Segunda Sesión,
21 de junio de 2002,
3 p.m. a 7 p.m.
CASO 7. Exaltación
Vargas Rojas
Agradecemos al doctor Juan Méndez por su presencia
y por su apoyo y procedemos a invitar al primer testimoniante
de esta Segunda Sesión de la audiencia pública
de Lima. Le rogamos al señor Exaltación Vargas
Rojas, se aproxime para brindar su testimonio. Por favor nos
ponemos de pie. Señor Exaltación Vargas Rojas,
usted va a brindar su testimonio ante la Comisión de
la Verdad y Reconciliación y ante el país todo
entero. Promete solemnemente hacer su declaración con
honestidad y buena fe y decir sólo la verdad sobre los
hechos que nos va a relatar.
Sí, juro.
Muchas gracias. Asiento.
Señor, tome, tome asiento. Señor Exaltación
Vargas, a nombre de la Comisión quiero reiterarle nuestro
agradecimiento por haber aceptado dar su testimonio en una
audiencia pública. Siéntase usted tranquilo y
todos los comisionados vamos a escuchar con mucha atención
su testimonio que será sin duda de mucha importancia
para nosotros y para todos los peruanos. Solicito que empiece
por favor. Sentado nomás.
Quiero agradecer a la Comisión de la Verdad y Reconciliación,
de la invitación que me han hecho para dar mi testimonio
real, con toda la verdad de las cosas en honor a la verdad
y en honor a la palabra de nuestro Dios, el que sigue la justicia
y la misericordia hallará la vida, la justicia y la
honra. A nombre de nuestro señor voy a decir solamente
la verdad, para que esta verdad se escuche y se oiga en bien
de nuestra patria. Muchas Gracias.
Voy a relatar los hechos
sucedidos en el año mil novecientos
ochentitrés. Mi nombre es Exaltación Vargas Rojas,
natural de Huancavelica, de la provincia de Lircay. Nací el
día catorce de setiembre de mil novecientos cuarentisiete.
El día de mi detención me ocupaba como panificador
y al mismo tiempo llevo el oficio como pirotécnico.
Lo cual, el día tres de noviembre de mil novecientos
ochentitrés, más o menos a las cinco y media
de la mañana, vinieron tres señores a mi domicilio,
que estaba en la avenida Francisco Pizarro. Porque en el mes
de octubre, me dedico exclusivamente a la elaboración
de los turrones. Tenía el taller en avenida Francisco
Pizarro y las tiendas tenía en la avenida Tacna. Vivía
junto con mis suegros. En esa hora llegaron y preguntaron de
que ellos querían comprar turrones, lo cual mi suegra
se levantó, pa atenderlos y le pasó la voz a
mi señora y por lo consiguiente me pasó a mí.
Los señores que querían comprar turrones, me
dijo que le rebajara y en ese momento se, me mencionaron de
que ....de que ellos eran de la Seguridad del Estado. Lo cual,
me acompaña, no se pusieron malcriados, ni tampoco yo
no tenía porque ponerme resistencia. Solamente le pregunté ¿cuál
era el motivo de mi detención?, ¿cuál
era la razón? En consecuencia me dijo ¿no?, usted
nos acompaña ya allá le van a informar. Me llevaron
a la Dircote, en consecuencia, me hicieron algunas preguntas.
Yo me imaginaba de que sea digamos por cuestiones de mi, de
los turrones, de repente ahí ha salido mal. Alguien
se ha, me ha denunciado. Eso fue mi idea concreta. Pero ya
en ese momento, me dicen de que por favor necesitamos tu colaboración
y quisiera que lo reconozcas en este álbum. Porque me
han dicho de que usted es dirigente de allá, de tu lugar
de Canto grande. Sí, le digo. Me enseñan un álbum,
y la reconozco a un vecino. Le digo, él es un vecino,
se llama tal. Me preguntan ¿a qué se dedica?, él
es albañil, fue el único que le reconocí.
A ya muy bien, me dijo. Y en ese momento me sacan un maletín
negro que yo tenía y me dicen: ¿conoce este maletín?,
si le digo, conozco mi maletín. Eso es mío, ¿y
qué hace acá?, ¿quién lo ha traído?
Me pregunta, ¿cómo?, ¿usted no ha ido
a su casa? Le digo, de que no he ido a mi casa, prácticamente
todo este mes no voy porque me dedico en mi trabajo, en mi
labor de la panificación. Estamos en la campaña
de los turrones. No tengo tiempo, no he ido. ¿ Qué?, ¿no sabe lo que han allanado hace
una semana atrás tu casa?, no le digo, no sé nada.
En consecuencia, me comienzan a mostrarme de que había
los residuos de mechas de candelilla. Me dijo: ¿qué es
esto?, le digo: son candelillas y este es su mecha y al mismo
tiempo, me enseña un depósito de carbón
molido. Le digo: ese es carbón molido, jefe. No es,
me dice. Esto no es carbón molido, esto es pólvora.
Le digo: no es jefe, no es pólvora, eso es carbón
molido. En consecuencia, inclusive le dije: usted puede probarlo.
Porque en mi casa yo nunca elaboro los juegos artificiales,
lo que elaboro es en el taller, que se encuentra en Vitarte.
Muy bien. Ellos no me creen, me comenzaron a golpear para que
aceptara yo de que era pólvora. Más aún,
le digo: fíjese jefe ahí lo tienen usted la factura,
ahí tengo la guía. Que el día treinta
de setiembre fue el último castillo que yo quemé en
Yerbateros. Así que me parece de que, no hay ningún
problema. Muy bien, pasó los días, pasando más
o menos a diez días, me llaman y me dicen: sabe qué cosa,
de que te vas. Pero, manifiéstate ¿cómo
es? Y le digo: pero ¿por qué?, ¿de qué voy
a manifestarme? No, pero somos, somos cinco y ya pues ¿cómo
es? Le dije: fíjese, yo no tengo porque darle. Usted
muéstreme el delito que he cometido y de un de repente.
Lo cual me insistieron y le dije de que no, no le puedo dar
yo, porque yo no he cometido ningún delito. En consecuencia,
ellos comenzaron a golpearme y a los finales me dicen: a ya
te fregaste. En ese término.
Muy bien, al segundo día me pasan al Palacio de Justicia
y en el Palacio de Justicia, bueno, declaraciones de ley y
finalmente me llevan al Frontón. Ya en el Frontón,
me encuentro con un amigo, que era mayor. Y me dice ¿qué pasó Vargas?, ¿qué pasa?, ¿por
qué te han traído? Le digo: fíjese jefe,
no sé, estos son las razones porque estoy acá.
Me dice: no te preocupes, yo voy a investigar esto. Y este
amigo militar después de quince días me viene
trayéndome la noticia. De que fíjate, por esta
razón te ha traído, porque tú eres dirigente
en Huáscar. Sí, le digo. Te has opuesto a las
obras y hay una persona quién te señala, quién
te acusa y quién te ha embarrado. Supuestamente, como
terrorista porque, no hay otra forma. Porque en ese momento
yo estaba investigando las cuentas de la obras de electrificación.
Y dentro de esa labor había digamos, deficiencias. En
consecuencia, para no cubrirse esa situación, es por
eso que te han hecho detener.
Muchas gracias, le digo. Eso
es la razón de su detención.
No es otra cosa. Sino que te quieren involucrar pues en él,
por terrorista porque no hay otra forma como te quieren, como
te pueden detener. Pasó esa etapa y pasaron más
de un año. Me traen vuelta a mi juicio, al Palacio de
Justicia y me mencionan de que su caso de usted no tiene mérito
a juicio. En consecuencia a usted le van a llamar en cualquier
momento pa su libertad. No se preocupe. Eso fue lo que se dijo
en lo que me traen del Frontón hacia la carceleta judicial.
Vuelta me regresan al Frontón y después del Frontón
llegamos al mes de junio, a los hecho que sucede el día
dieciocho y el día diecinueve, que éste caso
sabe la opinión pública en general. En dónde,
el día dieciocho a las cinco y media de la mañana
aproximadamente, se comienza el encerrado en el Frontón,
del pabellón y quedamos adentro encerrados y yo en ese
momento, estaba dedicándome a la elaboración
de los panes. Porque yo hacía los desayunos para los
internos. Comenzó, comenzaron a gritar y todos nos quedamos
prácticamente paralizados.
Sucede ese hecho y pasan
las horas más o menos a las
tres de la mañana viene una comisión para conversar
con los delegados, conversan con los delegados, no hay un acuerdo.
Pasan las horas y como a las tres o cuatro de la tarde, comienzan
a llegar ya por barco, los militares. Prácticamente
bien armados, con pasamontañas, pintados el rostro y
nos comienzan a rodear todo el pabellón. Después
que nos rodean el pabellón, pasan las horas, comienzan
a dispararnos. También pasan los helicópteros,
casi rozando el pabellón, comienzan a dispararnos, más
o menos como hasta las ocho de la noche. Y en ahí, derribar
la pared del pabellón, la parte posterior. Se abre el
boquerón y comienzan a llenar de... de bombas lacrimógenas,
bombas vomitivas, se revienta digamos, truenos fuertes, en
fin. Nosotros desconcertados adentro y yo me encontraba en
la parte de la cocina.
Sucede ese hecho, el día dieciocho, en la noche. Al
amanecer del día diecinueve, continúa, se sigue
el diálogo, llamaron a los delegados. Vuelta han conversado
con la comisión que fueron y tampoco parece que no hubo
ningún acuerdo. Y comienzan a, nuevamente a disparar.
Comenzaron a disparar, disparar, comienzan prácticamente
a destruir el pabellón y ya nos quedábamos casi
en la cuarta parte del pabellón, nada más. Y
aproximadamente como a las cuatro, cuatro y media, se da la
orden de que cese el fuego. Ya los militares dejaron de cesar
el fuego y nos dijeron de que bajemos todos los que estamos
vivos. En ese momento, comenzamos a bajar, los del segundo
piso donde estaba yo. Y por supuesto, el primer piso también
comienzan a salir. Todos, salimos a la explanada del pabellón
en donde quedamos todos con boca abajo, echados. Ya, más
o menos aproximadamente a las cinco o las seis de la tarde,
ya todos echados ¿no?, los militares nos comienzan a
golpearnos y comienzan a levantar a algunas personas. Comenzaron
a levantar, parece que seleccionaban. Se lo llevaron y se sintió tiros
a la espalda del pabellón. Tendido ahí en la
explanada, más o menos calculo aproximadamente hemos
estado un promedio de setenta o ochenta personas, vivos, ya
rendidos. Pero de los cuales, hubo un, seleccionaron, lo llevaron
y prácticamente hubo ejecución. De ahí comenzamos
a salir, nos sacaron hacia afuera y dieron la orden de que
a todos los más graves, nos tenían que sacar
de emergencia.
Dentro de esos yo estuve y otros más, un promedio de
ocho a diez personas, nos sacaron en la primera lancha. Ya
eran ya un promedio de las siete de la noche del día
diecinueve. Nos sacan, nos llevan y llegamos no sé ¿a
qué lugar?, pero llegamos a un barco que tenía
plataforma. Ahí nos aventaron y continuaron clasificando ¿no,
y nos preguntaron los nombres, nos fotografiaron y vuelta dieron
la orden para que nos llevara a los más graves de emergencia.
Dentro de eso, yo estuve y otros más, nos llevaron no
sé ¿a qué hospital? En ese hospital, a
nosotros nos limpian ¿no?, nos limpian y nos dan una
frazada para cada dos personas. Porque nos quitaron las ropas,
por supuesto, porque estaba toda con sangre, sucio y nos dieron
una frazada para cada dos personas. De ahí nos llevaron
a un ómnibus, subimos al ómnibus y nos trasladan.
No sabíamos adónde, nos trasladan, ya cuando
hemos llegado nos dice: acá ya están en Castro
Castro. Entonces, usted decía: acá van a estar.
Hemos
amanecido ahí. Más o menos como a las
diez de la mañana, nos comenzaron a distribuir a las
celdas. En cada celda cuatro personas. Pasamos el día
veinte, veintiuno. Y más o menos el día veintidós
fue le primera requisa que nos hacen. Una requisa que no tenía
ninguna justificación para mí, porque estábamos
desnudos, con una sola frazada y a la una de la mañana
se hace la requisa. Nos golpearon, maltrataron. Y se fueron.
Amanecimos y de ahí no faltó, vinieron los presos
comunes, nos dieron algunas ropas. Y nos trajo un poco de arroz.
Ya posteriormente, después de esta requisa, se continúa
y viene una comisión integrada por el padre Lancier.
Ingresa, conversamos con el padre, le contamos lo que nos estaba
sucediendo y recién comenzó a reclamarle para
que nos sacara a los más graves, al tópico del
penal, para que nos atendieran. Salimos, nos sacaron, nos comenzó a
atender, curarnos. Yo estuve más o menos un mes en el
tópico y continuo en el penal y el día, el día
dieciocho de agosto, me dan mi libertad. Del ochentiseis, me
dan mi libertad, según ellos provisional.
Salgo del
penal en libertad, voy con mi abogado al Palacio de Justicia,
converso, conversamos en el Palacio de Justicia
y me dicen: fíjese de que su caso no tiene mérito
a juicio y en consecuencia usted, prácticamente está absuelto.
Y le pregunto: de que si tengo una libertad provisional ¿tengo
que venir a firmar mensualmente?, me dijo, no. Lo que si, de
repente le pueden mandar es una citación a su domicilio
de usted o a su domicilio legal de su abogado. Si es que le
mandan la citación usted se presenta y pienso que con
eso ya se acaba su caso.
Pasan los meses, pasan los años, yo siempre me dedico
en la panificación, continúo con, con mis trabajos
dirigenciales. No me cambio de domicilio, no me cambio de centro
de mi trabajo y sigo con mis cargos dirigenciales y sucesivamente
trabajo normalmente. Asisto a las elecciones generales, como
también municipales, no tengo ningún problema
y el día, en el mes de abril de elecciones presidenciales
del noventicinco, nuevamente me detienen cuando voy a sufragar
en el ánfora. Me llevan, y me dicen: sabe qué cosa,
de que usted está requisitoriado, además usted
ya está sentenciado por reo contumaz. Le digo: ¿qué es
esto?, sabe ¿por qué?, porque usted ha hecho
caso omiso a lo que le han mandado citación a su casa.
Yo le digo: a mí nunca me han mandado, nunca he recibido.
No pero, le han mandado y usted no se ha presentado. De que
seguramente usted estaba escondido. Le digo: ¡escondido!, ¿por
qué?, le digo ¿de qué? Presento las pruebas
de mi domicilio que no me he cambiado de onde ellos me detuvieron.
Tampoco no he cambiado de la dirección del taller donde
yo trabajo, absolutamente. Y además de eso, tengo cargos
en diferentes instituciones como dirigente y estoy en los registros
públicos, ¿cuál es de lo que estaba escondido?
]
Muy bien, me detienen, pasa un año y ocho meses. Me
suben al tribunal, al Tribunal Sin Rostro en aquel entonces
y no ha durado mi sentencia ni siquiera cinco minutos, porque
no me preguntaron nada. Solamente, dijeron de que se le ratifica
porque está sentenciado a doce años. Me dicen: ¿está usted
de acuerdo?, porque solamente se le ratifica del que ya está sentenciado.
Entonces, le digo de que no, no acepto yo de ninguna manera.
Apelo a lo que está usted diciendo. Punto, terminó la
audiencia. Eso, son los hechos en donde, que lamentablemente
el Poder Judicial no ha investigado mi caso como debería
de ser, porque si bien es cierto ellos han hecho, han investigado
muy superficialmente ¿no? Y salgo en libertad el día
veintiuno de octubre del año noventiseis como indultado,
dado en aquel entonces por el Presidente Fujimori. Lo cual
yo pienso de que sinceramente en mi caso hubo una, un abuso
de autoridad porque no me prueban en nada, absolutamente. Ninguna
prueba, para ellos fue una prueba por lo que yo tenía
la mecha, por lo que tenía el carbón molido.
Más aún yo le estoy diciendo de que yo soy pirotécnico
y hay una prueba porque yo tengo documentos ¿no? Quiere
decir que, así es que ellos a mi me tienen durante prácticamente,
cuatro años y medio. Paso en el Frontón y paso
en Castro Castro.
Creo, de que ojalá de que este testimonio
sirva para que no se repita otra vez, para que nuestras autoridades
piensen,
para que no solamente así, al azar podríamos
decir, hacer las cosas. Tampoco yo creo de que mi testimonio
sirva para echarle más leña al fuego, que nos
sirva de que se agrave más la enfermedad. Quisiera de
que mi testimonio sirva para que se cure, sirva para que una
vez por todas nuestros representantes vean ¿cómo
es que está andando la justicia peruana?
Desde acá invoco
a todos nuestras autoridades, de que ya de una vez por todas
que salga la verdad. Invoco, de que
no tengo absolutamente ningún rencor, ningún
odio a los que cometieron esta barbarie. Esta barbarie que
cometieron peor que en la Santa Inquisición. Absolutamente
no dieron una piedad, humana. Y así como yo tantos inocentes
hayan muerto, tanta gente inocente involucrado, espero de que
este testimonio sea para que se cure la enfermedad. Espero
que esta comisión, recabe todo este testimonio real,
no de palabra sino de corazón. Como le vuelvo a repetir
de que las personas que hayan cometido esto, ya están
perdonado de mi. Porque así como Jesús perdonó cuando
estuvo en la cruz. Padre, perdónales no saben lo que
hace. Y ha sido igual, le he perdonado y le perdono, no sabían
lo que estaban haciendo en ese momento las personas quienes
han cometido este tremendo error, esta tremenda barbarie de
sangre.
Desde acá invoco de que nuestras autoridades, nuestros
gobernantes piensen más. Porque nuestro país
que ya no sea de antes, que nuestro país que sea curado
de una vez por todas. Y en todas las cosas que Dios ilumine,
que Dios les bendiga a todos en general. Muchas gracias.
Yo
invoco a los señores que están presentes
que en orden a guardar la solemnidad y serenidad de esta audiencia
eviten expresar sentimientos muy justificados a través
de aplausos en el futuro, Gracias.
Señor Vargas, con seguridad que la verdad va a fortalecer
nuestra democracia, es un camino seguro para ello. Su testimonio
nos está aportando datos nuevos importantes en el caso
que usted le tocó vivir y seguramente que su llamado
sobre la necesidad de reconciliarnos sobre la base de reconocer
y construir una memoria colectiva, seguramente va a llegar
a un buen fin y les reitero nuevamente nuestro agradecimiento
y su valentía de haber dado un testimonio que todos
sabemos, los peruanos que el caso del Frontón es un
caso que está ahora en los periódicos y que se
necesita mucha valentía como la que usted ha tenido
para poder dar un testimonio que no se conocía. Le agradezco
y estaremos de todas maneras en contacto con usted. Muchísimas
gracias.
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