Tercera Sesión,
9 de agosto de 2002
Caso 19. Testimonio
de la señora Hilda Pedrozo Calderón
y el señor
Julio Carlos Pedrozo Calderón
Rolando Ames:
Dos últimos casos, el penúltimo,
para el penúltimo invitamos a declarar a la señora
Hilda Victoria Pedrozo Calderón y al señor Julio
Carlos Pedrozo Calderón. Ellos nos referirán
hechos ocurridos en la Victoria en Uchiza, en mil novecientos
noventidos cuya autoría violenta corresponde a un grupo
de miembros del Partido Comunista del Perú, según
la versión de ellos que ingresó al caserío
y dio muerte a dos ronderos. Como consecuencia la víctima
se encuentra postrada en silla de ruedas.
Nos ponemos de pie.
Señora Hila Victoria Pedrozo, señor
Julio Carlos Pedrozo, formulan ustedes promesa solemne de que
su declaración la hacen con honestidad y buena fe y
que por tanto expresarán sólo la verdad en relación
a los hechos que van a declarar.
Sí.
Gracias.
Humberto Lay:
Señora Hilda Victoria Pedrozo y don Carlos
Pedrozo Calderón, les expresamos a ustedes nuestra más
cordial bienvenida y esperamos escuchar su testimonio que sin
lugar a dudas, probablemente como los otros testimonios que
estamos recogiendo, expresarán la trágica realidad
que ahora con motivo de la asistencia de esta comisión,
se viene investigando. Nosotros les expresamos nuestro agradecimiento
por venir a compartir esa su experiencia, no sólo con
los miembros de la comisión sino con toda la comunidad
nacional.
Por eso les decimos que con toda confianza, con libertad
y seguridad, empiecen a hacer su relato. Los escuchamos.
Hilda Pedrozo:
Señores, comisionados, muy buenos días.
Y señores en el público general, muy buenas tardes.
Yo vengo de la ciudad de Uchiza, a la ciudad de Tingo María
a dar mi testimonio que en los hechos me había pasado.
Yo como Hilda Victoria Pedrozo Calderón, he vevido
en el caserío de la Victoria. Yo me dedicaba en el negocio
ayudando a mis padres y tengo dos hijos. En mil novecientos
ochenticinco y después ahí habían, era
la roja zona. Y venían tanto los ejércitos, tanto
como los terroristas pidiendo colaboración y se pasaban
de frente. Y después en mil novecientos ochentisiete
ya vinieron reunión de toda la gente en el campo para
nombrar a sus comité del terrorismo.
A toda la gente
obligaba nombrando de su mando militar y sus presidentes. Entonces,
en esos momentos ya había violencia,
había muertos. Y le llevaban, nos llevaban a los reuniones.
Y todo, después nos hacían reuniones y llevaban
diciendo que estos son soplones, así mataba entro de
la reunión. Así se muere para que te demuestren
a los demás.
Entonces, de ahí nomás usando violencias. También
venía el ejército, era igualito. Decía,
ustedes son terroristas, vamos. Entonces, ya no podíamos
vivir nada. Nos llevaban al monte, a la noche, al día
y nos llevaban a trabajar, a su trabajo para los terroristas.
Y le comían sus animales, le quitaban sus plata, le
quitaban sus terrenos. De ese momento de miedo, toda la gente
ya se retiraban de ese lugar. Haberle matado, matando enterraban
ahí. Ya no sabía sus familias ¿dónde
está?, le enterraban calladito.
Entonces, allí ya no sabían que, adónde
le han llevado, sus familias, preguntaban ¿dónde
está? Y ellos no querían para avisar si ustedes
avisan, acá mueren. No queremos soplones, acá nadies
es soplones. Acá es un estado viejo. Ahora seguimos
adelante con nosotros. Nos decía.
Entonces, íbamos viviendo en esos, quedaron bastante
juerfanos sin padre, sin madre, abandonado. Hasta los profesores
le decían que vaya a los reuniones. Ya los profesores
ya no querían ir a ese centro educativo, ya tenían
miedo a los terroristas. Así quedaba hay veces abandonado
el centro educativo.
De ese momento en mil novecientos noventiuno,
ya había
ido los terroristas a matar a unos diez personas en caserío
de Cajatambo. Entonces, en esos momentos se levantaron todos
los ciudadanos. Sería aproximadamente a las diez de
la noche, así. Le agarraron a los terroristas, toda
la comunidad le llevaron al ejército. De ese momento
había un poco de paz, después toda la gente se
iban a Tarapoto en comisionado para que se puede criar una
base del ejército en trisneca.
Después ya iba organizando la ronda campesina. En ese
momento llegaron también los ejércitos, el centro
de autodefensa de Uchiza, al caserío de la Victoria,
los reunieron a todos. Y ahí en eso hicimos una reunión.
Ahí nos formaron una ronda campesina nos nombraron.
A mi me nombraron como asuntos civiles de secretaria y también
era tesorero de la paja. Y en ese momento nosotros íbamos
rondando el pueblo, a las personas para que no pudieran entrar
ellos.
Entonces, en ese momento ya había un poco de pacificación
y los ronderos tenían poco de armas retrocarga, granada,
nada más. Entonces, ellos rondábamos para capturar
a los terroristas, para llevar a la base militar. Y después
así seguíamos rondando, rondando. En ese pueblo
todo nos apoyaba los gentes. Tanto el ejército y tanto
de la base de Uchiza de ronderos.
En mil novecientos noventidos,
el ventitres de diciembre los ronderos se habían descuidado en ese momento sería
las diez de la noche, el ventitres de diciembre, nos atacaron.
Yo estuve durmiendo en mi cuarto y patearon la puerta. Entonces,
entraron a mi cuarto, me amarraron mi mano atrás, había
dos hombres y una mujer. Amarraron mano atrás y me sacó,
me sacó mi reloj de la mano, la mujer.
Entonces, ya
no daron tiempo para poner mi zapato. Y allí estaba
el estandarte del centro educativo. La bandera, todo, todos
los documentos. Entonces, ellos me dijeron -tú eres
del estado viejo, eres una lacra-. Entonces, yo salí afuera,
en mi puerta estaban bastante hombres y mujeres y niñitos,
y también los ronderos habían estado amarrado.
Entonces, nos fuimos a hacer reunión a la escuela. Nos
hicieron entrar a la sala, dentro de los siete minutos nos
sacaron a todos los ronderos diciendo -vamos a la esquina del
colegio-. Estabamos parado. Entonces ahí la mujer nos
cuidaba. No nos dejaba ni para mirar, para acá, para
allá.
Entonces, llegó dos encapuchados, se conversó con
la mujer, dijo. Entonces, la mujer dijo -acá no perdonamos
a nadies, acá mueren padre, hijo y todo-. Entonces,
yo le respondí diciendo son igualitos, tanto ustedes
vienen con el arma, también nos obliga, tanto viene
el ejército, también. Le dije, entonces, otra
vez regresó a ese reunión. Entonces, nos seguía
cuidando una mujer ahí que estaba el compañero
de la ronda, se acercó a mi lado, dijo -ya le han matado
un rondero que se llamaba Javier-. Entonces, yo ya no le respondí,
estuve calladito por tener miedo a esa mujer.
Entonces, otra
vez regresó dos encapuchados -a ver
ahora que venga a salvar tu militar o tu presidente o el pastor-.
Acá no tenemos miedo a nadies. Nos dijeron. Entonces,
otra vez se regresó. En eso estábamos parados,
la mujer ahí ya siguía cuidándonos a nosotros.
Entonces, a dos ronderos le daban golpe para que puede declarar ¿quién
son?, ¿cargo alto?, ¿quién tiene las armas?
Entonces, en ese momento más un rato otra vez apareció,
me sacó del brazo, vamos. Entonces, yo le dije ¿por
qué me vas a llevar?, vamos me dijo. Entonces, yo le
obedecí iba ahí a la puerta de la escuela habían
reunido los hombres, mujeres y los niñitos del rededor
ahí me tumbó. Entonces, yo le dije ¿por
qué me vas hacer esto?, yo no he hecho nada. Entonces,
y mis hijos entonces, mala suerte. Y después habían
grupos que ya se quedaban arriba. Entonces, esos ya iban sacando
todos mis cosas que allí yo tenía mi negocio,
todo. Ahí estaba mi tío, también.
Entonces, ya. Entonces, en eso otra vez mi botó al suelo,
Ya ahora es el momento de usted. Entonces, yo cuando mi botó al
suelo, ya en mi corazón le resprendí diciendo,
vete Satanás, la sangre de Cristo tiene poder. Entonces,
en ese momento me puso cuchillo acá, en mi cuello. Ahí me
quedé seco ya no sé nada más. Dentro de
un mes desperté en Lima. Entonces, yo dije al enjuermero
onde estoy, onde me tienen. Entonces, me dijo el enjermera,
acá estás en el hospital.
Entonces, ya yo iba
recordando todo lo que me había
pasado. Entonces, ya. Entonces, dentro de un mes llegó mi
mamá allá iba todo recordando. Entonces, mi mamá llegó diciendo,
allí llegó mi mamá. Entonces, yo le pregunté mamá le
dije ¿dónde están mis hijitos?. Entonces,
ellas habían estado allí, pero ellos no querían
acercarme a mi. Tenían miedo de mí.
Entonces,
yo le pregunté a mi mamá diciendo,
todo lo han llevado ¿y mi tío? le dije. Tu tío
está sano, no le han hecho nada. Tus negocios, todo
se lo han llevado, todas las cosas, no hay nada. Entonces,
en ese momento yo me quedé calladito. Por ser rondero
para que haga pacificación. Ahora yo estoy inválida.
No puedo nada hacer, ni mis manos, más carga de mis
familia.
Acá estoy, por eso nosotros estamos. Ahí mis
hijitos quedaron traumatizados. Ya no podían estudiar,
en esos años se quedó sin estudiar para estar
en Lima. Mi mamá ahí me atendía, mi hermano,
todo. Entonces, esta ahorita ellos están traumatizados,
si siguen enjuermo al ver que yo estoy en la silla, en la silla
de ruedas. Hay veces yo nada puedo ni trabajar, ni hacer nada
por eso que ellos hay veces reniegan de mí. Se quedan
traumatizados.
Julio Carlos Pedrozo:
Señores Comisionados de la Verdad
y Reconciliación Nacional, muy buenas tardes. Público
en general, realmente lo que pasó fue tan doloroso con
mi hermana que en esa noche del ventitres de diciembre del
noventidos, yo me encontraba también en la ciudad de
Uchiza, había ido yo a visitar a mi mamá, para
pasar la Navidad.
Aproximadamente a las diez de la noche
escuchamos un disparo en el aire y mi mamá se fue a ver a su casa, a su negocio
de mi hermana y ella regresó diciendo que están
lleno los subversivos, están armados, estaban tomando
en su tienda, emborrachándose, haciendo disparo al aire.
Entonces, ella vio la forma, no se cómo se escapó para
darnos aviso y yo con mis dos hermanos y otras, mis hermanas,
nos hemos ido al monte para desde allí hemos observado,
casi habían como doscientos o trescientas personas que
andaban con luz por todos lados. Y nosotros no podíamos
hacer nada porque realmente ellos mataban con todo. Terminaban
con toda la familia y me tío también estuvo presente,
a las tres de la mañana aproximadamente él llegó a
la casa y nos dijo que ya la han matado a Hilda. Y han muerto
muchos ronderos, también está muerto.
Que ese
momento mi mamá, se desmayó. Y yo tuve
que tener que encerrar a mi mamá, a mi papá,
para que no puedan llegar allá porque posiblemente tenían
temor que le iban matar. Tampoco yo podía acercarme
porque estaban rodeando allí todos los de la subversión,
del Sendero Luminoso. Cuando, aproximadamente a las cuatro
y media de la mañana comenzaron a desfilar, regresarse
a ir al monte por la dirección de Santa Rosa.
Entonces,
aproximadamente a las diez cinco de la mañana,
ya no había nadies y yo y mis hermanos comenzamos a
acercarnos al centro educativo donde estaba la reunión.
En ello encontré al presidente de la ronda que estaba
tendido, rajado su cabeza. Y más allá había
otro secretario de la ronda, también lleno de balas,
muerto. Y así avistaban siete personas tendidos. De
diferentes formas habían muerto. También esa
vez al presidente de Trisneja le mataron vivo, le metieron
barreta en su cuerpo. También le habían matado.
De muy pronto yo me acerco a mi hermana que estaba tendido
lleno de sangre. Entonces, yo le levanto de la cabeza y le
digo -Hilda-, ella comenzó a reaccionar. Que fue un
dolor para nosotros y yo de inmediato tenemos que ir a la casa
a traer la frazada para pasarlo por río Chontayacu,
teníamos que pasar por un huaro. A ella hemos pasado
a la otra banda y de ahí para pasarlo a la ciudad de
Uchiza. Llegamos a la base de la FAP, donde la FAP nos apoyó.
Que a la FAP de inmediato nos dio ese servicio para trasladar
con el helicóptero a la ciudad de Tocache.
En la ciudad
de Tocache, realmente no había vuelo porque
era Navidad y los médicos también se emborrachaban,
no tenían en cuenta quizás que estaba un herido
grave. Yo tenía que velar por ella y recién el
día ventisiete, ventisiete de diciembre hubo un vuelo,
llegamos a la ciudad de Tingo María y gracias al apoyo
de la Cruz Roja y de Tingo María, lo evacuaron a la
ciudad de Lima, donde lo internaron al hospital ex Mogrovejo.
Era un día domingo, el día lunes llega el director
del hospital y quién se había molestado, ¿quién
ha ordenado para que se interne este paciente? Y a mi me dijo,
-yo soy su familiar, yo soy su hermano-. Y me dijo -por favor
quiero que de inmediato le saques a otro hospital, acá no
es, no tenemos la especialidad. Y yo ese día, triste
realmente al ver la actuación de un profesional de esta
forma. Fui desesperado, en otros hospitales y que no puede
encontrar respuesta.
Ya fue tarde, al siguiente día nuevamente llegó a
las ocho de la mañana, el doctor y mi hermana agonizando
en la vida y la muerte. En ello me dijo -que no sacabas ahora-.
Y yo dije -doctor si usted quiere sáquelo por favor
usted de inmediato y yo ahorita me quejo a la prensa. Que de
tan lejos vamos a venir para poder salvarlo, si se muere en
la operación que vamos a hacer-. Y de inmediato él
me dio. Yo esa vez, recién había estado egresado
de la facultad de Derecho. Y me dijo recién -hijo no
tenemos esto, no tenemos material para operación-. Y
yo dije, hay que hacer posible.
No importa hay que comprar.
Teníamos que vender todas
nuestras cosas para poder operarlo. Y posteriormente, casi
aproximadamente de un mes, le operaron. Y las medicinas que
me pedían eran importados, que no habían en ningunas
farmacias y quizás también me decían,
pida a Estados Unidos, pida a Alemania, Suiza, ahí están,
toma ahí está el fax, telefax.
Esa ingratitud
quizás, cuando los campesinos llegan
a la ciudad y para buscar un apoyo, para ver lo que es la salud,
muchas veces, eso nos han tratado. Pero gracias a Dios, dentro
de un mes mi hermana fue operada y salió bien. Recién
donde ella comenzó a hablar, darse cuenta y durante
todo estos meses estaba ella sin comer, solamente con sondas.
Ya no hubo recursos, ya habíamos agotado. Por tanto
yo amparándome a la ley que es la creación del
Comité de Autodefensa, que se creaba y también
se creó un decreto supremo, dando las facilidades a
los miembros de la ronda. Presente al Presidente del República,
en ese entonces Alberto Fujimori Fujimori, quién hasta
la fecha ni siquiera, realmente nos han hecho caso.
Posteriormente,
ya no podíamos su rehabilitación,
teníamos que retornar nuevamente a la ciudad de Uchiza
que ahora hemos abandonado la chacra, estamos en la ciudad,
viviendo conforme esta con los recursos realmente que no hay,
que es de saber nuestro país esta atravesando demasiado
problemas, crisis económicas. También quisiera
relatarles para que ustedes tengan conocimiento.
En los años ochentisiete, ochentinueve hubo demasiado
violencia, tanto el ejército, cuando yo una vez era
su aniversario del caserío, yo llegué de la ciudad
de Huánuco, en ello a las cinco de la mañana
llegaron del ejército, todos y cada uno quizás
a los moradores pensando que eran netamente terroristas. Mataron
a ocho personas que en ese día yo fui para hablar con
el capitán, en Uchiza. En ello, esperando hasta las
tres de la tarde llegó el batallón que estaban
a cargo y quién me dijo -los cadáveres están
amontonados en tal lugar, vaya a recoger-.
Yo vine y dar cuenta
a la población y tenemos que realmente
recoger esos cadáveres. Que esos padres tenían
hijos, otros tenían cuatro, otros tenían cinco
y así niños menores. Con el clamor de sus esposas,
de sus hijos no hacían caso del ejército. Del
mismo modo han cometido también los subversivos, a consecuencia
de ello ¿cuántos víctimas?, ¿cuántos
huérfanos han quedado?, y quizás muchas veces
le dedican a la delincuencia porque no tienen apoyo de sus
padres.
Y por ello en esta tarde a ustedes del comisionado,
a las instituciones que están a cargo, tenemos que velar
por una paz verdadera, tenemos que velar por una justicia,
porque
donde no hay justicia muchas veces la policía, el ejército
en ese noche del ventitres de diciembre del noventidos, un
comunero, un rondero se fue escapándose de esa , de
es reunión para dar aviso al ejército, diciendo
que ahí esta en la asamblea van a matar y el ejército,
ni siquiera se han levantaron, han salido. Al contrario decían,
no nosotros tenemos también vivir siquiera un día
más. ¿ Y dónde estamos?, ¿y para que entonces
se formó la ronda?, para abandonarlos. Y realmente era
triste, recién a las diez de la mañana del siguiente
día, del venticuatro llegaron para recoger los cadáveres.
Eso, porque tenemos que ver a través del ministerio
de la, ministerio del interior. La policía tiene que
actuar, aquella vez en Uchiza, lleno de..Por ejemplo esa vez, época
de los Tigres, lleno de balas, andaban como, como rambo y la
policía solamente se agachaba. ¿ Y dónde estaba la justicia?, el ejército
y por ello fue creciendo más y más donde llegó a
reinar realmente la subversión. Donde llegó a
reinar la subversión, a ser dueño, pero gracias
a todos los ronderos y también ya el apoyo de toda la
comunidad, la población tenían que poner mano
dura ala subversión, porque mucho había muerte.
Porque solamente por ir a la policía, por ir al ejército,
hasta a mi el noventitres, cuando retorné a Uchiza,
me encontraron ¡a tú eres un soplón!, entonces,
tú no pasas de aquí.
Me estaban esperando en
el camino y yo tenía que cambiar
de rumbo y de esa fecha tenía que salir de Uchiza para
irme a Ancash, donde estuve casi cuatro años. Por ello,
yo les pido a todos ustedes que por ejemplo a la fecha, yo
vengo trabajando en Uchiza, y veo que en los caseríos
más lejanos hay, hay rebrotes y tenemos que poner mano
dura, tenemos que comenzar a actuar, que haya justicia, donde
hay injusticia, ese venganza, ese odio comienza la juventud
a organizarse.
Donde hay desempleo, donde realmente nadie hace
caso. Entonces, quisiéramos realmente esto, que el ejército y
la policía por ejemplo, haya en Uchiza, solamente mínima
cantidad. El día venticuatro hubo una muerte y todo
quedó impune y nadie dice nada. Y yo esa vez de la muerte
que di cuenta a la Policía Nacional, di cuenta al ejército,
a la FAP, pero hasta la fecha no se dio nada.
Como digo, en
Uchiza, cuando hay muerte se queda silencio y nadie y así cuántos muertos hay. Cuántos
en río Chontayacu, amanecían muertos. Así en
fosas, el mismo ejército ¿cuánto ha matado?,
otras personas injustas. Por ello tenemos que investigar. Para
poder ejecutar una vida humana, debe investigarse bien. Lo
que están a cargo las instituciones, como el ejército,
como la policía. Entonces, ellos tienen que investigar
y a fin para poder. Porque en la chacra, porque en la chacra
estamos en una espada en la pared. Venía el ejército,
mataba. Venía la subversión, mataba. Sin importar
a nada. Cometiendo un genocidio, realmente.
Hasta familia enteras,
porque iban predicar alguna, la palabra de Dios, los evangélicos, mataban también. Y
por ello quisiéramos que nunca más se vuelva
a suceder estas cosas, esta tremenda violación humana.
Esta tristeza que han vivido muchos, a consecuencia de ello,
quizás muchas gente está traumada, muchos niños
traumados. Cuando fue del PAR para sacar los huérfanos
de Uchiza, en cantidad, centenar de huérfanos, que hasta
la fecha no hemos tenido ninguna respuesta.
Desde aquí les pido realmente, siquiera un tratamiento
psicológico, un tratamiento real para todo ellos. Muchas
gracias señores comisionados. Gracias.
Humberto Lay:
Don Carlos, doña Victoria, les hemos
escuchado con mucho interés su relato. Creo que el país,
la comunidad de Huánuco, de Tingo María de Uchiza,
de todos estos pueblos que fueron pasto de la violencia encontrarán
ahora una plena justificación de la existencia de esta
Comisión de la Verdad y Reconciliación. Una comisión
que responde a una necesidad de orden moral, de querer saber
la verdad, la realidad de esa fatídica violencia cuya
víctima es su hermana, quién llena de valor a
pesar de sus limitaciones, ha venido a compartir con nosotros
esa amarga experiencia que la transformó de una mujer
dura, brava en una mujer sin fuerza, justamente agobiada también
por ese fatídico recuerdo de lo que pasó con
ella.
Pero, creo esto que ustedes nos dicen debe reafirmarnos
a todos nosotros ahora para que esta comisión, esta Comisión
de la Verdad y Reconciliación venciendo toda clase de
dificultades, todo tipo de obstáculos, llegue a su objetivo,
de conocer la verdad por ustedes. Creo, hay que tomar consciencia
de esa necesidad. Nosotros les agradecemos a ustedes dos, porque
todo lo que nos han contado, necesitaba saber el país.
Todos debemos ser conscientes y de esa amargura, de esa tristeza,
de ese dolor ya tenemos que ir sacando algunas conclusiones.
Su invocación de que esto no vuelva a repetirse, creo
debe dejar clara la idea en nuestra consciencia de que la violencia
por ningún lado que venga, por ningún lado que
la estimule, es la salida a la solución de nuestros
problemas.
Creo todos los peruanos ahora que somos conscientes
de esa nuestra tragedia, tenemos que avisorar a partir de ese
dolor,
de esa tristeza, de esa melancolía, la esperanza de
reencontrarnos para ponernos definitivamente de acuerdo en
cómo construimos de aquí para adelante una patria
con dignidad en donde no vuelva a suceder todo este crimen
imputable a la violencia. Les agradecemos por haber venido,
por haber tenido el valor y el coraje de decirnos claramente ¿cómo
han sucedido las cosas acá? La comisión se solidariza
con ustedes y les expresamos nuestro profundo pesar.
Que su
hermana que tienen limitaciones no se obligue a recorrer delante
de nosotros, porque nosotros vamos a aproximarnos a
ella a expresarle nuestra solidaridad y nuestro agradecimiento
por haber venido acá, gracias.
Carlos Pedrozo:
Muchas gracias.
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