Segunda Sesión,
21 de junio de 2002,
3 p.m. a 7 p.m.
CASO 9. sra.
Ricarda
Ventocilla Castillo y Sonia Silvia Olivares Dolores
Por favor les ruego ponerse de pie. Señora Ricarda
Ventocilla Castillo, señora Sonia Silvia Olivares Dolores,
ustedes van a brindar su testimonio ante la Comisión
de la Verdad y Reconciliación y a través de ella,
ante el país. Prometen solemnemente hacer su declaración
con honestidad y buena fe y decir sólo la verdad sobre
los hechos que nos van a contar.
Sí.
Sí.
Muchas gracias, pueden tomar asiento.
Señora Sonia Silva Olivares y señora Catalina
Castillo, a nombre de la Comisión de la Verdad, les
agradecemos por su voluntad de venir a dar su testimonio de
una violencia que azotó diferentes partes del país,
entre ellas provincias como Huaura, de donde ustedes vienen.
Y les agradecemos que tengan el valor y la voluntad de colaborar
con nosotros en encontrar la verdad de estos años difíciles
y violentos. Por favor tienen la palabra.
Agradezco a la Comisión
de la Verdad, a los Derechos Humanos y al público en
general por darnos esta oportunidad de sacar al aire el caso
de mis familiares que fueron asesinados.
Que fueron asesinados, no sabemos por quienes. Fue asesinado
mi suegro que fue Rafael Ventocilla Rojas, ex alcalde de Cochamarca
y fue el segundo mi cuñado, que era profesor, el segundo,
su hijo, fue profesor también. Segundo me dices, mi
cuñado era agricultor y tercero, era mi tío que
venía de la sierra a visitarnos. El otro era mi sobrino,
apenas tenía dieciocho años. Que fue muerto,
también.
Fue la primera vez cuando ellos se lo llevaron,
vinieron a mi casa, rodearon, eran bastantes vestidos de fuerza
armadas.
Llegaron como a las dos de la mañana, se lo llevaron
a ellos, los sacaron ahí, los torturaron delante de
nosotros. Uno a uno. Y se llevaron, no sabíamos adónde.
Nosotros le buscábamos por todas partes y no los encuentrábamos,
fue entonces que nosotros acudimos a los, de los, dos de profesores
eran integrantes del Sutep. Ellos nos ayudaron bastante. Otro
también, el señor Pedro Yauri Bustamante. Y resultó que
después de tres días encuentramos en la base
de Atahuampa, porque no nos daban razón a nosotros,
adónde le habían llevado. Y fueron la Fiscalía,
los Derechos Humanos, intervinieron ellos y tampoco no los
soltaron a ellos de una vez sino le habían torturado
mucho, le habían quemado a otros, le habían quemado,
bastante le habían torturado. De tanta intervención
que hubo eso, a ellos lo soltaron en la playa. Le habían
botado a ver si se había, si vivían o no. Y siendo
amenazados, a ellos diciendo que se vayan porque si no, no
sabían lo que iba a pasar. Fue entonces, no pasó un
mes. Antes de un mes fue ahora justo que van a cumplir para
el veinticuatro de junio, que van a cumplir diez años.
Vinieron de nuevo, llegaron a mi casa rodeando....dentraron
de nuevo a mi casa....dentraron a mi casa rompiendo la puerta
para todos mis familiares, porque nosotros hemos vivido casi
juntos, todos. Cerca, cerca de todos hemos vivido. Dentraron,
de nuevo fueron sacado cada uno, de cada casa. Así como
estaban se lo llevaron, prácticamente casi sin ropa,
sin nada. Se lo llevaron y no sabíamos adónde.
Ese momento, yo quise agarrar a mi esposo ¿dónde
lo van a llevar?, si lo van a llevar, a mi también llévame.
Entonces, agarro, me golpearon a mí en la cabeza con
la culata de un arma grande. Había, lo que me golpeo
fue una mujer. Entonces, mi esposo dijo: a ella no lo golpees.
Si tú vas a, cualquier cosa que le suceda, a mí háganme.
En eso cuando yo me he desmayado, me han botado adentro y me
han encerrado junto con mis hijos. Cuando yo he reaccionado,
ya se lo habían llevado a todos, a mis cuñados,
a mi suegro, a mi tío, mi sobrino. Se lo habían
llevado. Y a todos nos había dejado cerrado. No sabíamos
adónde se lo habían llevado.
Para nosotros fue
muy triste como es ahora muy triste volver a recordar ese momento...
Entonces, nosotros no sabíamos ¿qué hacer?,
ni ¿adónde ir?, porque era un día feriado. Íbamos
a la Fiscalía, íbamos a los policías,
no nos brindaba nadies su apoyo, al contrario ellos se reían
de nosotros. Los policías decían: anda para allá,
anda para acá. Ninguno nos brindaron apoyo... Fue en
eso que nosotros estábamos buscando, pensando que de
nuevo le habían llevado a la base de Atahuampa. Y cuando
estamos así, llegaron los dirigentes del Sutep, nos
dijo: no sé si serán ellos pero dice que hay
cinco muertos y seis muertos en la morgue, ya. Ya le habían
recogido ya de lo que había sido, ellos muerto en el
sitio que se llama Balconcillo. Le habían enterrado,
echando cal, torturándole. Todos tenían, le habían
metido bala por la cabeza, otros rotos sus brazos. Mi cuñado
fue, a ver vamos a reconocerse, ellos eran.... La señora
autoridad, para nosotros volver a recordar es como si hubiera
pasado ahora....
De ese momento ha sido mi vida, muy triste
y muy dolorosa. A sacar adelante a mis hijos, no sólo yo sino mis cuñadas,
mi suegra. Todos los niños que han quedado huérfanos.
Yo quisiera pidir a los señores de la Comisión
de la Verdad, que se llega a investigar, ¿quiénes
fueron esos que hicieron eso?...
]
Yo agradezco a la Comisión Interamericana que gracias
a ellos, ha sido reabierto el caso de la familia Ventocilla,
que es mi padre, mis hermanos. Mi padre se llamó Rafael
Ventocilla Rojas, mi hermano mayor Alejandro Ventocilla Castillo,
mi otro hermano Simón Ventocilla Castillo, mi otro hermano
Paulino Ventocilla Castillo, mi tío Mario Ventocilla
Rojas, mi sobrino menor de edad de diecisiete años,
estudiante del Colegio Técnico Agropecuario # 15, también
fue sacados de mi casa, asesinados. Mis dos hermanos profesores,
que eran miembros del sindicato del Sutep.
La verdad que para
mí es bien doloroso recordar esto ¿no?,
que van a cumplir diez años ellos. Yo, la verdad pido
que se esclarezca y que los culpables tengan una sanción,
porque yo sé que la vida de ellos no los voy a, a retomar
nuevamente o me lo van a entregar vivos, porque ellos están
muertos, señores. La verdad que yo pido es eso, justicia
más que nada. La verdad, ¿cómo hemos quedado
nosotros?, ¿cuántos huérfanos?, más
que nada, sin estudios, sin educación para sacarlos
adelante. Mi madre enferma. Y también digo que la primera
vez que le sacaron fue rodeada mi casa, más de cien,
serían personas, militares fueron que yo los reconocí a
ellos, ¿no?, que venían armados, vestidos de
verde. Entre ellos, cuando la primera vez le sacan a mi familia,
aparecieron en la Base de Atahuampa. Y nuevamente regresan.
Antes de cumplir el mes del, el veinticuatro de junio que van
a cumplir diez años, aparece muertos nuevamente sacados
de mi casa. Llenos de cal. Tenían, los seis tenían
furicio de bala en la sien. Todos torturados, como nuevamente
dijo mi cuñada ¿no?, estoy recalcando lo que
ella dijo.
Lo que yo pido señores es que me hagan justicia más
que nada y que paguen los culpables o que tengan una sanción
para ellos. Y yo quisiera saber ¿por qué les
mataron?, ¿qué culpa tenían ellos para
quedar cuántos huérfanos que hemos quedado?,
no sólo yo, mis sobrinos, señor. Lo que pido
es justicia. Lo que yo pido es que se exija más que
nada ¿no?, que se sepa la verdad señores, ¿por
qué?, ahora yo sé por el caso de mi familia,
agradezco a la Comisión Interamericana, gracias a ellos
se está reabriendo este caso de la familia Ventocilla.
Porque fuimos a denunciar nosotros, nuevamente que se sepa
la verdad, yo pido eso, justicia señores. Gracias
Hay
que me olvidaba de la insignia, hay una insignia de los militares
que quedó, el veinticuatro de junio cuando
los llevan a matar. Está en la Fiscalía esa insignia,
entregamos nosotros señores. Gracias.
Señora Ricarda Ventocilla y señora Sonia Silva
Olivares, en nombre de la Comisión de la Verdad, les
agradecemos por compartir con nosotros este testimonio, por
haberse dirigido no sólo a la Comisión sino a
todo el país, para denunciar una violencia que en el
caso de la familia Ventocilla, realmente fue de exterminio.
Con todas las secuelas que ustedes mismas han mencionado, y
para denunciar una violencia que ha destruido también
las instituciones del país. Su padre había sido
alcalde, varios o todos las víctimas eran profesores
del Sutep, eran militantes de izquierda unida. Y eso ha contribuido
pues a la destrucción del tejido social de nuestro país.
Pero sobre todo a llenar de dolor familias como las vuestras.
Y a partir de ese dolor, nosotros compartimos su pedido de
justicia y comprometemos el trabajo de la Comisión de
la Verdad para que se haga justicia con ustedes y con todos
aquellos que sufrieron, injustamente. Muchas gracias.
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