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Primera Sesión, 8 de agosto de 2002

Caso 1. testimonio Sras. Tania Nolazco Vega e Ida Nolazco Vega

Salomón Lerner:
Vamos a invitar se acerque a brindar su testimonio, a la señora Tania Nolazco Vega y a la señora Ida Nolazco Vega. Según relatan las testimoniantes, durante los años noventa, noventaicuatro, la familia Nolazco Vega fue víctima de ataques progresivos del Partido Comunista Peruano, Sendero Luminoso. Los padres de Tania Nolazco Vega, fueron asesinado, dos de sus hermanos, desaparecidos. Y uno de ellos ahorcado. Tania, tiene cuarentiocho esquirlas en el cuerpo y el brazo derecho afectado como consecuencia de los ataques.
Ruego, a la señora Tania Nolazco y a la señora Ida Nolazco, se coloquen de pie y a todos ustedes, también para proceder a la promesa respectiva.
Señora Ida Nolazco Vega, señora Tania Nolazco Vega, prometen solemnemente que el relato que ustedes van a expresar ante esta comisión y ante el país, lo harán en forma honesta y corresponderá en todo a la verdad de los hechos.
Sí.
Gracias, pueden tomar asiento.

Sofía Macher:
Bienvenidas Tania e Ida, tengan ustedes la confianza de darnos su relato y siéntanse cómodas y nosotros vamos a escucharlos con mucha atención. Por favor, pueden empezar.

Ida Nolazco Vega:
Buenos días, querido público, buenos días a los..., a las personas presentes, buenos días a las autoridades. El año mil novecientos ochenticinco, a la edad que tenía doce años y mi hermana tenía diez años. Empezaron el Sendero en la ciudad, en Alto Chiringal, que es cerca a Pucallpa.
Desde ese momento, en ese lugar un grupo de personas armados, vinieron a organizar ese lugar. Hasta el momento del año mil novecientos ochentiocho, a mi hermano Saturnino Nolazco Vega, de veintinueve años.
Los senderos estaban ahí, rodeado todas las personas, no nos dejaban salir a ningunos de ese lugar. Nos detenían ahí como secuestrados a todo el pueblo. Ahí, por cualquier cosa los asesinaban a las personas, cualquier error que cometieran, los asesinaba.
Hasta el año ochentiocho, a mi hermano un día se estaba yendo a la chacra, ayudar a mis padres a trabajar. No recuerdo la hora, ni la fecha. A mi hermano Saturnino que tenía veintinueve años lo agarraron y lo desaparecieron. Hasta el momento no sabemos nada, ni noticias de él.
El año mil novecientos noventa, también a mi hermano Marco Nolazco Vega, cuando yendo a mi chacra con sus cosas para trabajar, le agarraron un grupo de terroristas y se lo llevaron. Porque mis padres no quería apoyarles, porque mis padres no asistía a las reuniones y no podía colaborar con ellos porque tenía miedo. Porque ese lugar, en nuestro delante asesinaban a las personas como a cualquier objeto.
Agarraban los brazos, así los hacía. O sea, era una cosa horrible, una cosa que no nos dejaba en tranquilidad. Una cosa que era horrible para nosotros. Como era muy niña, hemos vivido en esa trauma hasta el momento.
Recordar todo esto es triste. Y es horrible. Casi a nadie conté todo esto, casi nadie sabe esto. Porque los guardamos dentro de nuestra persona. Hasta el año mil novecientos noventidos, a mi hermano, el más querido lo asesinaron en mi delante. Llamaron a una asamblea y solo porque era amigo de un marinero de la marina, de la ciudad de San Alejandro. A él le disparan a la cabeza, le vi su cadáver, su cerebro a un lado, su seso. Y desde ese momento a mí me obligaron, cuando yo tenía catorce años y ese momento me obligaron ser dirigente ahí. O sea, dirijaba de mujeres y me amenazaron si yo no aceptara ese cargo, ellos me iban también a asesinar a mí como lo asesinaron a mi hermano.
Entonces, yo me puse mano en el pecho y dije que no, no puedo hacer esto. Porque yo era demasiado niña para asumir un cargo, era demasiado niña para poder solucionar cualquier cosa porque no sabía nada.
Nos obligabamos de memoria para poder aprender todos los saludos de ellos. Nos obligaban a salir a las reuniones, a salir con la columnas. Y yo no podía. Hasta la fecha que lo asesinaron a mi hermano y yo salgo huyendo de ese lugar a Tingo María, porque no podía aguantar todo eso.
Recordaba todo lo que vivía en mi casa mi hermano, todos sus cosas le veía ahí y no podía estar tranquila. Día y noche llorábamos y llorábamos con la muerte de mis padres, de mis hermanos. En ese momento yo agarré y me vine por acá huyendo y era de más, tenía dieciseis añitos.
A mi hermano lo asesinan solo por ser amigo de una marinero. Porque cuando él tenía una pequeña herida en la pierna, mi hermano cuando estaba internado en el hospital de San Alejandro, él estaba ahí, postrado en la cama y ahí lo visitaron los marineros. Entonces, ahí se hicieron amigo con mi hermano. Y cuando un día vinieron de patrulla a Chiringal, ahí se encontraron con mi hermano. Y los terroristas le estaban viendo que mi hermano se hablaba con ellos, se saludaba con ellos. Entonces, ellos creían que mi hermano era un soplón. Que todo lo que sucedía en ese lugar, mi hermano avisaba todo a ellos.
Por esa causa le agarraba a las doce de la noche, lo llevan a mi hermano de la carretera a dos horas de camino, lo llaman a nosotros y en nuestro delante, en adelante de mi hermana, delante de mis padres, de mi hermana menor de doce años, lo asesinan, el doce de enero del noventidos.
Desde ese momento nosotros vivimos con una trauma, vivimos un momento horrible, que no podíamos estudiar, no podíamos hacer prácticamente casi nada porque sufrimos mucho por todos los hermanos desaparecidos y asesinados en nuestro delante.
Hasta el momento nosotros casi no comentamos nada con esto, con nadie porque era una cosa muy sagrado para mí, para mi familia. Hay muchas personas que se burlaban de todo esto. Y hay cuatro presos en la cárcel, las personas que hicieron esto a mi familia.
Nosotros pedimos una protección, porque ya nuestra vida corre peligro. Hasta el ocho de mayo del noventicuatro, mi hermana es la testigo principal que va a contarles todo el detalle, cómo le asesinan a mi padres. Habla tú Tania.
Tania Nolazco Vega: Yo soy Tania Nolazco Vega, hermana de Ida. Yo voy a hablar el caso cuando vivía en Alto Chiringal tenía mi casa, vivía con mis padres, madres y hermano. Un día cuando estuvo en mi casa, un día a las doce de la noche, el ocho de mayo de mil novecientos noventicuatro. Esa noche cuando estuvimos durmiendo en mi casa, este mi padre tenía la costumbre de salir afuera a orinar y sin embargo que, le agarraron a mi padre personas armados. Eran doce personas armados. Le agarraron a mi padre y luego a hubo bulla afuera, salió mi hermano y se darón cuenta que había bastante personas armadas. Entonces, mi hermano llamó, llamó a todos, a mi mamá, a mi hermana, a mí. Todos nos despertamos, salimos afuera y sin embargo encontramos a montones de personas armados, mi papá amarrado de la mano y nosotros salimos también de frente, afuera y nos amarraron de la mano.
Y luego nos dijeron que nos quieren hacer declarar. Nosotros no sabíamos ¿qué cosa?, nosotros decíamos que no sabemos nada. Yo estudiaba, y al menos sabía que por qué me querían hacer declarar. Y luego, mi hermano lo agarraron y le decían que lo van a llevar a él.
Entonces, mi hermano respecto a lo que hubo, él dijo ¿por qué me quieren hacer declarar? Entonces, él le decían -vamos a la reunión, ahí vas a declarar-. Y mi hermano, dice a golpeado a uno de ellos que le estaba agarrando y luego escapó.
Escapó al monte, corrió y le siguieron con balas, disparos, le querían matar. Y nosotros escuchábamos solamente que había gritado. Y yo, mi mamá, pensábamos que ya le habían muerto y mi mamá lloraba, decía que ya le han muerto a su hijo. Y de esa manera cuando él escapó, nos dijeron -vamos, vamos a la reunión-.
Entonces, nosotros entrábamos a mi cama, a dormir, yo pensaba que a mi mamá, a mi papá, les lleva ya a la reunión, pero nosotros porque éramos niñas, no nos vamos a ir, pero sin embargo nos dijeron -vamos todos.
Nos llevaron, nos sacaron de la casa y nos llevaron diciendo - vamos a la reunión-. Nos llevaron una hora de camino, al monte. Y nos hacían caminar como unos perros, arrastrando. Nosotros no podíamos ni caminar porque estábamos amarrados, nos hacían pasar quebradas, lejos y.. nos decían vamos a la reunión. Total que nos hicieron llegar en una, que había en silencio, donde no había nadies, era monte. Eran las doce de la noche que nos llevaron.
Llegamos al sitio donde, donde nos decían que era la reunión pero no había nadie, nos decían -tíranse al suelo-, ustedes acá van a declarar-. Pero sin embargo, quizás querían matarnos y no nos querían decir nada. Y mi papá les decía ¿por qué?, ¿qué quieren hacer con nosotros?, decían que solamente nos querían hacer declarar.
Nada más nos decían. Le decían a mi papá, a mi mamá, -tírate al suelo- y mi mamá se tiró al suelo. No decía nada, ella solamente lloraba, decía que vamos a morir todos ahí.
Nos tiramos al suelo los cuatro que estábamos ahí y después lo que hizo la persona, todos eran así tapados la cara, no se les podía reconocer quiénes eran. Y sin embargo, ellos armaron, tenían armas, escopetas, pistolas y solamente yo me di cuenta cuando mi mamá estaba echada en el suelo, que le han alumbrado la espalda y le han disparado en mi presencia. Le han disparado a mi mamá. Después, a mi papá también lo dispararon igual. Después. Ya querían matarme a mí. Yo era bien fuerte, que yo les decía ¿por qué me van a matar?
Y cuando ya ellos habían matado a mi mamá, a mi papá. Ellos se sacaron toda la venda de los ojos, de la cara que tenían. Y yo los reconocí que eran mis propios vecinos, la gente, gente dura que era del mismo caserío, personas asesinas que no tenían miedo de asesinar a las personas.
Y luego, les había dicho no, que aparte de eso que les había conocido. Les dije -ustedes son mis vecinos, ¿por qué me van a querer matar?, hemos vivido juntos, siempre has llegado a mi casa, ¿por qué me vas a matar?-. Solo decía -que no, no te voy a matar, quiero hacerte que tú declares-. Yo no sabía ni que voy a declarar yo.
Yo me ponía fuerte, no quería tirarme al suelo para que no me dispararan. Y tenía que.., quería escaparme, les empujaba, les mordía, por querer que ellos me soltaran. Pero de ahí, justo en mi fe en Dios y dije - si Dios quiere yo he de morir y si Dios no quiere, no-.
Yo me tiré al suelo y ahí donde que ellos me han disparado en mi. Me han disparado y luego, ellos se alegraron pero yo cuando ellos me han disparado. Yo solamente oí sonidos del disparo, pero yo seguía respirando normal, aunque botaba sangre ¿no?, pero seguía respirando normal. Yo decía que yo estaba viva, estaba alegre porque yo me quedaba viva porque yo seguía respirando normal. Oía lo que decían. Pero yo sentía solamente el dolor del brazo que estaba quebrado. Sentía el dolor muy fuerte, tenía que aguantarme para que ellos no se darán cuenta que yo estaba viva.
Y luego, después que ellos hicieron todo eso conmigo, empezaron con mi hermana la menor. Ella tenía doce años. Empezaron con ella y quizás no tenían balas, no sé qué quizás, pero ellos agarraron una soga y a mi hermana le han ahorcado. Aunque ella duro les rogaba, hasta de rodillas para que no les maten.
Pero, yo veía todo porque yo estaba viva. Yo les veía lo que ellos hacían. Le han agarrado a mi hermana, le han ahorcado. Apagaban su linterna para no, para que ella no ve quién le hace. No sé, no, apagaban su linterna. Como era de noche, le han ahorcado y sólo sentía yo que ella se movía, me golpeaba, así nada más.
Y después, ellos hablan, después que le mataron a mi hermana, ellos hablaron diciendo que así ella ha muerto y los desgraciados, los soplones. Así decían para nosotros. Y han muerto ellos. Después de acá vamos a ir a matar a más personas, pero este sucedido, nadie debe saber. Porque la persona que habla va a ser muerta, decían ellos. Que nadie va hablar, que nadie va a saber de esta matanza.
Y yo todo escuchaba, aplaudían. Y de ahí uno de ellos se voltearon y decían que si tal vez ella, Tania, no está muerta o no está bien muerta. Porque se ve, parece que se mueve. Entonces, ellos voltearon y le digo: sácale la soga si está bueno. Y si ella está vivo, ahorcanle, miranle bien la cara.
Entonces, uno ha volteado y se fue a mirarme en mi cara. Me levantó del pelo, para ver mi cara si yo estaba muerta. Yo solamente dejé de respirar, cerré mis ojos y me vieron han dicho -sí está muerta, está bien muerta-. Y yo normal, ¿no?, me han soltado, normal caí al suelo. Y así me han dejado.
Y de ahí ellos han hablado bastante cosa, han dicho que, han aplaudido, no sé si será de alegría o no sé ¿por qué?, pero así han hablado y después han salido de ahí. No han dicho que ni lo van a enterrar, nada.
Han salido de ahí, yo me quedé. Yo me he sentado, esas horas porque no aguantaba el dolor del brazo, que tenía, que estaba bañada de sangre, no sabía qué hacer a esas horas, en la oscuridad. Y luego yo le toca a mi hermana pensando que ella estaba viva. Yo decía, tal vez mi familia ha quedado viva. Yo le tocaba a mi mamá, a mi papá. Les llamaba, ninguno me contestaba porque estaban muertos, seguro.
Yo salí sola, sola me arrastraba más lejos para poder este, queriendo escaparme, salir ¿no? Yo decía, tal vez van a regresar y me matan. Yo luego salí, encontré un palo grande, ahí me he apoyado, ahí he amanecido hacia el siguiente día, esperando que amanezca para poder salir. Ahí he amanecido, todo bañado de sangre. Hasta las hormigas me comían porque estaba todito pura sangre en el monte.
Y luego, me he amanecido al siguiente día, yo seguía ahí en el monte con ese dolor. Tenía que soportar todo y de ahí empecé a caminar solita, a agarrarme en el palo, a pararme, no podía botaba sangre. En mis ojos, veía oscuro, no podía ver claro para poder caminar. Tenía que hacer lo posible, lo que sea arrastrándome, tenía que salir. De ahí encontré un camino por donde yo había entrado.
Encontré el camino, empecé a salir. Daba dos, tres pasos, ahí me sentaba, me desmayaba, ahí dormía. De ahí encontré una quebrada donde habíamos pasado. Una quebrada bien grande. Y como yo estaba débil, no podía pasar esa quebrada. Decía, ¿cómo voy a pasar esto?, el agua me va a llevar o el río me va a llevar. Pero, tenía que ponerme juerte y darme valor yo sola para poder ¿no? hacer justicia por mi familia.
De ahí empecé, empecé a pensar así, pero como Dios es grande. Yo empecé a cruzar la quebrada pero nada me pasó. Pasé tranquila, lo que el agua me daba, me tapaba todo el cuerpo, lo pasé eso, pasé el río, empecé a caminar, una hora de camino lejos, bajadas. Pasaba quebradas grandes, subidas.
Yo he caminado un día entero para poder salir de ahí, donde ellos me dejaron. Caminé así todito el día, caminaba, dos, tres pasos daba, ahí me sentaba, dormía. Me despertaba, otra vez caminaba, así.
De ahí llegué como a las seis de la tarde a mi casa. Yo tenía miedo que toda la gente del pueblo me vea, porque decía porque la gente estaba en mi contra o toda la gente me odia, me quiere matar. Yo no quería que nadie me veía, sólo quería que defenderme sola, sola salvarme, sola llegar hasta el hospital.
Salí y me paré en la carretera a mirar si viene personas. Como veía que no había nadies, pasé a mi casa y en mi casa no había nadie. Llegué ahí, todo mis cosas, animales y todo, todo, no tenía valor de sacar nada o de llevar nada, nada, nada. Todo estaba parada, sentada ahí. Yo no tenía ni quizás sangre, pero yo seguía ahí, no sentí, tenía valor de hacer todo. Decía ¿cómo voy a irme yo sola?, porque no hay acá una persona que me ayude.
Yo no sabía que mi hermano se había escapado, no sabía si estaba vivo o muerto. Buscar que él estaba vivo, dice, estaba en el monte porque él tenía miedo, él pensaba que, que a él le buscaban pa que le maten. El se escapaba más, sentía algún ruido, él escapaba más, él huía. Y así, yo decía ¿dónde estará él?, ¿estará vivo?, ¿muerto?, yo quería buscarle.
Tenía ese valor de querer saber ¿dónde estaba él? Pero como veía que era ya tarde empecé, me senté a la carretera a esperar carro ahí, así bañada de sangre, toda una desgracia. Esperar carro ahí sentada en la pista. Ahí me había dormido. Dormido en la pista. Y justo vino un carro ahí y ese carro me levantó y me llevó a San Alejandro.
En San Alejandro, llegué yo solita, nadie me decía -oye estás mal tú, te voy a llevar al hospital-, - o de ¿dónde vienes?-, nadie. Yo solita llegué. Me fui a un pastor donde, donde era conocido. Me conocía hace años porque era pastor en ese caserío. Me he ido donde él, le dije -señor estoy viniendo, quiero que me ayudes-. Y al señor ya le habían contado que me habían muerto a mí y a mi familia.
Y yo le había dicho a él, estoy viniendo. El señor se asustó, ni me quiso acercar. Me dijo, -si tú estás muerta ¿qué haces acá?, ¿eres tú?-. Temblaba el señor, al acercarme lloraba. Yo le decía ¿por qué me tienes miedo?, si yo soy. Yo soy una persona viva. Así fue, me agarró y me llevó al hospital.
Me llevó al hospital y yo tenía que contarle al señor mis problemas. Le contaba al señor mis problemas, decía, así me ha pasado ¡yo quiero que me ayudes!. Y entonces, el señor me dijo ¡tú tienes que decir a la Marina que..!, la Marina te va apoyar pero tienes que decirle a la Marina que te han matado o tu familia ha muerto. Tú tienes que decir otras cosas, tienes que engañar, aunque sea que sea por asalto, no sé, pero que no perjudica a nadies, a esas personas de ahí del caserío.
Entonces, yo no sabía qué decir ni que hablar. Yo me iba pisando, yo sentía que caminaba en el aire, me iba, llegaba al hospital y el señor se fue a llamar a la Marina y la Marina me apoyó en ese momento. La Marina me apoyó, han venido, me han preguntado, ¿qué es lo que yo he tenido?, ¿por qué estoy así?
Y entonces, yo no podía hablar. Les decía, yo no puedo hablar en este momento porque me siento cansada, me duele el brazo. Y ellos me decían que yo voy a morir. Pero yo no me sentía morir, seguía fuerte. Sólo veía las cosas bien oscuras, no podía reconocer a las personas. Entonces, ellos me apoyaron en ese momento. Me llevaron en una camilla con su juerza así. Yo amanecí en la posta de San Alejandro, más al siguiente día y cuando estaba ahí en una camilla, ahí con sueros, ampollas, todo.
Y empezó un lluvia muy fuerte. Entonces, yo me quedé en la cama dormida. Yo no escuchaba, quizás no les miraba, yo sentía que soñaba, nada más y yo me he despertado al siguiente día todavía cuando estaba bien durada de la cama, no podía ni moverme. No comía nada, sólo mis ojos movía. Estaba en una cama. Entonces, ellos me querían llevar, la Marina me quería llevar a Pucallpa en helicóptero y como no podían porque había llovido en la tarde, me han llevado en un carro. Y yo he gritado porque no podía moverme, no podían hacerme subir al carro. Yo he gritado porque no podía, tenía ese dolor en el brazo, no podía ni, no quería ni que me tocaban, nada.
Y así me llevaron a Pucallpa, la Marina. Me hicieron llegar con papel, en Pucallpa, diciendo que si ella haya sido este.., vivía sola en su casa, que estaba en declaración así hecha. Y no sé quién habrá dado esa declaración pero decían -cuando yo quería declarar la verdad- decían que, cuando yo podría hablar decía voy a declarar lo que yo he sucedido, lo que me ha pasado. Y decían que no porque la declaración esta hecho.
Y yo pensaba que el pastor, lo que le había conocido, que había dicho la verdad. Total que no era así. Entonces, ellos me apoyaron la Marina, la Marina me llevó al hospital de Pucallpa, ahí me dejaron ellos. Ahí no había quién me dé un vaso de agua, nadie. Yo sola ahí. No me atendían ni los doctores. Ahí solita, con ese dolor aguantándome. Hasta que un día llamé por teléfono a mi hermana, mi hermana supo, se fue a verme allá. Y así.
Y hasta que un día mi hermano, ha caído este, se fue y dice a pedir apoyo a la Marina, de miedo él había salido. Ha tomado un carro y se fue a San Alejandro a pedir apoyo a la Marina. Entonces, la Marina le han dicho, tú eres terruco, tú eres terruco porque lo declaraste ¿dónde está que tú vivías con tu hermana?, y por tú culpa de ti, lo dispararon a ella. Porque a ti te buscaban, le habían dicho a él. A él le ha dado, y le encierran y le dicen que tú eres un terruco, tú eres un delincuente. Y cuando yo estaba en el hospital se fueron a decirme, -está un terruco preso, es una persona que vivía contigo-. Yo no sabía que era mi hermano. Yo decía, no sabía mi hermano si estaba vivo o muerto. Yo decía, que familia es ese señor y me decían es su familia, Nolazco Vega. Total, que era mi hermano que estaba encerrado quince días. Y entonces, yo le dije -él es mi hermano, ¿por qué le van a encerrar?-, entonces tú diga, me decía, tú diga tu declaración, ¿cuál es?
Total que la declaración que habían hecho no era cierta. Yo tenía que dar mi declaración verdadero, recién para poder hacer justicia con todo eso.
Entonces, ellos tomaron la declaración que era, como era y ahí mi hermano recién salió. Recién supo mi hermano que yo estaba en el hospital bien grave, que mi madre, mi padre estaba muerta. Pa mi hermano claro fue un dolor muy terrible ¿no? Y así. Y así cuando doy mi declaración, todo, recién ellos empezaron a andar ahí, hacia ese sitio, Alto Chiringal. Poder hacer justicia ¿no?, las personas agarrarle porque yo les conocía. Las personas y yo tenía que denunciar, dar los nombres. Porque yo sabía los nombres de los vecinos, de las personas que han asesinado a mi padre.
Yo les he dado los nombres, decía sí, así el fulano. Y ellos se han ido a buscarles. Total que ellos, algunos les ha agarrado y algunos no, se ha escapado. Entonces, cuando le habían agarrado a ellos, yo decía ellos son asesinos, han matado a mi familia y ellos decían, no, que yo soy una mocosa loca. Que vive en la calle como una loca, que yo no sé ni lo que digo. No me creían.
La policía me decía, ¿hablas la verdad?, si hablo la verdad porque es así. Si ellos dicen que no, yo les voy a llevar. Yo tengo valor pa llevarles donde es el sitio. Yo sé, yo conozco, me acuerdo todo tal como es y yo les voy a llevar cuando salgo del hospital, donde está muerto mi madre, decía yo. Y así.
Le han agarrado a varios, siguen presos. Ellos decían que no, que no eran asesinos. Que yo soy mentirosa y de ahí hasta que salí.
Al mes salí, al mes y medio salí del hospital, de alta. Y ahí tenía que irme. Aunque yo no caminaba bien y tenía que irme al sitio. Con la policía, la marina, me fui donde mi madre estaba muerto. Era bien lejos para caminar pero yo tenía ese valor porque de que la justicia ¿no?, que me ayude ¿no?, ¿por qué me sucedió eso?
Yo los llevé al sitio donde estaba muerto mi papá, mi mamá. Y me había recordado dónde era todo. Les he llevado, les he dicho que ahí es el sitio y verdad ellos llegaron, encontraron así regado los huesos nada más, porque tampoco ha sido enterrados. Ahí les ha comido el animal y todo así.
Ahí hemos encontrado purito huesos. Ellos han sacado fotos, todo, recién ha creído que verdad ellos, eran asesinos ¿no? y recién han hecho justicia. Y ellos han ido a la cárcel, las personas. Y así pasó.
Y después de eso, mi hermano me dijo ¿no?, ¿por qué pasó esto? Mi hermano vivía, aunque yo no. Mi hermano vivía traumado de eso, decía que ¿por qué ha pasado?, que él va hacer justicia, que él va a matar a toda la gente de ese sitio. Que él sólo va hacerlo. Quizás decía con la pena. Y mi hermano ahorita se ha vuelto loco, no sé dónde estará. El es mi hermano que anda solo y yo desde el día que pasó, esos casos a mi hermano yo no lo puedo ver. No le encuentro, no sé dónde estará.
Y él anda, ¿dónde llega?, no sé si está como loco, la verdad. Y esas personas que se fueron a la cárcel, cuatro personas se han ido a la cárcel, los demás personas están sueltas. Quizás verán donde estoy yo, o lo verán pero esas personas dicen si algún día me encuentran, ellos pueden pagar sus cóleras conmigo porque les he hecho agarrar. Su familia de las personas que están en la cárcel piensan hacerme daño a mí. Porque yo soy la culpable de todo para que ellos estén en la cárcel. Ellos dicen así.
Pero la verdad, yo siento no ser culpable porque yo no sabía nada de todo esto. Aparte de eso, que de mi casa no recogí nada yo, ni una prenda. Todas mis cosas que había ahí, todo, cuando yo vine al mes y medio a ver el cadáver de mi mamá. No encontré nada, nada de mi casa. Nada, ni una ropa, nada, nada. Todo se agarraron y decían que le habían quemado, pero era mentira. No encontré nada, perdí la casa, todo el terreno. No podía ni vender nada porque todos los papeles del terreno se habían agarrado.
Tenía animales, montón de cosas ahí. Pero nada. Por eso a esta hora yo mocosa, salí adelante, vivo sola, tengo dos niños. El padre de mis hijos, ahí me abandonó por eso es que yo soy sola, no tengo quién me defienda. Y así vivo sola, trabajo por mis niños.
Vivía en una casa sola y sin embargo hay vecinos que me tenían envidia y hasta lo quemaron mi casa. Ahora no tengo donde estar. Vivo la verdad, desamparada.
Pero la verdad yo quisiera que todos ustedes, quisiera estar protegida de toda estas cosas porque la verdad no puedo vivir así. Tengo que, que ser protegida por todo. Y ese es todo el testimonio que puedo decir ante ustedes. Ojalá que.. espero la voluntad de ustedes. Gracias.

Sofía Macher:
Muchísimas gracias por el testimonio, sabemos lo difícil que es recordar momentos tan duros que todavía siguen presentes y todavía no se han resuelto. Le agradecemos mucho, porque seguramente muchos otras personas se van a identificar con lo que les ha pasado a ustedes, les ha pasado a muchas otras personas. Estamos recogiendo su testimonio y seguramente vamos seguir conversando más adelante con ustedes. Muchísimas gracias por haber dado este testimonio a todos nosotros. Gracias.

Ida Nolazco:
Quería agregar una cosita, este mira, hay cuatro personas en la cárcel y sus familiares de esa persona aún nos persigue a nosotros y nosotros lo que pediríamos es a la Comisión de la Verdad y a la autoridad que una seguridad, porque hace poco, no es ni quince días me fui a Pucallpa, el veinte de julio. Visité a uno de los presos, a uno de los asesinos, tuve ese valor de ir a verlo en la cárcel. No puedo decir el nombre y ese señor me dijo -yo quiero salir de acá, quiero que me ayudes porque yo no tengo la culpa-, eso dice él, pero sus actos hicieron.
Esa persona aún tiene un remordimiento por lo que está siete años en la cárcel, sufriendo. Esa persona yo sé que tarde o temprano va a salir de allá. Porque él sólo está condenado para quince años. Los restos están condenados para veinticinco años. Yo sé que tarde o temprano van a salir de allá, me imagino que nos van a buscar. Nosotros solo.., quiero pedir una protección, que somos dos hermanas que quedamos de toda la familia. Eramos menores de edad en aquella vez y por eso no teníamos casi apoyo de nadie. En el caso de su brazo de mi hermana, hasta el momento tiene los cuarentiocho perdigones en su cuerpo, no tiene el hombro. Ella perdió, hasta el momento casi ella no está operada. En aquella vez nos querían apoyar en la operación de ella pero era muy costos y nos pedían una persona de garantía, una persona mayor de edad que garantice por nosotros dos que éramos menores de edad.
La Cruz Roja me pedía eso y según eso iba a ser evaluado y enviado a Lima pa que le operan. Pero como éramos menores de edad no hemos podido. Hasta el momento mi hermana se encuentra sin operación, hasta el momento lo lleva todo en su cuerpo, los cuarentiocho perdigones y yo, es una trauma para ella. Aún no es normal. Yo les pido eso, que por favor me apoyaran en una operación o algo necesario que sería para que a lo menos normalizado todo esto. Y que por favor apoyarnos en algo, en algún negocio o en algo porque hasta el momento no hemos podido ni estudiar, con ese trauma que hemos vivido.
Aún yo no soy casi, no tengo nada de heridas, estoy físicamente bien, pero psicológicamente me he traumado. Todas las noches no puedo dormir, siento que tan bien vienen a mi, a atacarme, a sacarme, a dispararme. Eso siento.
Hay muchas personas que me ven normal, pero no se ubica así normal, en esta parte.

Sofía Macher:
Vamos a conversar con ustedes ahora.

Ida Nolazco:
Quisiera pedir una indemnización o unos estudios superiores para nosotras que podemos salir adelante y podríamos trabajar así, poder superarnos, ser otro tipo de persona, dejar todo esto y tranquilizarnos y vivir una vida normal como todos ustedes, son normales. Gracias.

Sofía Macher:
Vamos a conversar, después afuera sobre estos últimas cosas que han conversado y ya esto no es necesario conversarlo aquí en la audiencia pública. Muchísimas gracias, pero a la salida seguimos conversando.

Ida Nolazco:
Gracias.


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