Tercera Sesión,
28 de agosto de 2002,
9 a.m. a 1 p.m.
Caso 15. Testimonio
de la señora Victoria Arbieto Tello
y el señor
Jesús Torres Quinte
Sofia Macher:
Llamamos a la señora Víctoria
Arbieto Tello y el señor Jesús Torres Quinte.
Nos ponemos de pie por favor. Señora Victoria Arbieto
Tello, señor Jesús Torres Quinte formulan ustedes
promesa solemne de que su declaración la hacen con honestidad
y buena fe y que por tanto expresaran sólo la verdad
en relación a los hechos que nos van a relatar.
Sí.
Muchas gracias.
Humberto Lay:
Señora Victoria y señor Jesús,
muchas gracias por venir a esta audiencia a dar su testimonios.
Como Comisión de la Verdad, queremos ayudar al país
a encontrar esa verdad tan dolorosa y que nos ayude a tomar
las medidas, como nación, como país, para que
nunca más esto vuelva a ocurrir. Pero en medio de todo
este proceso nos interesan las personas y su experiencia personal,
lo que han vivido porque la nación debe conocer eso
también ¿no? y por eso con mucha atención,
con mucho respeto vamos a escuchar sus testimonios. Por favor,
pueden seguir.
Victoria Arbieto:
Comisión de Verdad, saludos a toditos,
a los compañeros. No voy a dedicar. Mi nombre es Victoria
Arbieto Viuda de Quinte. No voy a declarar sobre que ha pasado
con mi esposo. Yo soy de Eguayyo, partamento Apurímac.
El veintinueve sitiembre ha entrado terrorista, más
o menos había sido quince, veinte personas, hombre y
mujeres. Un día domingo que estabamos cenando con nuestros
hijos ha entraron, con su sombrero, con su máscara. ¿ Dónde esta tu marido?, ¿dónde
está tu esposo?, no está se ha ido a jornal ¿A
qué hora viene?, no sé si vendrá o se
tardará, le digo. Ya muy bien. ¡Vamos sale!, diciendo,
me sacaron. Me sacaron a mi solita. Ahí entraron a mi
casa, con lenterna, rincón por rincón ha buscado ¿Dónde
está archivo?, ¿dónde esta tampun?, ¿dónde
esta acta?, saca, diciendo.
No, acá no hay ni un tampun, tampoco no hay ni un documento,
qué documento voy a sacar yo. Yo soy ignorante, yo no
sé nada, diciendo, le he mirado de frente. No te mientas,
le dije. No, no me miento. Y en ese momento tinia así pita
y quería mangonearme. Cómo no nos contró ese
cojudo para chaparlo, diciendo. Entonces, yo le dije -¿señora
porque me van a mancornar tengo siete hijos?- ya vamos a la
plaza, me dice ¿A qué voy a ir yo a la plaza?,
yo no voy a ir sola a la plaza. Que salgan, uno mis hijos.
Han cerrado en la cocina con candado. Entonces, uno mi hijito
ha vio, doce , trece años. Ese chiquito le ha sacado.
Fuimos a la plaza. De más estaba cuidando en la casa.
Vamos a cuidar aquí decían. Fuimos a la plaza.
En la plaza, en las esquinas había dos, tres así,
en las esquinas. En el parque estaba sentado así la
gente.
Entonces, la otra compañera dijo - a la señora
no porque tiene varios hijos, a su marido tenemos que chapar-,
claro. Su marido es culpable. Cuántas veces hemos alvertido
y con su capricho ha entrado. Ahora ya se jodió. Hemos
hecho regresar a la casa. Nos regresamos a la casa. Mi metió a
la cocina y lo cerró con candado. En ese ratito mi esposo
se presentó, pensaría mis hijos que estaba ahí,
en la esquina de la cocina durmiendo. Entonces, le dijo -Silvia,
Silvia, ¿por qué estás dormiendo aquí?,
diciendo. Se respertó, le dio un palmazo en espalda.
Ah, ahora sí hemos encontrado ¿no?, te has presentado,
en buena hora.
En ese ratito restos entra y lo mancuerna a
mi esposo. Y nosotros estábamos temblando, no podíamos ni cómo
hacer. Lo manocena en eso trae dos personas más autoridades.
Era don Grabil Aybar, este Sotomayor y después Cecilio
Sarmiento Ayquipa, era teniente gobernador.
A ellos más había traído a la puerta,
a mi casa. Ahí lo mancornao, nos metió a la madre.
Van a estar calladito, no van a mover ni un sitio. Pasado mañana
nomás parece tu marido. No se van a preocuparse, no
van a ir a quejarse a los perros. Diciendo, nos dejan y lo
llevaron. Cuando llevaron, estamos cerrados como dos horas
adentro, en frío mis hijos chiquitos. Los chicos decían
-mamá ¿por qué ha llevado a mi papá?,
acaso mi papá era ratero, ¿qué cosa?,
ha sido culpa que ha entrado por autoridad, por alcalde-. Ahí estabamos
como dos horas.
Y la puerta rompemos para abrirnos, la cocina,
al candado. Y no podíamos hacer dónde ir. No había
ese ratito nada, no había ni alguien que nos diga que
vamos a hacer esto, esto, nada. Temblando, cuando llevaron
mi esposo me había ahí desmayado. En eso, toda
la noche estabamos sentada, parece que alguien nos va entrar,
alguien me estaba palmeando en mi espalda, en oscuro. Y no
había nadies. Hemos manecido, acaso podía amanecer
esa noche.
Y los perros estaba ladrando, parece que están horcando.
Manecimos, le digo a mis hijos, se van a quedarse acá tranquilito,
voy a ir a avisar a tu aguelito pa que sepa, diciendo. En eso
vino su hijo de don Grabil Aybar, que descanse en paz, de Sotomayor.
Su hijo es, profesor Fredy Aybar, esta, enseñaba en
Chajasa.
Vino, le digo, fue a su casa. Voy a preguntar a ver
habrá llevado
también al tío Grabil, voy a ir a avisar, a preguntarme
fui y la señora estaba llora, llora ¿Y mi tío
Grabil? le digo. Ha llevado pues ¿y tu esposo?, también
ha llevado, ¿y ahora qué hacemos?, ahora a mi
también me ha golpeado con su culata de arma. Estoy
mal, no sé adónde voy a ir. Ahorita llegará mi
hijo de Chajasa.
Diciendo, entonces en eso decimos - ¿cómo vamos
a ir?, ¿adónde vamos a ir?, sabemos dónde
a llevado pa buscar. En eso, su hijo vino, diso, voy a ir a
Chalhuanca a dar parte, a ver si por hay encontramos. El veintinueve
de setiembre ha sido. A primero de octubre, apareció muerto
en Chalhuanca, tres de Huayllo, uno de Yanaca. Que venga interesado
porque a las cuatro va haber entierro, diciendo.
Ese tiempo
había mandado como cuatro, siete soldados.
En Chacapuente dice esta interesados que venga a reconocer,
dice que son tres de Huayllo, una de Yanaca. Fuimos, más
o menos era las cuatro de la tarde. Cuando fuimos, la gente
estaba bastante en la puerta de la inglesia, al frente de en
inglesia nomás es, inglesia.
Yo pensé que era, ¿de qué estarán
haciendo fiesta?, banda estaba hay tocando. Yo le decía, ¿de
qué será haciendo fiesta?, porque yo estaba,
en la luna estaba. En eso, cuando nos llevaron a la puerta
de concejo dijo ¿quiénes son esos señores?,
hemos ido como cuatro, cinco. Yo, mi suegro, mi cuñado,
mi hijo mayor. Entonces, dijeron están terminado la
misa, están saliendo ya, este pa entierro. Que vayan
rápido diciendo.
Llegamos a la puerta inglesia había cuatro cajones,
premero, segundo, tercero. Entonces, se dijo, señor ¿cuál
es tu esposo?, abrió sólo dos ventanas de cajón.
Le miré, haber sido primero mi esposo. Segundo, teniente
gobernador, el resto si no he visto.
A mi esposo le he reconocido,
estaba rota una muela de acá,
y en eso. Al otro, todo destrozado la cara estaba así.
Pinsaban, eran tiniente alcalde de Soraya, diciendo. No, no
es de Soraya. Ese es de Huayllo, le digo. Y a mi esposo habían
horcado tenía una huella acá, así con
pita. Cada uno su ropita tinía su ropa, su ojota, su
puncho, cada uno estaba montonadito. ¿Cuál es tu ropa de tu esposo?, esto. Ya, lo
llevé ahí cargando con eso una noche he dormido,
casi mi hi traumado. En eso ha sido entierro en Chalhuanca,
a las cuatro de la tarde. Por favor quisiera pidir una favor
pa estos chicos huerfanos para todos. Quidarse viuda es fatal,
es doloroso. Quiriamos ayuda para educar a nuestros hijos.
Su salud, su trabajo, su estudio. Yo trabajo hombre, mujer,
cargando leñas en la chacra. Con eso mantengo durante
doce años a mis hijos. Por eso lo que he hecho muchas
fuerzas, mucha trabajo, me han operado acá en Abancay.
Dos operaciones tengo. Me ha operado doctor Barra, doctor Carrillo,
me ha operado gracias, por mis hijos me he salvado mi vida.
Así fue, por favor quisiera que no pasen otra vez así.
Basta nos pasó ese dolor. Esa pena, ojalá que
no pasa ya a nuestros hijos.
Lo pido favor, que no vuelva más. Ahora sí estamos
viviendo más o menos. Que nos ayuda por favor, estos
niños, a todos viudas, chicos huerfanos. Eso nomás
digo por favor, porque he puesto nerviosa. Gracias.
Jesús Torres: Muchas gracias, muy buenos días
señores de la Comisión de la Verdad, gracias.
Señores, presentes de distintas comunidades, mi nombre
es Jesús Torres Quinte, vengo representando del distrito
de Soraya, de la provincia de Aymaraes.
Es verdad lo que dice
la señora. Quisiera tal vez esclarecer
todo esto y ampliarlo. Como esto ha sido, esta declaración
es verdad que en Soraya, aparece la subversión en los
años mil novecientos ochentiseis. Dentro de esto dejando
nueve muertos, que había rumores. Dentro de eso aparece
en la comunidad en una parcialidad de Huayara, que pertenece
a Capaya. Matando a don Saturnino Cerna y dejando enterrado
a medio cuerpo.
De ahí incursionan a la comunidad de Jarhuatani, del
distrito de Soraya, dejando muerto en el año mil novecientos
ochentiseis a Eliseo Marca Huamaní y su hijo Anselmo
Marca Antón, Julio Almidón Quillama, Juan Almidón
Quillama, los cuatro han sido víctimas del terrorismo
en la misma plaza. Han estado incluso, sus propios perros han
estado comiendo a su cadáver.
De allí, otra vez incursionan, así gradualmente
matando a Francisco Sarmiento, Francisco Garay Sarmiento, perdón,
Demetrio Quillama Coronado y posteriormente tal vez así,
para que la gente escarmiente, le trajeron diciendo que vamos
a castigar a una señora Felicita Saristo Almidón.
Dónde en la plena plaza castigaron.
Posteriormente,
en este, después de este castigos habían
advertencias, como especifica la señora, que también
como alcalde que estaba de Huayllo, lo habían advertido.
Porque le habían hecho parece que ganados habían
dado de la comunidad, habían vendido y no habían
rendido a la comunidad. Dentro de esto encursionan, un nueve
de agosto del año mil novecientos ochentisiete. Trayendo
como preso a una chica de diecisies años por haber dado
parte a la policía, acusando de traidor.
Fue en ese
momento que le trajieron a la Delia Ontón
Juarez, donde ahí en esa plena plaza, haciendo la asamblea
pública, advirtiendo a la comunidad que ahora van a
experimentar y ahora van a ver ¿qué es lo que
no hacen caso?
Trajeron otra vez, en la misma noche a otro,
a otro víctima
que fue don Jesús Victor Arbieto, acusándole
que él era algo de gamonal, porque era un empleado del
estado. Una vez reunidos en la plaza así en toda presencia
de niños, hombres y mujeres y ancianos, victimaron de
un tiro de bala. Una vez que cayó la bala, el señor
cayó pesadamente en el suelo y la chica que estaba a
su lado, gritaba.
Con el miedo y lo volvieron a disparar otra
bala. Donde eso había signos de vida, de un rincón aparece cargado
de piedra para darle en la cabeza. Seguían chancando
a la chica menor de edad, como cuatro, cinco, veces con piedra,
todavía tenía signos de vida. De inmediatamente
ala comunidad reunidos dijo ¡entiérrenlo ahorita!
Y teníamos que enterrarlo sin tener que, obedeciendo
todo porque estaban armados.
Dentro esto, todo esto, a pesar
de que esas cosas ya había
pasado, don Julio Torres, un carpintero honesto, desenterró para
poder enterrarle a don Jesús Victor en su cajón,
por esa razón fue víctima, porque ha hecho esas
cosas y esa misma noche, esa misma noche fue víctima
una pareja en su propia casa. Marido y mujer, la esposa gestando
en los últimos meses de dar a luz, fue degollado, delante
de sus hijos y su madre. Y la señora abandonada hasta
hoy. Es la familia Alejandro Prada y Julia Aristo Almidón.
Dentro de esto, los años que pasaban ya, comenzaba
más fuerte porque apareció la fuerza, la fuerza
del orden, acantonado en la base de Capaya. Ya era más
fuerte, peor era. Así que de esa, de esa masacre, todo
el mundo hemos imigrado a Lima, a distintas ciudades, a refugiarnos.
Porque ya no podíamos soportar, porque ya no había
dónde descansar tranquilo, porque en la noche teníamos
que pasar debajo de un muelle o debajo de una cueva.
Nos fuimos
a la capital pero, ¿qué encontramos?,
nada. En el año mil novecientos ochentisiete, el costo
era alto, cada vez subía el pan, no podíamos
comer con nuestros hijos. Más y más costaba el,
ya no podíamos soportar, teníamos que retornar
otra vez a nuestro pueblo, porque ya estaba ya pensando que
la base militar de Capaya, iba a dar seguridad a la comunidad.
Pero, esto no, más al contrario. Llegamos a nuestra
comunidad, ya no teníamos animales, ya no teníamos
las casas que habíamos dejado conforme, totalmente habían
sido saqueados. Vacío la casa. Los ganados que teníamos,
ya no teníamos. Es así la base da Capaya, en
una parcialidad por casi con límite de Mutca, se la
habían abaleado, cuarenta cabezas de ganado y con todo
su cuartel, pa llevarse a su cuartel.
Y mi padre, era dueño, no sino que propuso que se trajeran
la carne, fue conducido hasta la base de Santa Rosa y así las
cosas se agravaron, porque ya eran dos frentes. Dos espadas
en la pared. Dentro esto, aparece también ha detener
injustamente a los campesinos. Fueron presos Melitón
Ontón Almidón, Santiago Valientes Torre, Lucio
Collao Afanola, Enrique Arango Torre, detenido el quince de
agosto de mil novecientos ochentiseis dado de libertad el veintinueve
de febrero mil novecientos noventa.
Y así, soportamos y seguimos soportando. En todo esto,
en el año mil novecientos, mil novecientos noventa,
elecciones municipales. Tanto así, en distintas, en
distintos distritos, como en Soraya, y Huayllo, no habían
candidatos para estas elecciones. Porque no habían autoridades
desde el año mil novecientos ochentiseis hasta el mil
al noventa.
Entonces, la base militar otra vez, viene a la
comunidad diciendo -señores, ¿qué esperan?, ¿por
qué no
ejercen la autoridad?, a no quieren ejercer, son terroristas
pues-. Nos juntaron, de frente así, a jóvenes.
Tú señor acá vas a ser gobernador, tú vas
a juez, tu vas a ser teniente gobernador. Fuimos elegido. Fui
elegido yo en esa fecha candidato único para elecciones
complementarias. Una vez que fue elegido, en las elecciones
complementarias que me acuerdo fue en agosto. En agosto, elegido
y el ventiocho de setiembre secuestrado por la subversión.
Conjuntamente
con los señores Ubaldi Quinte, muerto,
que en paz descanse. El señor Gabriel Sotomayor, el
señor Cicilio Ayquipa, otro señor que había
sido de Yanaca. Y nosotros, las autoridades de Soraya, mi persona.
Don Laureano Virto Huamaní, don Gregorio Ayquipa Japaja
y Froilán Avalos Segovia.
Dentro de esto, hemos sido
torturados por la subversión
y gracias a Dios, que no había cometido ningún
delito, me dieron de libertad conjuntamente los cuatro de distrito
Soraya. Una vez que se ha enterado esto secuestro, la base
militar tras de mi persona. Dentro esto, la base militar con
sus subalternos me hacen conducir hasta la base de Abancay
y bastante me recuerdo, un subalterno dice -ahí está el
coronel Bernales, las órdenes están cumplidas-.
Esperé, también sufrí torturas, maltratos
y donde me dice, tienes plazo y si no me ejerces, ya sabrás.
Ni modo, por dos lados atado. Hice caso de ejercer el veintinueve
de marzo de mil novecientos noventidos. Por la presión
de la base militar. Ejercer el cargo de autoridad de la clandestinidad.
Porque no había seguridad en mi distrito, dijeron que
tienes que trasladarte a la ciudad de Chalhuanca y de Chalhuanca
administras al concejo. Fueron torturados ahí, que habían
sido como regidores, obligados a ejercer el cargo.
Dentro de
este cargo que ejercía con el dinero que
venía del estado he realizado pequeñas obras
con el monto mínimo de mil seiscientos soles que venía
he realizado pequeñas obras y al realizar estas obras
estaba haciendo un trabajo de puente peatonal en agua. Donde
trabajaban varios trabajadores. Y más arriba de ese
puente habían entrado una emboscada a la Fuerza Armada
que habían venido a recoger un cadáver que había
estado tirado en la carretera, dónde murieron juez y
policías ahí.
Y los trabajadores seguían trabajando en la obra, han
sido recogidos de esa obra y han sido detenidos en la base
militar, torturados, simplemente por ser un trabajador. Y estos
trabajadores han estado inocentes, torturados. Dentro esto
han sido detenidos Teodosio Gamarra Torres, Andrés Ontón
Marca, un muchacho de quince años, Alcides Almidón
Ayquipa, Jerónimo Coyagua Palomino, Zenón Acapaja
Juárez. Zenón Capaja Merino, perdón.
Y
estos comuneros han sido maltratados, de estos maltratos nadies,
han sido lo que podrían ayudarnos hasta la fecha.
De estos maltratos en realidad yo me he quedado, un poco, muy
delicado, tal vez y digo claro, me he acogido de repente a
consumir el alcohol, me he vuelto alcohólico. Pero sí,
con fuerza y voluntad he superado, ¿por qué?,
porque tal vez era un refugio donde no he podido merecer alguna
ayuda.
Superando todo esto, sigo trabajando en mi pueblo, es
así también
en Capaya alcancé la relación a la doctora Sofía,
el cuatro doce del dos mil uno, la relación de los personas
que hemos sido víctimas, es así también
que esto esclarezco y como la señora me antecedió,
hemos sido torturados, maltratados con el señor Ubaldino
Quinte, por los subversivos y hasta que le dieron de muerte
a los cuatro víctimas en ese, en ese atentado.
Entonces,
así superándome de todo mis traumas,
hasta, superando hasta el servicio maldito, sigo trabajando
y he formado tal vez, con todos los socios, como socios, con
todos afectados una empresa comunal de afectados por el momento
socio político, tengo en los registros públicos,
registrados y he tocado y distintas instituciones. He tocado
a PAR a Foncodes, ningunas, tengo copias de todas las instituciones
y ninguna institución, no hay ayuda.
Quisiera en esta
campo, ya que nosotros estamos tratando de sobrevivir, tratando
de realzar nuestro pueblo, quisiéramos
que nos ayude el gobierno, tal vez con un proyecto que posteriormente
voy alcanzar en una oportunidad que debe ser corto, quisiera
que nos ayude en este trajín para realzar a mi pueblo
que estaba hundido en toda miseria, hambre y tristeza. Muchas
gracias.
Humberto Lay:
Muchas gracias señora Victoria Arbieto
y señor Jesús Torres por sus testimonios. Que
se suman a los tantos que nos muestran lo irracional de todo
esto que ha ocurrido en nuestro país en estos últimos
veinte años. Solamente nos queda solidarizarnos con
ustedes y decirles, bueno, haremos todo lo posible para que
haya justicia y de alguna manera pueda haber una reparación
para ustedes como cada afectado. Muchas gracias por su testimonio.
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