Primera Sesión,
8 de agosto de 2002
Caso 3. Testimonio
del Sr. Humberto Aguanari Nacahuachi y del sr. Luis Tuesta
La Torre.
Salomón Lerner:
La Comisión invita al señor
Humberto Aguanari Nacahuachi y al señor Luis Tuesta
La Torre que se aproximen para brindar su testimonio. Aguanarí,
señor Humberto Aguanarí y al señor Luis
Tuesta. Ellos en verdad van a explicarnos cómo según
su experiencia el nueve de febrero de mil novecientos ochentinueve,
la Federación de Campesinos de Ucayali al realizar una
movilización fueron interceptados por miembros de la
policía que trataron de desactivar la manifestación.
La policía según cuentan disparó contra
los campesinos, muriendo nueve entre ellos. Se les ruega ponerse
de pie para la promesa de estilo.
Señora Humberto Aguanari, señor Luis Tuesta
La Torre, ustedes van a brindar su testimonio ante la Comisión
de la Verdad y también lo van a hacer frente al país.
Prometen hacer su declaración con honestidad y buena
fe y solemnemente decir la verdad sobre los hechos que nos
van a relatar.
Sí, juro.
Muchas gracias, pueden tomar asiento.
José Antunez:
Señor Humberto Aguanarí,
señor Luis Tuesta, quiero darle la bienvenida a este
local y ante la Comisión de la Verdad y les agradezco
de antemano el testimonio que ustedes nos van a dar que seguramente
será muy valioso para todos nosotros. Siéntanse
cómodos, tranquilos y con sinceridad manifiesten lo
que tienen que decirnos. Luis
Tuesta:
Señores de la
Comisión de la Verdad,
señores autoridades, señores periodistas y
público
aquí presente. El venticinco de enero, en la región
de Ucayali, se planteó una huelga por las reinvindicaciones
y pago de nuestros productos que adeudaba Enci y Ecasa a
los campesinos.
El día ocho de febrero del año
mil novecientos ochentiocho, nos hemos congregado con los
representantes del
Ministerio de Agricultura, los representantes de Enci, Ecasa
que el Banco Agrario tenía, el representante del Banco
Agrario y el señor de la autoridad política,
el señor Alfredo Noriega, su jefe.
Donde se ha discutido
los problemas del campesinado y el pago de nuestros productos,
que adeudaba Enci a Ecasa, seis meses
de retraso. Esta huelga ha sido contundente porque nosotros
ya pagábamos al Banco Agrario morosidad y el interés
subía.
Ese día se ha conseguido todos los puntos y el pago
de nuestros productos. Al terminar la discusión del
pliego de reclamos, el presidente de aquel entonces, de la
Federación de Campesinos, Roldán Alegría,
presentó un permiso al Prefecto Noriega, lo cual no
le ha negado pero si le ha dicho que el día de mañana
a primera hora de la mañana, a las ocho de la mañana
tenía que firmarle el documento en su oficina.
Es cuando
los periodistas, tanto radial como televisivo publicaron que
la huelga se terminaba el día de mañana y
que el campesino tenía que concentrarse en la Plaza
de Armas para festejar el triunfo. Más o menos a las
ocho de la mañana o nueve de la mañana estabamos
en una concentración en los obeliscos de la Saénz
Peña con Tarapacá, donde había tres mil
a cuatro mil campesinos emplazados con sus músicas típicas
como son, con los bombos, redoblantes y quenas. Ya era una
fiesta, porque habíamos conseguido lo que queríamos.
Un mayor de la policía nos dio diez minutos para entregarle
el permiso firmado. Este señor Noriega, Prefecto de
aquel entonces, no firmaba el documento, más bien se
comunicó con este señor Villanueva, que es el
causante de la matanza, por teléfono lo cual le dijo
que la policía tome cartas en el asunto.
Tenemos evidencia,
tenemos documentos. Noriega no firmó el
documento y la policía cumpliendo los diez minutos arranchó la
banderola de la Federación. Es ahí donde se produce
la masacre y la primera enfrentación.
Tenemos documentos
donde las autoridades como el obispo de aquel entonces, de
Pucallpa declara que la huelga ha sido pacíficamente
y que los campesinos se defendían con piedras y palos
contra las armas de fuego de la policía.
En ese lugar
caen las primeras víctimas. Como ya no
se podía contener a la masa campesina, se congrega en
la Plaza de Armas, donde han sido repelados por la Dois, que
estaban si camisa, desnudos con el rostro embetunado y ahí hubo
una carnicería.
Con la misma sangre del campesino, se
pintaban los rostros. Ahí mueren los demás campesinos y el compañero
Luis Palomino, envuelto en la bandera. Hasta la tarde, hubo
ocho muertos identificados y un centenar de muertos que no
se ha registrado y que lo han desaparecido. Hay más
o menos como treinta, tengo también documentos, treinta
heridos que han quedado mutilados como aquel señor.
Posteriormente, nos congregamos a nuestro salón, a
la Federación más o menos doscientos a cuatrocientos
campesinos que ya teníamos que decirle que se vayan
a su sitio. Pero la policía ya estaba dentro del local
disfrazado de civil con sus ametralletas.
Cuando yo, ya hubo
esa cantidad de gente entre hombres, campesinos, mujeres y
niños, entraron y comenzaron a gritar con
palabras soeces que no se puede manifestar y nos gritaron ¡al
suelo o les mato!. La ráfaga de ametralladora, sonaba
y el ambiente más o menos era como este. En el suelo
estábamos unos encima de otros y las ametralladoras
sonaban dentro del local. Hasta ahora existen las paredes y
las calaminas perforadas de las balas de guerra que nos han
disparado.
Ahí nos capturan a todos y al que habla y hemos sido
conducidos a la PIP en cuatro camiones. Yo voy a ser un poco
corto, porque es un poco largo. Y ahí iban escogiendo,
en la PIP, de qué lugar eran. Si eran agricultores del
Aguaytía, decían que eran terroristas. Entonces,
esos quedaban. Si decían que eran del río Ucayali,
les daban, les soltaban.
Anteriormente no hubo subversión, era un pueblo pacífico.
Y aquel día se convirtió en una zona roja. Enfrentamientos
de policías con no sé con que cuerpo, levantados
en armas. Las acusaciones que nos han dado, nunca se ha comprobado
porque eran falsos.
Esa tarde, nos fuimos... al día siguiente el señor
Villanueva del Campo, que posiblemente me esté escuchando
llegó a Pucallpa con otro ministro, si no mal no me
recuerdo es Soria. El manifiesta en un periódico que
se ha entrevistado con los dirigentes, es falso. Solamente
se ha entrevistado con la policía, con algunos autoridades
y ha manifestado que sí ha encontrado armas, lo cual
es falso. Ni siquiera volantes subversivos hemos tenido. Y
el monseñor lo ha confirmado en un documento que tengo.
Como a las diez de la noche llegó una comisión
de Lima, senadores Luna Vares, el senador Luna Vares, el diputado
Letts Colmenares, Derechos Humanos, Zea y una cantidad de periodistas.
Comenzaron a hacer los trámites y a defender a los
campesinos.
Ese día nueve de febrero toda la noche era una balacera,
todo era bala, toda la ciudad de Pucallpa. La policía
estaba tanto en la entrada de la carretera como los puertos
reprimiendo al campesinado que venía a festejar el triunfo.
Entonces, se calcula que eran, se habían movilizado
de doce mil a quince mil campesinos. ¿Cuál fue el interés de la movilización
del campesinado?, era el pago de su producto entregado seis
meses atrás a Enci y Ecasa y nosotros teníamos
que pagar ya morosidad por no haber cumplido a la fecha indicada. ¿Porqué no pagaban?, porque la plata venía
la banco y ahí pagaba un interés y estos señores
del gobierno se repartían la torta. En seis meses había
una cantidad de plata. Esto, el señor Alan García
sabe, sino no quiso escuchar, ojalá que me esté escuchando.
Ese día el señor Alan García mandó una
dotación de policías que estuvieron en el cuartel
militar del ejército, kilómetro once y eso no
me va a negar. Después de esta masacre el pueblo de
Pucallpa, las autoridades, las organizaciones vivas populares,
las organizaciones políticas plantean un paro de cuarentiocho
horas que ha sido un éxito. Tenemos documentos.
Cuando
termina las gestiones de los parlamentarios y se regresan a
Lima, comenzó más la masacre. Todo aquel que
caía como sospechoso, era subversivo. Le torturaban
en las comisarías, en los calabozos y en la noche iban
a la carretera, justamente donde yo vivo para amedrentarme,
para asustarme y ahí la fusilaban. ¿Porqué la fusilaban?, para que no queje en
Derechos Humanos, porque estaba como un mostro de la torturación.
Ahí la fusilaban y le echaban un galón de gasolina
en la cara, en la cabeza para que no sea reconocido. Tengo
prueba de esto porque donde yo vivo, a cien metros en la misma
pista esta enterrado, no enterrado, tapado con un poco de material,
que el Concejo del Distrito de Campoverde lo mandó porque
ya no se podía aguantar la putrefacción, Ahí esta.
Siempre he pedido que lo den cristiana sepultura, pero no se
ha conseguido. Puede no sé, si la comisión
o Derechos Humanos, pueden ir a sacarle, ahí está la
prueba.
Alan García que me está escuchando que venga
pa que certifique. Todas las mañanas o las madrugadas
amanecía hasta dieciseis, trece, dos, cuatro muertos
durante la carretera, ahí botados. Que la policía
les ha fusilado. Entonces, hay más de un centenar de
desaparecidos que nunca se ha registrado y los familiares tampoco
han reclamado por miedo. Por miedo a la represión.
Tengo
documentos acá, se han acogido a una ley, una
ley amnistía, tiene el número, ahí está la
relación de ochentitantos entre oficiales, comandantes,
mayores, capitanes y subalternos. Estos señores andan
libres.
Posteriormente, estos policías y esta autoridad prefecto
de, que el pueblo de Pucallpa en el paro de cuarentiocho horas
le ha expulsado y no lo quiere ver. No sé si vivirá todavía.
Porque Villanueva del Campo, está por morir, está ya
recibiendo el castigo. Yo le deseo a Villanueva que tenga cinco
años nomás de sufrimientos con esa enfermedad.
Esta en un clínica y ahí que pague su maldad.
Noriega, no sé dónde se ha ido a meter. Está en
Lima, pero está en la clandestinidad.
Señores de la comisión, este acto de terror
de salvajismo nunca visto en la historia ha sido repudiado
por el pueblo de Ucayali, por el Perú entero y por el
mundo entero. Tengo documentos de Alemania, de Suecia, de todos
los departamentos de, de todas las ciudades de Europa y también
de Latinoamérica, donde pedían a este señor
Alan García que ahora quiere ser presidente, que se
castigue a los responsables y se indemnice a los deudos.
Nunca
lo ha hecho, ni siquiera ha venido a comprobar por eso estoy
invitándole que venga para ir a ver ese hombre
que está muerto ahí. Señores de la comisión,
este acto no quisiera que se quedara impune. Que se castigue
a los responsables y que se indemnice a los deudos. También
quiero hacer un llamado al señor Presidente Toledo,
que cumpla su promesa con los campesinos y que cumpla el acta
que ha firmado cuando era candidato, porque el campesino de
la selva está olvidado. Gracias.
José Antunez:
Muchísimas gracias.
Humberto Aguanarí:
Señor de la comisión,
señores autoridades y público presente. Yo nada
más voy a hacer una cuestión de aprecio. Triste
es mas ir más adelante. Señores pido nada más
a los madres, a las viudas que han quedado con sentimientos,
con ese dolor que ellos tienen, dicen. Así como yo me
encuentro inválido, sin poder trabajar.
Yo cómo he cuidado a mi hijos. Gracias a Dios, mi señora
no me ha dejado, está conmigo. Si era como otra señora
que me abandonaba, todavía y si me acompaña.
Por eso señores de la comisión, quiero que nos
deminicen a los viudas, a los inválidos, a los hijos,
madres de los hijos muertos, que su madre siente por ese hijo.
Yo pido carecidamente esos señores de la comisión,
señores autoridades, Presidente que me está oyendo.
Eso que yo es lo que estoy pidiendo.
En esta hora que yo estoy
inválido, ya tengo la edad,
ya tengo los sesenticinco años. Más atrás
yo no voy a poder trabajar. Entonces, quiero señores
de la comisión, quiero que nos deminicen. Ya no puedo
ampliarles más porque el señor ya más
ha dicho, la bañada de sangre jamás se rendirá.
Es muy triste acordar más allá porque el señor
ya, eso nada más señor. Gracias.
José Antunez:
A ustedes las gracias, muchas gracias
de veras por este testimonio valiente que ustedes han dado.
Uno de los objetivos principales que tenemos en la comisión,
precisamente no es el de indemnizar porque nosotros no lo tenemos
pero sí vamos a dejar escrito para que se indemnice,
para que se investiguen los casos, todos los casos incluso
para que se haga justicia, porque nosotros no podemos hacerlo.
Les agradecemos muchísimo el testimonio que ustedes
nos acaban de dar.
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