Primera Sesión,
8 de agosto de 2002
Caso 4. Testimonio
de la señora Irene Panduro Ampuero
y señora
Ana María Dámaso Panduro
Salomón Lerner:
La Comisión invita a la señora
Irene Panduro Ampuero y a la señora Ana María
Dámaso Panduro, se aproximen para brindar su testimonio,
lo que nos será relatado según la versión
de los testimoniantes, nos refiere a cómo la víctima
a la cual se referirán fue detenida por una patrulla
del ejército, conducida a la base contra subversiva
de Aguaytía. El Jefe del Comando Político Militar
de esa base declaró como muerta a la víctima
en el registro de defunciones de la municipalidad, lo que se
sabe y la víctima dejó a siete hijos en la orfandad.
Les ruego ponerse de pie para la promesa de estilo.
Señora Irene Panduro Ampuero, señora Ana María
Dámaso Panduro, van a brindar ustedes su testimonio
ante la Comisión de la Verdad y también ante
el país. Prometen solemnemente hacer su declaración
con honestidad y buena fe y decirnos sólo la verdad
sobre los hechos que van a relatar.
Sí.
Bien, muchas gracias, pueden tomar asiento.
Humberto Lay:
Señora Irene Panduro y Ana María
Dámaso, la Comisión de la Verdad y Reconciliación
les da su más cordial bienvenida. Nosotros estamos seguros
que ustedes vienen con el deseo de compartir no sólo
con la comisión sino la comunidad nacional toda su experiencia
sobre los trágicos hechos de violencia que se produjeron
por estos lugares. Con la confianza del caso y la seguridad
de ser escuchadas, pueden iniciar su relato.
Ana María Dámaso Panduro:
Gracias a la Comisión
de la Verdad, al público en general. Tengan ustedes
muy buenos días. Yo me llamo Ana María Dámaso
Panduro, soy la última de las hijas. Mi padre me dejó a
los catorce años de edad. Mi padre se llamó Leonidas
Dámaso Ibarra.
Un ventisiete de marzo de mil novecientos
noventa, a las dos de la mañana llegó una patrulla del ejército
peruano con cien efectivos a mi domicilio. Ingresaron tirando
la puerta a patadas de mi casa. De inmediato le sacaron a mi
padre, Leonidas Dámaso Ibarra. Y rodearon toda la casa,
gritaban diciendo ¿dónde estaba la plata?, ¿dónde
están las armas?, ¿dónde está la
droga? Nos preguntaban a nosotros ingresando a nuestro domicilio.
A mi padre le sacaron afuera de mi casa y rodeado de mi casa
estuvo todos ellos, afuera y dentro de mi casa. Luego rebuscaron,
toda la casa rebuscaron, no encontraron nada. Nosotros no podíamos
decir nada, nos quedábamos mirando. Todos sus rostros
de ellos estaban encapuchados, no se les podía ver el
rostro.
En esos momentos, le llevaron a mi padre y nosotros
con mi madre. Ese mismo día nos fuimos a la base de Aguaytía
a preguntar este sobre mi padre, llevando el desayuno. Donde
que nos negaron, nos dijeron que ellos no, no hicieron ninguna
batida esa noche. Que acá no hay ningún preso.
Durante una semana exigimos nosotros llevando el desayuno,
ellos nos negaron, nos dijeron no hay, no hay ningún
preso.
Después de esa semana, recién nos dijeron que
nosotros no teníamos por que llevar alimentos a mi padre.
Porque mi padre tenía suficientes alimentos que ellos
les daban ahí. Cuando mi padre estuvo detenido quince
días sale un comunicado por la televisión en
Aguaytía. El capitán del ejército comunicaba
diciendo, -se comunica a todos los familiares de los presos
que están detenidos que fueran a la base de Pucallpa
mañana para que saquen a sus presos porque no podían
estar ahí en la ciudad de Aguaytía, porque hubo
un enfrentamiento con los terroristas y para mayor seguridad
ellos les trasladaron a la base de Pucallpa-.
Ellos nos comunicaron
por la televisión, diciendo que
nos fuéramos a Pucallpa a recoger a nuestros presos
y que en un enfrentamiento que hubo con ellos, habían
este muerto algunos presos. Y que no sabían quiénes
eran.
Nosotros con mi madre, nos alistamos al segundo día
para viajar a Pucallpa. Cuando nos estamos yendo una señora
nos dijeron, ¿cómo van a viajar si ustedes no
saben verdaderamente si sus familiar esta muerto o está vivo?,
pregunten al capitán. Y nosotros nos fuimos con mi madre
a preguntar al capitán. El capitán nos dijo que
no sabe quiénes son los muertos. Y que si nosotros quisiéramos
saber si nuestro familiar está muerto, que fuéramos
a la municipalidad.
Nosotros nos fuimos a la municipalidad,
mi madre preguntó a
la secretaria si había una partida de defunción
asentada ahí y la secretaria le dio a mi madre la partida
de defunción, dónde que firmó el capitán
del ejército. Nos entregaron la partida de defunción,
nos fuimos nosotros sin saber ni qué hacer. Mi madre
anda como un loca. La gente nos decía, que te devuelva
el cadáver y nosotros nos fuimos al capitán a
decirle, -señor capitán le dijo mi madre, devuélveme
el cadáver de mi esposo para velarle y darle cristiana
sepultura.
El capitán le dijo a mi madre, que no le podía
dar el cadáver porque cuando hubo un enfrentamiento
con los terroristas ellos mandaron una bomba donde que ellos
estaban detenidos. Y que los hizo desaparecer y que por eso
ellos no nos pudieron dar ni un pedazo de su cuerpo, porque
la bomba que mandaron donde que estaban los presos, los desapareció a
todos. Eso nos contestó el capitán del ejército,
amargo.
Y nosotros no pudimos hacer nada, sólo llorábamos
y llorábamos. La gente nos decía, denuncien por
todo lo que les hicieron. Nosotros no pudimos hacer nada, no
pudimos denunciar en esos momentos porque teníamos miedo
y tampoco no teníamos dinero ni siquiera para viajar.
No sabíamos que eran los Derechos Humanos.
Y nosotros
nos quedamos huerfanos, sin estudios. Nosotros queríamos ser profesionales, nos quedamos ahí.
Yo digo señores, ¿por qué tenían
que hacer esto con mi padre?
A nosotros no nos entregaron ni
un pedazo de su cuerpo para velarlo. Es más triste para nosotros que mi padre esta
desaparecido. Yo digo si mi padre estuviera muerto, si yo le
hubiera velado, le hubiera enterrado cualquier momento, le
hubiera apuesto una vela. Pero si está desaparecido,
no sé si está muerto o está vivo. No sabemos
qué pensar.
En la base de Aguaytía, el ejército hizo muchos
abusos en Aguaytía, sacaba a los hombres de sus casas,
entraban a las casas, sacaban a todos los hombres que estaban.
A las mujeres las dejaban violando. Hicieron tanto abuso y
nadie podía decir nada porque tenían miedo.
En
el momento de la desaparición de mi padre, no pudimos
denunciar porque sentíamos mucho miedo. Yo sé que
el dieciseis de abril del dos mil uno, mi madre se presentó a
la Oficina de Derechos Humanos para realizar la denuncia y
el diecisiete de abril presentó la denuncia ante la
Fiscalía de padre. Mi madre asumió toda la crianza
de sus siete hijos que se quedaron huérfanos.
Todavía sentimos el dolor y el miedo. Nosotros para
venir acá a dar nuestros testimonios, tuvimos tanto
miedo y hasta ahora estamos con miedo que nos pueda pasar algo
a nosotros y nuestros familiares.
Señores de la Comisión
de la Verdad, quiero que se haga justicia por mi padre, que
se sancione a los responsables
y mi familia reciba un apoyo integral, para que nunca se vuelva
a repetir estos hechos en esta naturaleza. Eso es todo, gracias.
Humberto Lay:
Doña Ana, compartimos plenamente su dolor
y usted como hija tiene todo el derecho de exigir justicia
por la forma cruel como se comportaron con su señor
padre. Nosotros nos sentimos profundamente , este identificados
con su dolor y como se trata de un compromiso de encontrar
a los responsables de estos hechos creo la ocasión es
oportuna para recomendarles a ustedes y también a los
familiares de las otras víctimas de que estén
en permanente contacto con la comisión.
Creo un esfuerzo
de todos nosotros, ojalá nos permita
llegar al conocimiento real de esa tragedia. Una vez más
le agradecemos por el coraje que ha tenido en venir a compartir
su dolor con nosotros. En cuanto a su seguridad hemos tomado
nota que esa es una preocupación muy justa de su parte,
la comisión verá la manera de velar por esa seguridad,
de modo que el ejercicio de un derecho de contarnos a nosotros
su tragedia, no ponga absolutamente en juego su seguridad personal
y de su familia. Muchas gracias por haber venido.
Salomón Lerner:
Bien, señores llegados a este
punto vamos a hacer una breve interrupción de diez minutos,
al cabo de los cuales reiniciaremos esta audiencia públicas.
Gracias.
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