Cuarta Sesión,
22 de junio de 2002,
3 p.m. a 7 p.m.
CASO 24. Anastasio
Llauri Leandro yJessy Llauri Coca
La Comisión invita al señor Anastasio Llauri
Leandro y a la señora Jessy Llauri Coca, que se aproximen
para brindar su testimonio. De pie, por favor. Señor
Anatasio Llauri Leandro, señorita Jessy Llauri Coca,
van ustedes a brindar su testimonio ante la Comisión
de la Verdad y Reconciliación, también ante el
país. Prometen ustedes solemnemente hacer la declaración
con honestidad y buena fe y decir sólo la verdad de
los que ha pasado.
Sí.
Muchas gracias, pueden tomar asiento.
Señor Anastasio, señora Jessy, el que desaparezca
un ser querido, duele mucho. Lo hace vivir a uno, angustias
muy grandes. Y esto hay que transmitirlo para que otros crean
que esto pasó, que nos son cuentos. Nosotros necesitamos
de su testimonio, para hacer creer al país que este
drama que hemos sufrido todos los peruanos o que deberíamos
haber sufrido todos. Por eso estimamos su testimonio, estimamos
su valentía de venir acá, de estar con nosotros
y hacer que todo el país se entere de esto. Por eso
esperamos su testimonio, con mucho gusto.
Señores Comisión de la Verdad, voy a dar un
testimonio. Estoy muy agradecido a la Comisión que se
investiga esas cosas. Un día venticuatro de junio, amanecer
nueve de la mañana. Llegaron a la Plaza de Armas de
Huacho, quince personas con ropa comando. De hay con una camioneta
color mostaza, bien pegado a la casa, habían pegado.
Entonces, en eso ya, habían quedado bien pegaditos los
carros.
Entró yo, hablo con mi hijo. Yo para eso me había
comprado un video. Yo vivía solo. Primero con video,
entonces mi hijo ha llegado once y diez de la noche cuando
estoy mirando video. En eso ¿papá estás
con video?, si me he comprado un video, digo a mi hijo. Entonces,
mi hijo se sentó en la cama que estoy yo y de ahí,
yo me pasé a otra cama. Entonces yo he sacado, me he
quedado dormido, yo me he despertado diez pa la una.
Entonces,
mi hijo también se veía dormido y
yo lo he dicho ¿Pedro, Pedro?, papá me dice.
Ya apágalo hijo, ya. Entonces, mi hijo lo apaga ya el
televisor. Entonces, no sé, me he quedado dormido ya
pues. Entonces, dice han llegado allá este, entonces,
empezó a patear la puerta. En eso ya, entonces el vigilante
del Casino Huacho, aguaita por la ventanilla. Entonces lo ha
encañonado al vigilante. El vigilante ha abierto la
puerta. En eso el vigilante ha abierto la puerta. Entonces,
ha venido mi hijo y lo han agarrado de la nuca ¿Dónde
vivía Bustamante?, él dijo: yo soy nuevo. Yo
no sé.
Entonces, el capucho aviso que dice: no, nosotros
dijeron. Dice que dijo este, ¿entonces ahora qué hacemos?,
el capucho ha dicho que dice: no, no interesa, vamos segundo
piso. Entonces, al subir por segundo piso, la altura es más
de veinte metros de altura, tiene y por ese han aventado. Entonces,
yo lo he visto, cuando estaba ahí, cuando han dicho
documentos a mi hijo, ¿documentos? Le dijo. Entonces,
mi hijo dijo soy periodista, vivo con mi padre.
Entonces, yo
al ver eso yo me he sentado en la cama, he gritado, me tiraron
un culatazo. Entonces, mi hijo dijo: mi padre es
anciano, yo voy a salir, no le hagas nada, haga conmigo dijo.
En eso yo. Entonces, a mi al toque me han amarrado las manos,
los pies, la cabeza, la boca, todo. Entonces en eso, yo le
he visto a mi dijo que estaba sacando una mano atrás
y el otro estaba rompiendo la funda. Y a la casa han entrado,
seis personas. Cinco así con ropa de comando y un capuchado.
Señores, bueno que hay. Entonces, habrá demorado
este tres minutos en sacar la cosa. Entonces, de hay bueno
yo como me ha dejado bien amarrado a la cama. Entonces, yo
haciendo un esfuerzo como sea, con ese dolor, con esa desesperación
por mi hijo. Me he desatado la mano, este mano izquierda y
la derecha ya, así me he puesto mis zapatos, he ido
a mi nuera. Yo estaba bien amarrado acá, la mano derecha.
Ya no podía. He llegado a la casa de mi nuera. Entonces,
ella me ha cortado con un cuchillo el cordón que me
ha amarrado. Entonces, yo ahí me he ido el señor
Rolando Vaccari para que me acompañe. El este compañero
de trabajo. De hay me he ido al señor Rolando Vaccari,
de hay hemos ido a la Comisaría Salaverde. Entonces,
en la puerta estaba parado una policía, jefe le digo,
le han secuestrado a mi hijo. No, me dijo, no nos pertenece,
vaya a la PIP.
De hay yo, he salido ventiocho de julio, con
el señor
Orlando Vaccari, he tomado un taxi a la PIP. El me ha llevado
a la PIP, el carro se ha quedado en diez metros más
abajo. No, no, yo no entro dijo, de repente nos tiran un bombazo.
Entonces, yo he corrido. Entonces, me dice: ¡alto quién
vive!, me dice ahí este lo que estaba en servicio en
el torreón. Perú, ¿qué pasa me
dice?, hay un secuestro digo. Jefe, entre yo escuché me
dijo: no aviso, no han secuestrado. Entonces, un señor
que estaba de servicio, sale, me dice: a mirar hola, recién
usted se viste muy temprano, te vienes a las seise. Entonces,
onde uno ya ha podido recorrer de esa hora. Entonces, me acuerdo,
me fui a la comisaría Cruz Blanca.
Entonces, me dice ¿qué pasa?, hay un secuestro,
digo. A mi hijo se lo han secuestrado, pero dice al Bustamente.
Si anoche vino así una señora buscando a su hijo,
me dice. Pero nosotros no nos metemos con periodistas. Entonces
ya no había justicia, ya no había auxilio, pues
señora. Entonces, ya pensé, nos regresamos a
Huacho. Ya a la casa señor Rolando Vaccari, ahí me
he quedado sentado en una silla hasta las diez pa las seise.
Señor Rolando ya son las seis, vamos. Desesperado, pues,
pensando, segur está en la PIP, en la comisaría.
En eso ya de vuelta hemos ido a la PIP. Y me dice a mí:
sabes , el señor me dice: todavía no dan las
ocho, todavía no viene le jefe.
Entonces, ya son las
siete y media, veinte para las ocho, me acuerdo del señor Ángel Cuadros Pachas, fue
el secretario general de periodistas de Valle NP. Entonces,
ha ido al Ministerio de Agricultura, no estaba todavía
el señor Alfredo Carlos Pachas, estaba su secretaria.
Entonces, ellos tienen, ¿qué pasa?. Entonces,
hay me dice este, ¿qué pasó?, me dice.
Entonces, lo han secuestrado a mi hijo, le digo pues. Entonces,
lo has comunicado a Lima, al doctor Santillán, abogado
del periodismo, acá jirón Huancavelica.
Entonces,
me comunica la, su secretaria me dice, todavía
no llega. Entonces, ya ocho y media hemos buscado, sería
veinte para las nueve. Entonces, ya me he comunicado con el
doctor Santillán. Doctor, anoche lo han llevado a Pedro,
le digo. Pero si ayer yo he estado conversando con Pedro, no
había nada, ¿por qué?, me dice. En si
no se preocupe, estoy a la una o dos de la tarde. Entonces, él
cuando me ha dicho ya de esa manera. El señor Rolando
Vaccari, ya no se debe venir ya. Entonces, ya me he entrado
usted a la casa donde vivo, el señor se va a su casa.
Entonces, yo he entrado a la misma casa. Entonces, justo en
la misma puerta de su sala. Yo lo encuentro un morral. Y en
hall. Entonces, yo lo veo, había una granada tipo piña,
cincuenta castillos de bala, el cordón que me amarró,
ahí estaba la sobra que han dejado.
Entonces, yo digo,
entonces yo he corrido pues a el señor
Orlando Vaccari, Rolando. Ellos pensaban que mi hijo ha regresado
eso. A ver que pasa, regresaste, no le digo, hay una bomba
le digo. Entonces, me dice vamos a la Fiscalía, entregamos.
Entones, fuimos a la Fiscalía, este en el Fiscal Hinojosa,
una persona muy buena que colaboró bastante con nosotros.
Y eso, ya. Entonces el fiscal ha comunicado a la PIP. Vinieron
más de veinte policías. Entonces, ya este los
compañeros de trabajo estaban esperando en la Plaza
de Armas. Entonces, ya a ninguno dejó entrar. A mi soldado
adentro, me llevó al cuarto. Entonces, ya buscamos las
cosas. Uy toditito, revolcaron, voltearon, puso cassette, todo.
Entonces, ya. Entonces, han ido al fotógrafo Moderna,
han traído al fotógrafo, han tendido este la
cama, todos los castillos, la bomba, todo. Entonces, han tomado
una foto ahí el fotógrafo.
Entonces, hay ya mi
presiona a mi, si tu hijo ha sido terrorista. Tú debes saber ¿cómo fue?, ¿con
qué fue? En eso, yo no sé nada, mi hijo tenía
su trabajo. Ahora tampoco ha llegado. Pero ¿usted debe
saber? Yo no sé nada, yo no sé nada. Pero, ahora ¿usted
tiene que hablar? Entonces, en eso, el capitán dijo:
si no ya que venga pues ahora este, arriba haremos llamar.
Entonces, en eso, eran ya como las once, once y media. Entonces,
de hay han salido me han dejado y recién ha entrado
los compañeros de trabajo que estaban ahí trabajando
en el radio. Y entonces yo me doy cuenta las cosas que estaba
ahí en la mesa, no habían máquinas plañidera,
ahí tenía dos cámaras de fotógrafo.
Hay tenía sus cascas colgadas, todo lo que esta en la
mesa, toditito se habían llevado. Yo tenía mis
documentos para mi jubilación, toditito, no dejó nada.
Solamente lo ha dejado un engrapador.
Y yo, escuché, dijeron: deja la plancha. Y una plancha
nueva dejaron en la misma puerta. Pero ya, a ver ¿qué hago?
Entonces, justo en ese plan ha dejado. Entonces, estaba yo
solito ahí dado los periodistas se fueron a hacer su
noticiero, comunicar por radio. Entonces, hay llega doctor
Santillán. Dice ¿qué ha pasado? Entonces,
sabe pues, ya un día fuimos a la PIP, hemos ido a la
comisaría, otra dependencia, nada. Entonces, ya hemos
ido al base Tahuampa. Entonces, de hay hemos regresado y hemos
ido al base Andahuasi y de hay ya bueno, ya no había
nada.
Entonces, me dice, ya las siete de la noche. Entonces
doctor Santillán me dice: sabes Llauri, me voy. Entonces, mañana
estoy acá primeras horas. Entonces, yo ya me quedo solito
donde vivo, pensando de mi hijo. Yo dije: seguro mi hijo se
ha llevado a Lima, a Dircote o sino por acá lo tienen.
Preocupado, nada. Entonces, ya justo ya era como las diez y
media, once, le toco la puerta me dice: Llauri, yo pensaba
que estaba llegando mi hijo.
Entonces, ahí salí dentro, me dice: vaya reconocer,
su hijo está en el morgue, ahí el hospital. El
otro dijo: no ahí no hay Llauri. Entonces, yo he ido
con carro de la policía a reconocerlo a mi hijo. De
ahí ya reconociendo, entonces no había, estaba
ahí la gente botada. Bien maltratado habían llevado,
así desnudo, como estábamos durmiendo, toda la
familia Ventocilla. Entonces, de hay me ha hecho regresar la
policía a mi casa, me ha dejado. AL día siguiente ¿ahora
qué hago? Entonces, yo me he venido día siguiente
a Lima. Con el doctor me comunico, había dicho que si
a la chica que si bien había, yo me ido a las cuatro
de la mañana he venido a Lima. Entonces, nos comunicamos
con el doctor Santillán, conversamos. Me dice: Llauri,
acá también he tenido problema, no voy a viajar.
Entonces, me dice: sabes Llauri, regrésate temprano.
Entonces, yo de acá he salido dos de la tarde. Entonces
yo he llegado cinco de la tarde. Yo para llegar a Huacho, había
multitud de gente en la Plaza, llenecito ya para salir mitin.
El pueblo de Huacho, bastante ha salido por mi hijo.
Entonces,
para mí es bastante doloroso, mi único
hijo, a mi que estuve, me he quedado con dos nietas, tiernas
infancia quedó sin padre, sin madre. Hemos quedado la
columna de Llauri, era mi hijo. Mi único hijo pa mi
vejez eduqué trabajando en la compañía
Minera Raborg. La cosa no fue así, pero Dios encarga
todo. El día bueno llegó de ser posible. Entonces,
vuelta ya donde hay, conversamos ahí con sus colegas,
me dijo Llauri, ¿qué vamos a hacer?, ¿hay
que poner periódico? Entonces, yo tenía esas
esperanzas que mi hijo estaba seguro en Dircote o sino algún
dependencia. De hay entonces, con el doctor Santillán
hemos comunicado, hemos conversado. Me dijo: sabe Llauri, hay
que buscar un fiscal ad hoc. De hay bueno, he venido a Lima,
ya fines de junio me he venido ya a Lima. Hemos buscado fiscal
ad hoc.
Entonces, fuimos al doctor Venero y Blanca Colán, nos
aceptó, me dijo: sabe señor me dijo, si es por
mí, aunque sea mañana, pero yo también
tengo un superior. Olvídate me dijo si es militar, es
ya no me dijo. Si es policía deben tenerlo por ahí.
Si, ya bueno. Yo dije; pues doctora. No se preocupa de haber
vamos lo a dar. Y el mes de julio en ese preocupación
hacia acá, allá, así estaba yo. Entonces,
el siete de agosto, ya me hizo llamar la doctora Blanca Nélida
Colán para que me de un fiscal ad hoc, al doctor Francisco
Arnao. Entonces, ya hemos ya me dio, hemos andado toda la serranía,
toda las dependencias buscando por acá, por allá,
y cuánto dinero he gastado eso. Si ahí yo gasté.
Bueno, el dinero no me interesa, yo pensaba encontrarle a mi
hijo vivo.
Entonces, de ahí ya hemos terminado, ya por la serranía.
Empezaron a la costa, ya. Un día nos venimos con el
señor Ángel Cuadros Pachas, con fiscal ad hoc,
al Dircote. Entonces, hemos venido ya pensando encontrarlos
ahí. Entonces por eso el señor Ángel Pachas
dijo, ahora si ya, ya no lo veremos a Pedro, no esta. Entonces,
ahí salió un comandante, me dijo: yo como loco
gritaba Pedro, Pedro, diciendo. Ese hombre está loco
dijo, disculpa mi comandante dije. En condición mío
fuera así yo estaría contento. Ah es el papá del
periodista. Abrir las celdas, dijo. He buscado todas las celdas,
gritando como loco, este señores Comisión de
la Verdad.
Entonces, ya nos regresemos a Huacho. Otro día hemos
venido ya al SIN, no había nada. Siguiente día
hemos venido a Aramburú, nada. De ahí hemos buscado
todos los morgues de Lima, todos los sitios, nada. Entonces,
ya no había nada. Pero sí ya, de hay me dijeron
pero aonde. Yo ahora lo que pido es la Comisión de Verdad,
que me entregue los restos de mi hijo, pa darle una sepultura
cristiano....Pasar las esperanzas que hay en mi hijo. El dolor
que tengo es resentimiento, para llevarlo siquiera ramos de
flores, estar juntamente con mis nietas. No tengo adonde, apoyo
de nadies, me he quedado delicado de salud, me golpearon. Ahora
vende mis alfajores pa sostener mi vida en el pueblo de Huacho,
a mi vecina. Señores Comisión de la Verdad.
Yo
quiero que se investiga profundamente ¿quiénes
han sido?, ¿por qué han matado?, ¿quién
los llevaron?, ¿dónde lo dejaron muerto?, es
lo que necesito, que me haga esa justicia Comisión de
la Verdad y la Comisión de los Derechos Humanos. Y también
estoy muy agradecido por el señor Jorge Guerra, el señor
su, compañero de trabajo, eso para mi es bastante y
también de la Comisión de la Verdad, de acá de
Lima, me han apoyado y siguen apoyándome como ustedes
también Comisión de la Verdad, que se investiga
a fondo,¿dónde le han dejado sus restos de mi
hijo?, yo como padre necesito pa darle una sepultura cristiana.
Señores de la Comisión de la Verdad, la prensa
presente, público en general, ante todo buenas tardes.
Yo soy Jessica Llauri, soy la hija mayor de Pedro Llauri Bustamante.
Vengo esta tarde en representación de mis hermanas Jacqueline
y Rosita, también de mi madre Liliana Coca, esposa de
mi padre. Vengo a darles a conocer a ustedes, esa, ese trágico,
trágica vida que hemos tenido mis hermanas a raíz
de la desaparición de mi padre.
Mi padre fue una persona
que le gustaba mucho la, la radio, le gustaba. Siempre tuvo
desde pequeño sus dotes por
ser periodista. Tuvo sus programas radiales y se incursionó bastante
en eso. Se centró bastante en eso. Era una persona bien
humanitaria y bien solidaria con aquellos que le pedían
ayuda. Nunca le gustó la injusticia. Trabajaba bastante
con la gente campesina, con la gente del pueblo. En sus programas
radiales de noticias que él tenía en la ciudad
de Huacho. Hacía bastantes denuncias, bastantes tragedias
que a veces pasaban en algunos lugares de la ciudad.
Eso, ocasionó de ese momento la mala, la mala vida
después de haberse involucrado tanto con esa gente que
lo necesitaba. Mi padre, fue un padre bien responsable con
nosotras, un buen hijo, un buen esposo. Fue el eje principal
de mi casa. Yo, cuando él se desapareció tenía
doce años, mis demás hermanas tenían nueve
y mi hermanita menor tenía un año. Todo esto
afectó mucho la vida de nosotras. Les puedo decir que,
había mucha gente que lo estimaba y había mucha
gente que por hacer justicia le tenía cólera.
A él no le importaba nada, denunciaba y denunciaba
y a raíz de eso, le llevaron en el año de mil
novecientos ochentinueve, lo detuvieron justo en el momento
cuando él estaba haciendo su programa de noticias en
Radio Universal, a él lo detuvieron. Entran unos hombres
y lo sacan a mi papá. Fue porque lo querían hacer
ver como que en su programa él hacía cuestiones
de terrorismo. Estuvo preso cuarenticinco días. Yo tenía
doce años, y no le encontraron ninguna culpa, lo soltaron.
El nunca quiso que nosotros supiéramos nada de eso.
Pero era imposible de no darse cuenta a la edad que yo tenía.
Viví todo esos momentos, estuve presente cuando a mi
padre lo sacaron. Vi tantas cosas y lo bonito de eso fue que
no le encontraron culpa de nada, le quisieron acusar de terrorista
y como no encontraron pruebas estuvo libre después.
Al poco tiempo, lo desaparecen, el venticuatro de junio de
mil novecientos noventidós. Yo creo que a esas personas
no le quedaba otra mas que hacer lo que habían hecho
ya, desaparecerlo.
Después de su desaparición, nosotros hemos sufrido
mucho porque nos hemos quedado huérfanas de padre, sin
el eje principal de la casa. Yo lo que vengo ahorita a hacerles
presente a ustedes es que nos ayuden a poder encontrar a mi
papá. No importa si vivo o muerto porque ya sabemos
en realidad, ya nos han dicho quiénes han sido esas
personas y yo a esas personas que quizás ahorita se
que me están escuchando, les pido de corazón
que se apiaden de nosotras, porque ya es bastante el tiempo,
son diez años. Yo tenía doce años ahora
tengo ventidós, mi hermana tenía nueve ahora
tiene diecinueve y mi hermanita chiquita tiene once.
Es mucho
ya el sufrimiento que nos están haciendo pasar.
A medida de la desaparición de mi padre. Nosotros nos
quedamos abandonadas. La situación en que nos encontrábamos
era tan distinta cuando mi padre estaba presente, estábamos
estudiando yo y mi otra hermana y mi hermana todavía
estaba bebita. Psicológicamente nos afectó bastante
la desaparición de mi padre y cuando él estaba
nosotros estudiábamos en colegios particulares y éramos
becadas.
Perdimos la beca y nuestra vida cambió definitivamente.
Terminé mis estudios en colegios del estado. Yo iba
creciendo y necesitaba el calor de un padre, que me aconsejara
y me guiara. Mi madre fue buena madre, nos apoyó bastante.
Ella nunca trabajó y empezó a trabajar para poder
darnos lo poco que hasta ahora nos da. A medida de eso, tuvo
que viajar, dejarnos, abandonarnos también porque no
podíamos subsistir acá, ustedes deben entender
la situación. Nos quedamos.
Después de ese tiempo, yo terminé, empecé a
trabajar, tuve aspiraciones mayores y ya no las pude cumplir.
Simplemente trabajé, mi hermana también trabajó.
Mi hermana la que me sigue, vendía pan, yo trabajaba
vendiendo libros. Fue una vida bien dura. Nos exponíamos
a tantas cosas, a tantos riesgos que a veces cuando uno sale
a la calle, se corre, tantos peligros.
Ahora, que ya han pasado
diez años, lo único
que yo puedo sentir y pedir es que, que la vida no siga siendo
tan injusta con nosotras. Somos tres mujeres, y a veces la
mujer no es tan fuerte como para seguir adelante. Gracias a
Dios, hemos sido fuertes y seguimos siendo fuertes hasta el
momento. Tengo que decir también que a veces cuando
uno empieza, cuando uno empieza a tener mala suerte en la vida,
la mala suerte sigue a veces corriendo, porque cuando mi madre
se fue lejos de nosotras, nos quedamos en la patria potestad
de mis abuelos maternos.
Fue tan chocante quizás para ellos, ver como sufrían
sus nietas. Hace un año también falleció mi
abuelita, la que nos criaba después que mi madre se
fue. Entonces quizá esa palabra se ha querido pegar
tanto a nosotros la palabra orfandad. Ahora mi madre está conmigo,
está con nosotras. Estamos juntas.
Y yo me siento un
poco bien de que ella este a nuestro lado, no quisiera que
se vaya tampoco. Porque es triste ahora que
no está tampoco mi abuela. Mi único pedido hacia
ustedes señores de la Comisión de la Verdad,
como le reiteró mi abuelito es que a nosotros nos puedan
ayudar, nos puedan apoyar, buscando la verdad de lo que fue
el caso de mi padre.
Yo sé que el grupo Colina, lamentablemente lo alejó a
mi padre de nosotras, ya sabemos por qué. El caso ahorita
de mi padre está en la fiscalía especializada
y lo único que ruego a Dios, a nombre de mis hermanas,
de mi madre, de todo, de toda mi familia, es que por favor,
que ya, ya han logrado lo que querían pero ya que no
nos sigan haciendo daño a nosotras. Son diez años
y no quisiera que sean ni once, ni doce, ni trece. Por favor
si ya, que les cuesta decir ¿dónde está mi
padre?, ya esperanzas en estos momentos de que esté vivo,
casi no tenemos. Lo único que queremos es que nos digan ¿dónde
están sus restos de mi padre?, para darle cristiana
sepultura y poderlo aunque sea llevarle como dice mi abuelito
un ramo de rosas a su tumba y poder conversar de tantas cosas
que nunca pude conversar cuando éramos niñas.
Pedirle que, desde el lugar dónde esté que nos
cuide, que nos cuide mucho. Doy gracias a ustedes, a la Comisión
de la Verdad, a Aprodeh, que nos apoyaron bastante, a la Corte
Interamericana que hizo posible todo esto. Y espero que esas
personas sean juzgadas con el peso de la ley. Pero ni aún
así el juzgamiento que pueden tener ellos nos va a devolver
esos diez años que nos quitaron.
Muchas gracias, muchas
gracias don Anastasio, muchas gracias Jessica. Nos queremos
sentir solidarios con el dolor de ustedes,
que entendemos muy bien, un hijo que se pierde, que desaparece.
Un padre que deja de estar en su casa, un padre que podría
decirle tantas cosas bonitas y buenas a sus hijas. Pero a pesar
del dolor y la compasión que nos mueve humanamente hacia
ustedes, yo creo que tenemos que felicitarlos por ese cariño
al hijo perdido o al padre desaparecido, que los ha hecho seguir
buscando ¿no?, eso es cariño. Y ese cariño
trae dolor, pero eso es cariño. Muchas gracias por su
testimonio y por el ejemplo que nos dan a todos.
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