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Segunda Sesión, 8 de agosto de 2002

Caso 10. Testimonio del sargento de la PNP, señor José Rafael Vives Angeles

Salomón Lerner:
La comisión invita al sargento Técnico de Segunda de la Policía Nacional del Perú, señor José Rafael Vives Angeles. Según cuenta el señor Vives, él se encontraba patrullando la localidad de Bellavista San Martín cuando junto con sus compañeros fueron emboscados por sesenta subversivos, fueron atacados con instalasas y metralletas, falleciendo uno de ellos. La víctima recibió el impacto de balas en el cuerpo y como consecuencia de los ataques sufre de una colostomía permanente por traumatismo del canal digestivo. Y él tiene problemas de salud.
Yo le ruego, nos ponemos de pie para ...Señor José Rafael Vives Angeles, usted va a brindar su testimonio ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación y también ante el país, promete hacer esta declaración con honestidad y buena fe y decir sólo la verdad sobre los hechos que va a relatar.

Sí, prometo.

Muchas gracias, pueden tomar asiento.

José Antunez:
Señor Rafael, José Rafael Vives Angeles, bienvenido a la sala de audiencias, estamos prontos a escucharle, seguramente tendrá muchas cosas que decirnos sobre lo que usted ha sufrido. Estamos prestos a escucharlo.

Rafael Vives:
Muy buenas tardes, gracias doy a Dios en primer lugar que ha permitido que en este momento permita hacer uso de la palabra y también en la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Estoy aquí porque también quiero unirme al dolor de muchas víctimas porque con esto también quiero colaborar con un granito de arena en la paz y en la reconciliación de nuestro amado país. Soy el Técnico de Primera en retiro de la Policía Nacional, José Rafael Vives Angeles, de cuarentitres años de edad, ingresé a la escuela en el año ochentidos.
En ese tiempo era la Benemérita Guardia Civil del Perú. Soy promoción ochentidos y los lugares por donde yo he prestado servicios, son el Callao, en la setenta comandancia, en Cajamarca, en la provincia de Chota, luego en Ayacucho. Después llegué a Masamari, a la Cuarentiocho Comandancia. Los Sinchis de Masamari y luego estando de vacaciones llegué a seguir el curso de Salvataje, aprovechando mis vacaciones y luego llegué voluntario a la ciudad de Bellavista.
Quiero hacer un recuento de todo este tiempo que la institución me dio la oportunidad de poder servir, con muchos deseos y estando nuestro Perú, en esta guerra subversiva, sentí el deseo de poder entrar a las filas de este instituto, a la cual yo doy gracias por haberme dado la oportunidad de poder ser uno de las personas que ha dado parte de su cuerpo por la ansiada pacificación de nuestro país.
Llegué yo a Ayacucho, luego de estar cuatro o cinco años en Ayacucho pasé a Masamari donde ahí me preparé no solamente para enfrentar al enemigo en lo que es, en la tierra sino en el aire y en el mar. Quise prepararme para así de esta manera ser un combatiente completo, que pueda servirle a su país. Como dije, por tierra, por aire, por mar.
Ese fue mi deseo siempre de poder poner mi pecho como muchos de mis colegas cayeron y hoy por misericordia de Dios, estoy frente a ustedes. En una emboscada terrorista por Sendero Luminoso que con un impacto de bala que ingresó por el glúteo derecho, destrozó mi ano, mi recto. Yo en este momento no defeco por mi recto, yo tengo una bolsa acá, tengo una operación que se llama colostomía, a la cual por ahí defeco, en la cual no me avergüenzo. Porque si caí herido lo hice en defensa de mi patria. Y si ahora lo que tengo, estoy orgulloso de haber de esta manera parte de mi cuerpo por mi país, que tanto necesita.
En Masamari me preparé en los cursos de contra subversión, en los cursos de paracaidismo, operaciones en selva con los Boinas Verdes. Ahí me formaron como un verdadero combatiente a la cual yo doy gracias a mis instructores y a todos y cada uno de mis hermanos Sinchis, lo cual hoy les mando un saludo fraterno con un Sinchi característico.
En esta unidad que se creó el veintiuno de julio de mil novecientos sesenticinco, fue una unidad que se creó para poder llegar a la ciudadanía en ayuda, en socorro de la población. Esta unidad fue creada en el centro mismo de nuestro Perú, en la mitad de Tumbes a Tacna y de Lima a Iquitos, lugar estratégico para que de ahí, salieran al norte, al sur así como a la selva y a la costa.
Se creó con una escuela por americanos, allí nos formaron y hay muchos, muchas cosas que hizo esta unidad. Yo sé que al escuchar la palabra Sinchi, vienen recuerdos de amargura, de resentimiento y de dolor, pero así como hubo excesos, lo cual nosotros reconocemos, hubo excesos, hubo maltratos, pero también hubieron muchas cosas buenas, como en las del setenta. Allí cuando llamaban a un grupo de paracaidistas de la Marina, de la FAP y del Ejército. Y no podían.
En el terremoto del setenta cuando Huaraz estuvo aislado, llamaron a los Sinchis y los Sinchis fueron pensando en el dolor, en la tragedia y ahí saltaron los Sinchis, a pesar de que todo estaba nublado, saltaron los Sinchis y los niños de Huaraz, reconocían ahí vienen los angelitos con víveres, con medicina. Esa es una de las tantas cosas que hizo esta unidad.
También en Jaén, en las guerrillas del sesenticinco, en Ayacucho. En el Huallaga y en diferentes lugares se encuentran mis hermanos Sinchis. Yo por eso hoy públicamente quiero pedir perdón por esos excesos cometidos de algunos de mis hermanos Sinchis, quiero pedirles perdón públicamente a todas aquellas personas que sufrieron violación de los Derechos Humanos.
Yo sé que si nosotros dejamos de ver lo negativo y vemos lo positivo, la balanza se inclina en un ochenta por ciento porque no podemos generalizar a todos. Esa unidad se creó y hizo tanto bien al Perú y muchos hermanos Sinchis que han sufrido más de una emboscada o atentado, cuatro, cinco seis, muchos que ofrendaron sus vidas y que nadies hasta ahora ha reconocido y han quedado en el anonimato.
Yo ahora, les voy a contar mi testimonio. Estando en Masamari, sufrí una emboscada el treinta de julio en el cruce de Nueva Jerusalén y La Florida. De siete que éramos mataron a cinco. Ahí cayeron cinco valerosos Sinchis, que dejaron viudas, huérfanos, ¿quién lo reconoce eso?, Dios es testigo. Se llevaron el armamento, los torturaron, quedé con vida por gracia y misericordia de Dios. Me dieron vacaciones, llegué a salvataje.
En salvataje siempre con ese deseo de poder seguir luchando por la paz. Pidieron voluntarios para la ciudad de Bellavista, una ciudad que también el personal policial había cometido excesos. Derribaron una avioneta con diecisiete pasajeros y ahí venimos por parte del comando cumpliendo una misión, una consigna de recuperar la confianza de la población en la policía. Hemos estado un mes y medio ahí recibimos insultos, ahí recibimos rechazo, desprecio pero la consigna era de que ganemos la confianza nuevamente de la población y la policía. Y así se hizo durante un mes.
Solícitos, prestos a las intervenciones, a las denuncias y es así como nuevamente la ciudad de Bellavista, recuperó la confianza en la Policía Nacional. Y en una intervención a las diez de la mañana salimos ahí en el mismo pueblo a intervenir por un robo de ganado, donde fuimos sorprendidos por grupo de Sendero.
Ese día señores, iban a atacar Sisa y Sisa es el puesto más cercano a Bellavista. Los subversivos pensaban de que nosotros íbamos a darles apoyo, pero ahora que se trata de hablar la verdad. La verdad digo y Dios es testigo, ese puesto con ventidos hombres tenía solamente seis fusiles, porque once fusiles fueron a pasar peritaje balístico a Tarapoto. Donde no regresaron.
Ventidos hombres con seis fusiles, en esa intervención salimos con tres fusiles y con ametralladoras MGP, que no son aptas para un combate así en este lugar. Y ahí fuimos sorprendidos. El que habla y seis efectivos iban a la intervención y fuimos sorprendidos por este grupo de bloqueo de Sendero Luminoso, el cual con una granada Instalasa, que entró por el parabrisa de la camioneta le voló los dedos al chofer, impactó la granada Instalasa en la pierna del teniente, pasando la puerta y estallando en la marginal. Y ahí fuimos recibidos por una lluvia de balas.
Estando yo en la parte de atrás de la camioneta cuatro por cuatro, junto a mi colega, difunto ahora y al frente de tres personal subalternos, fuimos el escudo de ellos. Mi colega que estaba a la izquierda le cayó una ráfaga, agarrando yugular y corazón, que al instante quedó muerto. El que habla que iba con una mochila con munición trescientos cincuenta cartuchos, fue impactado también.
Pero, gracias a Dios, esas, esos proyectiles no llegaron a perforar los intestinos. Uno de ellos que impactó por el glúteo derecho destrozó mi recto, mi ano. Afectando el canal anal con traumatismos severos. Y afectando el esfinter del recto. Ahí fue donde yo caí sobre el difunto y mis compañeros fueron en busca de ayuda. El teniente que iba adelante con el chofer que fue impactado con este Instalasa, de la rodilla le colgaba un pedazo de tendón y un pedazo de suela. Lo único que había quedado de su pierna. Y estando así, salió valientemente, con su armamento.
El que habla, cuando mis colegas se fueron a buscar ayuda, pensando de que estaba muerto, por los impactos porque mi cuerpo tenían ocho huecos, escuché débilmente, ¡vámonos porque ya esta muerto!, pero ahí yo dije entre mí, yo no estoy muerto y me paré. Y como pude me tiré de la camioneta. Y en esa vuelta de liberación me dio un vaído, miré blanco, yo pensaba que ya estaba en la presencia de Dios. Pero recuperé el conocimiento y me di cuenta de que estaba en pampa abierta regalado, a merced del enemigo y lo que hice fue cubrirme tras una vegetación.
Y desde ahí con el teniente que se encontraba al otro lado, hemos podido repeler ese ataque. Mientras el enemigo se acercaba a la camioneta, nosotros disparábamos ahí. Mi armamento estaba rastreado y sin seguro. Tenía treinta balas y en ese momento que yo quise para ver si podía cambiar la cacerina de mi fusil, no tenía fuerzas. Estaba tan débil que no tuve fuerzas.
Entonces, yo contaba solamente con treinta cartuchos, a pesar de que tenía las balas y más cacerinas, pero de que me valía sino tenía fuerzas para cambiar y para sacar la cacerina. Entonces, pensé y empecé a disparar en tiro por tiro. Y es así como tuvimos a los subversivos al margen. Luego de dos horas vino una patrulla mixta del Ejército y la Policía Nacional, donde ahí nos rescataron.
Cuando nosotros llegamos a Bellavista, empezamos a hacer acción cívica. Y habían muchos comerciantes que pagaban cupos a los subversivos. Y cuando llegamos les dijimos -nosotros los vamos a proteger, dejen de pagar cupos- Y para que vean que se cumple lo que hice ¿no?, que el que siembra, cosecha. Nosotros sembramos acción cívica, nosotros sembramos buen trato a esas personas.
Cuando llegué a la posta médica, el médico me tendió en una camilla pensando de que mis intestinos se habían, habían sido perforados como que ya no iba a vivir. Mientras que al teniente le cortaban el tendón, le ponían ampollas para la infección y el dolor. Mientras yo en la camilla, de repente ya como quién dice olvidado.
Y gracias a Dios, uno de los comerciantes tuvo a bien, movido por la misericordia de Dios, pagar una avioneta para que nos lleve desde Bellavista hasta Lima, porque nos desangrábamos. Y ya no podíamos seguir ahí en esa posta, que tenía los mínimos cuidados.
Fue así como nos embarcamos en una avioneta y a propósito quiero darles gracias desde aquí a esta persona que tuvo esa amable gesto. Yo sé que Dios, lo va a retribuir por lo que hizo. Porque sino hubiera sido por él ahorita no lo estuviera compartiendo en este momento.
Fue así que por la emergencia y por la gravedad no pudimos llegar a Lima y la avioneta aterrizó en Tarapoto, porque necesitábamos sangre. Y fue así como llegamos a Tarapoto y ahí nos dieron los primeros auxilios. Este es mi testimonio, cómo sucedió esta emboscada. Y ahora ya en el hospital, luego de haber sido un hombre preparado, para servir a mi patria en al aire, en el mar y por tierra. Imagínense, me sentía limitado. He estado de tres a cuatro meses en el departamento de cirugía general al cual agradezco el cuidado y la atención del personal médico y de enfermeras, así como a las auxiliares. Hicieron lo que pudieron.
Le doy gracias y también pido que el señor lo retribuya. Yo necesitaba de un especialista, de un proctólogo, lo cual nuestro hospital central no cuenta. Y por ese motivo, mi ano que llegó ahí al hospital como la boca, sin exagerar, como la boca de un tiburón, así llegó mi ano. Se fue cerrando con una cicatriz, en término médico ¿no?, se hizo, se cerró el ano.
Ahorita mi ano y mi recto está sellado, cada cierto tiempo me da infecciones que pasa de cuarenta de fiebre y tengo que acudir nuevamente al hospital, ¿para qué?, para que me den el tratamiento. Tengo once años en esta situación. Yo sé que hay un Fondo de Seguro Policial, el cual ve por la recuperación y el tratamiento y si de ser posible, los viajes al extranjero. He solicitado por tres veces, hasta ahorita no he obtenido ninguna respuesta.
Yo espero ahora, si el Presidente de la República, del señor Ministro y la doctora Defensora de la Policía, escuchan este testimonio, que por favor atiendan mi solicitud. Así como también pido a la Comisión de Verdad y Reconciliación, que tengan en cuenta mi solicitud. Porque hay un presupuesto, porque es un derecho. Cuando un policía cae en estas circunstancias tiene el derecho de tener su rehabilitación, de ser posible en el extranjero.
Hoy señores, quiero contarles lo que pasé en mi casa, como le digo, luego de ser esa persona, ese combatiente operativo, me sentí limitado. Lo que es más llegaron complejos a mi vida, yo no me podía reunir con nadies. Yo utilizaba una bolsa de kilo acá, con una boca de un frasco Protiban, la cual hice dos aberturas y le puse un elástico. Y cuando yo defecaba, salía el mal olor y el primero que lo sentía era yo. Y me sentía con esos traumas y complejos que apestaba y no acercaba a nadies. Sufrí muchos momentos de incomodidad así como en mi cama, yo no tengo continencia. Cuando evacuó sale en cualquier momento, yo no lo puedo detener y en muchas veces, me he ensuciado en la cama como un niño.
En muchas veces caminando esas bolsas de a kilo, ¿ustedes saben cómo son las bolsas de a kilo?, salía el mal olor, muchas veces he sufrido de insultos, burlas, cochino, asqueroso, pero saben que, me alentaba algo. La satisfacción de haber podido dar parte de mi cuerpo un granito de arena por la pacificación de mi país, no lo hice robando, no lo hice abusando de la gente. Lo hice en defensa de mi Perú. Del cual no estoy arrepentido.
No estoy arrepentido, solamente le pido a esta Comisión de la Verdad y Reconciliación que considere mi caso porque es posible una operación en el extranjero. Hoy en día están operando . están haciendo reconstrucción del esfinter del recto. Y por favor quisiera que tengan en cuenta mi pedido.
He solicitado, como digo en tres oportunidades y hasta ahorita no tengo respuesta. Los momentos que pasé en mi casa, le doy gracias a mi familia. Tengo nueve hermanos, cinco mujeres, cuatro hombres. Soy el segundo varón. Esto afectó a mi familia.
Estando aquí en Lima, estuve con mi hermana Celia a la cual yo le doy gracias por todo lo que soportó, por todo lo que en esos momentos que yo me sentía impotente de hacer muchas cosas y no podía, ella me soportó como una madre, como una amiga. Como una esposa que no tengo. A pesar de los cuarentitres años, sigo soltero.
Y buscando el afecto maternal en las personas, porque también soy huérfano de madre desde los once años. Mi hermana es testiga de todas las cosas que me pasaron. De cuántas veces me refugié en el trago por la impotencia de no ser ese mismo hombre que era antes y así pasé un montón de cosas. Pero hoy quiero abreviar y así como mi hermana Celia, mi hermana Inés, son los que me han ayudado a poder soportar tantas cosas que a nadie le deseo.
Hoy también quiero dirigirme a estas personas que han sufrido dolor, sufrimiento. Yo también he sido víctima de la violencia subversiva, con la diferencia de que yo me enfrentaba al enemigo para poder impedir que nuestro Perú, siga sangrando. El enemigo no se veía, no es fácil. En una guerra convencional tú ves al enemigo y sabes quién es. Pero en esta guerra subversiva tú no ves al enemigo pero el enemigo se te ve a ti, porque tu eres blanco, porque estás con el uniforme.
Es así que a veces uno tenía que desconfiar de su propia forma. Así nos prepararon, así nos prepararon. Ahora comprendo a muchos combatientes, nos prepararon para enfrentarnos al enemigo, pero no nos prepararon para enfrentar esta situación en la que estamos. Y esto ha sucedido no solamente en el Perú, sino en Estados Unidos, con los combatientes de Vietnam, también ellos han sufrido una serie de cosas por la violencia, por la guerra. Cuánto más nuestro país.
Por eso yo también sugiero a la Comisión de la Verdad para que se busque un tratamiento espacial para las personas que han sufrido esta clase de atentados. Hay muchos hermanos Sinchis ciegos, mutilados de pies, manos. Para eso no nos preparamos. Para enfrentar eso no nos prepararon. Por eso que con todo el respeto que se merece sugiero a la comisión que tenga en cuenta esto.
Hoy quiero dirigirme a todas esas personas que como yo también sufrieron y dieron cabida al odio, al rencor, al resentimiento. Así como le dije, hay un enemigo que no vemos. Hay un enemigo del Perú y del hombre que es el que pone el odio, la rebelión y mira ¿quién es?, hoy el señor lo desenmascara, mientras que Dios te dice "ama a tu prójimo como a tí mismo", el enemigo que tú no lo ves, pero que es tan real te dice odia, rebélate, resiéntete. Y el señor Jesús dijo una vez "el que no es conmigo, contra mí es".
A ti te digo, viuda, huérfano, hermano, mutilado. Leí un dicho "para que el hombre haga cosas de calidad, primero tiene que mejorar la calidad del hombre". Señor Presidente de la República, señor Ministro, hay que mejorar la calidad del policía. Pero, también hay una cosa que nos mandó el señor Jesús y dijo "guarda tu corazón sobre toda cosa guardada". Por el enemigo que no vemos hemos acumulado odio, rencor, resentimiento, ira, falta de perdón. El señor nos dice que si tu no perdonas a tu prójimo, él tampoco te perdona.
Hoy desde aquí quiero pedir perdón y quiero unirme a muchos que voluntariamente también desean hacerlo, perdón por los excesos, por los maltratos. Pero también perdono a aquellos que me atacaron y no solamente los perdono sino los bendigo en el nombre de Jesús. Porque ¿saben qué?, no eran ellos, fue el enemigo que puso rebelión, que puso engaño en sus corazones. Hoy el señor permite de que ese enemigo se descubra y ese enemigo es Satanás, el que vino a robar, a matar, a hurtar, a destruir, te roba tu salud, te roba tu gozo, destruye los matrimonios y te destruye con el odio y el rencor.
Yo te digo una cosa, Jesús fue la primera víctima de la tortura, del maltrato. Fue el primer inocente que cayó. Y sabes qué, desde la cruz dijo -padre perdónales porque no saben lo que hacen-. Hoy que el señor ha permitido este momento y que ha levantado esta comisión porque les digo otra cosa, que no hay autoridad sino de parte de Dios y las que hay por Dios, han sido establecidas.
De tal manera de que el que se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios, resiste y lo que resiste acarrea condenación para sí mismo. Démosle el tiempo, tengamos paciencia porque si ellos están acá, la Comisión de la Verdad y la Reconciliación es porque Dios lo ha permitido para que salga a la luz todas esas cosas que hemos pasado, maltratos, abusos, violación de los Derechos Humanos. Démosle el tiempo, el señor ha levantado esta comisión, el señor le va a dar sabiduría. Por eso que entendí que como autoridad, que como policía, el señor me había puesto así como al Presidente de la República, a los ministros, a los jueces, los fiscales y alcaldes y a toda persona que tenga autoridad y clemencia y a ti padre de familia, el señor también te levantó como autoridad en tu casa.
Como autoridades hoy día rendiremos cuenta delante de Dios. No somos quién para juzgar, cada autoridad va a rendir cuenta delante de Dios. Y hoy que se trata de sacar la verdad, que el señor le dé sabiduría a ayude a esta Comisión de la Verdad y Reconciliación. Y si nosotros sin darnos cuenta hemos caído en rebeldía, en resentimiento, en odio y amarguras, ¿sabes por qué?, porque también esta escrito "mi pueblo fue destruido por falta de conocimiento", no sabíamos nosotros o algunos sabíamos y no lo poníamos por obra. El señor dice ama a tu prójimo como a ti mismo.
Hoy señores, quiero unirme a ese dolor, a ese resentimiento y quiero unirme también a la reconciliación. Pero primero, tenemos que reconciliarnos con el que esta en los cielos. A él le fallamos primeramente y también leí en un pasaje que no es en tus fuerzas, que no es con espada, que no es con ejércitos sino es con la ayuda de Dios. Y si tú crees que por tu resentimiento, por tu amargura, vas a conseguir las cosas. Aparte de que estás obrando en contra del mandato de Dios, pues las cosas no van a salir bien.
Necesitamos de la ayuda de Dios, sí el hombre no necesitara de la ayuda de Dios, Jesucristo no hubiera venido. Pero ¿sabes qué?, Jesucristo quiere ayudarnos. Así como me ayudó a mí, a poder superar estos traumas, así el señor quiere ayudarte a ti mujer, niño, señorita a superar este dolor. Porque no solamente es la indemnización lo que te va a sacar adelante sino primero que tú sientas paz en tu corazón. Este es mi mensaje, este es mi mensaje de reconciliación. Esto es aquello que yo apliqué y esto me ha dado un buen resultado.
Ahora, el señor Jesús es mi fortaleza, él me sostiene durante once años. Y es por eso que para terminar este mensaje yo llamo a todo el Perú. Escuché ayer que muchos quieren dejar el odio, el rencor y que nos unamos como un solo peruano, que quiere y se ha cansado de la violencia, del terror. Yo me uno a ustedes, a la Comisión de la Verdad y Reconciliación y quiero terminar esto con una oración. En primer lugar reconciliándonos con el padre y en segundo lugar pidiéndole a Jesús que ayude a nuestro país para salir adelante.
Sabes que, hay una promesa que dice "si se humillara en mi pueblo sobre el cual mi nombre es invocado, y llorare y buscare mi rostro y se convirtieran de sus malos caminos, caminos de odio, de rebeldía, de rencor, de resentimiento. Entonces, yo iré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra".
El señor quiere sanar nuestro Perú, de tanta violencia, de tanto terror, de tanta corrupción. Es tiempo hermanos, es tiempo amigos que le digamos basta a la violencia, que le digamos basta a la corrupción, al odio, ¿por qué?, porque el odio está minando y el odio te esta terminando pero hoy que el señor ha desnudado al enemigo públicamente. Hoy vamos a avergonzarlo y vamos a pedirnos como un solo hombre, como una sola mujer y vamos a pedirnos perdón, pero primero reconciliémonos con el señor.
Si están de acuerdo y me permite la Comisión de la Verdad y Reconciliación, hacer una oración. Por favor y si alguien que me está escuchando quiere unirse, también hoy es el tiempo de unirnos. Estamos cansados ya de la violencia, estamos cansados ya de tanto terror ¿Saben qué?, el único que nos puede ayudar es Jesús. Ningún hombre va a cambiar nuestro país. Solamente la ayuda de Dios, hará que nuestro país cambie y dónde hay violencia, él va a poner paz y dónde haya amargura él va a poner gozo. Pero es necesario que hagamos una oración.
Por eso si me acompañan, quiero clamar al Dios Altísimo, al Dios que vive y reina por los siglos, de los siglos. Aquel que escucha, aquel que vive y decirle Señor Jesús, perdónanos, padre hemos dado cabida al resentimiento, hemos dado cabida a la rebeldía, señor. Hemos dado cabida al odio, hemos dado cabida señor a la violencia, pero hoy invocamos tu nombre señor. Y nos aferramos a esa promesa y te pedimos perdón señor. Queremos reconciliarnos contigo en primer lugar señor. Queremos reconciliarnos contigo señor padre y mi Dios, queremos que tu nos ayudes padre y sabiendo de que tú eres el único que muda los corazones, hoy te decimos señor Jesús, ven a nuestro corazón. Entra a nuestro corazón señor y saca todo odio, todo rencor, señor saca toda falta de perdón padre y pon tu paz, señor.
Tú eres la fuente inagotable señor de amor y de misericordia, señor que amor padre, ese amor que te ayudó a soportar en la cruz del sacrificio padre, con mi Dios, señor se ha derramado hoy en nuestros corazones, padre, señor toma el control de nuestra vida señor, toma las riendas señor de nuestra vida, enderézalas y llévanos por caminos de justicia, caminos de paz, de obediencia, de santidad. Te doy gracias señor, gracias padre porque tu promesa se va a cumplir señor y tu vas a sanar nuestro país, señor, nuestra costa, nuestra sierra y nuestra selva, señor será testigo de tu poder.
Será testigo de tu gloria señor, hoy padre, hoy yo te doy gracias porque te hemos dado la oportunidad que tanto tiempo tu esperabas, porque tu dijistes yo estoy a la puerta y llamo. Si abres la puerta de ti corazón entraré a ti, cenaré contigo y tú cenaras conmigo. Es un tiempo de comunión, es un tiempo de relación con Dios. Gracias señor. El ejemplo que nos apartamos de Dios. Yo les digo hagamos remembranzas, un instante. Hace trentaidos años, ¿cómo era nuestro país?, y ¿cómo es nuestro país ahora? Pero al mismo tiempo ¿cómo se festejaba o celebraba una semana santa?, había temor de Dios, había respeto a Dios.
Cada uno de esos tres días de semana santa buscaba Dios en la radio o algunos que tenían televisión y se acercaban a Dios y cómo estábamos en el fútbol. Entre los ocho primeros del mundo, en el voley potencia, en la pesca los primeros productores de pescado en el mundo. En la economía, una de las economías mejores que en toda Sudamérica. Y hoy que ha pasado, el pueblo de Dios, se ha apartado de Dios, ¿cómo hoy es una semana santa?
Muchas veces oramos que se haga tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo. Pero hacemos lo que nos conviene y por el hecho de apartarnos de Dios, estamos sufriendo la consecuencias. Por eso que esta reflexión, que este mensaje llegue y le doy gracias una vez más a la comisión por darme esta oportunidad de compartir este testimonio públicamente. Oro también para que el señor los ilumine y les dé sabiduría y saque a la luz toda la verdad, porque Cristo es la verdad, Cristo es la vida. Gracias, muchas gracias.

José Antunez:
Señor José Rafael Vives, gracias por el mensaje que nos da y tomamos en cuenta todo lo que nos ha dicho, felicitamos el hecho de pedir perdón en nombre de la institución por los excesos que ha habido, en todas partes los hay. Esperamos que todo esto se corrija, que todo esto, lo que usted pide se realice en nuestro Perú. Gracias.

Salomón Lerner:
Señores vamos a tener un receso de diez minutos y luego continuaremos con esta sesión.


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