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Segunda Sesión, 8 de agosto de 2002

Caso 7. Testimonio de la señora Endelicia Malpartida de la Cruz
y la señora Ofelia Celis Malpartida.

Salomón Lerner:
(audio cortado) Audiencia Pública, damos inicio a la segunda sesión de la misma y lo hacemos invitando a la señora Endelicia Malpartida de la Cruz y a la señora Ofelia Celis Malpartida, se aproximen para brindar su testimonio.
Según refieren las testimoniantes y esto lo escucharemos de boca de ellas mismas, de modo más explícito. Antonio Celis, pariente fue intervenido en su domicilio por efectivos del ejército, siendo torturado. Fue trasladado al cuartel de Aucayacu pero las autoridades militares negaron la detención, encontrándose hasta le fecha en calidad de desaparecido.
Rogamos a la concurrencia y a los señores testimoniantes, se pongan de pie. Señora Ofelia Celis Malpartida, señorita Endelicia Malpartida de la Cruz, van a brindar ustedes su testimonio ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Al mismo tiempo lo van a hacer ante el país. Prometen solemnemente hacer su declaración con honestidad, con buena fe y a decir sólo la verdad en torno a los hechos materia de su narración.
Sí.
Muchas gracias, pueden tomar asiento.

Sofía Macher:
Buenas tardes, muchas gracias por haber aceptado dar su testimonio a la Comisión de la Verdad y Reconciliación en frente del público y estamos seguros que el esfuerzo y la decisión de darlo nos va a ayudar mucho en nuestro trabajo. Por favor adelante con su testimonio.

Ofelia Celis Malpartida:
Muchísimas gracias por permitirme estar aquí, después de evaluar el caso. Yo soy Ofelia Celis Malpartida, hermana de un detenido, posteriormente desaparecido, un asesinado y también mi padre. Mi mamá, la señora Endelicia Malpartida de la Cruz.
Básicamente, nosotros nos convocamos aquí para poder contarles nuestra realidad en base a nuestros testimonios. De esta forma también todos ustedes pueden determinar el grado de responsabilidad de las personas que han intervenido para poder dañarnos psicológicamente ¿no?, y del cual nosotros hemos logrado sobresalir.
Lo que les puedo decir en términos generales, tanto de mi padre y mis hermanos, al igual creo que todos ustedes significa mucho. Lo primero, nuestra familia, hay un sentimiento grande hacia ellos que esperamos de cierta forma cuando somos niños, ser educados, ser vestidos, ser alimentados y lo que pedimos de nuestros padres es un techo.
Pero, cuando se nos quita eso ¿que nos queda a nosotros?, afrontar la realidad. Y más aún si agregamos que si se nos quitan a nuestros hermanos, como es en mi caso. Mis hermanos mayores igual.
Realmente, nosotros estamos muy dolidos y también decepcionados de nuestras autoridades. A continuación voy a presentar el caso de mi padre, los hechos de cómo han sucedido.
A mi padre, el nueve de setiembre de mil novecientos ochentitres lo asesinó Sendero Luminoso. Que posteriormente, se dijo que fue una equivocación. Mi padre se llamaba Ruperto Celis Ramírez, en ese entonces nosotros vivíamos en el kilómetro catorce de la carretera marginal, distrito de José Crespo y Castillo, provincia de Tingo María, departamento de Huánuco.
A eso de las siete de la noche llegaron dos desconocidos en una moto, entraron a la casa de mi vecino, porque para ese momento él se encontraba acompañándolos a los niños que también sus padres posteriormente habían sido asesinados cruelmente por Sendero Luminoso.
Sin pedir explicación alguna a mi padre lo sacaron de la casa, le hicieron arrodillar y de un tiro a la sien le quitaron la vida. Para eso yo me encontraba en el río con mis hermanos menores . Tres hermanos menores nos dirigíamos a la casa de una vecina y simultáneamente mi madre se iba a comprar unas velas porque en ese lugar no existe luz. Como en todos los lugares que están un poco distantes a los distritos, a las provincias no se cuenta con los servicios básicos.
A mí, en el trayecto que subía a dejar a mis hermanos, me pasa la voz una de las niñas, Norma. Me dice que a mi papá lo asesinaron. Bajé rápidamente a verlo. Lamentablemente cuando llegué él no pudo decirme nada. Estaba caliente, me hubiera encantado que por lo menos me diga, hija continúa adelante que posteriormente mi madre lo hizo.
Mi madre, en la bodega donde fue a comprar, también llegaron tres personas, asesinaron a la persona de la bodega y también previamente a una señora que gracias a Dios, se salvó. Y la persona que le ha socorrido, que le ha llevado al hospital, nunca más pudo regresar a sus tierras, por salvar una vida, fue condenado para abandonar a sus hijos y a su esposa.
Estos hechos que nosotros estamos tratando de resumirlo para poder alcanzar los casos de mis dos hermanos a continuación. Lo va hacer mi madre, el caso de mi hermano, el caso de mi hermano Miguel Benigno Celis. Siéntate madre.

Endelicia Malpartida de la Cruz:
Muy buenas tardes con todos, con la Comisión de la Verdad, y público en general. Yo me llamo Endelicia Malpartida de la Cruz, que también soy una madre afectada que me quedé con mis menores hijos, donde a que perdí a mi esposo, me quedé con mis siete hijos, también lo perdí a otro mi hijo, que no sé nada de su paradero. Porque es detenido y desaparecido, Antonio Benigno Celis Malpartida. Que en el segundo hijo es Miguel Benigno Malpartida, que fue asesinado en el kilómetro tres, donde nosotros vivimos, vivíamos en el kilómetro catorce, cuando sabíamos que había un, un comentario que va a haber un disturbio, nos retiramos a Aucayacu.
En un hotel llamado el Tumim, ahí nos alojamos. Pero al día siguiente nosotros nos levantamos temprano para regresar a nuestro destino. En eso, yo salí para el lugar al tres, dirigiendo para Sanapilla, hacia un lugar y le decía a mi hijo que me espere, pero él ya no nos esperó, se había venido. En ese caso él. Llegamos a Sanapilla y ya era un poquito que nos demoramos nosotros, nos dirigimos a nuestro lugar, a nuestra chacra.
Pero ¿qué pasa?, tomamos nuestra movilidad nosotros. En ese transcurso que estamos yendo lo vemos a la moto estacionado en el kilómetro tres pero declinado. Me sorprendí, digo pero ¿por qué está esa moto ahí si mi hijo nada tenía que ver?
Llegué a mi lugar, a mi casa, pregunto este de mis hijos, de mi hijo. Me preguntaron de él y le digo este, -hoy le veo la moto de mi hijo allá pero no está él, ¿adónde habrá ido?-, habrá ido a algún lugar así orinar, quizás se ha bajado y bueno, no ha regresado. Bueno, en ese instante me retiré a la casa de mi cuñada, pero tampoco tomé, estaba intranquila. Cuando yo me iba, justo viene un vendedor de chupetes, me dice señora -su moto de su hijo está estacionado, pero en mala posición-, sí le digo, ¿qué parte?, yo también le he visto, le digo. Pero él no está, yo le llamé duro, me dice. Uy, ¡qué raro!, le digo, pero ahí debe estar. Bien.
Entonces, yo desesperada ya bueno, me fui a la casa del otro de mi hermano, de mi madre que fue ¿no?, que ahora está abandonada. Fui para allá con esa me puse a orar, pedir al señor, regresé pa mi casa. Les cuento y que todavía no llegaba mi hijo. Me fui en busca con una chica acompañada que era su vecino, también un chico que estaba acompañado con mi hijo que fueron asesinados los dos.
Llegamos al tres, todo esa parte de la cuneta, por todo eso, por todo esas yerbas, hojarascas, por toda esa parte y llamando, llamando, arrojando las yerbas, arrojando las ramas empecé a buscarlo a mi hijo, llamándole, llamándolo. Pensando en que le habían secuestrado, habían asesinado. Pensando cosa, barbaridades ¿no?, porque yo ya venía sufriendo.
Pero, de tanto que busque ese día, bueno. Uno de ellos me encuentro con uno de su amigo, me dice -señora, a su hijo le secuestraron- me dice, un carro blanco. Pero es de, un estación grande. El estaba, él su carro estaba malogrado, estaban arreglando pe. El lo ha visto que lo levantaron con armas y con todo. En ese momento yo, yo me puse más frecuente en búsqueda. Fui a mi casa a pedir servicio, para que me ayudaran a buscar. Porque pensar en las autoridades, lamentablemente que a veces ellos nunca nos apoyan, nunca nos apoyaban. Nunca nos llegaron a apoyar ni en la pérdida de mi esposo ni en la pérdida de mi hijo. En ese, ya no había confianza ante nadie, ni en la misma vecindad.
Estaba buscándole sola y en eso llegó mi hermana, gracias a Dios, que ella me acompañó. Dormimos en un lugar aledaño, donde nos vio una señora, nos dio su posada. Ahí dormimos, de mañana temprano, nuevamente a buscar a mi hijo por todo el naranjal. Por un cocal, por unos catalanes, por unos montes, por unas chacras desconocidas. Que buscamos quizás a un paso donde él estaba botado.
Es algo horrible y doloroso venir perdiendo sus seres queridos. Al tercer día, nos fuimos también a buscar en eso un vecino de la chacra, un tal llamado Guzmán, un vecino que fue antiguamente un tal Florentino y más mi compadre y un obrero que vivía en mi chacra. Ellos se fueron en búsqueda como un llamado de Dios, lo encontramos. Lo encontraron a mi hijo y justo viniendo nosotros nuevamente. Después de haber ido a poner este de conocimiento a la comandancia. Justo nos dice -Miguelito está allá señora-, me alegro pensando en verle en vida, de encontrarle y de abrazarle a mi hijo, después de los tres días.
Pero no fue así, llegamos al lugar, mi hijo botado, muerto asesinado. Lo abracé a mi hijo, hijo ¿quién te trajo aquí para que tú estés en este lugar?, cuando él era un ángel, cuando él era un chico que realmente valía mucho, era un buen estudiante. Por todos eran elogiados. En el mismo lugar donde él ha vivido. Integraba la parroquia, era un animador. Era, él nunca perdió su tiempo por vanidades. Fue un chico que realmente se merecía. Cuando él estaba estudiando, preparándose medicina, pero me lo quitaron la vida.
Cuando llego a Sangapía me dicen - señora a su hijo lo levantó el carro, un blanco de franja negra llamado Puricho-Me quedé fría, pero ya te lo entregarán seguro. Ya vendrá. Anda búscale. Fui a pedir auxilio a un señor, ese señor me dice -anda de una vez a la comisaría-, ya me he ido, le digo. Ya he ido, ya. Pero no tengo nada. Y justo el momento cuando yo le encuentro, nos hemos ido juntamente con los muchachos y todo a la comisaría, al ejército dónde ellos nos prestaron el servicio, en ese momento ya para hacer el levantamiento de su cadáver.
Lo levantaron, le hicieron llegar a la morgue. Mis ideas, mis intenciones fue de traerlo acá a Lima, para hacer su santo sepulcro. Pero no pude. No fue así. Se quedó en Aucayacu.
Pero yo quisiera como ustedes de la Comisión de la Verdad, que no estas cosas de injusticias, que no queden impune, que se haga la justicia, pido yo como madre.

Ofelia Celis:
Quisiera agregar a lo que dijo mi madre. Realmente, tanto en el caso de mi padre y mi madre, la Policía Nacional, el Fiscal, en ese momento no nos hicieron caso para poder hacer el levantamiento de cuerpo. Y realmente a nosotros eso nos da a entender ¿para qué realmente están ellos si no es para proteger la integridad de todos los seres humanos?
Saben en el momento que mi madre encontró a mi hermano, un joven estudioso, un joven tranquilo, que nunca sabía buscar problema, lo encontró arremangado el abrigo. Y a una distancia pudimos encontrar sus pertenencias personales, su libreta militar. Este anteojo que aún lo conservo con la sangre de él. Y mi hermano es él, esto es lo que nos queda de nuestro hermano. Estos son los recuerdos para nosotros poder decir más adelante, ¡aquí hay una sangre inocente, sangre derramada por crueles personas que es lo único que saben hacer!, la persona que asesinó a mi hermano es Juan Alvarado Vasquéz.
Un narcotraficante, terrorista, fue detenido, procesado, luego ha fugado y actualmente sé que está detenido. Espero que la justicia le alcance y sea juzgado por todos los crímenes que él ha cometido, no solamente la de mi hermano, muchas que tiene durante su vida. Muchas muertes, muchas torturas, muchas desapariciones.
La policía en ese momento no supo hacer nada, absolutamente nada. Nosotros recurrimos a ellos para poder decir esto está pasando. Porque nosotros en nuestra propiedad es un camino de trocha hacia cuatro horas de camino, la gente va, viene por esa zona y definitivamente nosotros no podemos saber, ¿quiénes ingresan y quiénes salen?, conocemos a un treinta por ciento de los pobladores. Pero no al setenta por ciento.
La gente de este mafioso iba a hacer sus negocios en nuestra propiedad, el terreno es grande, cincuentisiete hectáreas. Y por lo tanto no podíamos tener el control de toda la propiedad, hacían sus negocios turbios en ese terreno.
La policía siempre iba, nos acusaba a nosotros, a pesar de nosotros decirle en muchas ocasiones que mi familia no tenía nada que ver, a pesar de nosotros haber ido a poner denuncia y por la causa que le asesinan a mi hermano. Por denunciar los negocios ilícitos que hacían en nuestro terreno. Eso fue la causa del asesinato de mi hermano al lado de su amigo, Nicanor Arce.
Tengo unas fotos que probablemente vayan a ser crueles, fue en este estado que nosotros encontramos a mi hermano y a su amigo, después de tres días de búsqueda intensa, tres días de dolor para mi familia. Con la intención de nosotros encontrarlos vivos. Esto no es, esto no es de un ser humano que podría generar un dolor a otro ser humano. Eso tiene otro nombre.
Quiero relatar el caso de mi hermano Antonio Benigno Celis Malpartida, por el cual nos convocamos aquí y por el cual he podido también hacer mención el caso de mi padre y de mi hermano mayor.
A mi hermano Antonio lo han, de ventiún años, lo han detenido el trece de octubre de mil novecientos ochentinueve, para posteriormente desaparecerlo. Ese día a nuestra propiedad llegó un promedio de cuatro carros, tres camionetas, un camión lleno de efectivos del ejército, comandando por el capitán mono y el teniente fantasma. Uno de ellos apellidado Fernández.
Los oficiales de las Fuerzas Armadas, no utilizaban su nombre verdadero, utilizaban un apelativo para nosotros no poder identificarlos y cuando nosotros recurríamos a los lugares a poder averiguar ¿qué efectivos han estado en determinadas zonas?, simplemente nos respondían que esa información es fideligna y no puede ser alcanzado a un civil.
A pesar de que nosotros hicimos saber nuestro caso. Ingresaron un promedio de ochenta efectivos dispersos. Mi hermano descansaba en el cuarto. Había llegado dos horas antes de Tingo María, de esta ciudad porque había venido a hacerse ver, también tenemos las recetas del médico, sacamos también pruebas para nosotros poder decir que sí efectivamente ha sido atendido ese día.
Quería descartarse de una herida que probablemente le ha pegado la uta. La uta es un bichito, probablemente todos ustedes lo conocen que tiene la propiedad de ir comiendo la piel, la carne.
En el cuarto, descansaba tranquilamente. Tiran la puerta los soldados, sin mediar palabra alguna le sacan a golpes y para eso tres personas estaban afuera también tirados. Personas que tenían que ir a sus propiedades. A sus chacras, a tres, cuatro horas arriba.
Le golpearon, le propinaron golpes. A punta de pie, con la culata del rifle, le sumergieron en la piscicultura, nosotros teníamos en ese entonces una psico cultura, reiteradas veces para posteriormente cerrarlo nuevamente en el cuarto al lado de un señor de nombre Víctor.
Lo cerraron bajo llave para que ellos puedan ir hacia esos sectores de alto siete, montaña verde. Según ellos a capturar a los terroristas. Ellos los denominaban terrucos. Mi hermano, si según los soldados decían que era un terruco, hubiera podido escapar. Porque en la habitación nosotros tenemos una ventana grande y el compañero que estaba al lado de él, Víctor le dijo - hay que escapar porque ellos nos van a maltratar y podemos seguir los pasos de muchas personas- . El dijo no, no voy a escapar, yo no tengo nada, tengo mis papeles en regla, me van a soltar. Se quedó esperando su regreso de los militares sin saber lo que sucedería luego.
Cuando ellos regresaron, han venido con un promedio de trece personas ensangrentados. Unos no pudiendo caminar. Eso ¿qué quiere decir?, que fueron torturados. Ya en la puerta de la casa, una vez más lo retiraron del cuarto a mi hermano. Comenzaron a propinarle golpes. Cuando él decía ¿por qué me castigan cruelmente?, le respondían con golpes. Eso era la respuesta de ellos. Y cuando un señor Betin. Dijo al oficial - ¿por qué le castigan a ese muchacho él nunca ha vivido aquí, él esta de visita, él está de paso?-. No hicieron caso omiso. No les interesó. Continuaron con la tortura.
Continuaron golpeándole con la punta de los pies, con los talones, tirándoles al suelo, pisándoles la cara. Ustedes saben que esas botas que ellos tienen, pueden imaginarse ¿cómo ha quedado mi hermano posterior a esos golpes que los han propinado? No sé si muchos de ustedes tienen idea de eso. Si todos en algún momento vimos la pasión y muerte de Jesús, mi hermano fue torturado y que el señor me perdone por hacer esas comparaciones.
No contento con verles maltratado, la cara ensangrentada, rotos toda parte de su piel, el cuerpo hinchado. Vuelven a sumergirle en la pescera y de tanto golpe le quebraron el hueso de la pierna ¿Para qué?, para nuevamente en ese momento mi madre me acuerdo, y eso está bien grabado en la mente de mi madre también que la necesitaban a la propietaria de la casa porque según los militares ella le podría informar de los paraderos de Sendero Luminoso.
Yo me pregunto, ¿una persona que tenga su propiedad en un camino de paso necesariamente tiene que saber quiénes son los integrantes de Sendero Luminoso?, no señores, no necesariamente tenemos que saber de todas las personas que pasan por esos lugares.
En mi madre llegaba en ese momento y alguien grita ¡ella es la dueña de la casa! ¿Y saben que responde mi hermano?, ¿saben que responde mi hermano?, mi hermano en tanto sufrimiento, dolor, se arrastró, pudiendo o no levantó la cabeza, la miró a mi madre y le dijo -no, ella no es mi madre, ella es mi tía y le dijo por favor retírate-. Eso dijo mi hermano.
Probablemente pensando que seguiría o que la maltratarían de la misma forma como estaban haciéndolo con él. Lo que él buscaba era protegerle a mi madre, protegerle a su madre. Eso nos demuestra el gran amor, el gran cariño que pudo haber sentido mi madre, mi hermano hacia mi madre. Hasta probablemente de pagarlo con la vida que nunca le interesó eso a él.
Después de decir eso, mi hermano se acerca arrastrándole al oficial y le pide clemencia por su vida. Pero este oficial su respuesta fue de dos patadones en la cara. Llama a sus soldados y le dice -ustedes no saben que ningún detenido puede hablar conmigo, no conocen las reglas- Eso fue la respuesta de un oficial señores que conduce personas. Eso es la respuesta de un oficial, si se le podría llamar oficial a esa persona.
Y realmente, después de eso lo levantaron como a trapo a mi hermano, lo sumergieron nuevamente a la piscicultura, lo sacaron casi muerto. Arrancharon sus prendas, lo amarrocaron, lo dejaron tirado, moribundo casi sin respiración. Al lado de él, habían otras doce a trece personas.
Para posteriormente, un promedio de las siete de la noche lo trasladan al cuartel de Aucayacu. A la hora de subirle al carro, no contentos. Hasta donde llega el salvajismo de muchas personas que haciendo uso de un uniforme, lejos de proteger la vida de los demás, lejos de proteger la integridad que para ellos sirven a su patria, quitan la vida, maltratan, le ponen una moto encima de ellos. Así en ese estado fue conducido hasta el cuartel de Aucayacu. En ese estado fue conducido mi hermano.
Llegando al cuartel, está por demás que yo les vuelva a mencionar los tipos de torturas, me imagino ustedes ya pudieron señores, miembros de la Comisión de la Verdad, de haber escuchado ¿qué tipos de torturas dan en las bases, en los cuarteles?.
Nuevamente fueron torturados todas las personas. De todos ellos salieron tres. Lo que yo les relato ahora, es porque ellos nos lo contaron.
Posteriormente, a eso de las ocho mi familia se acerca al cuartel para pedir por la vida de mi hermano. Sale un representante, me imagino del capitán, del mayor para negociar con los familiares. El negociado era pedir siete mil dólares por la vida de cada uno de ellos. Eso era el tipo de negocio que tenían los militares. Negociar con la vida, como si la vida no valiera para nada. Mi familia no pudo conseguir los siete mil, consiguió sólo cuatro mil dólares.
Por esos cuatro mil no ha salido mi hermano. Para que posteriormente lo trasladen a la base de Tingo María, Los Laureles. Aquí en Tingo María, mi familia ya estando, correteando de un lado a otro, pidiendo por la vida de mi hermano para que sea, para que lo suelten. Simplemente no pudo conseguir absolutamente nada.
Los de Tingo María decían -está en el cuartel de Aucayacu-, los de Aucayacu decían -está en el cuartel de Tingo María-. Eso siempre fue hasta que nosotros conocimos a la señora Zenaida Fernández, Presidenta de Cofader y gracias a ella llegamos a Aprideh. Inmediatamente Aprodeh mandó un telefax, tanto al cuartel Los Laureles, como al Fiscal de Turno de ese momento.
A partir de ahí ellos dijeron que nunca lo han detenido a mi hermano. Nuestra búsqueda comenzó ahí. Mi hermano al que fue asesinado por la mafia, mi madre y yo visitábamos cuarteles, visitábamos cárceles, visitábamos fosas comunes y probablemente acá hay muchos lugareños que probablemente hayan podido ver esas fosas comunes. El río Huallaga que es un cementerio silencioso. Un cementerio que nunca va poder decir lo que realmente ha podido suceder.
Muchas personas fueron tirado ahí, después de quitarles los brazos, las piernas, las vísceras, meterlos piedras al estómago, coserlos ¿para qué?, para fondearlos y ellos no pueden dejar prueba alguna. Eso era lo que hacían los militares.
Visitábamos nosotros fosas comunes, cogíamos brazos, piernas con la intención de nosotros poder decir uno de estos miembros es de mi hermano, uno de estos brazos puede ser la de mi hermano. Veíamos cuerpos hasta le fecha no sabemos nada de él. Absolutamente nada de él.
Mi familia ha sufrido mucho, a partir de ahí mucho de mis hermanos dejamos de preocuparnos en nuestras actividades personales como es la de estudiar, como es la de buscar un futuro para nosotros y esto es para posteriormente para nuestros hijos. Buscábamos justicia, buscábamos identificar a los culpables. Y en eso estamos ahora y por ello estamos aquí sentados para poder denunciar este caso ante la Comisión de la Verdad, para que estos testimonios, no queden como simples testimonios. Que estos testimonios se eleven a las instancias correspondientes para poder determinar a los verdaderos culpables y que a la vez estos testimonios sirvan para que muchos de nuestros hermanos no vuelvan a sufrir, no vuelvan a pasar por lo que nosotros hemos pasado.
Y de los que no les ha sucedido, no les suceda nunca más. Por ello estamos sentados aquí, contando nuestros testimonios a pesar del gran dolor, del gran sufrimiento que nos genera. Esto a mi familia nos ha marcado mucho y no solamente a nuestra familia, a nuestros hijos.
¿Saben qué me decía ayer mi nena antes de venir aquí?, mami, o sea vamos a ir a Tingo María para encontrarle a mi tío Toño, a mi papito Toño ¿Que respuesta puedo darle a una pequeña de cinco años?, ¿qué respuesta le pueden dar mis hermanos a sus hijos? Probablemente e inconscientemente nosotros lo hemos transmitido nuestros sufrimientos a nuestros hijos. Eso es lo que genera toda esta violencia, eso es lo que genera toda esta crueldad, de esos malos elementos y que aún siguen ejerciendo, que aún siguen activos.
Yo me pregunto ¿dónde está la justicia?, y a la vez quiero invocar al Presidente Toledo, que no deje pasar por alto estas irregularidades, que esos malos elementos, esa lacras sean retirados, sean depurados de las Fuerzas Armadas. Y no solamente de las Fuerzas Armadas sino de todas las entidades públicas, aquellas que no realmente hacen una buena gestión, como aquella fecha lo hemos podido comprobar, al ir a denunciar el caso de mi hermano Miguel Benigno Celis. Y al ir a pedir, también para lo de mi padre, no tuvimos respuesta de la Fiscalía, del Poder Judicial.
Mi familia ha llegado con estas denuncias ante la Corte Suprema, hasta las Naciones Unidas, a la Corte Interamericana, hemos hablado con las diferentes autoridades, tanto en Lima como acá, nadie nos hizo caso. Y yo tengo fe que a través de la Comisión de la Verdad, podamos conseguir tranquilidad. Esperemos y realmente tengo esa fe de que van a ser identificados los culpables y van a ser condenados, van a ser juzgados como realmente se merecen. Aunque yo podría decir, aún así no podrían pagar todas las culpas, todas las muertes, las desapariciones que tienen encima.
Pero, por lo menos diríamos, nuestras Fuerzas Armadas están libres de esos malos elementos. Y quiero confiar en las actuales autoridades, quiero confiar en el presidente, de que realmente va a poder corregir esos errores, esa injusticias que hubieron.
¿Cómo?, creo yo juzgando, depurando a todas esas personas que no hacen nada bien a nuestro país. Eso no es democracia señores, eso no es democracia.
Me hubiera gustado decir algo más, me hubiera gustado ampliarme más. Pero sé que tenemos el tiempo limitado, tampoco quise ahondar exactamente los sufrimientos que ha tenido que pasar mis familiares. Pero, creo yo todos ustedes se imaginan, yo me pregunto ¿cuántos de los aquí presentes han podido ver que el río Huallaga es un cementerio?, ¿cuántos de los aquí presentes han podido ver piernas, brazos, cabezas tirados en el río? Creo yo, muchos. Y eso es algo que no se puede ocultar.
En el distrito de Aucayacu para un niño ver, es como ver una pelota, como ir a un cementerio. Ya ni siquiera creo yo les genera trauma o es que ya están tan traumados que ya no les afecta nada. Lo que yo digo no es mentira, lo que yo digo es real. Porque he podido tener fotos y esas fotos en una ocasión los he llevado al programa de Contrapunto, cuando yo presentaba a las personas ese tipo de fotos, ¿saben qué me decían?, que era una terruca, ese termino utilizaban. Pero no es por ser terruca.
Es lo que yo he podido percibir y lo que yo he podido apreciar, he podido captar en una cámara, simplemente quería llevárselos para que pudiera ser difundido. En ese entonces la prensa, no sé si llegaba a las zonas o desconocía pero tampoco han sido difundidos estos casos.
Y realmente la prensa es un medio importante para nosotros poder difundir estos casos. Y yo sé que ahorita la prensa está colaborando y también les invoco a todos ustedes señores de la prensa cuando ven este tipo de casos, déjense guiar por los sentimientos. No se dejen llevar por unos directores. Para ocultar la verdad, díganlo tal como es. Eso es democracia señores, eso es democracia. Muchísimas gracias, gracias señores de la Comisión de la Verdad, realmente tengo mucha confianza en ustedes. Muchísima confianza, los digo, lo digo de todo corazón en nombre de mi familia y creo yo en nombre de todos los que hemos sido afectados, los que hemos sido víctimas por la violencia. Se los agradezco, muchísimas gracias.

Sofía Macher:
Señora Endelicia y Ofelia, podemos entender su dolor y también la rabia, la rabia de la falta de justicia en la que todavía se encuentra nuestro país. El propósito de estas audiencias públicas es justamente hacer que todo el país pueda escucharlo junto con nosotros, que tenemos que seguir investigando los casos y que puedan ser un motivo de reflexión para lo que va a tener que ser el enfrentar nuestro pasado y que se haga justicia y que se emprenda la reconciliación en nuestro país. Muchísimas gracias por habernos dado su testimonio en público. Gracias.


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