Tercera Sesión,
9 de agosto de 2002
Caso 15. Testimonio
de la señora Rosario Saboya Pisco
y señora Juana
Reynaldo Puertabela
Rolando Ames:
La comisión llama a la señora
Rosario Saboya Pisco y a la señora Juan Reynalda Puertabela,
quiénes nos van a presentar el caso de la señora
María Guimarita Pisco Pisango, que fue detenida en mil
novecientos ochentiocho por autoridades militares, según
la versión de los testigos y al cabo de dos días
fue encontrada muerta con un balazo en la cabeza y con signos
de tortura y violación.
Por favor nos ponemos de pie.
Señora Juana Reynaldo
Puertabela, señora Rosario Saboya Pisco, formulan ustedes
promesas solemne de que esta declaración la hacen con
honestidad y buena fe y que expresaran sólo la verdad
sobre los hechos relatados.
Sí, juro.
Gracias.
José Antunez:
Señora Rosario Saboya Pisco y
señora Juana Reynaldo Puertabela, las saludo con respeto
y al mismo tiempo les doy la bienvenida a este recinto, pidiéndoles
por favor que con toda honestidad y como lo han prometido y
con toda libertad expongan el caso que ustedes les trae lo
que van a decir. Esperamos todos con atención, les estamos
escuchando.
Rosario Saboya Pisco:
Buenos días señores de
la Comisión de la Verdad, soy Rosario Saboya Pisco,
vengo del distrito de San Martín de Alau, provincia
El Dorado. Y voy a dar mi testimonio.
Mi mamá fuera, fue María Guimarita Pisco Pisango
y mi papá Juan Pablo Saboya Puerta. Mi mamá fue
una señora muy humilde, fue buena y fue amable para
nosotros. Y pa todo la comunidad. A mi mamá le quería,
le quería tanto a mi mamá, le quería a
mis abuelitos y mis abuelitos a mi mamá.
Ella se sentía muy alegre, mientras que ella tenía
su esposo. Vivía en la agricultura, trabajando, cultivaba
y mi papá era también agricultor. El se sentía
muy tranquila con mi mamá. Fue muy amable para nosotros
y voy a dar, pasar a contar todo lo que pasé.
El cinco
de enero de mil novecientos ochentiocho, a las siete de la
mañana, veinte soldados de ejército llegaron
y torturaron a mi mamá María Guimarita Pisco
Pisango y a mis dos tíos, que fue Carlos Saboya Puerta
y Wenceslao Saboya Puerta. Mientras que nosotros estábamos
pequeños. Llegaron, le torturaron a mi mamá,
manos atrás, tantos a mis dos tíos, que fue Carlos
y Wenceslao.
Mientras que a ellos les torturaron manos atrás, le
dijo -al suelo-, le dijo. Tanto a mi mamá, le arrastraron
hacia por la tierra, llevaron frente a, al frente a la casa
y le dijo -duérmanse-. Y mi mamá se fue arrastrado,
amarrado en las piernas, se echaron ahí con los dos
mis tíos. Y luego, dijo el mientras que a mi mamá le
torturaron, los demás soldados fueron a la casa de mi
mamá María Guimarita, a rebuscar todos los bienes
que ella tenía. A botar los productos, todo lo que ella
tenía, sus vestidos, todo de nosotros. Le destrozaron,
le hizo quemar.
Y luego, se levantaron mis dos tíos, le dijo -yo no
quisiera estar sufriendo en estas formas que me hacen-, y mi
mamá dijo -yo no quiero que me hagan estes, porque mis
hijas son muy tiernas, mis hijos son muy tiernas-, le dijo
mi mamá, ¿quién los va a criar? Y ellos
preguntaban por mi papá, que fue Juan Pablo Puertabela,
pues Juan Pablo Saboya Puerta y le dijo -mi mamá no
sabe, esta de viaje- le dijo. Y le preguntaron a mis tíos,
le dijo que ellos no saben. Que se fue de viaje y ellos no
sabe dónde se encuentran.
Y mientras que estaban preguntando,
se fue preguntar mi hermanita, que fue Amilsa Saboya Pisco,
le preguntaron ¿dónde
se encuentra tu papá?, y le dijo mi hermana, y ella
no sabe, porque ella es muy tierna para que ella les, les comunica
de mi papá. Y luego que fueron frente a la casa, le
dijo ¡levántense!, les amarraron con soga de nylon
a los tres juntos y le dijo ¡levántense de ahí,
vamos!.
Aunque era una construcción, que era de pared nueva
pero no tenía techo todavía y le dijo mi mamá,
-no quiero estar sufriendo, ya suéltame, suéltame-
le dijo. Mis hijas son muy tiernas, que van a sufrir- Entonces
le dijo ¡vamos señora!, le agarraron le hizo levantar
a empujones.
Y se levantaron, la arrastraron jalando, cuando
no quiso ir mi mamá, le arrastraron por la tierra, donde que era
la construcción. Y llegaron a la construcción
a empujones, ahí donde que le chanca, le torturan el
brazo de mi tío Wenceslao. El dijo -ayau, no me hagan
así, yo me siento mucho dolores para mis sobrinas que
se quedan muy tiernas-. Y luego de ahí, le dijo a mi
mamá -es el ejarto señora, levántate,
vallase hacer alimentos para nosotros almorzar-.
Mi mamá se levantó, se fue a la casa donde ella
vivía y le dijo, dijo -voy agarrar cuatro gallinas para
yo preparar para que ellos, para que ellos almuerzan-. Agarró,
empezó a preparar y llamó a las doce, para que
ellos almuerzan, mientras nosotros no almorzábamos.
Y les dijo, almorzaron y nos dijo -vamos-, le dijo y nos trasladamos
a Churusapa, le dijo.
Nos trayeron por un monte a mi mamá arrastrado, los
tres juntos, arrastrando a empujones y nosotros mientras nos
cargaba, nos han cargado y nos ha traído por monte.
Hemos venido a salir donde que es Fundo Churusapa. Y luego
a mi mamá le trayó una Churusapa y le dijo ¡echánse
acá!, ¡duérmanse!. Y les tapó con
espinas y ramas. Luego le dijo -ya ha de quemar-, le dijo -ha
de quemar a estas tres-, le dijo.
Entonces, mi mamá se quedó ahí durmiendo
y mientras nosotros, yo le dijo a los soldados le dijo, -no
le hagan quemar mi mamá porque yo tenía una hermanita
inválida, que tenía tres años-, le dijo.
No le hagan quemar a mi mamá, porque nosotros no sabemos
con quién vivir- le dijo. Porque nosotros somos muy
tiernas para estar sólitas, le dijo. Nosotros no sabemos
como criarnos, porque mi papá no se encuentra.
Y le
dijo -entonces suelta- le dijo. Ya señora, ¡levántense!
le dijo, ¡levántense!. Este señores le
dijo, se levantaron mis dos tíos y mi mamá se
levantaron de ahí, le dijo -usted nos trasladamos a
San Martín de Alau, le dijo. Nos vinos caminando, nos
vinos de ahí caminando, que de Churusapa a San Martín
de Alau, dos horas y media. Vinos caminando, a mi mamá arrastrando,
torturándola a mi mamá, porque a mi mamá le
dio a lapos. Le torturaron con soga en el cuello.
Y vino a
San Martín de Alau y de ahí le dijo,
mientras que ellas, mis dos abuelitas que son Sergia, este
Pisco, Fatama Pisango. Mi abuelito Ulises Pisco Saboya, dijo
-vaya recogerle a las chicas, que es nuestra nieta, ¿cómo
serán ellos?, ¿cómo estarán viniendo?,
dijo. Mi abuelita Sergia se fue recogernos, mientras que nosotros
vinos llegado San Martín de Alau, mi abuelita Sergia
le dijo a mi mamá -hija yo le voy llevar a las niñas-.
Mientras que ellos entraron en un cuartel a lapos, le hizo
entrar a mi mamá, porque ella no, no sabía. ¿ Dónde se encuentra mi papá?, le decían.
Ella no sabía, le dijo. Mientras que no le encontramos
a tu esposo, nosotros no te vamos a soltar de acá. Llegaron
a las cinco y media y mi abuelita nos llevó donde que
ella vivía en San Martín de Alau y mi mamá salió a
las seis de la tarde, dijo a mi abuelita -mamá yo me
voy a irme a buscar a mi esposo porque yo no sé dónde
se encuentra ahorita, porque mis hijas mucho va a sufrir, van
a extrañar a su padre-.
Se fue a querer buscar y le
dijo a las personas de San Martín
de Alau, le dijo -señora María Guimarita, no
te vayas porque no sé, el ejerto te va a matar- le dijo.
Mi mamá se detenió en Alau. Ella dijo -ya señora,
gracias- le dijo. Y mientras mi tío a las seis de la
tarde le elevó en helicóptero al campamento que
era Morales.
El momento, y entonces mi tío dijo -nos voy testenido
diciendo, sobrina yo me voy lejos donde ustedes. A mi me voy
lejos donde ustedes. Nunca quizás sobrina me encontraran,
me dijo. Desde ese momento que le llevaron yo no sé ¿dónde
se encuentra mis dos tíos?, que es Wenceslao y Carlos.
Entonces, mi mamá se fue a según día,
quiso ir adonde que era su fundo Nuevo Junín, quiso
irse. Y la gente decía, -no señora no te vayas
porque el ejerso está acá, porque a tu esposo
no le encuentra todavía mientras que no le agarren a
tu esposo, no se van a retirar de acá- le dijo. Mi mamá no
se fue, ni al tercer día no se fue a Nuevo Junín.
El le dijo al cuarto día, al tercer día le agarró el
ocho de enero, le agarraron a mi papá y a mi tío
Alpino Saboya, mas Dante Alpino Vargas Saboya.
Y le juntos
con mi tío, le agarraron a mi papá y
le trayeron, le trasladaron a San Martín de Alau. Allí estuvieron
dos días y el diez recién que le elevan a Morales.
En helicóptero le elevan y de ahí y vienen a
verse con sus dos hermanos que fueran ahí. Que fueron
estropeados. Y le dijo -ya de eso momento que a mi papá yo
no le vi, ¿cómo lo habrán hecho?-.
Ni
yo no sé hasta ahora ¿dónde se encuentra
mi papá ni mis dos tíos?, y luego mi mamá,
el catorce vino a Tarapoto. Así, quiso hacer justicia.
Y mientras mi mamá era torturado, todo negro por su
cara, todo en su cuello. Y le dijo, mi mamá que en el
momento que ella vino, entró en una familia y el dieciseis,
se encuentra con mi abuelita Juana Puertabela, con su suegra
que fue. Y entonces, ahí donde que ellos conversaron
para que ellos vuelvan a hacer justicia, tal haciendo justicia
salgan mis tíos y mi papá.
Y le dijo a mi abuelita
que ella va a regresar el diecisiete de Tarapoto a San Martín de Alau, y ella regresó el
diecisiete a San Martín de Alau y le dijo a nosotros
llegando nos dijo, -hijita yo me voy, yo he venido de Tarapoto,
a tu papá no le encuentro- nos dijo. Y entonces, mi
mamá dijo -yo hija no sé como criarle a mi hijita
que es invalidita, era de un lado de perinita, no le funcionaba-
dijo. Yo no sé ¿cómo criarle?, yo tengo
que ir mañana, hoy día mismo a Nuevo Junín,
donde que vive tu tía Luisa, me dijo. Tengo que llevar
una carta de tu abuelita, lo que le manda, le dijo.
Y entonces,
mi mamá se fue, vino acá Nuevo Junín,
vino entregar la carta y regresa a las cinco y se acostó de
mi abuelitos a su casa que era de San Martín de Alau,
a quince minutos fue su chacra de mi abuelito Ulises. Entonces,
se acostó ahí, nos fue a dormir, nos dijo -hijita,
vamos a dormir, mañana voy a viajar yo-. Entonces, mi
mamá se nos fue acostarnos donde que era la casa de
mis abuelitos.
Mientras estábamos durmiendo hemos escuchado a mi mamá que
se va a llamarle, cinco del ejército, le dijo a mis
dos abuelitos, -señoras ¿está la señora
María Guimarita?-, le dijo. Mis abuelitos le dijo que
no está, está de viaje. Esta de viaje, le dijo.
Entonces, señora no me mientas, le dijo. Le quitó las
sábanas, porque mi mamá estaba cobijado, todo
su cabeza, le dijo. No me mientas señora, acá está tu
hijo, le dijo.
Les descobijó, todo le quitó la sábana
y le dijo -señora, levántate, a usted te necesitamos-
le dijo. Mi mamá le dijo -señor ¿adónde
le va a llevar a mi hija?, a estas horas no le debes sacar-
, a las doce la noche llegaron, le dijo mi mamá, -a
estas horas no le debes sacar a mi hija- Si señora,
-le vamos a sacar- le dijo. Dijo -yo quiero que nos lleve a
su fundo, le he dicho-, mi mamá le dijo. Señores,
señor, le dijo. Yo no quiero irme, le dijo. Porque yo
no sé como criar a mis hijos. Tengo tres niñas,
le dijo. Yo no quiero, si me quieren llevar, llévame
de día, le dijo. No a estas horas.
Mi mamá, le dijo. Mis dos abuelitos le dijo -señor
no le saquen a mi hija-. Y ese rato le han agarrado, le han
arrastrado, le han torturado a mi mamá, ese rato. A
lapos le jalaron de ahí. Y de ahí le dijo a mis
abuelitos cuando le quiso de seguir. Le dijo, -señores ¿adónde
quieren seguir a tu hija, no le vamos a llevar, no le vamos
a matar- le dijo. No señor, yo tengo que seguir a mi
hija, le dijo.
Ahí está el momento que mi abuelito dijo -no
le saquen a mi hija, yo quiero, yo le voy a seguir, le voy
acompañar. Y le dijo -señor, no- le dijo, no
le acompañe, con nosotros va irse tu hija. Y entonces,
ahí donde que mi abuelito, le amarraron manos atrás,
le vendaron los ojos. Le amarraron contra un palo. Y le dijo
a los dos mis abuelitos, si nosotros éramos los tres
niñas y uno mi tío que fue de doce años.
Estábamos durmiendo y mientras a mi mamá le
sacaron, nosotros este hemos quedado triste diciendo, ¿por
qué le sacan a mi mamá a estas horas? Le arrastraron
a mi mamá por la tierra. Y yo, mientras estábamos
niñas no hemos visto como le habrán sacado ya
de ahí de la casa ya. No hemos escuchado ni nada, ni
que ya, mi abuelitos quedaron amarrados. Y nosotros quedamos
durmiéndonos ahí.
Y mientras mi mamá, mi abuelita mientras ella ha sido,
amanecido, le dijo mi abuelita -¿quién me va
a venir a soltar ahorita- le dijo, para yo ir buscarlo a mi
hija. Yo no sé dónde se encuentra mi hija, todas
esas horas. Ya no regresa. Mañana mismo tengo que irme,
este a buscar a mi hija. Amaneció, a las seis de la
mañana se quitó del fundo Reategui, se quitó a
Nuevo Junín a buscarle donde que era de mi mamá su
terreno. Le dijo, voy a buscarle a mi hija. Ella buscó todo
el día, no le encontré.
Al según día también le vuelve a buscar,
el diecinueve le fue a buscarle otra vez de nuevo, preguntando
a las personas, tal vez le han visto a mi mamá. Y le
dijo, que no le han visto. Señora, tal vez le habrán
muerto, le dijo la gente, que va a ser. Decía no, quizás
le habrán muerto, de repente por acá la han traído,
le dijo. Entonces, mi abuelita se quedó, llegó a
las seis de la tarde. Dijo no le encuentra a mi hija, ¿dónde
será mi hija?, decía.
El veinte ella se fue Alto
Roque que es caserío Alto
Roque a una hora de San Martín de Alau, se fue a preguntar,
tal vez la han visto pasar, le dijo no señora. No le
veo, dijo. Y entonces mi mamá, mi abuelita Sergia, dijo,
no le encuentro yo a mi hija, ¿dónde quisiera
encontrarle?, dijo. Porque yo tengo mis nietas ¿quién
le va a criar si no tiene ni padre, no tiene ni madre ahorita?
Porque yo soy cansado de criar hijos, dijo.
Yo soy cansado,
mis nietos son muy tiernas, yo cómo
le voy a mantener a esta niña invalidita, dijo. En el
regreso, regresó a las cinco y media de ahí de
Alau. Estaba yendo donde que es su fundo, este Reategui. Regresando
y le ve a mi mamá que fue muerto, ya. Al ver mi abuelita
Sergia a mi mamá que fue muerto, regresó nuevamente
por su tras a dar parto, a donde un Juez de Paz.
Y entonces
mi abuelita dijo -ya le he encontrado a mi hija, de mi casa
a cien metros le he encontrado muerto-. Y entonces
dijo -yo quiero que se vayan hacer levantamientos-. Entonces,
le dijo. El Juez de Paz le dice -señora no podemos ir
a hacer levantamiento, porque el ejerzo nos va a matar- dijo.
Porque es señora ha muerto, le ha muerto el ejército.
Entonces, con las mismas, los guardias le dijo -señor
Leyva-, él fue hacer, a dar parte en los guardias. Y
le dijo, él a los guardias -señora no le vamos
a enterrar a tu hija en el cementerio, no le vamos a hacer
levantamiento, más bien vamos enterrando donde que le
han muerto-.
De mi mamá, el momento se fue a ver mi tía,
que fue este Argelia, le dijo -se fue a hallarle una desgracia
a mi mamá, baleada en la frente, le han llenado papeles
con excremento en su boca, tapado la vagina con papeles y un
palo en el recto. Mi mamá ha muerto una desgracia. Y
al momento que yo quise ir, ver a mi mamá, cuando dijo
la persona, yo le encontré a tu mamá. Le dijo,
me dijo a mi -no te vayas, no ha muerto tu mamá, ha
muerto una señora-. Porque a nosotros nos mentían,
no nos quiso decir. Porque mi mamá, a nosotros mucho
le queríamos a mi mamá, la extrañabamos.
Entonces, ellos le hizo un levantamiento. Le bañaron
purito gusano que era en la frente, le hizo levantamiento y
le hizo en la ataúd, le ha amarrado con soga del monte.
Le metió a las seis de la tarde. Fue a ese levantamiento
y de ahí le dijo, mi abuelita Sergia, yo tengo que enterrar
a mi hija en el cementerio. Yo no tengo que , yo no tengo que
enterrarle acá ni tampoco quiero que le hagan quemar.
Yo tengo como también enterrarle en cementerio, aunque
sea amarrado su ataul, dijo.
Y entonces, mi abuelita Sergia,
llegó, le dijo -señores
yo quiero que le entierren en el cementerio, yo quiero que
le lleven-. Rogó a mis familiares, que le vayan, que
le hombreen al cementerio. Mientras las personas estaban cavando
el hueco para que le entierran ahí. Enterraron a las
diez de la noche. Ya no le, ni le han machucado la tierra,
nada ya. Así tapadito le dejaron a mi mamá y
con las mismas mi abuelita Sergia, regresó a dormir
donde que era mi tía Juanita, su casa, que era en San
Martín de Alau.
Regresó y le dijo, le dijo -señor, este hermana
le dijo, yo mañana mismo tengo que viajar a Tarapoto
por estas niñas, yo tengo que ir a buscar a mi consuegra, ¿cómo
vamos a quedar con estas niñas?-. Pasó de San
Martín de Alau, amaneció a las cinco de la mañana,
con mi tío Escolas y mi tía Juanita, nos dijo
-vamos hermana, vamos a San José de Sisa, a estar ahí,
de repente te vienen a matarte-. Y le dijo mi abuelita Sergia
-vamos hermana, hemos venido caminando hasta el Dorado-.
Vino
caminando y estuviéramos un día, de ahí nos
traen a Tarapoto. En Tarapoto donde que le encuentran a mi
abuelita Juana. Ahí es donde que ella nos recoge a nosotros
y dijo mi abuelita, mi abuelita Sergia -consuegra ¿cómo
vamos a quedar con estas niñas?, a mi hija la han muerto-
le dijo ese rato. A mi yerno no sé ni dónde se
encuentra. A mi hija ayer le vino a enterrando a las diez de
la noche, le dijo a mi abuelita Juana. Yo quiero saber consuegra ¿cómo
podemos quedar con estas niñas?
Y entonces mi abuelita
Sergia, ha sido el momento que hacia un juicio con mi abuelita
Juana, ella vino acá Lima.
Por mi hermanita que era invalidita. Quedó mi abuelita
Sergia, no era para ella le cría en esa forma que esta.
Y entonces dijo mi abuelita Sergia vino a Lima, nos dejó con
mi abuelita Juana. Nos dejó a nosotro ocho días,
vino a estar en Lima. Mientras nosotros quedábamos con
mi abuelita Juana, ahí es donde que nosotros nos separaron
como su hermanita.
Eramos tres hermanitas, que era mi hermanita
Nilsa, que fue, se quedó de siete años. Y yo me quedé de
cinco años el otra mi hermanita invalidita se quedó de
tres añitos. Ella no podía ni caminar, ella paraba
arrastrándose por la tierra. Yo a veces le decía
a mi hermanita -¿cómo le va a criar mi abuelita?-.
Porque ella no es su mamá, ella de repente no va a tener
cariño de mi hermanita. Cuanto sufrimiento no vamos
a vivir, le decía. Porque mi papá, yo no sé donde
será, le decía yo a mi abuelita Sergia. Yo quisiera
a mi papá encontrarle, dijo.
Porque yo no, abuelita
no me voy a acostumbrar contigo. Porque yo abuelita estaba
muy amable con mis dos tíos. Nosotros
vivíamos con mis dos tíos y digo yo, yo no sé abuelita.
Yo no me voy a acostumbrar con usted, porque mi mamá,
yo no voy a saber ¿cómo vivir con usted, yo no
sé cómo criarlo, yo no sé cómo
le vamos a criar mi hermanita invalidita? Y entonces, donde
que mi abuelita Juan le dijo -vamos este por su edad, vamos
separarlo, porque tu vas llevar unito, yo voy a llevar dos-
le dijo. Yo voy a llevar la invalidita y a la mayor. Tú te
vas a quedar con las segunda hija.
Donde que ahí nos separaron, nosotros mucho hemos sufrido.
Desde el momento en que yo me he quedado, me he quedado acaso
por cumplir los seis años, le dijo para seguir a la
escuela. Ya le dijo, mi abuelita. En ese tiempo, desde el enero,
andaba enero, febrero. Marzo, abril, mayo, junio, hasta julio
andaba mi abuelita por nosotros. Porque querer hacer juicio,
que alguien nos puede apoyar en criar a mi hermanita.
Y entonces,
dijo mi abuelita Sergia, me dijo a mi -hijita conmigo vas a
irte usted-. Entonces, mi hermanita Nilsa, no
quise ir con mi abuelita Juana, dijo, yo no quiero ir abuelita
Sergia, no quiero ir con mi abuelita Juana. Porque nosotros
nos hemos criado con ella, dijo. Yo mucho, te voy a extrañar
a usted abuelita. Porque con usted ya más o menos hemos
comido, hemos tomado. Con la abuelita Juana, yo no le conocí.
Entonces, mi hermanita llorando nos hemos despedido, ella se
me fue a Moyobamba, yo me fui a San Martín de Alau.
Se fue mi hermanita dijo abuelita, yo no quiero ir con mi abuelita
Juana. Yo quiero con usted. Entonces, mi abuelita Sergia le
dijo, hijita no te puedo llevar a usted porque yo no, yo vivo
enferma, no te puedo estar cargando, no te puedo llevar a la
chacra, hijita cargando, le dijo. Mejor que te vayas con tu
abuelita porque que ella sabe como te va a criar, le dijo.
Yo me he quedado muy triste al separar de mi hermanita, mucho
he sufrido yo cuando mientras hemos separado, hemos extrañado
a mi papá, hemos extrañado a mi mamá,
hemos vivido enfuermos, ambos sufríamos a nervios, sufríamos
a la cabeza, sufríamos al dolor de estómago.
Yo muchísimo le hice gastar a mi abuelita Sergia, mientras
que yo me he quedado sola.
Y entonces, mi abuelita Sergia me
dijo -hijita cómo
también te voy a criar, aunque estés sufriendo-
me dijo. Usted no vas a estudiar este año, hijita. Porque
no hijita, porque mientras voy andando hijita, mucho te voy
atrasar en tu, en tus estudios, le dijo. Para el año
vas a estudiar hijita, me dijo. Yo estudio, yo estudio a los
siete años. Hasta terminar mi secundaria completa.
Y
de ahíle dijo, a mi mamá cuando yo terminado
mi primaria le dijo -¿abuelita me puedes apoyar?- le
dijo. Yo quiero estudiar la secundaria, le dijo. Para que yo
algún día, para que algún día me
sirva, le dijo. Mientras de repente tengo algún compromiso,
voy a tener mi hijo, le dijo. Algo menos siquiera para poder
enseñarle, le dijo.
Yo veo abuelita que usted vaya de
recursos económicos.
Pero abuelita yo quiero, yo quiero estudiar hasta criando mis
animales menores, le dijo. Aunque sea como también abuelita
voy a estudiar mi secundaria, voy a terminar le dijo, como
también le dijo, aunque sea con algo abuelita, me han
de apoyar ustedes, le dijo.
Entonces, mis dos tías me apoyaron, me daban un lápiz,
me daban un cuaderno. Y mi abuelita dijo, ella se quedaba contento
porque yo mientras, yo vendía mis animales con eso yo
lo que he terminado mi secundaria, hace tres años que
he terminado mi secundaria. Y mi abuelita se quiso contenta
y ella no me puse apoyar más para yo poder estudiar
más estudios avanzados. Y entonces, me dijo mi abuelita,
hijita cuando yo fue cuarto año me fui a visitar a mi
abuelita Juana en Moyobamba.
Le dijo, abuelita yo soy ahorita
cuarto año de secundaria,
yo me voy de acá abuelita, me fui en vacaciones, le
dije abuelita de aquí me voy, me voy a quinto año.
Va a ser promoción, abuelita, le dijo. Yo le digo, entonces
voy a ser promoción. En nombre abuelita, que yo quiso
sufriendo y he estudiado y mis hermanos no quiso estudiar el
momento. Me dijo, yo conversé con mi hermano, me he
comunicado de Chiclayo a Moyobamba, me dijo - yo hermanita,
yo no quiero estudiar me dijo, porque yo siento mucho dolor
para mi papá. Yo sentía también. Yo le
dijo. Yo también siento mucho dolor por mi papá y
mi mamá, yo mientras que estaba ahí.
Yo le vio,
dónde vi, a veces mientras me iba, a veces
a la chacra, pasaba por dónde que le mataron a mi mamá,
le dijo. Por donde que le mataron a mamá, me fui. Paso
yo a la chacra, le dijo. Yo veo donde que la muerta a veces,
yo al ver eso siento dolor para mí. Me quedo ser enfuerma
a veces, dolor de cabeza, a veces le sueño, lo veo por
sueño a mi papá, le veo por sueños a mis
dos tíos. A veces yo me despierto, digo yo, cómo
quisiera yo vivir con mi papá. Como quisiera vivir con
mi papá, juntos con mi mamá, le dijo yo. A veces
yo pensando en mi cuarto, digo yo. Yo durante que es catorce
años, yo no sé que es cariño de papá ni
de mamá. Mi hermano ese momento que nosotros hemos separado,
mi hermanita le llevaron a la clínica de San Juan de
Dios, que se encuentra en Lima, mi abuelita le llevó a
mi hermanita.
Y dijo, yo ahorita de mi hermanita, no sé ni dónde
se encuentra desde los catorce años, yo no le veo a
mi hermanita, ni tampoco me comunico con ella. Yo quisiera
que a mi hermanita le quiero encontrarle. Yo quisiera señores
de la Comisión de la Verdad, quisiera que a mi hermanita,
yo quisiera que a mi hermanita lo encuentren, ¿dónde
está?, para yo poder comunicarme, como se encuentra
ella. Y para ella también, para que ella se comunica
conmigo, como yo he vivido.
Yo quisiera que señores,
que me ayuden en la justicia, que me ayuden porque yo en este
momento que yo he terminado
mi secundaria trabajo en la agricultura, trabajamos, sembramos
cualquier producto, nosotros sacamos ese producto, vendemos.
José Antunez:
Bien, señora Rosario, señora
Juana, el dolor de ustedes ha sido muy intenso y ciertamente
todos sentimos ese dolor. Nos unimos a ustedes y hacemos votos
para que al menos pronto encuentren a su hermanita que debe
estar en Lima, porque el Hospital de San Juan de Dios, atiende
a los enfermos y luego algún pariente, algún,
alguien conocido, los recoge. Debe estar en Lima, haremos lo
posible nosotros para buscarla, también.
Hemos escuchado
con mucha atención el relato de ustedes,
les agradecemos muchísimo, especialmente a usted señora
Rosario, esta narración tan dramática que nos
ha presentado y hacemos votos para que pronto, pronto vuelva
esa paz que tanto deseamos. Muchísimas gracias.
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