Le alcanzaron a mi esposo?,
le dije. A ese terruco, ¿todavía te preocupas
de ese terrorista?, me dije. Aún dice que se coma su
dedo, no le vamos a dar, me dice. Pero yo le puedo alcanzar
le digo, lo que me dieron. Sí quieres puedes alcanzar,
me dice.
Yo le he alcanzado, me ha recibido, ha comido. De
vuelta fui a pidir el plato, de vuelta me sigue un soldado.
Pidi después
me he vuelto, otra vez me carraron. Esa noche, siete de la
noche me han sacado, ¿quieres despidirte de tu esposo?,
me dice. Sí, le digo. Me lleva donde mi esposo. Ahí en
un cuarto cerrado. Esa noche ya no le han hecho nada a mi esposo.
De ahí, en la mañanita amanecí otra vez,
me cerraron. Todo el día. Ahí si ya no me han
alcanzado nada, ni un plato de comida, nada.
Ya son dos noches,
una noche solo, una noche con mi esposo. Ese al día siguiente, a las diez de la mañana.
El capitán me llama, bueno ¿qué cosa quieres
acá?, ¿qué das vuelta?, ¿quieres
desaparecer acá o junto con tu esposo o quieres irte?
No, pero ¿por qué?, le dije, ¿por qué?,
mi esposo es estudiante, ¿por qué le van a tener
así?
No, me voy, te vas ir, te voy dar una condición, que
tú te vas a irte lejos. No vas a regresar a tu casa
también, te vas irte lejos y no quiero que esté dando
vuelta por aquí. Te vas a irte y no quiero que reclames
nunca más. Porque tu esposo se va a quedarse con nosotros
y va a ir a San Pedro a regar las flores, me dice. ¿ Adónde, dónde es eso?, le digo. No,
no sé, no me preguntes más. Te vas irte de acá,
desaparece de acá y tu esposo se queda con nosotros.
En esos momentos me he venido, que voy hacerme. Me lo han entregado
mis documentos, mi prenda, después me he venido. De
hay, tenía que irme, tenía que venirme acá.
De hay me he ido a Cusco, a recoger sus cosas dónde
su hermano ya lo había cerrado con otra llave, ya no
he traído nada. Por gusto he viajado.
Regresé acá a Abancay, gestione con, agarré este
un abogado, busqué, mandé escritos, no regresa.
Me negaron. Fui con otro nombre a la base a preguntar si ha
traído mi esposo acá a la base. Me negaron ahí también,
no conocen, no hay ese detenido. Siguía buscando. Agarré otro
abogado. Ese abogado también siguia mandando arriba,
ninguna respuesta. No venía ninguna respuesta. Entre
esos tanto que estaba andando. En la Fiscalía había
una respuesta en que él había salido en libertad
y está en mi casa, me está esperando y yo por
gusto estoy dando vuelta, ya.
De ahí, yo le dejé, como me ha dicho así,
como me han negado dejé. Le he dejado. Le comuniqué a
sus mamás en allá, me han ayudado a acercar a
Derechos Humanos, Aprodeh, ahí. Todo eso. Entonces,
de hay sigo un año acá, después me he
regresado a mi pueblo. No había dónde más
ir. Con mis dos hijos. Estaba así, de hay siguia perseguida,
venían preguntando mi nombre, ¿Octavila Contreras,
se encuentra acá?, diciendo. Siguia persiguiéndome
los soldados.
Pero así, escondiéndome así, así he
pasado de hay, felizmente no me ha pasado nada, ya. Queridos
público, Comisión de la Verdad, le pidiria, a
que no pasaría eso otra vez, que no volvería
a vivir así, ¿dónde esta mi esposo?, ¿quiero
ver?, ¿dónde lo han hecho?, ¿qué cosa
han hecho con mi esposo?, ¿no sé dónde
está?
Ahoritita, necesitan mis dos hijos, quieren conocer
a sus padres. Eso es todo señor.
Humberto Lay:
Gracias señora Octavila por su testimonio,
nos solidarizamos con su sufrimiento y como comisión,
por supuesto haremos lo posible para ayudar y tener una respuesta ¿no?,
a su inquietud. Muchas gracias.
Sofia Macher:
Vamos a hacer un intermedio de quince minutos
y regresamos para terminar con la tercera sesión.
Caso 12Caso
13Caso
14Caso
15Caso
16Caso
17Caso
18
|