Primera Sesión,
8 de agosto de 2002
Caso 5. Testimonio
del señor Abraham Sandoval Pezo
Salomón Lerner:
Desearía reiterar muy especialmente
algo expresado al inicio de esta sesión, se trata de
un acto solemne, formal, signado por el respeto y la solidaridad.
Cualquier conversación, cualquier ruido que disturbe
la declaración de los testimoniantes, en verdad resulta
contraproducente y no se condice con aquello que persigue esta
audiencia pública. De allí mi pedido renovado
a los señores asistentes, presentes en la sala para
que guarden la debida compostura que lo han venido haciendo
y procuren estar en silencio a lo largo de esta sesión.
La Comisión invita al señor Abraham Sandoval
Pezo a que se aproxime para brindar su testimonio. Según
nos lo contará el declarante, de acuerdo a su versión
los hermanos Alcides, Julio César y Abraham Sandoval
Flores, fueron intervenidos por efectivos del ejército
y conducidos a un campamento militar. El domicilio de estas
personas fue registrado por efectivos de la policía,
ellos patearon, golpearon y dispararon a quemarropa a los familiares
y se desconoce hasta el día de hoy el paradero de los
hermanos.
Ruego a todos los presentes que se pongan de pie
para la promesa de estilo. Señor Abraham Sandoval Pezo, usted va a brindar
su testimonio ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación,
pero también lo va hacer ante el país. Promete
solemnemente hacer su declaración con honestidad y buena
fe y decirnos sólo la verdad sobre los hechos que va
a relatar.
Sí.
Muchas gracias, pueden tomar asiento.
Carlos Tapia:
Señor Abraham Sandoval, muchas gracias
por venir a dar su testimonio. Los comisionados acá presentes,
el público y los medios de comunicación están
atentos por escucharlo a usted, hable con absoluta confianza
y tenga la plena seguridad de que su testimonio va a servir
mucho a la Comisión de la Verdad para esclarecer las
tareas que tiene como misión. Por favor haga uso de
la palabra.
Abraham Sandoval:
Vuelvo a agradecer como digo,
un saludo aquí a la comisión que están presente
acá en la mesa de los Comisionados de la Verdad y al
distinguido público que está acá, presente,
dignas autoridades, jóvenes, señores, todos en
común. Voy a dar mi testimonio de principio a fin, como
digo saludándoles a todos. Es buenos días, ¿no?
Buenos días con todos, empezaré a dar mis testimonios.
Empezando y presentarme quizás, que yo pertenezco a,
como padre a la familia Sandoval, acá la mamá,
Adela Flores. Yo soy Abraham Sandoval, de lo cual he tenido
ocho hijos. De todos como dicen, los que quedamos en el hogar,
quedaron a la casa. De los ocho hijos que tenía, tres
desaparecidos tengo. Como digo yo soy papá y ella es
la mamá, yo soy Abraham Sandoval, de sesentiseis años,
acá mi esposa de sesenta años.
Adonde mis hijos,
en ese tiempo el mayor que se llamaba Alcides Sandoval Flores,
tenía trentitres años y este
Julio César tenía treinta años. Y Abraham
tenía este venticinco años. En los cuales ese
tiempo yo como padre dirigia a mis hijos a pesar de que ya
tenían sus familias, sus hijos.
Yo tenía un sitio de Pucallpa hacia arriba, quizás
diez o doce horas arriba ¿no?, trabajaba en la agricultura,
teníamos un bote con motor. Donde yo dirigía
a mis hijos y todos andabamos en un mutuo acuerdo, hemos tenido
problemas, trayéndonos plata para pan llevar, para ver
el sostén de nuestros hogares.
Bueno, como todos es
costumbre, nosotros también tenemos
costumbre así de pasar la noche buena en nuestro hogar,
reunidos, la mamá, todos los demás familiares
que teníamos, que nos rodeaban, sin ningún problema
pasamos y el venticinco, en el día un almuerzo por ser
el día del cumpleaños de mi señora ¿no?
De ahí pasamos a ponernos en convenio para poder surcar
a nuestro sitio, porque dejamos un guardián en la chacra.
A quién ver.
Y mis hijos decían -papá mejor nos quedamos
para año nuevo, pasemos juntos otra vez. De ahí surcamos-.
Les acepté, tranquilamente. Y eso después de
pasar el año nuevo, lo he buscado para que trabajaran
en construcción civil. Uno de ellos trabajaba en la
Virreyes y se llamaba Abraham. Alcides y Julio trabajaban,
estaban cerca de ahí nomás en techo aligerado.
También construcción.
Trabajaban y trabajaban,
todo iba bien, para juntar para nuestra gasolina, nuestro aceite,
algo de vidrio, más por todo ¿no?
El dieciocho más se fue del mes de enero mismo, ya nos
ponimos yo como padre a decir, bueno ya tenemos que ir a la
chacra. Bueno, en ese mes se parece como era hacer un cachuelo
que yo no he visto del dueño del carro donde andaban.
Seguramente la mamá sabía y me decía que
los hijos habían ido a trabajar. Por la carretera un
carro que viene les buscaba para que regresaran a las seis
de la tarde, les pagaban diez soles diario a cada uno. Ellos
estaban muy contentos, para ver el sostén de su familia
y un poco dedicado a sus hijos ¿no?
El segundo día tampoco les he visto. Bueno, iba y yo
no conocía el carro, como le vuelvo a repetir, también
se fueron, volví a preguntar si han vuelto, me decía
que ya han vuelto. Y esa noche tenía un mal sueño
como se repite ¿no?, se dice. Les he impedido acá a
mi señora que no salieran a ninguna parte porque tengo
un mal presentimiento por los hijos.
Me fui a ver el bote para
preparar, comprar la gasolina. He vuelto y ellos no llegaban,
llegaba las seis, las siete, las
ocho, las nueve y toda la noche nosotros preocupados. Al no
ver la llegada de nuestros hijos. Entonces ya nosotros nos
descontrolamos un poco. Tanto como madre, los hijos que me
rodean ahorita y mi persona que estoy hablando ¿no?
Que se puede pensar, tres hijos al mismo tiempo ¿no?
Amanecí el día, yo andaba de un sitio a otro
sitio, preguntaba, me codeaba con uno y otro. Pues cuando uno
es pobre, difícil te codees con personas que tiene plata.
A veces uno se va a la autoridad, si nos es plata tampoco te
hacen una justicia.
No quiero quitar respeto a las autoridades,
no pienso ofenderles ¿no?
y quiero que me escuchen lo que estoy sintiendo, como dicen
ya lo que ha pasado y esto es un movimiento de nuevo, como
así que estará sucediendo de principio a fin.
Así es que yo como padre sigo las cosas así desesperado.
He movido, mi señora como dice, como mi hija que está presente
en esta sala, que se llama Rocío Sandoval Flores, que
está con su bebe por allá. Ella lo ha acompañado
a su mamá en todo momento. Vamos por un lado mamá.
Sabíamos este por radio, cuando nos decían, en
tal parte por la carretera, hay tantos muertos.
Ella se iba,
yo por otro lado, también. Toda estabamos
andando en desorden, ella no comía, no tomaba, de día
en día se agotaba. Yo trataba como dice, como padre
y como varón como dicen, hacerme el fuerte pero también
lo he sentido yo. Así es que nos unimos en las noches.
Yo mañana voy a tal sitio, voy a estar por otro sitio.
Adonde iba a encontrar, vamos desarmados. Como le digo, él
es mecánico de un taller ¿no?, había comprado
un repuesto, me dice ¿qué tienes hermano?, ¿en
qué afán andas? Yo decía, esto, esto me
ha pasado hermano. ¿ Cómo me dice?, tus hijos, a mi también
me ha sucedido esa cosa y estoy andando en este plan para ver ¿adonde
puedo llegar yo?, ¿quién me apoya?, ¿quién
me dice el lugar donde están tus hijos?, ¿o están
presos o están muertos?, ¿algo?, esperanza ¿no?,
y adonde él me decía, hermano me dice vete a
Derechos Humanos cuando yo había pagado adelantado ya
dos días a unos abogados que me han recomendado ¿no?
Yo pagaba la platita, yo tenía, dos días nomás
he soportado andar así, he pagado el taxi de seis a
seis, le daba el almuerzo, lo que yo podía tener en
horas que corría en la búsqueda de mis hijos.
No habiendo eso, empecé a ir a Derechos Humanos que
no conocía yo. Llegué al patio, me he conversado
con la gente que estaba también en el mismo problema,
estaban sufriendo. En ese mes me dice hermano si a ti te ha
sucedido tal cosa, empieza de la Fiscalía. Ahí te
van a empezar a atender.
Me fui hablé con el que nos atendía, si señor
me dice ahorita el doctor va, después del regreso para
que lo atienda el doctor mismo. Ya señor gracias, le
dije. Adonde conversé con el doctor, en ese tiempo este
el doctor Manrique Zuñiga, Fiscal, conversé con
tranquilidad. No puede ser tres hijos perdidos. No me dice,
no puede ser así.
Y para eso, ese mes que estaba andando
así, yo como
dice me fallaba la plata, ni para un pasaje, ni para nada.
Ese día me, había un allanamiento en mi casa,
a los días nomás que ha sucedido de mis hijos.
Adonde yo he pensado que era unas personas este maleantes.
Eran seis sujetos, de los cuales dos no tenían este
ese encapuchados que veía que estaban vestidos de pasamontañas.
Mentaron mi madre, habra tu puerta, habra tu puerta. Y yo vi
que tiraron patada. Inclusive, escuché yo una rendida,
les veo pues uniformados, ¿no?, puede ser un asaltante,
puede ser un algo. Al ver que rompen la puerta y caía
pa mis hijos, corría, o me soltaban dos disparos de
revólver. Uno me he escapado yo, uno sentí caliente
por acá y dije -ya me dieron.
Corrí al cuarto, ha agarrado una botella para esperar
hay que ser un valiente para esperar pa defender. Como sea,
pues ¿no? Y el otro estaba en mi delante así,
con un fall. Salte, me dice. Y de encima de la mesa, pisándose
por la división, y el otro se preparaba con su fall, ¿suelta
esa botella?, siempre me trae dolor de mi madre ¿no?
Entonces, bajé la botella, en cuanto estoy saliendo
así pa el callejón, me mandaron dos culatazos
en el pecho. Uno en el estómago, volteate me dicen.
Yo volteé así ahora me meten dos culatazos por
la espalda. También para derribarme o matarme. Que sería ¿no?
Mientras eso, mis nietos con mi nuera que estaban acá,
han escuchado los disparos. Ellos ya corrieron, rompían
la huerta, pasabn la otra huerta pisando barro, cualquier cosa
que pudiera sucedido.
Dios no he permitido quizás que le vean que están
corriendo, capaz le metían disparos ahí, también.
Dios no ha permitido como vuelvo a repetir. Ese medio salí a
la sala, me dicen ¡echate!, nuevamente mentando de mi
madre. Ahí me dieron otro culateo en la espalda. Me
eché y me pisotearon con ese zapato, por reir, como
dicen del uniforme, aquí en la columna. Adonde estoy
sufriendo ahorita.
Ahora, de fuera de eso he volteado así, ¡no mire!,
me dijo, me dieron otro pisotón acá, también
estoy sufriendo esto en el cuello que estoy perdiendo la visión.
Pero, me hago el fuerte dando fuerzas y voluntad a mi familia.
Lo que seguíamos así para hacerlo olvidar un
poco de un sitio a otro sitio. Todo los recursos, la platita
que teniamos ya estaban fallos de todos. Pues yo trataba de
buscar un sitio, nos buscaban, trabajar pa manutención
de mi casa.
Ese medio, yo seguía, seguía a la Fiscalía.
De la Fiscalía me pasaron a Derechos Humanos, ya con
papeles, o me hacían comprar papeles. Claro, no me cobraron ¿no?,
el único que hacía gastitos es en papeles. Pasó y
adonde encontraba en Derechos Humanos de ese tiempo era el
doctor este, apellido Lebuck Pezo, Lebuck Pezo era. Adonde
la señora que era secretaria, era una vecina, no muy
lejos de nuestra casa. No me acuero su nombre ¿no? Sara,
creo, Sara Sajami. ¿ Qué es lo que pasa vecino Sandoval?, me dice.
Esto, esto tengo y estoy andando este propósito. Ya,
ahorita he conversado con el doctor, me hizo pasar ¿no?
Conversé, conversé ahí todo. Si hay que
comprar papel, inmediatamente hay que mover esto. Entonces,
codeaba con la Fiscalía y Derechos Humanos. En Derechos
Humanos me decían, hay que comprar este, a salir el
Impetu. Sácate boletines para que riegues tanto poblados
por las carreteras, alguien que viene. O alguien te dice de
repente en tal sitio bien vivo o está en las cárceles
o esten muertos ¿no?
Eso, tenía esperanza que alguien me diga. No había
nada de esas cosas. Yo seguía, por ratos me ponían
una inyección fuerte, por ratos me debilitaba, tanto
en la condición física de mi señora que
le ve de día a día agotandose, lo que ese más
me agotada a mí, cuando ella sufría. Y así sucesivamente,
una vez que ha llegado a ese punto. Hago mi cierre en Derechos
Humanos ya con el padre, todo dialogando, todo en orden. Hacíamos
los papeles, cuando ellos también, mis señoras
también se fueron al once. Por decir, de repente el
once les han dicho que en tal parte los han agarrado. A ver
vayan a ver, averiguen si están presos.
Les hecho llegar
a donde estaban esos por ahisitos, haciendo ejercicio, no hay
ninguna de las familias Sandoval, hermanos
Sandoval, mejor retirense. Siempre prepotentes, como estaban
armados. Esos tenían miedo, como eran dos damas. Salían,
me contaban todo, así. Y yo puse más de esa cosas
en Derechos Humanos, no había nada de bueno. Hice unos
papeles, mire. Señor, me dice ¿usted va a llevar
un papel mañana al once?, usted va a ser firmar comandante
y ese papel nos trae nuevamente, porque otro papel va a quedar
allí en once.
Me fui adonde llegaba la tranca, adonde
un oficial me dice: ¿qué es
lo que necesita usted, señor?, ¿quién
eres? Yo soy este apellido Sandoval, y quién nos importa
quién sea, me dice. Aquí no tienes nada que ver.
Vengo en busca de mis hijos, pero vengo con un papel, no vengo
por gusto.
Yo viene de Derechos Humanos, de parte del doctor
y el padre. Aquí el padrecito de Derechos Humanos y el doctorcito
no tienen nada que ver acá.
Está bien señor, pero yo debo cumplir, que me
lo firme este papel y se va nuevamente allá, conforme
he pasado. Me ha hecho pasar adelante así escoltado,
como dice con su arma en mi tras. Yo no tenía miedo, ¿no?
Pasé, no ha firmado, me decían que el comandante
no está ahí, no sé, uno de esos había
firmado. Regresé nuevamente a Derechos Humanos a contar
todo. Nuevamente ha hecho otro papel, también me he
ido segunda vez. Uno de ellos me decían, ¿qué tanto
quieres acá?, aquí no tienes nada que hacer,
si vuelves la tercera vez, no vas a regresar, te desaparece
así como hemos desaparecido tus hijos, te desaparezco.
Entonces, yo pensaba que allá había algo, lo
que ha sucedido de mis hijos. Ahora nuevamente me voy, lo encuentro
al padre y al doctor. Entonces, no vas a ir solo, me dice.
No vas a ir solo. Vamos a ir en la camioneta, nos hemos preparado,
usted señor venga mañana, me dice. Yo tranquilo,
medio ¿no? Ese día no se fue mi señora.
Hemos ido cinco, una dama, el padre, el abogado y otro más
de persona.
Llegamos a la tranca, nuevamente un oficial con
su revólver,
todo, ¿quiénes son ustedes? Yo soy el padre,
acá ya somos Derechos Humanos, el doctor. Que padrecito,
doctorcito y ¿ustedes?, somos acá los ofendidos
que tenemos por nuestra familia.
Ya, ya pasen, pasen, padre.
Dicen, una casa así de
concreto. Ni siquiera con un asientito ahí puesto, ni
siquiera para una dama que estaba en el otro lado. Agarraban,
abrieron un candado grande. Ustedes adentro y usted padrecito
y usted abogadito, afuera. Echaron la llave, alguién
que mira de ahí, de atrás de donde está este
la tela metálica soldado, métale el culatazo
en la cara, rómpale la cara.
La señorita, disculpando la palabra es una dama ¿no?,
quería orinar, tenía sed, todo ladrillos, palos,
todo, que sala de espera va a ser eso. Nos resguardaron así con
armas. Creía que estab algunos criminales, a los de
malos por allá.
Para que hubieran hecho pasar padre,
al doctor, hacia adentro donde el comandante. Adonde ellos
salían ya, suéltesles
a esos señores que están ahí. Ya padrecito,
vete tranquilo, ya nos dio los que has querido, vete, salte
de acá, nosotros estamos de guardia.
Vamos hijo, vamos
hijo, salieron los otros. Nos subimos a la camioneta, como
el señor me dice -ve esta papeleta,
aquí están las tres papeletas de tus hijos, aquí está de
Alcides, esta de Julio y de Abraham. A ver si ustedes como
padre ve si es su firma de ellos-.
Yo miraba bien, no son firma
de ellos, porque ellos cuando trabajan recibían en sus plata. Ellos tenían
a su papel lo que recibían firmaban ¿no? Y eso
he entregado en Derechos Humanos. Ese recibo, sus fotografías,
todo.
Así sucesivamente, algo que me han allanado en la casa,
todo. Yo tenía un cartucho que había llevado
en Derechos Humanos, entregado. El lo tenían guardado
ahí. Bueno, vamos hijo, me dice - vamos. Aquí no
tenemos nada que hacer-. Porque nos seguían amenazando
ahí, que ya que se retire el carro, que no tiene nada
que ver.
Adonde comenzamos con el padre a conversar así, no
te des por vencido hijo, me dijo. Usted señorita, usted
señor también. Vamos en esta, ese de Derechos
Humanos, de la Comisión de la Verdad va a llegar me
dice, no demora me dice. Esta asumida por grandes personajes,
que ustedes van a dialogar por lo menos dos, tres días
con ellos pa que les ilustre, orientarles,¿cómo
van a hacer?
Porque la verdad es que cuando sucede estas cosas,
una vez se descontrola la mente, uno y otra vez buscar quién
los ilustre. No había nada pero esperamos ese. Yo me
sentía un poco alegre ¿no? Pero alli y hay mismo
estaban los otros. Onde, tres días me hacían
preguntas, así todo esa rueda de grandes personajes.
Un señor representaba con la cruz grande el pecho. Me
aconsejo, me preguntó, le contesté, todo, como
hacer de nuevo, así ¿no?
Bueno, yo me sentía ya bien, conversaba así efusivamente
a diferentes personas, así. Terminó eso, me dijeron
ellos. Tiene que comprar dos papeles más señor
en un sobre así grande como una bolsita, para cerrarlo
eso, llevar así que nosotros nos vamos. Ese medio, nosotros
vamos a dar una esperanza a ustedes. Vamos a buscar agua, tierra
y espacio por dónde se los encuentra. Vivo o muerto
pero tiene que salir de dónde estén, algo tienes
que saber.
Yo con esas cosas que me dijo ahí, me he contentado,
me fui a mi casa, conté a los otros mis hijos, esto,
esto así. No ofendiendo al ex Presidente que ha sido
anterior ¿no?, señor Fujimori, su seguidor como
dicen sucesor. Ya sea ese tiempo lo han archivado los papeles,
se quedó silencio. Ha pasado tiempos, años creo
así.
Ahora que nuevamente entró el doctor Toledo, que quizás
ahora que estoy hablando con mucho respeto, él abra
sus manos, que dé algo para nosotros en estas audiencias
que tenemos. En esta Comisión de la Verdad. Yo me siento
tranquilo y pido a todos, tanto acá al comisionado que
está en la mesa, al distinguido público que está acá.
No solamente a diferentes partes que tenemos autoridades, que
nos escuchen todas las cosas que pedimos, que no se queden
como dicen se lo lleva el aire ni tampoco quede un vació.
Porque de ese vacío todavía nosotros no salimos,
de lo que hemos caído en estas cosas.
Y eso espero quizás, como digo, con mucho respeto,
esa amabilidad quizás ustedes puedan tener un día
para nosotros. Es lo que buscamos pa tener como dicen cuando
menos, consolar siquiera un poco nuestros corazones o en nuestros
hogares, como dicen ¿no?
Ese ya pasó el tiempo así, yo como dicen ni
pensaba ya en estos, me fui ahora estoy radicando en un sitio
que he comprado acá en Santa Elena, estoy un poco tiempo
ahí, pero ya tenemos algo pa traer así pan, así siquiera
para sustención del hogar. Aunque yo estoy sintiendo
de día a día mi cuerpo más maltratado.
En la vista también lo estoy perdiendo, quizás
no me he metido todavía a eso, porque tiene que haber
algo de recursos pa someterme a esas cosas porque yo soy el
padre a quién tiene que mantener ese hogar.
Y así sucesivamente, no hace mucho quizás no
me acuerdo ese día ¿no?, por la tarde llega un
señor asi vestido de civil pero miraba abajo, veía
zapatos así de militar ¿no?, con los cuadernos
cerrados, así. ¿Usted es fulano de tal?,
si señor, le dije.
Yo le miraba de pies a cabeza. Este, cuando pasa una cosa siempre
uno ya se esta con esa, más atento en una cosa ¿no?
Siéntese señor le dije, ¿quién
es usted?, ¿en qué le puedo servir? ¿ Usted es papá de los hermanos Sandovales?,
entonces ahí recién empecé, agarré un
poco de tranquilidad. Si señor le dije. ¿ Usted se acuerda que usted tiene tres hijos perdidos?,
usted tiene una notificación ahorita pero es para mañana.
Usted me va a firmar acá y leí todo conforme.
Está bien, señor le dijo. Pero ¿usted
es policía?, si soy policía pero trabajo también
ahí, está el comandante de puesto lo va atender.
No tenga miedo señor, no ha pasado nada. Usted nio es
un delincuente, no es nada.
Esta bien, voy a ir señor, le digo. Adonde yo le he
avisado a mi señora y a mis hijos, que mañana
voy a tales horas y pensaba un poco así antes de irme
allá. Mejor me voy a Derechos Humanos, dije ¿no?
Y he hecho bien, saqué fotostática, tres papeles,
llevé asi uno, a uno le he encontrado a la señora
Nancy, creo ¿no? Que es secretaria de ahí y otra
señora mas, que no me acuerdo su nombre.
Me atendieron.
Le he contado asi que he tenido estas cosas en tal año, que esto, el otro. El año de mil
novecientos noventa, que todo ha sucedido de mis hijos. Si
esta bien señor me dice, no hay problema pero ¿quién
le ha atendido ese tiempo?, el doctor Lebuck, la secretaria
la señora Sara Sajani.
Ahora, somos otros señor me dice. Pero puedes atender,
no hay problema. Entonces, coordinada con la señora
secretaria, adonde ella me atendía, me decía ¡hay
que comprar papelitos!. Sobre todo y claro, no me cobran ¿no?,
pero ya tenía que dejar hasta los papeles. ¿Adonde
hay?, me decía, la señora. El
doctor ahorita está en audiencia. No va a poder ir junto
con usted, quisiera que me acompañaría. Por ese
lado de repente hazlo por mí ¿no?
Que vaya el
señor nomás y lo que le dicen ahí en
campo verde, que venga y nos cuente todo a base de ese para
nuevamente seguir redactando las cosas, lo que ha hecho y de
nuestra parte aumentarle, me dice.
Esta bien, señor. Yo agarré a mi señora
y me fui. Vámonos. Para que la mañana como dicen.
Se ha ido el Fiscal, nosotros todvía no estábamos
presentes. Llegamos ya después de medio día.
El Fiscal está regresando nuevamente. El comandante
le decía a mi señora ¡no tenga miedo señora,
espere que ya viene el televisión!. Bueno, se ha tranquilizado.
Adonde me hacía pasar, señor me dice ¿usted
es fulano?, sí señor. Yo soy el Fiscal, nos hemos
saludado, le hablaba al comandante. Le dice, a ver quiero escuchar
lo que se va hablar, las cosas del señor Sandoval por
sus hijos. Hablaba, todos me preguntaban, todos estaban escuchando,
el Fiscal. Cuando yo he terminado de hablar, esta bien, esta
bien. Ahora, este comandante, agarre su máquina, usted
va escribir lo que le voy a dictar yo. Todo escriba.
Ha escrito
el comandante, todo así en orden. Bueno,
aquí está esto va a quedar para usted y esto
me lo llevo yo. Ya está bien doctor, le dije. Nos despedimos
de ahí, señor me dice ¿usted dónde
va estar?, me dice, ¿alguién queda en su casa?
Si quedan mis hijos. Nosotros vamos a ir a la chacra.
Esta
bien, me dice. Entonces, de ahí damos una cosa
y sus hijos le comunicaran cuando necesitamos algo, en cualquier
momento le estamos avisando algo para usted. Esta bien señor
comandante, le dije. Yo ya me agarré y espere carro.
Como no tenía movilidad, regresé nuevamente ¿no?
Adonde yo seguía actuando así, ya me he airado
en Derechos Humanos, todos. Y estoy siguiendo estos pasos,
dejando mi sitio de labranza por seguir adelante por un propósito
mejor. Como dicen un alcance más para mi persona o para
mi hogar ¿no?
Y seguir como dicen las cosas, como están caminando
y así algo delicado de salud, hecho un propósito
de llegar a este sitio. Que estamos radicando aquí en
Tingo María, ya me siento un poco más tranquilo,
en este sitio, como dicen la Comisión de la Verdad y
por la verdad, pidiendo ayuda, pidiendo algo de bueno, porque
nosotros ya estamos llegando de más edad y los golpes
que me propinaron, de día a día estoy sintiendo.
Pero estoy haciendo un esfuerzo y quiero como dicen, no para
grandezas sino para poder vivir.
Pido a todas las autoridades,
a la Comisión de la Verdad,
di a las autoridades que me están escuchando y como
voy a repetir, que no quede un vacío, escuchen, dénnos
la mano, no por un momento sino todo el tiempo, con plata o
sin plata o alguién que lo necesita, que somos bastantes
ofendidos. A pedir lo que necesitamos como son autoridades.
Y en todo momento, como dicen por lo menos en del inicio, como
dije la palabra ¿no?, tanto para matar todo nuestro
hogar.
Como dicen, por mis hijos que quizás eso nunca se va
a borrar y ese es todo señores presentes, era mi testimonio
con la confianza, una buena voluntad que me están escuchando
todos. Agradeciendo a todo el público acá, al
comisionado, presentes. Esa es mi petición y lo que
siento por todo. Agradezco a todos, muchas gracias señoras.
Carlos Tapia:
Señor Sandoval, primero las gracias se
la damos nosotros.
Si señor.
Carlos Tapia:
Estamos profundamente acongojados porque sabemos
que perder tres hijos y en un luto inconcluso que ya lleva
más de doce años, expresa un sufrimiento familiar
muy grande. Sin en algo le sirve tenga la solidaridad de todos
los que acá estamos presentes ¿no?, su contribución
con su testimonio ha sido muy importante para la Comisión
de la Verdad, muchas gracias amigo Sandoval.
Abraham Sandoval:
Ahora siento [..] a todos. Muchas gracias
señor. Buenas tardes todos.
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2Caso
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4Caso
5Caso
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