Cuarta Sesión,
22 de junio de 2002,
3 p.m. a 7 p.m.
CASO 22. Esther
Flores
La Comisión invita a la señora Esther Flores,
se aproxime para brindar su testimonio. De pie, por favor.
Señora Esther Flores, usted va a brindar su testimonio
ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación
y también ante el país. Promete solemnemente
hacer su declaración con honestidad y buena fe y decir
sólo la verdad sobre los hechos que nos va a relatar.
Sí.
Muchas gracias, tomen asiento.
Señora Esther, muy buenas tardes y la señora
María Chávez, también. Hay casos de víctimas
de violación de Derechos Humanos, de asesinatos que
han adquirido una gran publicidad y son muy conocidos. Y sin
embargo en cada uno de ellos hay una enorme cantidad todavía
de asuntos o a descubrir con más precisión o
pendientes para hacer justicia. O aspectos de la vida personal
de víctimas que tienen, de las cuales podemos aprender
mucho. Quizá este es el caso de María Elena Moyano.
Por eso a nombre de la Comisión de la Verdad, queremos
agradecerle a Esther Flores, que compartía la dirección
de la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador,
con María Elena, en mil novecientos noventidós,
cuando ella fue asesinada. Muchas gracias por estar aquí y
escuchamos su testimonio con la mayor consideración
y aprecio.
Quiero agradecer a la Comisión de la Verdad, por darnos
esta oportunidad de presentar mi testimonio. Mi nombre como
lo han dicho es Esther Flores Pacheco, soy presidenta de la
federación de Mujeres de Villa El Salvador. Doy mi testimonio
porque vengo en busca de la verdad, de la justicia, de la reparación,
dela reconciliación. Para que el pueblo peruano nunca
más permitemos, esta barbarie, estos asesinatos, que
solamente llevan a tener dolor y a tener mucho odio.
Yo trabajaba
con María Elena Moyano, cuando ella fue
presidenta de la Federación de Mujeres en el año
ochentiocho, noventa. Yo era asistenta social de la Fepomuves.
María Elena Moyano, era una mujer que trabajaba arduamente,
desde temprano, hasta muy altas horas de la noche dedicándose
a la organización, a organizar a las mujeres, a crear
formas y niveles de conciencia en las mujeres. Es por eso que
muchas mujeres salimos de nuestras casas, de las cuatro paredes,
de nuestros problemas individuales a los problemas colectivos
y logramos entender que teníamos un derecho y que teníamos
la posibilidad de mejorar nuestra condición de vida.
Y eso era lo que María Moyano hacía.
A veces,
trabajábamos arduamente con alegría,
a veces con tristeza, a veces terminábamos los días
con amargura, porque a veces nos enfrentábamos a muchos
problemas, a muchas dificultades. Especialmente con los dirigentes
comunales, hombres machistas que no entendían nuestra
lucha. Sin embargo, lo hacía María Elena con
mucha terquedad, con mucha obstinación porque su idea
era mejorar la condición social de la mujer del pueblo,
de los más pobres.
Por eso yo le llamaba la “negra" porque se entregaba
totalmente al trabajo del pueblo. Tuvo muchos problemas en
su casa, problemas emocionales que como cualquier ser humano,
que cometió errores y tuvo muchas virtudes. Y una de
sus virtudes fue la solidaridad. Y siempre pensaba en lo justo
y siempre pensaba en que había una esperanza para los
menos desposeídos, especialmente para el pueblo de Villa
El Salvador, que vivíamos en los arenales, en lugares
donde no había agua, donde no había luz y donde
no había posibilidad de una condición de bienestar
y eso es lo que buscábamos nosotros. Las mujeres junto
con María Elena.
La "negra", fue una gran mujer política,
creyó mucho en los partidos, especialmente de Izquierda
Unida. Pero cuando la izquierda se dividió fue y entró en
una gran crisis emocional. Entonces, volcó un compromiso
fuerte hacia la organización porque creyó como
una alternativa en Izquierda Unida, pero que lamentablemente
había fallado. Entonces, dijo sus palabras, que el pueblo,
las mujeres debe luchar por un poder popular donde salía
de ahí la mejor forma de conducir una sociedad justa.
No se preocupaba en su salud. Muchas veces, muchas veces caía
enferma y cuantas veces se levantaba. Y muchas veces no tenía
plata ni para alimentarse. Pero, por encima de todo, el deber
y la obligación de estar frente a miles de mujeres era
para ella el mejor aliento, el mejor alimento para su espíritu
que para su cuerpo.
Por ello, cuando quiso cambiar a su manera
y a su forma de ser y exigir que los más pobres no deben morirse de
hambre. Y que los más pobres necesitábamos oportunidades.
Y en medio de las muchas dificultades, creaba y creábamos
espacios como los comedores populares, los comedores auto gestionarios.
El vaso de leche y otros espacios múltiples en que las
mujeres podían educarse y podían tomar conciencia
y ver su realidad y su entorno. Pero también discrepaba
de aquellas ideologías, de aquellas violencias, de aquellas
que imponían y de aquellos que mataban y discrepaba
con el terror y con el terrorismo.
Cuando la señora Emma Hilario, que era dirigenta del
cono sur de comedores, sufrió el primer atentado, tuvo
María Elena un gran dolor, y ahí se planteó no
callar más sino hablar y responder. Porque muchas gente
decía, que quiénes matan, mataban a la gente
ratera, mediocre y mentirosa. O gente de mal situación
o de mal vivir que haya cometido algo. Así se miraba
para afuera, para Europa. Que había un grupo que luchaba
por los pobres. Así, se miraba en Estados Unidos, en
los grandes otros países. Que había un grupo
que luchaba reivindicando a los pobres. Y fue María
Elena que dijo que nos es cierto. Aquí se están
matando pobres, se están matando mujeres, se están
matando dirigentes con el pretexto de revolución, porque
la revolución no era muerte. La revolución era
nueva vida. Era justicia y democracia.
Y ahí, empezó enfrentarse abiertamente, ideológicamente
con Sendero. Es ahí cuando ella siendo presidenta pues,
sufre muchas cuestionamientos y persecuciones y muchas amenazas
y amenazan a las organizaciones y acusan de ser asistencialistas
y colchón del sistema. Nosotras las mujeres del pueblo.
Porque nuestros hijos no se mueran de hambre. Sin embargo,
nos decían que éramos colchón del imperialismo.
Estábamos apostando por lavida y estábamos apostando
no por sentirnos al lado de ningún sistema. Luchábamos
por la sobrevivencia. Por eso, María Elena, levantó su
voz y dijo: basta, basta porque también habían
seguido atentando a un hombre que también luchaba, también
por la justicia, luchaba también por sacar adelante
al pueblo de Villa El Salvador, a Michel Azcueta.
Y no lograron
matarlo. María Elena levantó su
voz. Y cuántas veces yo le dije: María Elena,
te necesitamos viva y no te necesitamos muerta. Y optamos porque
ella se fuera a Méjico. Porque ya había amenazas
constantes. Estuvo en Méjico un mes, pero después
volvió porque no se acostumbraba porque había
dejado a sus hijos. Y yo me acuerdo esa noche que ella tenía
una Biblia en la mano. Y decía: que la justicia siempre
va a triunfar.
Una semana antes, llega una invitación de un Comité de
Vaso de Leche, para una actividad de pollada, para comprar
implementos para el Comité de Vaso de Leche y nos da
a mí y a ella, y nos dice que no debemos faltar compañera,
no debemos faltar porque ustedes son nuestras dirigentas. Y
nos vuelven a remarcar dos o tres veces. Yo, era ya presidenta
y ella, era teniente alcalde del municipio. Porque así las
mujeres lo quisimos.
Llegó a mi casa, muy temprano a las ocho de la mañana
como salía a hacer. Y me dijo, sabes, vayámonos
a la playa. Era un día domingo. Yo le dije: tengo reunión.
Y me dijo: entonces, voy a volver para irnos juntas a la pollada.
Y yo le dije: bueno yo tengo reunión y según
como esto pase, yo voy a estar reuniéndome contigo a
las cinco de la tarde.
Fue así, que María Elena Moyano fue a las cinco
de la tarde en punto con sus dos niños y una compañera
que cuidaba a sus niños, a esa pollada. Muy cumplida,
para cumplir, como lo era con todas las mujeres, solidariamente.
Cinco, seis, cuarenta. Yo no pude ir porque no terminaba mi
reunión. Las cinco, las seis cuarenta, las seis cuarenticinco
o las seis trenticinco. María Elena estuvo muy animada,
tomando una cerveza, comiendo la pollada, cuando de pronto
aparece una mujer y un hombre y ella ve a lo lejos que venía
por ella.
Entonces, dice: todo el mundo, las mujeres tírense
al suelo, porque estos carajo, vienen por mí, a matarme.
Es ahí, cuando la mujer la encañona y le da un
tiro. Y ella cae al suelo. Y sus niños, también
se agachan juntamente con esta compañera, porque ella
es la que me ha relatado, este momento. Se agachan al suelo,
se tiran y dice tápate la cara porque tu mami va escaparse.
Y estas dos personas le meten dos petardos en el medio del
cuerpo. Y ahí explosiona y cuando levantan la cara los
niños dice: mami se escapó , mami se fue, logró escaparse.
Y así salen corriendo por la parte detrás.
Yo
llegaba seis cuarenticinco, muy alegre, pensando que ella ya
había llegado. Con mi compañera, Esperanza
de la Cruz, que entonces también era dirigenta. Y con
otra compañera. Y cuando bajo, y me encamino para entrar
había mucha gente que salía despavorida gritando
y muchas compañeras se acercaron a mí y me dijeron:
por favor no vayas, que acaban de matar a María Elena
y que también te pueden matar a ti, por favor no vayas.
Pero yo avancé unos pasos más adelante.... Lo
que vi, eran un cuerpo destrozado, los intestinos tirados,
la cabeza en el techo, y la sangre que baño toda la
pared del local, que era blanca era roja en ese momento.
Me quedé helada, no tuve ni cómo, retroceder
pero mis compañeras agarraron y me metieron al carro
y con las mismas empezamos a salir. Por ahí un carro
que nos seguía y nos perseguía y luego llegamos
al loca, a nuestro local, nuestro centro de acopio. Un local
de comedores y ahí nos sentamos a llorar. Cuando unos
segundos más tarde salía por la televisión
como una flash informativa, sobre la muerte de María
Elena Moyano.
Muchas mujeres venían, muchas compañeras venían
desesperadas, lloraban, llorábamos, unas se desmayaban,
otras gritaban. Y muchas no sabíamos ¿por qué tanto
odio?, ¿por qué tanta crueldad?, ¿por
qué tanta barbarie?, ¿por qué destrozar?, ¿por
qué romperle las entrañas? Tuvimos que, la organización
sufrir una gran pérdida, llorábamos su ausencia
y llorábamos con dolor. Pero la, las palabras, la mataron,
callaron su voz, pero sus palabras, su ejemplo, nunca pudieron
matarla, porque nosotros las mujeres lo llevamos dentro de
nuestro corazón, lo llevamos...como una convicción
y como un ideal, la ideal que a ella, por ese ideal que ella
luchó, entregó su vida y murió con coraje.
Yo puedo decir que a más de ser madre, fue dirigente
y mujer coraje porque eso es, por ser dirigenta y por ser una
mujer que luchó por la paz, por la justicia, que condenó el
terror, que condenó la violencia. Por eso la mataron.
Hoy después de nueve años, muchos nos quedamos
con difícil forma de superar porque era un gran dolor,
a mí me costó superar porque yo era presidente
en ese momento. Yo la apreciaba y la quería con todo
sus errores y sus virtudes. Pero sin embargo, muchos políticos
nunca se atrevieron a denunciar a Sendero, pero tuvo que salir
una mujer del pueblo a decir: basta, basta de mucha muerte,
basta de mucha violencia.
Por ello, hasta el periodismo, hasta
los periodistas se miraban como una noticias del momento y
nos ponían a las dirigentas
como carne de cañón. Y Sendero, después
de haberla destrozado reivindicó con sus panfletos al
día siguiente y no solamente reivindicando su muerte
sino también amenazando a quiénes estábamos
con ella. Tiraban bombas por los lugares donde vivíamos
y teníamos que hacer reuniones en distintos lugares.
Iban a mi casa los policías custodiando mi puerta y
diciendo a mis hijos: yo estoy acá para que a tu madre
no la maten. Y mis hijos, se desagarraban y se preocupaban
y lloraban y se desesperaban y es por eso, que tomé la
decisión juntamente con mi esposo a no hacer daño
más a mis hijos, psicológicamente. Y tuve que
irme del país.
Quiénes vivieron ese momento, comprendemos lo que es
el terror, porque se ensañaron con los más pobres,
con las organizaciones. Hoy, seguimos su ejemplo y seguiremos
luchando por lo que ella luchó. Pero también,
mucha gente ahora pretende después de nueve años
de muerte de María Elena, pretende decir que sí fueron
y la conocieron y trabajaron con ella. Y también pues
se aprovechan aquellas o aquellos, que fueron cómplices
para difamarlo, porque cuando antes de que la maten, la difamaron,
la culparon, dijeron que ella era dueña de camionetas,
de fábricas, de proyectos, de mentiras, porque así fue
sus estrategias. Primero la difamaron. Hoy las cómplices,
andan sueltas, hoy las que le mataron, andan sueltos. No queremos
que se quede impune. Hoy esa gente, también celebra
o se golpea el pecho y también la memoria de María
Elena, se utiliza para fines políticos.
Y a veces con
el pretexto del parentesco, se traiciona la memoria y el ideal,
por el cual ella luchó. Yo pido
acá, que los hijos de María Elena que están
en España. Yo tengo vagas informaciones pero quisiera
que la Comisión de la Verdad, investigue la situación,
investigue su situación de aquellos jóvenes,
de aquellos niños que fueron y que ahora son jóvenes.
Y que se les de la reparación. También pido así como
el congreso ha declarado heroína nacional a María
Elena, que el presidente Toledo y el gobierno promulgue una
ley declarando heroína nacional, para que la historia
recuerde, para que nuestras generaciones y nuestros jóvenes
recuerden que una mujer del pueblo, luchó por la paz,
por la justicia, por la democracia.
Y que la Comisión de la Verdad, siga investigando,
que no impune, que no quede impune estas cosas. Que no haiga
más dolor, que no haiga más odio y el tema de
la reconciliación significa, que el pueblo peruano no
permita esto, que nos unamos para defender la paz, la vida,
así como lo defendió María Elena Moyano.
Quiero agradecer por darme esta oportunidad, quiero agradecer
porque la misión que tienen ustedes es de escucharnos,
aquellas que sentimos dolor, aquellas que sentimos de repente
un momento dado, rencor de lo que haya pasado. Y que la imposición
y los dogmas hacen mucho daño a un país.
Queremos
una sociedad donde los pobres tengamos la oportunidad de vivir
con dignidad. Donde las mujeres tengamos la oportunidad
de mejor condición de vida. Como lo quiso María
Elena Moyano, muchas gracias.
Esther muchas gracias de nuestra
parte y de parte de toda la audiencia por la franqueza, por
el vigor, por el dolor que
ha compartid con nosotros. Solo quisiera decir que cuando se
nos señala que la Comisión de la Verdad debe
investigar y debe contribuir a que la sociedad peruana sea
distinta, que haya un nuevo pacto social, creo que eso no será posible
o sólo será posible si recuperamos esas historias
truncas, esas entregas, las conocidas y las silenciosas de
tanta gente, que durante tanto tiempo luchó y dio su
vida por este tipo de causa. Esther Flores, de nuevo muchísimas
gracias por tu testimonio a nombre de toda la comisión
y de todos.
Muchas gracias.
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